Partida Rol por web

Se acercó a Arik y abrazó al tabernero. Luego cogió algo de comida y la comió con fruición, hambriento a pesar de encontrarse bien. Sólo probó el vino para hacer un brindis en honor a Reluë, dejó el resto de su porción para otro, mientras él bebía agua. 

Don Urik miró de soslayo a Lobo cuando este preguntó - Ahora lo verás, amigo. - se acercó a la ouija y con la ayuda de Beth, quería terminar con la duda que le corroía. En cuanto ella le dijo que podía preguntar, el caballero no lo dudó. - Tenías mi alma a tu disposición, ¿por qué no la devoraste? - fue la sencilla pregunta que el paladín tenía. 

Si sus sospechas se confirmaban, quizá había dado con una gran pista para negarle al Trilok su comida, eso al menos sería una gran victoria, si tenían en cuenta que lo que estaba en juego era, nada más y nada menos, que sus almas inmortales. 

Entonces, mañana volveremos a mi posada por el espejo cuatro personas: Ismark, Arnak, el fallecido Reluë y yo.

      -El Temporalmente fallecido Reluë- Matizó Elyzabeth alzando su afilada naricilla. -…Y he de insistir en que respirará y no se quedará mudo- Aseguró a Ashlyn. -Eso es cosa de zombis- Dijo sacudiendo la mano como los no-muertos fueran un cuento de viejas.

La joven probó una manzana y hechizó las bayas con ayuda del medallón antes de sentarse frente a la ouija con Urik:

- Tenías mi alma a tu disposición, ¿por qué no la devoraste? -

-Diría que El Trilokh solo puede devorar un alma al día- Respondió entrelazando sus dedos con los del paladín para mover la lente. -Por suerte nuestra vampira aliada mató a Cristofor antes de que cometieses la imprudencia de morirte- Razonó la nigromante. Beth asintió con la cabeza y añadió entusiasmada: -Lo único que tenemos que hacer es ofrecer un alma al Trilok cada día hasta que nos desaga…Hasta que encontremos una solución mejor- Corrigió para no enemistarse con el ajeno.

Beth acarició las manos del paladín y le miró a los ojos: -Como todos estáis de acuerdo en que sea yo la que decida sobre estas cosas, no tenéis de qué preocuparos- Dijo en referencia a los hombres árbol. En cuanto Don Urik tomó aire para replicar añadió: -Nos ha ido muy bien contar con Lyssa Von Zarovich, Ulrika y tantos otros aliados- Resumió. -Así que es más de lo mismo- Argumentó para acallar las conciencias de sus compañeros. Levantó la mano derecha y juró mirando al techo: - Nunca he acabado con nadie que no se lo mereciese, y mantendré esta promesa- Beth no ocultó su gozo por ver como los paladines se veían obligados a pagar un precio cada vez más alto por combatir la oscuridad. La joven adoptó una pose dramáticamente seria y añadió: -Hoy nos has dado a todos una lección de sacrificio para combatir el mal. Esto será lo mismo, excepto que combatiremos al mal sacrificando a los que se merecen morir, en lugar del último caballero- Dijo acompañado su explicación con una caricia.

Beth miró a Lobo: -Varik te cosió la boca como a uno de sus animales disecados…Si sigue con vida, creo que sería un buen candidato- Propuso levantando las cejas. Cortó otro gajo de manzana y se lo metió en la boca. - Por cierto, señor Arnak: Si va a quedarse en la posada nos sería de gran ayuda que nos prestase la esfera resplandeciente. Se la devolveremos si logramos regresar de esta aventura-

Tras hablar con El Trilokh, y consensuar su siguiente objetivo*, Beth pidió en privado a Lobo que escondiese la marmita y regresó junto al espejo con una antorcha en la mano para explorar con ayuda del artefacto. Al concluir la jornada, preparó sus conjuros y se embutió en el saco de dormir mágico que la ayudaría a recuperarse más rápido de sus heridas.

La lente se movió bastante rápido. Ely tuvo que apuntar las letras en un pergamino para evitar perder el hilo. Al final mostró la nota a Urik, que es quién estaba más interesado.

Oh, puedo devorar más de un alma al día. Podría devorar ciudades enteras. Pero tú eres especial, amigoooo. Tú te resististe a mi regalo, contuviste tu ira. Mira el vino de la copa que apenas has probado. Proviene de la uva que espera en su parra. No debe esperar mucho, ni demasiado, solo su justa medida. Cada uva tiene su momento para dejar el mejor vino.

