Partida Rol por web

Los dos engendros vampíricos bajaban por el muro a toda velocidad. Con cierta cadencia, llegaban hasta el suelo de las escaleras de alguna planta, desapareciendo tras la cobertura. Luego volvían a emerger, gateando por el lateral de los escalones y luego bajo de ellos hasta volver a alcanzar la pared. Cuando ya estaban encima, Van Richten lanzó una bolsa que se rasgó liberando el pegamento de su interior y atrapando a su atacante en un pegote viscoso. Los ojos del monstruo miraron con intensidad a Van Richten, pero la magia de Ely impidió que el viejo terminara poseído. Urik recibió al secuaz que se abalanzó sobre él con un tajo superficial.

La lucha más importante seguía librándose unos cuantos pisos más arriba. El pegaso ascendía como una estrella, se detenía delante de Rafael unos breves y frenéticos segundos y volvía a descender para alejarse como un meteoro. Como tanto Lobo como Ashlyn eran diestros, se estorbaban mutuamente al atacar. Feudieu chocó con la Espada Solar en un par de ocasiones.

Entonces Rafael preparó otra flecha... Disparó su arco y la flecha atravesó el ala del pegaso arrebatándole un par de plumas.

Ja, tocado-se burló Rafael.

El pegaso maniobró en el aire para no perder altura, y siguió volando con normalidad, pero el vínculo especial entre una paladina y su montura hizo que Ashlyn sintiera el dolor de la herida de la bestia como si se la hubieran hecho a ella.

Luego llegó el murmullo: desde las plantas inferiores de la torre, en la oscuridad, ellos subían.

¿Lo oís? Los Hijos de la Noche acuden a mi llamada. No pensaríais que Strahd dejaría la defensa del Corazón del Día en solo un puñado de sus vástagos, ¿verdad? La auténtica batalla comienza ahora.

Fuese cual fuese la naturaleza de esos "Hijos de la Noche", aún estaban muy abajo como para que los héroes pudieran verlos. ¿De cuánto tiempo dispondrían antes de la llegada de los refuerzos de Rafael?

Chasqueo la lengua cuando me doy cuenta del error que he cometido. Pero el auténtico gesto viene cuando siento como la flecha atraviesa las plumas exteriores del ala del Pegaso, haciéndole una ligera herida que siento en mi brazo como si me hubiera golpeado a mí.

Acaricio suavemente la cabeza del noble animal haciéndole sentir que sigo a su lado. Entonces le insto para que lance otra pasada contra nuestro enemigo, dispuesta a seguir golpeando. Deberíais ir subiendo, así que libraos de esos seres ya digo a los de abajo. Aunque por supuesto eso ya lo saben.

No me jodas.

El exabrupto resonó en la cabeza de Lobo. Si era de cosecha propia o de Feudieu, imposible saberlo incluso para él, pero las chispas que saltaron cuando se interpuso la espada solar, en su golpe certero contra Rafael, lo justificaban. 

El vuelo de Pegaso empezó a adquirir un tinte peligroso para el estómago de Lobo, que aferró su espada con todas sus fuerzas como si en ella pudiera encontrar el remedio contra su creciente mareo. Ascendía a toda velocidad, la capucha cayó hacia atrás empujada por el viento, Rafael estaba a tiro, el filo brilló y... una violenta arcada sacudió al cazarrecompensas.

No me jodas.

Feudieu se estaba cabreando. 

Elyzabeth levantó la cabeza al escuchar el entrechocar de aceros, pero para su sorpresa eran los de Lobo y Ashlyn ¿Peleándose? a lomos del pegaso.

-Creo que un vampiro ha hechizado al pobre Lobo otra vez- Comentó a Urik con gesto de preocupación. -…O tal vez a los dos- Dudó al ver como la paladina se revolvía de forma extraña en su montura. -¡Tenemos que acabar con Rafael antes de que Lobo apuñale por la espalda a Aslyn como hizo con su hermano!- Exclamó alzando la voz sin querer. De in mediato se llevó el guantelete a la boca, temiendo desalentar a los jinetes.

-¡NO OS PREOCUPÉS. COMO ES SABIDO, GASIFICAR VAMPIROS ES PAN COMIDO!- Mintió tratando arreglarlo.

