Partida Rol por web

El Conejo se adelanta a Bilbo, Katana en ristre, y lanza un terrible tajo ascendente digno de un videojuego de Capcom. El aire silba una canción para animarse ante semejante corte, y Adalverto completa el movimiento con una voltereta sobre su cabeza, volviendo a caer perfectamente.

La chica se hace a un lado rápidamente para atrapar el golpe del conejo antes de que este impacte en el cocinero. Luego mueve la mano hacia abajo, pero no consigue atrapar sus orejas por milímetros.

- Pero tú estás loco?!?! Quieto, quieto, que alguien allá afuera va a oir el barullo?

El gordo ha retrocedido de golpe, asustado, y al golpear contra la puerta del depósito produce un golpe sordo. La puerta se cierra tras él. Oh-oh, dice con un temblequeo de papadas... no hay picaporte del lado de adentro, como los heroes recordarán.

Mientras tanto, en otro lugar...

El grueso puro se consumía en sus manos. Los dedos, impecablemente limpios y lampiños, sostenían una carpeta, el motivo de su alegría. En la tapa, una etiqueta: Reporte Financiero Anual: DOD.

- Excelente... dijo con su voz gruesa y gutural. Los dedos se acercaron a rascar la barba, pero al recordar el puro que sostenían se detuvieron a medio camino. En lugar de ello, golpearon sobre un pesado cenicero de cristal para liberar y dejar caer la ceniza.

Detrás de él una docena de monitores le mostraban su refugio, su fortaleza inexpugnable. Le mostraban los accesos principales, las puertas de seguridad, la bóveda del dinero, su minibar con bocadillos. Todos los lugares importantes. Tal vez, debería estar viendo otros lugares, tal vez más prosaicos, pero más agitados en este preciso momento...

La mole del cocinero se desploma como bolsa de harina, sobre las rodillas. Hunde la cara entre las manos, y con un terremoto de grasas y piel fofa comienza a llorar desconsoladamente. Se ha cerrado! Vamos a morir! A MORIR!!!

La lágrimas comienzan a manchar la pechera de su traje de cocina, mientras Nieves mantiene una postura defensiva.  

- Vamos a seguir intercambiando golpes, o vamos a ser sensatos? Cómo cuernos terminaron en la, ehem... notablemente vacía despensa de la cocina??

Qué idea brillante tendrán para escapar? Será Nieves un ángel o un demonio? Tal vez un demonio con cuerpo de ángel? Tal vez un ángel con perversiones de demonio? Tal vez, simplemente, una vecina que está buena? O... una agente del Gordo que busca confundirlos? Ya se está viciando el aire? Por qué hago tantas preguntas?

Vuestro turno!

- ¡BRJHRHSSSÑÑÑÑAA! ¡AKAKJSSHHDDGGDDD!

Bilbo estaba confuso. ¿A qué jugaba la muchacha? Si era un agente de Santa: ¿por qué no los mataba o mandaba a toda la base sobre ellos? 

Se paró un momento, con la katana a media altura. Miro a Adalverto y se encogió de hombros.

- MIDFFFHSSA... ÑUM...

Y así refunfuñando dejó que el conejo se hiciera cargo de la situación. Después de todo ¡a él se le daba mejor hablar con las mujeres! En realidad ¡al menos era capaz de hablarles!

 El conejo aun confundido no podía terminar de comprender de qué lado estaban los curvilíneos jamones de la señorita Nieves, acaso era un secuaz del gordo... las sospechas que giraban a su alrededor eran muchas y lo está comenzando a marearse.

- ¡Muy bien nieves! - la miró desafiante, por primera vez a los ojos (con una pequeña escala en el escote, por supuesto) - Tenemos asuntos más importantes que atender en este momento, pero... pero ya nos volveremos a ver. Y más te vale no intentar nada o mi amiguito sonriente se encargara de filetear tus sabrosas curvas... Ññamm!

