Partida Rol por web

Pasa el tiempo y al amanecer del segundo día la caravana está lista para partir.

Antes de partir se forma un pequeño mercadillo de comerciantes para los que van hacia el Glaciar, en el mercadillo venden:

Ropa de abrigo: el conjunto completo sále por: 1 mo, 7 mp, 3 mb y 5 mc (incluye abrigo, guantes, pantalones, camisa y botas; todo especial contra el frío).

Pociones contra el frío: 25 mo cada una.

Dos hierbas: Jojojopo 9 mp/dosis y Verdurak 8 mp/dosis.

En la caravana aparte de vosotros van los tres semi-elfos, los cinco enanos y 5 humanos con pinta de comerciantes. Los enanos van montados en osos y acompañados por otro oso más cada uno (10 osos en total). Hay 4 carros tirados por dos caballos cada uno y otro caballo en el que van dos semi-elfos. En cada carro caben 4 personas más el conductor. Un carro va sólo con mercancía.

Echáis 40 días de viaje hasta que llegáis al Glaciar Eterno y empieza a hacer frío. El viaje hasta el Glaciar ha sido monótono, aunque al menos estabais acompañados. Al llegar a la nieve os hacen bajar de los carros, desmontan las ruedas, le ponen trineos, los caballos se los llevan los semi-elfos de vuelta (no sabéis donde) y ahora los carros están tirados por dos osos cada uno. La marcha se enlentece...

Hasta aquí narro, por si queréis hacer algo antes de partir o durante el viaje antes de llegar al Glaciar Eterno.

Za Harvaya observa la ropa de abrigo, pero el precio es muy alto. -Me temo que me faltan unas monedas de plata para poder comprar el pasaje y la ropa de abrigo... Después de pagar la caravana, me quedan 11 monedas de plata, y me faltan 5 para la ropa de abrigo. Ya tengo unas buenas botas. ¿Qué me podría comprar para el frío con 1 moneda de oro, 1 de plata y 6 de bronce?

El erudito está algo contrariado por el primer contratiempo, o el segundo si se tiene en cuenta la búsqueda algo infructuosa en la biblioteca.
 

Espera, veamos cuánto tenemos todos juntos y si pedimos varias prendas podemos pedir una rebaja conjunta.

Me acerco al vendedor y evalúo la calidad de la ropa pero lo cierto es que no consigo darme cuenta de si el precio es justo. No estoy acostumbrado a ver este tipo de ropa.

Dime mercader. Hablo con el buen hombre. El elfo campesino pone cara de evaluar las ropas que se ofrecen. Esto no vale lo que pedís. Pero claro, algo hemos de llevar si queremos resguardarnos. Aunque siempre podemos comprar esto mismo en el mercado nada más llegar. Sólo nos costaría media hora de buscar, en el glaciar estos ropajes deben venderse bastante y por supuesto más baratos de lo que nos pedís. Si quisiésemos equiparnos nosotros seis decidme ... ¿Cuál es el precio correcto?

Y miró al mercader a los ojos.

Recordad, el justo, no el que os convenga.

Voriig dijo que no teníamos que preocuparnos por el frío. A que se refería? Q que nos abituallaran alli

Están a punto de partir, junto con un grupo de gente nueva que nunca había visto antes y en la que ciertamente no confía, en especial unos que parecen medir la mitad que el resto, eso no puede ser algo bueno, un hombre con la mitad de hombría no puede ser llamado un hombre. Así que se mantuvo cerca de los que ya conocía, y miró las prendas de abrigo. Estaban hechas con pieles y eran resistentes, no imaginaba frio alguno que pudiese atravesarlas, pero sí imaginó el sudor que sentiría si llevaba esto a sus tierras.