La nigromante miró a su alrededor buscando como ayudarles. Urik adoptó una pose épica, espada el alto. No podía negar que el paladín tenía atractivo, pero los engendros no se iban a re-morir solos. La bolsa de maraña del doctor resultó menos vistosa, pero más pragmática. Sin embargo, era cuestión de tiempo que el engendro se liberase. La joven miró con malicia al indefenso chupasangres. La idea de propinarle un golpe de gracia en ese estado le hizo arder la entrepierna. Sus pezones parecían dos remaches tratando de atravesar su coraza, pero no había viajado a Barovia por diversión. -No solo- Reconoció para sí. Y estaba claro que la paladina y el fraticida necesitaban su ayuda. Encima Rafael anunció que una orda de engendros se les echaría encima en cuestión de minutos.

-Señor cagón, ¡no se quede usted atrás!-  Bufó al borde del pánico a su zombi. Elyzabeth echó mano de su bolsa, pero después de abrir un ventanal en la pared completamente inútil, parecía que se le habían acabado las ideas ingeniosas.

-Atáca a Rafel con algo, más vale pájaro en mano- Escuchó en su cabeza.

-¡ESO ES!¡MUCHAS GRACIAS!- Habló sola. La sacerdotisa trazó un amplio arco con su mano libre, similar al grácil aleteo de un ave e invocó un Acosador. El pájaro espectral no tenía nada de grácil, mas bien parecía un buitre a punto de morir de inanición, pero la criatura batió las alas ascendiendo a gran velocidad, plegándolas en el último momento y transformándose en una saeta de otro plano que atravesó al vampiro sin emitir el menor ruido.

El paladín esperó al último momento y golpeó al vampiro que se le echaba encima con un golpe preciso pero imbuido de poca fuerza. Tendría que esforzarse más. 

Al escuchar a Rafael y el rumor que venía de más abajo respiró hondo. Nadie les había dicho que sería fácil. 

Moviéndose para intentar flanquear al engendro con la ayuda del doctor, ordenó a su cuervo lanzarse a por el enemigo, para provocar aperturas en sus defensas. 

Lanzó dos ataques golpeando con fuerza, intentando despejar el camino hacia la cima. 

- Hemos venido a por el Corazón del Día, no os dejéis distraer por ése engendro vampírico. Atacad al corazón y la luz solar hará el resto del trabajo. Si no lo destruimos, nos abrumarán con su número y pasaremos a formar parte de sus filas. - 

La regeneración de Rafael sanó las heridas causadas por el Acosador mágico de Elyzabeth. Como si nada, el vampiro lanzó una nueva flecha que se clavó en el pegaso haciéndole relinchar de dolor. Lobo y Ashlyn no estaban muy atinados.

Varios niveles más abajo, Varik llegaba a reunirse al fin con Van Ricthen, Urik y Elyzabeth. Mientras uno de los engendros forcejeaba con el paladín, el otro logró salir del pegote en la pared, quedando libre.

Era una guerra de desgaste, en condiciones normales solo tendrían que aguantar lo suficiente para vencer. Pero los Hijos de la Noche lo cambiaron todo...

El zombi no pudo guardarles las espaldas, porque los Hijos de la Noche no subían peldaño tras peldaño. La nube de murciélagos se elevaba por el interior de la torre, y luego se extendían hacia las escaleras de cada planta hasta cubrirlo todo y volar por todas partes, mordiéndolo todo, tirándoles de los pelos. Van Richten sacó una poción y, al beberla, la piel de sus manos y de su cara se transformaron hasta darle unos rasgos más poliédricos, casi rocosos, para volverse más difícil de morder.

¡URIK! ¡ASHLYN!-su grito se ahogaba entre el aleteo combinado de todos los murciélagos-. ¡LOS ANIMALES NO AGUANTARÁN MUCHO! ¡ALEJAD AL CUERVO Y AL PEGASO!

El gran ventanal abierto por Elyzabeth en el muro permitía a Hurrn, e incluso a una bestia del tamaño del pegaso, tener una mínima posibilidad de huir. Si el pegaso sufría más daños, Ashlyn y Lobo corrían el riesgo de caer con él.

-Ashlyn, ya lo has oído. Tu caballo alado puede morir y con él, nosotros. Sácanos de aquí. ¡YA!

En algún momento de su viaje por el castillo la suerte se les había torcido. No sabía ni cómo, ni cuándo exactamente, ni por qué, pero algo iba mal y no terminaban de remontar. Al contrario, cada vez quedaba más remarcada su debilidad y por más que sus dedos parecieran acariciar la posibilidad de victoria, lograda a base de perder por el camino a amigos y hermanos, esta se mostraba renuente a ser conquistada. 

Lobo agitó la espada con ansias de sangre. Al menos, morir matando. 

