Partida Rol por web

Ante todo había que intimidar al contrincante, por ello la katana del conejo cortaba el aire frio del polo amenazadoramente sobre los pingüinos. El conejo hacia finta para un lado y para el otro, giros ornamentales con su espada, ascendentes, con una mano y con dos, descendentes y estocadas. Pero ninguno de ellos había impactado en el enemigo, Chuk se enfurecería con el si veía tal desperdicio de movimientos, y seguramente que lo vería, porque el Sr Norris todo lo ve y todo lo puede.

Le esperaba una buena reprimenda y por ende una paliza terrible al llegar a casa, solo le quedaba disminuir la furia de su señor cargándose a los que quedaban utilizando un movimiento de destrucción masiva, con eso les ganaría a esos pajarracos

- Giro patada, giro patada, YEAAAAAAAAAAAHHHH

El conejin salto por los aires revoleando patadas por todos lados, sin darse cuenta que la mayor parte de los pingüinos a los que le pegaba ya estaban muertos, descuartizados por el sable y las balas de Bilbo, sin embargo no se podía detener 

- El combo de la muerta ha sido activado, YAAAAAAAAAHHHHH PPAAPPAta TATAAA YAEHAHHHHHH - los bichos de smoking ya muertos volaban por los aires, y aterrizaban de pico sobre el hielo.       

Al finalizar su ataque el Adalverto tomó aire analizando la escena de destrucción que había quedado, pero algo no le terminaba de convencer, sus tiernas huellitas en la nieve demostraban que en realidad le había pegado solo a cadáveres y que el duende carbón de Bilbo se los había cargado a todos los enemigos antes que él

- ¡No me dejaron ni uno de los pingüinitos! - un pequeño sollozo se le escapo al decir aquello - Yo quería... yo quería matarlos, las aletas eran para las milanesas de Chuk, ahora no voy a poder.... *

El conejo comenzó a patalear y pisotear la nieve violentamente para luego quedar tirado sobre ella en forma de ovillo y pidiéndole perdón a una estampita del Todopoderoso Sr Norris

Bilbo se detuvo un momento en su orgía de destrucción. Miró al conejo y su cara perdió la dulce (o sádica) sonrisa que había portado hasta el momento, doblándose en el gesto contrario. Se acercó a su conejuno compañero y le dio un par de palmaditas en la espalda.

- Yo... esto... fue sin querer... es que...- cogió una aleta del suelo y se la tendió al conejo - ¿Aleta? 

De pronto se iluminó su rostro al ocurrírsele una idea (cosa rara en él):

- Pero piensa que yo no podría haberlos matado si tú no los llegas a entretener... ¡Si no fuera por ti no lo habríamos conseguido!

La palabras del duende, la máquina de matar de Bilbo, calmaron los berrinches del conejo que se limpio los ojos con sus orejotas para sacarse el hilo que se derretía en ellos. Un discípulo de Chuk nunca llora! nuncaaa! El orgullo y valor volvió a su cuerpo.

Horacio aparece como un borrón al lado de Bilbo y Adalberto, decapitando de una patada a un pinguino que ya, de todas formas, se encontraba cercenado al medio por los terribles golpes del Duende de la Suerte.

A su lado trotó Sdahí, recuperando el yo-yo incrustado en el cráneo plumífero de un enemigo. Por suerte, era un Yo-Yo rojo, y la sangre solo agregaba a la decoración. 

El rio era de ellos, y más allá, a escasos 100 metros, se elevaba un enorme montículo de nieve. Aquellos que ya habían estado en el Polo Norte, sabían que allí debajo había enormes almacenes de juguetes y armas químicas (sobre todo, luego de que Santa le hiciera el favor a Hussein de esconder las suyas. Al Gordo las armas química no le hacen mucha gracia, matan a la gente e imposibilitan que ellas compren. Y eso es malo para el negocio, claro).

Ágilmente, llegaron a la puerta. Era metálica, y gruesa. Al costado tenía una especie de consola electrónica, que al detectar el movimiento comenzó a recitar en forma mecánica: # Ho-ho-ho! Quien se acerca? Ho-ho-ho!