Tras ello el conejo saco un huevo finamente decorado, ribetes dorados sobre una base perlada con pequeños grabados que solo se podían leer a corta distancia. - Tic, tic, tic - el sonido, apenas audible, comenzó cuando Adalverto giro las dos mitades que componían a ton bonito adorno de pascuas, activando el detonador interno.

- Al SUELOO! 

El huevo inició su vuelo en cámara lenta hacia la puerta, girando sobre sí mismo y dejando una estela por detrás, mientras el conejo con sus orejas al viento saltaba gritando - BuahaAAHHHH - intentando ponerse a salvo. 

Bilbo rodó habilmente por el suelo hasta situarse debajo de una de las mesas de metal del congelador. Una vez allí pegó un brinco y de un cabezazo la derribó para que le sirviera de parapeto contra la evidente explosión.

- ¡NÑEHEHSSSW IJFJJDDSSAAA!- añadió a la advertencia de Adalverto.

Mientras daba palmas, mirando el huevo, euforico, exclame:

-Que bonito... Me preguntaba que era eso que giraba y danzaba por el aire...

-Siii... Que bonito!!! A la par que seguia dando palmas...

Entonces fue cuando me encamine tras el, saltando, intentando atraparlo sin exito...
Estaba demasiado alto y se movia mucho... Al menos lo suficiente como para que
alguien de mi talla no lo alcanzara...

-Se te escapa!! Le decia a Adalverto... Mientras de reojo miraba a los demas,
agazapados en la sala, sin saber a que se debia tal pose...

El huevo voló y giró. Mayormente, en realidad, cayó con estilo.

Nieves saltó detrás de una heladera y Sdahí, divertido, la imitó. Justo a tiempo para evitar el

- BRRRRUUUOOOMMMM!!! 

que resonó en la sala como si fuera una campana.

- Buen trabajo, dijo Bilbo con una sonrisa de oreja a oreja, levantando el pulgar hacia el conejo.

- Qué?! le contestó este. Los tímpanos de todos demorarían un rato en recuperarse de tamaña afrenta.

Nieves yacía en el suelo. Del cocinero, ni rastros (o, tal vez esa mancha rojiza en la pared... nah, debía ser una filtración de humedad, seguramente). La puerta cayó hacia el exterior y reveló un comedor donde algunos duendes huían aterrados.

Con el pánico instalado los compañeros salieron. Cuál sería su próxima acción? Horacio conoce el lugar como para encontrar al contacto rápidamente, y luego habrá que escapar. Pero el Gordo parece estar taaan cerca...

horacio termino de patinar sobre el suelo y miro a sus compañero refunfuñando...

-: mmnnn...uuffffs...claro! mientras yo me rompo el lomo limpiando el terreno ustedes haciendo destrozos!! Estupidos incompetentes!! Chuck les daría un cachetazo a cada uno, con el reves de su mano...Ahora siganme, los voy a llevar a nuestro objetivo.

Se dio media vuelta con cuidado y comenzo a caminar a la salida del comedor, el cual se encontraba peculiarmente "vacio".

 Una coneja de gafas y delantal bordado de flores azules, le explicaba pacientemente a un pequeño conejito, al pequeño Adalverto, como decorar los huevos que su padre, su abuelo y antes su tataratatara abuelo habían repartido felizmente por toda la aldea. Los recuerdos y el humo que aún permanecía en la despensa, sobre todo el humo, hicieron que lagrimas inundaron los ojitos salvajes, asesinos, del conejo. Quien en postura marcial esperaba la incursión de secuaces del gordo, lo cual nunca llego, llenándolo de alegría por la efectividad de su artilugio.

- Ja... Ja JA... Ja ja ja ja.. jejejej JAjajajj JJAAAAAAAJAJAJAAA... jajaja, je... 

Al ver a Horacio haciendo gestos en el comedor, con cara seria y regañona, se giro hacia el resto encogiendo sus hombros en busca de respuestas, al no poder escuchar lo que el enano les estaba diciendo.

- Parece que a nuestro amigo le pico el bichito del mal humor, ajjajaja, ¿entienden? ¡El bichito!