-Sácanos de aquí. ¡YA! -

El doctor tenía razón en que el simpático Hurn no era rival para la miríada de murciélagos, y bien podría hacerse a un lado, pero no tendrían otra oportunidad si se Lobo y Ashlyn retiraban. Beth mostró los dientes y rugió como una leona:

- ¡DESMONTAD Y ACABAD CON ESE POMPOSO! -

No puedo permitir que otra de mis monturas caiga, así que indico que nos deje cerca del vampiro y luego la animo a salir por los accesos creados por Beth. Nosotros tenemos que seguir luchando, pero para él esta lucha ha terminado.

Una vez en tierra corro escaleras arriba para atacar a Rafael con la espada solar. Y es que si consiguiéramos acabar con él podríamos destruir el corazón y los vampiros ya no serían un problema. Por lo menos mientras sea de día.

El paladín se mantuvo imperturbable cual estatua tras los dos ataques fallidos, estudiando los movimientos de su adversario. Un sentimiento de urgencia comenzaba a expandirse por el lugar donde se encontraban, que explotó cuando decenas de murciélagos invadieron todo el espacio disponible, enganchándose con su pelo, arañando, aleteando y mordiendo todo lo que pillaron. 

Con un gesto duro envió a Hurr al exterior por la ventana - ¡Sal, escapa! Te llamaré de vuelta, amigo. - le dijo a su cuervo. 

Ignorando la distracción, se percató de que la bestia que se enfrentaba a él era poco más que una cosa sin mente, y se adelantó un paso subiendo un escalón encimando al monstruo mientras lanzaba otro doble ataque, le iba a enseñar cómo se combatía. 

Mientras fintaba y calculaba dónde lanzar sus golpes, de nuevo Beth lanzó otro conjuro, y amenazó a sus enemigos de esa forma tan particular suya. 

El Paladin y caballero empezaba a estar harto de las manipulaciones tan poco disimuladas de la mujer, y acompañó sus dos golpes de una afirmación que también parecía una advertencia - ¡Soy un Paladin y Caballero del Sagrado Cuervo, y nada ni nadie va a cambiar nunca eso! - 

Su espada trazó dos curvas que parecieron las alas de su deidad, y el engendro acabó partido en tres partes cuando la espada entró por una axila, salió por la cabeza, entró de nuevo por la cabeza y salió por la otra axila, todo con una fuerza brutal.

Los animales se pusieron a salvo. El pegaso les llevó a lo más alto, adelantando a los murciélagos que le seguían. En cuánto Ashlyn y Lobo desmontaron, el pegaso volvió a bajar a toda velocidad, atravesando las líneas de las plagas hasta salir por el ventanal casi a la misma vez que Hurrn. Rafael, ignorando al fénix conjurado por Elyzabeth, echó su arco a la espalda y desenvainó su espada. Ambos contendientes estaban a no más de veinte pies.

Más abajo, Van Richten sacó de su bolsa un prisma de madera que según fue alejándose de la bolsa tomó sus verdaderas dimensiones: el ataúd de Lyssa Von Zarovich. Los molestos murciélagos hicieron al anciano torcer la boca del saquillo de contención hacia el centro de la torre. El ataúd se rascó contra el borde de las escaleras y cayó. Varios sonidos sordos se produjeron a medida que el féretro arrollaba con un puñado de murciélagos.

Oh, oh... Lyssa se va a despertar muy enfadada...

Cuando Urik terminó con uno de los engendros, el otro logró descender por la pared torpemente, con restos de pegamento en sus ropas. Ese último centinela se abalanzó sobre Elyzabeth, ante la impasible mirada del zombi Varikov.

Los murciélagos seguían picándoles. La columna de mamíferos siguió volando como un géiser hacia arriba, de modo que empezaron a morder también a Ashlyn y Lobo. Éste último volvió a sentir la protección del medallón de su madre adoptiva, pero Ashlyn estaba muy débil y no duraría mucho más.

- ¡Soy un Paladín y Caballero del Sagrado Cuervo, y nada ni nadie va a cambiar nunca eso! - 

-…Y yo una simple tabernera ¡JA!- Se mofó de Urik, recordándole lo voluble que podía ser el destino. Como si éste quisiera darle la razón, el féretro del Lyssa se precipitó por el hueco de la escalera: Beth se levantó la visera un momento para mirar hacia abajo con gesto incrédulo.

-Vaya cagada- Murmuró apretando los labios. De inmediato volvió a blindar su rostro para evitar a los molestos murciélagos.