Estaba por pagar las monedas que le habían pedido cuando escuchó la conversación entre el semielfo y el vendedor, al parecer las monedas eran muy importantes para él, aún sabiendo que su paga sería doble, también peleaba por bajar el precio. Lo observó con atención, mientras se paró al lado del sabio y le susurró - esto te pasa por estar leyendo todo el día en lugar de trabajar-

Turak lo escuchó atentamente, al parecer al hombre le gustaba hablar y leer, ambas cosas él las usaba solo cuando consideraba que era necesario, y la segunda realmente muy poco. Cuando habló de las montañas del desierto se sorprendió, la mayoría de la gente de las llanuras que se  había cruzado solo hablaban de las arenas, de los oasis, a lo sumo de la quebrada árida, pero ninguno de las montañas... como era posible que un hombre que no había salido de la metrópolis pudiese haberlas visto? El susurro del viento las nombraba en el desierto, pero no podía haber llegado a él con tanto bullicio en esta ciudad abarrotada de gente, debía ser otra cosa... una magia poderosa? tal vez pero esta persona no le inspiraba el temor natural que los brujos le daban... entonces?.

- Bien, te acompañaré y me mostrarás el glaciar así como has visto las montañas- se dio vuelta y salió de la habitación para esperarlo en la entrada de la taberna. Revisó entre sus pertenencias y sacó un paquete envuelto en cuero curtido, lo desató y apenas el hombre lo alcanzó, emprendieron el camino.

- Mira - le dijo mientras le extendía el paquete. Dentro de él podía verse un libro rústico, de hojas gastadas por el paso del tiempo, aunque no todas ellas daban signos de haber sido leídas alguna vez. Al abrirlo podían verse letras grandes, con dibujos pintados en azul, rojo, verde y dorado, escritos en una lengua que la metrópoli no podía conocer - a veces leo, a la luz de la hoguera o a la sombra de un árbol, esa es mi historia, unos pocos tenemos algo como esto, éste fue un regalo de mi madre, junto con otro que me dio antes de morir, que no voy a mostrarte - sus ojos enfocados en el libro denotaban nostalgia, cada dibujo lo remontaba a algún recuerdo. Se sintió debil, y le arrebató el libro de las manos a Za Harvaya.

- Vayamos dónde dices y hazme ver el glaciar- los siguientes pasos los caminó en silencio. Para él esas imágenes y esas letras eran recuerdos de su pueblo, incomprensibles para los demás, pero en algún punto sagrados para él. Quizás, solo quizás, alguien en el glaciar podría haber hecho lo mismo.

Za Harvaya le cedió el libro de vuelta a Turak Agshmut, al que llaman Ojo de Trueno en su tierra. Comprendía bien el significado de un libro en una cultura primitiva. Era una forma de convertir lo mundano y efímero en divino y eterno. Un paso más hacia la verdad...

-Te deben tener en alta estima los de tu pueblo, Ojo de Trueno, para que tu nombre aparezca en un libro. Soy versado en las lenguas de la ciudad, de las llanuras, de los acantilados... y alguna más, pero no en la que se habla en el Desierto de la Luz.

Los dos llegan hasta la enorme biblioteca. Pero Za Harvaya sabía que no le iba a impresionar ni la altura del edificio, ni las estanterías llenas de libros. Los hombres nunca podrán construir algo tan grande como las montañas, ni tan bello como el horizonte por explorar. Fugazmente, imágenes de las Llanuras Sin Fin se agolparon en su mente, y casi pudo oír el sonido de los caballos. Recuerdos de su infancia que pensaba ya olvidados, pero que regresaban ahora, con el peto de cuero fabricado por sus padres bajo su túnica, y a punto de partir a lo desconocido.

-De la misma forma que tú seguro que serás capaz de encontrar sustento e incluso agua en el desierto más seco y árido, yo sé moverme entre todos estos libros. No necesito buscar en cada hoja de cada uno, porque conozco el camino hacia aquellas letras que me interesan, aún sin haberlas visto nunca.

Le invitó a sentarse en una de las mesas de lectura, y con la experiencia de incontables horas y días trabajando en la biblioteca, Za Harvaya localizó en poco tiempo una docena de libros, cuadernos y pergaminos que podrían revelar alguna verdad oculta sobre el Glaciar Eterno.

Junto al jinete, leyó en voz alta partes de las descripciones de gente que había viajado por aquellas tierras inhóspitas. Pero la información que obtenía no revelaba nada más allá de los conocimientos que ya tenía. Descripciones del frío extremo, de animales peligrosos, de glaciares cuyo final la vista no alcanza. Pero poco más. -El tiempo apremia, y parece que nos tenemos que enfrentar a lo desconocido. No he podido encontrar libros escritos por aquellos que habitan en el Glaciar, sólo de los que han pasado por esas tierras.