Bilbo salió entre la humareda con su eterna sonrisa pintada en el rostro:

- ¡Vamos! ¡Cuanto antes encontremos nuestro objetivo antes estaremos de vuelta! 

Sacó su uzi mientras seguía al viejo gruñón.

El enano los llevó por pasillos y más pasillos. Ocasionalmente se cruzaban con algún duende empleado, el cual huía al ver tanto armamento. Dos o tres veces Adalverto insinuó que estaban perdidos, a lo que Horacio respondió con su alegría característica, indicando un par de hoyos donde podía meterse las orejas, y las opiniones.

Tantas vueltas dieron que, llegando a un pasillo impolutamente blanco iluminado por luces blancas en el medio del techo, descubrieron que Blanca ya no estaba con ellos... solo su perfume en el aire. Algo malo estaba por suceder, lo sabían! Estos pasillos tan limpios, nadie que se interpusiera en su camino... 

Un siseo rompió el aire (pero no se preocupen, se arregla de nada), y una puerta se abrió en el lateral a 20 metros. Para aquellos que ya conocían la guarida de Santa, era una pesadilla hecha realidad... era el infierno traido a la Tierra, eran los dos seres más temibles de todos, eran...

- Molly y Tommy!

- BWA-hahahahaha!! rió Molly con su sonrisa de rimel traido del FreeShop, y su pelo rubio falso.

- BWE-hehehehehe!! rió Tommy con su sonrisa de dentista canadiense, y su afeitada al ras Gillete(R).

- Pensaron que burlarían las defensas de Santa?!? dijeron ambos al unísono, con un cascabeleo de sus zapatos. El sonido activó unas compuertas de 20 centímetros de altura, de las cuales salió vapor, o humo, o esas cosas que ponen para dar suspenso. Con una última risa que se perdió en el pasillo (o tal vez, Molly y Tommy simulaban la distancia bajando la voz a medida que se alejaban por la puerta), el dúo de mellizos incestuosos desapareció del pasillo, dejándolos en compañía de las peores criaturas (después de Molly y Tommy) creadas por Santa:

Los Mininos Zombie!

Decir que los dos seres del inframundo con traje de duende asusto al conejo sería una falacia, nada atemorizaría a un héroe entrenado por el Señor Norris. Sin embargo, un retorcijón sacudió el estomago de Adalverto al ver a ton dulces mininos convertidos en mostros perversos al servicio de Santa, eso y el jamón de la bóveda que se asentaba en  su lugar. Lo que a su vez no era para nada bueno porque cuando eso ocurría el conejo sufría de gases.

- Graaaaarrrrrrrrgghhhhh!! - atemorizar al adversario con un buen gruñido siempre era una técnica a tener en cuenta, pero en esta ocasión nuestro héroe decidió acompañarla con sablazos de katana para causar aun mas temor al descuartizar a unos cuantos mininos ninja zombies.

Bilbo se detuvo para mirar un momento a aquellos gatos. Como todos los duendes odiaba profundamente a los gatos. Es algo natural y lógico si pensamos que un bebé-duende apenas mide unos veinte centímetros y fácilmente puede ser confundido con un ratón o con una bola de lana. O con ambas cosas a la vez. Es lógico que ese resentimiento infantil derive en algún tipo de manía homicida cuando el duende crece (al menos otros veinte centímetros) y aprende a manejar una uzi.

Aquellos gatos no asustaban a Bilbo. Al contrario. La sonrisa del duende se hizo tan extensa que parecía un buzón de correos.

- Me ha parecido ver a un lindo minino... ¡VENGAAAANZAAAAA!

Y entonces levantó su uzi lanzando una risotada que aterraría hasta a un tigre de bengala.

De repente al ver a aquellos gatos Horario parecio enloquecer de ira y arremetio contra ellos sin siquiera emitir un sonido o queja (es que el recuerdo de sus tiempos de quietud en el jardín trasero de aquella anciana llegaron a su mente, recuerdo funesto en los cuales era el sanitario preferido por las bestidas gatunas de aquella mujer).