El grupo se miró inquisitivo. Es decir, con dudas. Nadie tenía una forma de identificarse que fuera capaz de dejarlos pasar. Bilbo estaba por levantar su Katana para probar el método destruyo y te jodes, cuando una voz a su espalda lo detuvo.

(sigue...)

- Momento, muñequitos regalones, dice al muchacha que acaba de aparecer ante ellos. Pasa al lado de Bilbo, pellizcando su cachete con una mano de uñas perfectas. El Duende se quedó tan anonadado por la visión, que casi deja caer la Katana en la nieve. Casi.

- Mi nombre es Nieves. Blanca, Nieves, les explica mientras apoya una aleta biónica en el sensor, y la puerta se abre dramáticamente (es decir, sale vapor por los costados y hace un sonido como el de una niña aprendiendo a silbar). Blanca da dos pasos hacia adentro, y luego les dice, como derramando un frasco de azucar sobre su sonrisa: No van a entrar? Se van a congelar allí afuera!

Seguirán los esforzados cruzados de Chuck a la misteriosa mujer? Buscarán otra entrada? Averiguarán quién es ella? Intentarán tocarle el trasero?

Vuestro turno!

-Ohhh... Dije mientras acercaba a sus esbeltas piernas la punta de mi dedo...

-Y tu comes lo mismo que estos??

Despues, acerque lentamente al mismo lugar mi lengua, tenia que descubrir a que sabia algo tan bien hecho...

- Ay, pero que mono!! exclamó Blanca tomando a Sdahí de la oreja y apartándolo de sus piernas. Sin muchos miramientos (pero con una sonrisa, claro), lo metió dentro del pasillo de crudo metal, luces rojas y pequeñas nubes de vapor que se extendía por el lado interior de la puerta. 

Horacio no puede evitar un gesto de asombro ante aquella figura esbelta que se presento ante ellos, pero, no por ser bella debian seguirla ciegamente.

-: Escuchen estupidos bufones!!! tranquilicen sus hormonas, son solo un par de buenas piernas -aunque su mirada se encontraba en otro lugar más, arriba- De donde Carajo has salido tu, hermosa???

El ceño fruncido, mirada dura que escudriñaba a la mujer y a sus compañeros, mientras  padecia hablar con si mismo en un leve murmullo.

-: estupido conejo y duendes y bicho raro, andan tras una falda y par de tet...mmmmnnn...ggrrradfgsjohjgkfldooi9uygb ,.,mnbhui

La tetona señorita se inclina permitiendo a Horacio dar un buen vistazo a sus atributos.

Que son, por supuesto, una placa que lleva en el interior de la corta chaquetilla...

...y una pistola que desenfunda.

En pose típica de agente, largamente entrenada (rodilla, oh tan hermosa rodilla! flexionada, brazo recogido contra el hombro, pistola hacia el techo, lista para la acción, boquita fruncida, mirada seductora), continúa.

- Soy la agente Nieves, CIA. Los he estado observando, y estamos del mismo lado. Son ustedes los que no me han dicho sus nombres, gurrumines desconfiados. Sobre todo esa preciosura de colita esponjosa, mmm! agrega observando con sus verdes ojos de largas pestañas a Adalverto.

La mirada de Horacio iba de la placa a la rubia, de la rubia a sus pechios (que estaban de camino a la placa) y termina viendo la placa y la pistola.

-: Si tu eres agente de la CIA nosotros somos conejos de pascuas..

El enano lo dijo con animos de ser gracioso, pero tras terminar de hablar se percato de que uno de ellos era el conejo de pascuas y mirandolo termina de hablar.

-: bueno, en todo caso, él es el conejo de pascuas y nosotros somos.........aguilas guerreras del Hymalaya....

Ahora si no tendría que ofender a nadie.

Bilbo había estado ensimismado contemplando la figura de la agente. En su enorme boca la baba se había solidificado formando estalagcitas que apartó de un manotazo. Dio un par de pasos luciendo su mejor sonrisa poniendo ojitos de 'achúchame un pooooco', apartando un poco al gruñón Horacio de aquella preciosidad:

- Bajdjdhhdhfffd... anandbddffjjjfjff...- dijo sin dejar de mirar a la chica - Oh... ejejejrhffhdsssdfbrhas... ¡dhdhdhdasnn!