Tú deberás esperar. Tu momento llegará, más dulce, más sabroso.

¿Te vas a beber eso?-preguntó a Urik, señalando su copa sobre el tablero de ouija.

El tepestaní no esperó a la respuesta. Cogió la copa de Urik y derramó el vino en su propia copa antes de dar un buen trago.

¿La esfera resplandeciente? Ah, sí... ese pisapapeles luminoso. La dejé ahí-señaló a una de las estanterías de la librería, dónde la reliquia reposaba delante de los libros-. ¿Queréis llevaros también la maza que me disteis? Fue muy útil para aplastar la cabeza de ese McFiley, pero no creo que me vuelva a encontrar con otro gorrorrojo en esta región.

El grupo no iba muy sobrado de armas contundentes. Tal vez la maza les sería útil contra unos esqueletos o algo.

Medianoche, la hora bruja. La luna decreciente emitía una tenue luz que se filtraba por los ventanales y sumergía a la ludoteca en las penumbras. Una figura intrigante se aseguró de que todos dormían antes de plantarse delante del espejo. "Espejito, espejito, ¿quién es la más bella?", el espejo solo mostró el reflejo de Elyzabeth. En parte podía tener que ver con que aquella reliquia solo contestaba cuando se le preguntaban por lugares, no personas; en parte, era un espejito muy adulador. La sacerdotisa se concentró en "la cueva de la cascada del río Ivlis". El espejo mostró oscuridad. Es lo que tenían las cuevas.

Ely frotó el objeto que guardaba en su bolsillo antes de cruzar el espejo. A tientas sacó la esfera de Walt y la oscuridad se hizo luz. Tras acercarse a la trampa de foso, comprobó que el enano seguía allí abajo, muy quieto. Varik sería una Ulrika maravillosa... con esa barba podía confeccionar una bonita peluca roja que podía asomar bajo la máscara. Sin embargo, sacarlo del pozo sería más sencillo si lo convertía en un liviano esqueleto en lugar de en un zombi tripón. También sería más fácil si encontraba una frase exacta para hacer que el espejo abriera un portal junto a Varik. En la cueva había dos trampas de foso y una gran sima, pero solo una llevaba al enano, y el espejo no era muy listo, no funcionaba para mostrar personas (y mucho menos a enanos).

En cualquier caso, Ely no había preparado magia de hacer zombis. La buena noticia era que los clérigos malignos, perdón, los clérigos de moralidad dudosa siempre preparaban sus conjuros por la noche. Elyzabeth podía alzar al enano tras rezar allí tan solo una hora.

    -La más bella era Morrigan- Respondió al espejo. -Pero sin duda la más divertida era Jess- Suspiró recordando a la alocada aventurera. No esperaba volver a verla y se lamentó por ello.

El espejo tardó en mostrar el foso en el que se encontraba el enano. Pero Elyzabeth era meticulosa, pero no como un poderoso mago multiclase, su habilidad se forjó trabajado duro en la posada del Jabalí Verrugoso, limpiando ollas, ordenando la despensa y llevando las cuentas mientras su alocado padre se hundía en la locura.

-Voy a dar contigo maldito cagón, aunque me lleve toda la noche- Gruñó sacando el mapa garabateado donde había anotado la posición de los fosos.

   La joven invocó al espejo con referencias más precisas respecto de la sima y al puente y finalmente obtuvo resultados. -Te encontré pequeñín- Sonrió con malicia. Normalmente zombificaba a sus víctimas por puro pragmatismo, pero Varik se merecía una larga no-vida de servidumbre y lo mejor de todo es que había logado que los paladines tragasen con ello. – Luchan junto a todo tipo de no-muertos, juegan con una ouija…Cualquier día de estos aplaudirán mientras le saco el corazón a algún desgraciado y les bendigo con sangre- La nigromante se vanaglorió de sus progresos e hizo una mueca a su diosa para que tomase nota. -…Está bien, está bien, no puedo quejarme de los dones que me has concedido a cambio, pero no te despistes porque tengo más ofertas- Negoció en referencia a los seductores poderes vampíricos que había recibido tras sacrificar a un hombre lobo en el bosque de Iblis.