Su yelmo paró un golpe demasiado potente para provenir de la plaga. La clériga se volvió hacia arriba y ensartó la pierna del engendro que descendía por la parad. A una palabra suya, el largo filo de su lanza chisporroteó de energía sagrada, haciendo que el vampiro se iluminase como un farol.

-Buenos días- Siseó mostrando los dientes. La joven lo lanceó de nuevo, primero en el estómago y después en el cuello. Su aullido se transformó en un gorgoteo que subió de tono cuando la clériga invocó de nuevo a su diosa. Entonces el engendró se iluminó de nuevo hasta transformarse en vapor. -A dormir- Gruño volviéndose para continuar subiendo por las escaleras sin miedo. Canalizar el poder de su diosa eclipsaba su miedo a la muerte y a la nada que le aguardaba después, hasta el punto de volverla temeraria. Esa insensatez la llevó a retar al poderoso vampiro que aguardaba en lo alto de las escaleras:

- ¿HAS VISTO ESO RAFA?- Beth miró su mano con gesto megalómano. -¡LA DIOSA ESTÁ CON NOSOTROS!¡VOY A FREIRTE EL TRASERO!¡MUAHAHAHA!- rió como si estuviera poseída.

El vampiro guardó su ballesta, exponiéndose a un picotazo del acosador. Antes de que Rafael pudiera reaccionar, el ave espectral le atacó de nuevo con fuerza, como si estuviera imbuida de la confianza de su invocadora.

Varik por su parte continuó subiendo pesadamente, El zombi braceaba de tanto en tanto para quitarse murciélagos de la cara, como si lo necesitase para poder ver con sus ojillos hundidos.

Beth solo se volvió para preguntar a Van Richten: -Doctor: ¿Ha intentado alguna vez atrapar a un vampiro en estado gaseoso? He de reconocer que se me da mejor matarlos que capturarlos. Supongo que usted prefiere convivir con ellos, aunque no creo que esa palabra sea la mas acertada-

Suspiro aliviada cuando el Pegaso escapa por la ventana. Aunque es una pena que no nos haya podido dejar más cerca.

Lentamente el ataque de los murciélagos y todo el daño que llevo acumulado de antes me están pasando factura, y cada vez siento más cómo mis fuerzas flaquean. Si sigo así un mal espadazo de Rafael podría acabar conmigo.

Ten cuidado recomiendo a Lobo mientras me retraso un poco para utilizar los poderes curativos que me quedan e intentar ganar tiempo hasta que podamos derrotar a Rafael.

Lobo jadeó ante los incesantes mordiscos. Era como avanzar en medio de una niebla oscura formada por dientes y garras minúsculos cuyo único objeto era torturarlos e irlos agotando hasta caer muertos. Nada imponente e inmediato, no. Lo suyo era zaherirles, morderles las ancas, hacerles sangrar como cuando se lanzaba una reala de pequeños pequeños contra un oso. 

Pese a todo avanzó, dejando tras de sí un pequeño reguero de gotas de sangre hasta alcanzar la posición de Rafael. Enarboló a Feudieu con toda la maña y fuerza que pudo pero el filo de la espada, tan solo cortó el aire.

-Maldita sea -siseó. 

El paladín mantuvo la espada extendida a un costado tras la destrucción del engendro. Entre los aleteos y arañazos de los murciélagos, pudo ver como Beth se encargaba del otro y las dificultades que estaban teniendo sus compañeros más arriba, por lo que decidió que era el momento de gastar una poción que había estado atesorando con esperanzas de gastarla contra Stradh, pero que si no la gastaba ahora era muy posible que no llegaran a él. 

Imperturbable ante la avalancha de alas y garras, con múltiples sonidos metálicos que inducían a pensar que los excitados murciélagos se estaban estampando contra su armadura, sacó una poción y con cierto cuidado, la alzó hasta su boca y se la bebió de golpe. 

Sus pies empezaron a alzarse del suelo, quedando prácticamente a un par de centímetros del suelo. Dejó caer la poción y cogió la espada de nuevo a dos manos, dispuesto a hacer lo que había que hacer. 

Sus cejas se elevaron con sorpresa cuando vio el ataúd cayendo por el borde, y las palabras de Beth fueron un eco de los pensamientos del caballero. 

Beth empezaba a preocuparle, con cada encuentro o situación nueva que vivían parecía que estaba perdiendo la cabeza cada vez más. 