La decepción en la voz de Za Harvaya era evidente. Detestaba cuando sólo rozaba la superficie de la verdad, cuando sólo podía contemplar el reflejo de la luz en vez de mirar el origen de la misma.

-Pero al menos has podido ver el glaciar a través de los ojos de otros. Si quieres, cuando lo hayas visto con los tuyos, te ayudaré a escribir tu experiencia en un libro.

No sabes a que se refería Voriig Kye, Irinade.

Dirigiéndose a Galand -Vaya señor, si es verdad que me vais a comprar 6 conjuntos, sí que os puedo hacer una oferta. Os dejo los seis conjuntos de abrigo imprescindibles para el Glaciar Eterno en 8 mo, 3 mp, 2 mb, 8 mc; por lo que cada uno sólo tendría que pagar 1 mo, 3 mp, 8 mb, 8 mc. Un 25% menos señores, algo que no suelo hacer.

cuando espantosos reunidos en la caravana Iridane lanza el hechizo detectar el mal

Irinade les recuerda a todos las palabras de Voriig Kye, cundo dijo q no teníamos que preocuparnos por el frío.

Sidoc, a pesar de las advertencias de sus compañeros y él mismo, no siguió su consejo y se separó del grupo a horas dispares. Siempre volvía con cierto olor a vino o con una sonrisa de oreja a oreja, marcas que tenía que tapar con el cuello de su camisa, así como el pelo algo alborotado. Parece que se había despedido de sus amigos y... amigas. De todas y una a una. 

Unos comerciantes vendían a los viajeros ropas de inviernos y otras chucherías. El dinero le llegaba casi justo para el equipo para el frío. Galand empezó a intentar bajarle el precio, pero ne notaba que no sabía si eran o no buenas las ropas. Él no entendía nada de ropas, pero podía evaluar si daban una sensación térmica suficientemente grande. Se le ocurrió una prueba. Se colocó las prendas enteras sobre si propia ropa. Y comprobó cuanto tardaba en empezar a sentir un calor insoportable. Si tardaba demasiado, es que no aislaban suficientemente. Si subía la temperatura muy rápido, quería decir que eran buenas. El resultado de su concienzuda evaluación, se lo comunicó al elfo. 

El día de la partida, tras pagar el pasaje, apenas se escuchó nada del joven. Se pasó durmiendo buena parte del primer tramo. Al día siguiente, sin embargo, estaba completamente recuperado. Cosas de la juventud. 

El viaje fue largo, lo que aprovechó para intentar conocer a los demás. Za era de la tierra de sus antepasados, de las llanuras, y un laan. Quizá hasta tuvieran algún pariente lejano en común. Esas cosas nunca se sabían.

Galand parecía un elfo muy extraño, tan nervioso. Pero quiso, en los pocos momentos en que no había nadie extraño cerca, preguntarle por sus orígenes. Los elfos siempre le habían llamado la atención.

Turak parecía un amante de los caballos. Curiosamente, A Sidoc le encantaban y era un excelente jinete natural. Con apenas adiestramiento destacaba en la monta. Le preguntaba sobre su tierra, por supuesto, sus costumbres y todo lo que desconocía, que era mucho. 

Logen, el aguerrido y desconfiado, era el único que le plantó cara. Eso le había hecho ganarse el respeto de Sidoc. Le preguntó por su historia. Cómo había llegado a dedicarse a las armas. En qué batallas o combates había participado. Y cualquier aventura en la que hubiera estado. 

Sin embargo, la más tranquila y hermosa de todas, la paladina Irinade parecía poco interesada en él por ser un mago y usuario de la esencia. Lo había observado mucho en los devotos y paladines que había conocido. Pero no se resignó a ser ignorado sin más. Tenía curiosidad. No lo podía evitar. 

Irinade, háblame de ti. Hacia donde encaminas tu vida? Cuales son tus sueños? Una paladina puede formar una familia? Puede enamorarse? Cómo es sentirse bendecida por tu Dios? - Las preguntas eran cada vez más comprometidas a medida que ella se las contestaba. 