La joven juntó las yemas de los dedos observando el espejo. Esqueletizar a Varik era la opción más cómoda, pero Beth no quería renunciar tan fácilmente a la satisfacción de ver la cara de sufrimiento de del enano en esos fugaces momentos en que los reanimados eran conscientes de su maldición. -Esto tiene que dar puntos- Bromeó usando un doble sentido por condenar a un taxidermista para mayor gloria de Wee-Jas.

La joven trató de abrir portales cada vez mas cerca del enano, indicando para ello tanto distancias como detalles de lo que iba viendo (raíces, marcas de labra o manchas en la roca)

Cuando se dio por satisfecha, cerró el portal. Necesitaba preparar el conjuro específico, pero no se arriesgaría a alejarse una hora entera de la ocultación alrededor de Ashlyn que brindaba el poder del santuario. Cometer ese error por tercera vez sería imperdonable. En lugar de eso regresó con sus compañeros y rezó en voz baja rodeado de ellos. -Puede que no me acompañen hasta el foso, pero serán testigos igualmente de tus milagros- Susurró a su diosa.

Cuando terminó sus rezos los besó en la frente como Morrigan hacía con sus chiquillos y regresó frente al espejo. Comprobó que llevaba su mochila para cualquier contingencia (cuerda, garfio de escalada…) y entrecerró los ojos con expresión felina: - ¿Por dónde Íbamos? - Sonrió deseosa de perpetrar otra reanimación.

Nadie se iba a creer que aquel enano achaparrado era Ulrika. Ni siquiera que era Walt, por muy bajito que fuese el tepestaní. Elyzabeth trabajó en su obra mientras Varikov seguía muerto. La barba no se llevaba bien con las máscaras y capuchas. Para un enano iba a ser muy irrespetuoso con sus costumbres cortarle la barba, pero si Varikov veía que Ely iba demasiado lejos siempre podría gritar "¡para!". Pero el paciente fue muy bueno y poco protestón. Se dejó hacer de todo.

Cuando su creación estuvo completada, la clériga la alzó. Portentosa. Magnífica. A ver si esta vez no se la destrozaban tan pronto.

De regreso a la ludoteca, con Arnak roncando como todo un tepestaní, Varikov y Elyzabeth pisaban tratando de hacer el menor ruido posible para no aguar la sorpresa. Entonces un humo empezó a salir de la bolsa de contención de Van Richten...

El humo se corporeizó en la forma de la vampira Lyssa, sobre la alfombra.

Ooops-dijo, al verse sorprendida por Elyzabeth mientras los demás dormían-. Yo no os he visto a vosotros si vosotros no me habéis visto a mí. ¿Quién es él...?-. Las orejas de Lyssa se agitaron de manera gatuna para captar mejor el ruido del pulso de Varikov, o más bien su eterno silencio-. Mmmh... Muchacha, está claro que tú no eres como el resto de meapilas del viejo. Tienes visión de conjunto. Me gusta tu estilo...

Arnak tosió mientras dormía y se recolocó en el butacón como un perrillo. Lyssa bajó la voz.

Aquí vamos a despertar al resto. Ven, vamos arriba. Tu amiguito puede venir con nosotras, de carabina.

Lyssa guiñó un ojo a Ely y separó el brazo de la cadera para que se lo cogieran. Como si ya no fuera dueña de sí, Ely se agarró a ella. Salieron al rellano juntas, del brazo, y empezaron a subir las escaleras.

Verás, he dejado un pequeño, minúsculo, cabo suelto. Aprovechando la esfera de oscuridad del combate con la diablesa de púas, maté al hombre del sombrero de copa de una manera un poco... especial. Ahora debo enterrarle. Solo así, dentro de veinticuatro horas, se alzará como engendro vampírico bajo mis órdenes.

¡Iba a alzar a Cristofor como no-muerto en plena noche! ¡Ely y Lyss eran almas gemelas!

El pacto con el viejo me prohíbe engendrar "hijos" mientras dure la misión de matar a Strahd. Normalmente cumplo mis promesas. Una vampira es lo que su palabra vale, o eso diría el tito Strahd. Pero reconozco me dejé llevar por mi frenesí, ya es tarde para lamentarse.

Podría destruir el cadáver de Cristofor para que no se alzara. Podría simplemente no enterrarlo, dejarlo en lo alto de la torre para que no pudiera llevar a cabo su transformación. Pero Lyssa lo decía de una manera muy convincente, tanto que las explicaciones y escusas habían convencido por completo a Elyzabeth.