Rafael sonrió agitando en el aire su gran estoque. Por encima de su hombro veían las escaleras que unían el rellano con el piso superior de la torre, cuya trampilla estaba abierta. Los murciélagos no habían cruzado la trampilla, lo que permitía una vía de escape si conseguían derrotarle, o si pasaban a su lado, entre Rafael y la pared. Según lo que sabían hasta ahora, un símbolo sagrado como el que llevaba Ashlyn al cuello podía mantener a raya a un vampiro*.

La mayor tortura aleccionadora que puede recibir el portador de la Espada Solar es ver cómo sus compañeros van muriendo uno a uno.

Rafael hundió su gran estoque en el muslo de Lobo y dejó una mano libre para protegerse de un posible ataque de la paladina. Los murciélagos seguían revoloteando y mordiendo. Lobo había notado el dolor de la punzada de Rafael, eso significaba que no quedaba magia protectora en el medallón de lágrimas de su madre adoptiva.

Por la chimenea infestada de quirópteros, los humos de los dos últimos engendros vampíricos seguían ascendiendo lentamente hacia sus ataúdes en lo alto de la torre. Mientras Urik y Ely se preparaban para subir, Varikov y Van Richten se defendían como buenamente podían de los murciélagos.

La potente voz femenina de Lyssa Von Zarovich surgió desde lo más profundo de la torre...

¡Rudoooolph, hijo de peeeerrraaaa!

La nube de murciélagos le impidió ver cómo el acero de Rafael hacía una floritura y sajaba su muslo como si estuviera trinchando un pollo. Jadeó de dolor, sintiendo cómo la sangre caía caliente y pegajosa por encima y debajo de su pantalón. 

Estoy jodido, Feudieu. O espabilo o aquí se acabaron mis días. Y no me hace puta gracia. Tengo muchas cosas por hacer. Tenemos muchas cosas por hacer. Por nosotros y por Bray. 

La espada de plata refulgió bajo la luz que entraba del exterior y esta vez sí encontró a su enemigo. 

-Jódete, cabrón. 

Los murciélagos lo rodeaban por doquier y le costó centrar la dirección en la que tenía que ir , pero poco a poco empezó a separarse del suelo y volar en la dirección correcta. Iba acelerando conforme se acercaba al corazón del día, cogiendo con ambas manos la espada y concentrándose para asestar un golpe demoledor. 

Por una parte pienso qué podría utilizar mi expulsión de muertos vivientes para forzarle a dejarnos pasar, pero por otra detrás vienen mis compañeros que no estoy segura de que pudieran hacer lo mismo. Por lo tanto tenemos que conseguir derrotarle ya que no lo hacemos solo por nosotros. La espada solar corta el aire dos nuevas veces buscando el cuerpo de su enemigo.

¡Rudoooolph, hijo de peeeerrraaaa!

Beth se tapó la boca para reír por lo bajinis: -Jujuju- No acababa de entender la relación entre el doctor y la vampira. A pesar de que estaba convencida de que no le gustaría cuando lo descubriese, se permitió disfrutar el momento cómico y, apartando a los murciélagos que tenía delante de la cara de un manotazo, gritó escaleras abajo: -¡LA CULPA ES SIEMPRE DEL MARIDO!- jijiji-

Varik miró Rodolfo con ojos cansados, como si se compadeciera del doctor. El zombi permaneció a su lado, espantando a los murciélagos con brazadas fútiles contra un enemigo tan numeroso.

Mas arriba, los ojos de la nigromante chisporroteaban como dos ascuas amarillas, ebrios de poder, parecían ignorar tanto sus graves heridas, como la difícil situación del todo el grupo. En su lugar la joven se permitió contestar de nuevo a Rafael:

La mayor tortura aleccionadora que puede recibir el portador de la Espada Solar es ver cómo sus compañeros van muriendo uno a uno.

-Aquí los únicos muertos son tus engendros. Quédate ahí, que subo a explicártelo- Beth ignoró las nuevas heridas que recibió de la plaga, se colgó la lanza a la espalda y gateó pared arriba, de forma tan antinatural como los engendros que acababan de derrotar. Cuando alcanzó los escalones de la espira superior, los sorteó gateando cabeza abajo hasta alcanzar el siguiente nivel. Desde allí levantó la mirada hacia el vampiro. El acosador volvió a atravesar su cuerpo sin hacer ruido, mermando sus fuerzas como un vampiro drenaría la esencia vital de un ser vivo. La criatura espectral se quedó a su espalda, ofreciendo la posibilidad de flanqueo a Lobo y Ashlyn.