Pero, al final, tras muchísimo aburrimiento, llegaron a las tierras heladas. Era el momento de abrigarse.

El hombre se interesó en su libro, eso le dio gusto. Había temido que al dárselo, éste lo menospreciara. Si eso hubiese sucedido, puede que lo hubiese abierto con su daga, o golpeado, o quien sabe que, pero lejos de eso, había respeto en sus raíces. Se relajó.

- Si quieres puedo enseñarte la lengua del desierto... - lo miró serio y a los pocos segundos sonrió ante lo irónico de la situación, jamás imaginó que podía tener algo para enseñarle a ese hombre. Supo que en todo el libro que llevaba en sus manos, no habría una sola mención de un sabio riendo con un jinete del desierto, se preguntó si realmente no era tiempo de comenzar a escribir uno nuevo. Una locura, sin duda.

Le era mas fácil imaginarse el glaciar por lo que escuchaba del sabio que por lo que él mismo leía, porque las palabras se formaban muy lentamente en su mente. Pero supo con claridad que ese hombre si era mago, de que otro modo podría saber que libro agarrar y en que página abrir? La primer hora le pareció entretenida. Las demás fueron para el olvido, se sintió asfixiado allí dentro, y cuando el escriba nombró que el tiempo era escaso, no dejó que termine la respuesta que ya estaba de pie presto para salir.

- Si, ha servido mucho. He visto montañas de hielo y llanuras interminables de frío eterno. Eso es más de lo que podía imaginar. Eres un mago poderoso, Za Harvaya. Y no haces alarde de tu gran poder, al igual que los hermanos del desierto, no necesitas que otros reconozcas lo que vales - palmeó su espalda en señal de respeto - si vas a andar con Ojo de Trueno, debes tener un nombre de viento, ya lo conoces?-

Turak escucha el precio, al parecer Barlove es bueno con el dinero, había conseguido un descuento importante. Luego escuchó la sugerencia de Sol de Fuego. Recordó a Voriig, como se había desentendido de su caballo, y vio las ropas abrigadas delante de él. No tenía duda alguna de que era lo que debían hacer.

Se acercó al semielfo y le susurró - pídele unas hierbas y llevemos el abrigo, Barlove, al precio que tu digas - y luego miró al comerciante con cara de disgusto, dejándole claro que si hubiese tenido que negociar con él , otros habrían sido los métodos.

Lanzas el hechizo con éxito el primer día de viaje cuando estáis todos cenando juntos, ya te habías quitado la armadura porque dentro de poco te ibas a echar a dormir. No localizas a ningún enemigo.

Respecto a las ropas: pegan una calor exagerada, el único inconveniente que ves es que son algo incómodas.. Pero parecen tener buen precio.

Discretamente, se acercó a Galand y le susurró: 

Son de buena calidad, algo incómodas, pero nos abrigarán más que suficientemente. El precio que nos ha rebajado es bueno. Pero si te animas a sacarle unas hierbas, tú mismo. 

Sobre el forrajeo el principal problema es que como te separes de la caravana y la pierdas de vista no sabes orientarte para luego volver a ella por lo que te puedes perder. Así que te voy a dar algo, pero menos de lo que te daría si pudieras separarte de la caravana, ten en cuenta que al lado del camino está todo más que forrajeado. Tengo en cuenta que forrajeas todos los días. Encuentras lo siguiente: 2 dosis de Aloe, 2 dosis de Pathur, 2 dosis de Marku, 1 dosis de Cusamar.

Sobre los enanos y los semi-elfos, aunque no consigues leerle los labios, te percatas de que los semi-elfos no hablan prácticamente nada en toda la travesía. Los enanos hablan de cosas banales e intentan consolar a uno de ellos sobre, parece ser, un desamor que ha tenido.

Sobre Voriig Kye: Ves a dos dragones, uno dorado y otro plateado. El plateado mide unos 26 metros de largo, el dorado unos 46 metros. Parece ser que el dorado le está dando una orden al plateado y este le está discutiendo...la visión desaparece.