¿Tú que opinas? Oh, perdona-se excusó, al darse cuenta de que Elyzabeth seguía bajo su influjo mental.

Lyssa chasqueó los dedos delante de la cara de Ely, que recuperó su libre albedrío. Ya habían llegado al Jardín del Diablo. Allí seguía Bray, contemplativo, vegetal de la manera más cárnica posible. Lyssa se soltó del brazo de Ely para ir a buscar el cadáver de Cristofor.

Beth encapuchó a Varik para poder pasearlo por Barovia (si es que sobrevivía tanto) pero a parte de eso, no se molestó en ocultar su identidad, al contrario, quiso equiparlo de forma mimética a su anterior vida para que Urik y Aslyn fueran perfectamente conscientes de lo que había hecho. Algún día dirían basta y le cortarían la cabeza o dejarían que la quemasen en una hoguera, pero bien valía la pena por comprobar hasta donde podía moldear sus rígidas normas morales. El mundo era gris en su mayoría y en el caso de Elyzabeth, era de un tono cada vez más oscuro.

¿Quién es él...?

- Hola querida. Varicov era un brillante taxidermista que servía a Strhad. Ahora es otro de mis juguetes – Explicó hinchada de orgullo.

Tienes visión de conjunto. Me gusta tu estilo...

- ¡Por la diosa!¡Viniendo de ti es…!- Lyssa Von Zarovich logró ruborizar a la pálida sacerdotisa con su cumplido y ésta se inclinó con una elegante genuflexión.

dentro de veinticuatro horas, se alzará como engendro vampírico bajo mis órdenes.

La joven arqueó una ceja. – Daría palmas con el chichi si no fuera por tu control mental- Respondió dudando si abrazar a la vampira como su alma gemela o clavarle una estaca por amenazar su exacerbado individualismo.

¿Tú que opinas? Oh, perdona

- Lo haría solo por el placer de verlo, pero…- Beth levantó el índice con una sonrisa pícara. -Quiero algo a cambio- Dijo en un tono casi caprichoso. -A parte de no volver a controlarme como a un pelele, lo que tú quieras. Es sólo para que no me tomes por tu perrito faldero- Aclaró. La joven se cruzó de brazos y propuso: - Bastaría con que me devolvieses el favor si llego a necesitarlo…Ahora que sé que eres de fiar – Añadió con una mueca y volvió a agarrar a Lyssa del brazo. – Dime: cuando uno se hace vampiro ¿pone en algún sitio que no puede tener amigos?- Si lo anterior podía considerarse una amenaza, ahora parecía estar ofreciendo una alianza si la trataban como a un igual.

Beth trató de no mostrar ninguna emoción al ver al pobre Bray, pero se sentía doblemente mal, tanto por lo que le había pasado, como por haber fracasado en devolverle a su forma humana.

- El viejo ya te lo habrá pedido, pero ¿Puedes hacer algo por Bray? – Como nigromante entendía las limitaciones de una vampira en materia de sanación, aunque después de 200 años bajo la luna, bien podía tener una pista.

-Yo estoy encantada de enterrar a Cristofor, pero ¿por qué no puedes hacerlo tu sola?- Preguntó para averiguar si era una condición del ritual. Si finalmente se trataba de un remilgo propio de la nobleza, no la juzgaría. Ella misma le había pedido a Varicov que las siguiese con la pala.

Tras haber dedicado parte de sus rezos a estudiar a Thanifex, el enterramiento le dio una idea*:

-Es para un experimento ritual- Explicó a Lyssa - ¿Podrías pagarme por que Varikov entierre a Cristofor? Bastaría con un solo cobre-

Tus secretos son los míos-es a todo lo que se comprometió Lyssa cuando Ely pidió algo tan etéreo como deber un favor.

Lyssa no era Khyristrix, no era una diablesa que deba cumplir su palabra. La prueba era que estaba violando su pacto con Van Richten. Ely no iba a poder sacarle ningún favor si no era razonable, como guardar un secreto.

No puedo ayudar con el chico árbol. Soy una vampira joven, reconozco que he procrastinado bastante estos últimos años. Uno podría imaginar que con la vida eterna vas a tener tiempo para... no sé... ¿estudiar ocultismo? Esa no-vida puede estar bien para el tito Strahd, pero no para mí.

La petición de Elyzabeth de una moneda de cobre cogió por sorpresa a Lyssa.