¡Maldición! ¡Nunca era capaz de articular una palabra cuando veía una chica bonita!

Sus encantos nunca fallaban y menos con una duendecita tan bonita como la señorita nieves.

-Mi nombre es Adalverto bombón - el conejo extendió su pata delantera para que nieves le diera la suya y al hacerlo besó su mano delicadamente, como hacían los galanes de televisión. Pero estos no solían tener bigotes y por ende no le hacían cosquillas con ellos a las señoritas.

Bilbo se volvió hacia Adalverto:

- ¿Meffodoaap? ¿Mmddkdkd?- negó con la cabeza - ¡Fdjsjsjaaaa... dddkdkd!

En su mirada se notaba que esperaba una respuesta. El problema sería encontrar la pregunta.

Mientras Bilbo mostraba su extenso lexico a la señorita, yo asentia con la cabeza...

Si es que estaba todo muy claro!!

-Esto... Guapa... Tu para donde vas???

Al no saber muy bien a donde ibamos nosotros, me podia permitir intimar - o algo parecido- con la hermosa Blanca Nieves...

Jugando con mi Yo-Yo, demostrando mi dominio de la materia, mientras miraba a la muchacha, el tiempo seguia pasando...

-Bueno y entonces que?

Horario se palmea la cabeza en un gesto de desespero al ver como los demás coqueteaban en vez de ir directo al grano con su misión.

-: Señores, dejen de coquetear de una vez, y vayamos a partirle la cara al maldito gordo!!!

Fueron palabras más que suficientes para que horario echara andar por el pasillo mirando hacia adelante y los costados, pues no quería ser tomado por sorpresa. Tras caminar unos metros se da media vuelta para mirar al grupete.

-: Piensan quedarse ahi hasta que los encuentren o van a  venir.....ufsss....

Volvio a retomar el camino.

Bilbo vio como Horacio se internaba en el pasillo. Su pelaje se había vuelto rojo intenso durante el intervalo de presencia de Nieve Blanca. Su sonrisa bobalicona permanecía en su rostro. Señaló al interior mirando a la chica:

- Bwjddhuufff... aajjdhhhddd... ¿dkdkfj fgjfjf? ¡Adjdjdhag!

Y finalmente se fue tras el enano gruñón.

El cuarteto de cuerdas avanza intrépido tras los pasos de Horacio. A pocos metros, detrás, un par de piernas torneadas como torre de alabastro los siguen. Sobre esas medias hay una coqueta pollerita verde, luego un torso... se hacen la imagen. Por arriba de todo, la cabeza de Blanca Nieves al lado de su fiel pistola.

El pasillo es largo, opresivo, metálico. Solo algunas luces destellan a lo largo de las paredes, entre lo que parecen caños de gas, manojos de cableado eléctrico, etc. Al final, hay una puerta.

Adalverto apoya su sensible oreja en la hoja. Lanza un chillido ahogado, se retira, sopla sobre ella para calentarla, y vuelve a apoyar la orejita.

- No se oye nada, dice mientras la abre lentamente enarbolando la katana.

El grupo se asoma: un cañón de uzi con una sonrisa tierna detrás, la cara decidida a probar ser un héroe del Conejo de Pascua, las garras del extraño ser azul y el gorrito de Horacio. Sobre todos ellos, Blanca.

Avanzan sobre una pasarela elevada. Bajo ellos, un enorme depósito. Cajas y cadas de productos. Algún que otro duende con gorro rojo (y chaleco reflectivo; en el Polo Norte las medidas de seguridad van primero) deambula por allí.

Retroceden lentamente por la pasarela. Con curiosidad, Bilbo abre una caja:

Y entonces, se dan cuenta que lo que tienen ante ustedes es el depósito del mal, la mayor campaña lanzada por una de las empresas satélites del Gordo Cabrón, aquella que instauró su imagen de gordo bonachón.

(sigue...)