Te he traído aquí porque me gusta tu compañía. Cavaré yo misma, no tengo problemas con ello. ¿Pero porqué quieres vender a tu zombi?

Al explicar la naturaleza del ritual, la vampira dio su propia interpretación...

Tener un sirviente es un signo de poder, no de maldad. Cualquiera puede tener poder, así como cualquiera puede tener esclavos. La conquista, la herencia, la magia... son todas maneras de lograr un siervo. La primera está ligada a la nobleza de la victoria, la segunda no necesita ni esfuerzo. Tú has levantado a tu Varikov con magia, como quién contrata a un guardaespaldas. No, la maldad no funciona así. El ritual requiere que tú compres a tu esclavo, que lo denigres pagando por su cuerpo. Solo así mancillarás el concepto de Libertad. Solo así cometerás un acto de verdadera maldad.

Ah, ya sé. ¿Y si soy yo la que te vendo a Cristofor?

La idea no era mala. En vida, Cristofor tenía su propio negocio. Podría marchar al pueblo con la identidad de Dallebert, el herrero. Eso cumpliría con las condiciones del primer ritual.

Lyssa miró las manos de Elyzabeth.

Esos anillos que llevas... Son muy bonitos. Puedes pagarme con uno de ellos. En cualquier caso, Cristofor no estará listo hasta mañana por la noche, puedes pagarme entonces. Eso significa que no tienes porqué tomar la decisión ahora.

Lyssa se cargó el cadáver de Cristofor al hombro. Regresaron abajo y pidieron al espejo que les mostrase el jardín trasero del castillo de Strahd Von Zarovich, donde Ely se había reencontrado con Jander horas atrás. Las herramientas del jardín servirían para enterrar a Cristofor junto a unos crisantemos.

Tener un sirviente es un signo de poder, no de maldad.

-Ahá - Aquello le gustó. Encajaba con sus ansias de grandeza, sin embargo activar el ritual requería de la humillación. Esa palabra no le desagradaba siempre que fuera merecida, como en el caso de Varikov, pero no de forma indiscriminada. Para Beth el mal podía ser un medio, pero no un fin en si mismo. Al menos de momento.

Ah, ya sé. ¿Y si soy yo la que te vendo a Cristofor?

Cristofor era un candidato excelente, pero Beth apretó los labios indecisa. El precio era muy alto para lo que podía obtener de Thanifex. Jugar con el hechicero como una marioneta con consciencia propia en cambio, bien valía uno de sus anillos. – Suena divertidísimo, pero un engendro siempre se deberá a su creadora, no me sirve con que le digas que haga lo que yo le pida- Objetó dejando claro que no se fiaba de la vampiresa. Beth tomó uno de los aperos del jardín y cavó junto a Lyssa: -Yo también disfruto de tu compañía- Confesó con total sinceridad. -Es una suerte tener estos ratos a solas- Susurró en un tono casi seductor. – Quiero aprender los entresijos de la nigromancia hasta sus detalles más sutiles- Añadió con un brillo en su mirada perdida. -¿Y tú?¿no preferirías un libro único sobre ese tema en lugar de un anillo?- contraofertó.

Ely pasó el Liber Blaspheme a su amiga Lyssa, que lo ojeó. Algo debió leer por la página en lo que lo abrió porque una sonrisa se dibujó en el rostro de la vampira. Cerró el libro como si hubiese leído algo que no debía.

Bueno... Supongo que no es tarde para que una chica amante de las joyas bonitas empiece a estudiar las Artes Oscuras.

El Liber Blaspheme solo funcionaba para construir el gólem de un pariente. Siendo Lyssa una no muerta que viviría para siempre, podría usarlo con cualquier miembro de cualquier generación de la estirpe de los Von Zarovich. Sin duda ella le sacaría más provecho que una humana con una esperanza de vida ¿de cuánto? ¿Sesenta años?

Lo único que no le vas a poder ordenar es que me ataque. Puedes considerar a Cristofor un alquiler. Cuando tú mueras (de vieja, por supuesto) tu esclavo volverá a mí. Ten en cuenta que yo puedo crear tantos engendros como quiera, y que cuando terminemos con la misión de acabar con mi tío cada una se irá por su lado.

Te mandaré un mensaje con una dirección para que puedas venir a visitarme siempre que quieras, querida.

Pero al llevar tú la vida de aventurera, entiendo que tú seguirás tus emocionantes aventuras con los paladines.

Salvo que quieras venir conmigo. Dos amigas compartiendo ataúd.

Bueeeeno, tú podrías tener tu propia cama. Pero no hagamos planes a largo plazo, centrémonos en el presente. ¿Conforme? ¿Un libro a cambio de un esclavo que te seguirá toda la vida?

Beth disfrutó de haber logrado un cambio de actitud en una criatura de la edad de Lyssa.

-Es un ejemplar único. Aunque dudo que lo llegue a utilizar, me gustaría hacer una copia empleado un sencillo conjuro amanuense antes del intercambio. Soy una coleccionista empedernida- Confesó.

A Beth le preocupaba más que Critofor la espiase a o la atacase que poder usarlo contra Lyssa. Hasta donde sabía, eso era imposible.

Salvo que quieras venir conmigo. Dos amigas compartiendo ataúd.

Sus preocupaciones quedaron de lado cuando la vampira la invitó a visitarla e incluso a compartir ataúd. -¿De-de ve-verdad?- Tartamudeó de la emoción. Estuvo cerca de tener un orgasmo solo con imaginárselo, pero su condición humana era un problema. – Me encantaría, pero es que…Aun estoy viva, como bien sabes…- Comenzó a explicar de forma entrecortada. -Tendré que salir a hacer pis. ¿Y si se me cae un pedete mientras duermo?- La oferta de una cama tenía más sentido. Beth sacudió la cabeza decepcionada consigo misma, pero logró recuperar el fuego de sus ojos y clavar una mirada morbosa en la vampira: -Nadie podrá quitarnos un buen magreo en tu ataúd. Eso seguro.- Sonrió.

La nigromante contempló las estrellas. – Es poco probable que logre que los paladines renuncien a sus votos durante esta misión. Siempre pensé que me llevaría más tiempo y más misiones- Beth se volvió hacia Lyssa y acarició sus hombros. -Vuelve a preguntármelo cuando acabemos con tu tío. Te veo capaz de hacerme cambiar de opinión-  Sonrió.

¿Conforme? ¿Un libro a cambio de un esclavo que te seguirá toda la vida?

-Toda la vida- Convino con un apretón de manos. -Ya veremos cuanto es eso- Añadió para sí con una sonrisa amarga.

Toda la vida, entonces-sonrió, mostrando sus colmillos afilados.

Durante el apretón de manos, Ely se dio cuenta de que las uñas de Lyssa estaban impolutas. ¿Realmente estuvo ayudando a cavar? Elyzabeth recordaba, o creía recordar, que habían cambiado las dos juntas. Y sin embargo estaba cansada como si hubiese enterrado a Cristofor ella sola. ¿La vampira había entrado en su mente por segunda vez? No podía acusar sin fundamento, porque sería poner en riesgo el pacto del esclavo y el ritual de la lanza. La clériga tampoco tenía claro si odiaba a Lyssa por hacerla cavar, o la admiraba todavía más por su capacidad de manipulación.

     Beth se quedó embobada mirando aquellos preciosos colmillos hasta que Lyssa se llevó su sonrisa a otra parte. Entonces salió de su éxtasis y sintió de lleno un cansancio que no encajaba con lo que recordaba. Miró sus uñas y trató de recordar si las manos o pies de la vampiresa estaban manchados de tierra como los suyos. A continuación comprobó meticulosamente sus pertenencias, comenzando por el Liber Blaspheme.

-¿Qué estás haciendo niña ingenua?- Escuchó en su cabeza.

¿Morrigan trataba de avisarla del peligro? ¿Eran alucinaciones o puro sentido común?

-Solo quería tener una amiga como Jess para hacer trastadas, pero creo que me ha vuelto a controlar ¡BUAAAAA!- Sollozó arrodillándose en el suelo.

¡No mientas! ¡Quieres más poder, igual que Lyssa! pero si ella logra sumar el poder de su tío al suyo propio, serán invencibles…Compartir el poder es muy inusual, más aún para un vampiro.

Ely se limpió los mocos y ladeó la cabeza: -No…Si ya me parecía raro lo de llevar el engendro de otra- musitó sorbiendo entrecortadamente por la nariz.

La muchacha iba a decir en voz alta lo que haría cuando la atormentó que pudiesen oírla Lyssa, El Trilokh o Strhad.

-Maldito sea este pueblo- Gruñó poniéndose en pie y regresando con los puños apretados.