Partida Rol por web

Respiré aliviada cuando se detuvo aquel cacharro y no nos impactamos contra el fondo del hangar. Gato, aterrizaje perfecto. Gracias por el apoyo y tu maniobra. Tenemos un pasajero con nosotros. Dije através del intercomunicador. Me solté los cinturones y me giré hacia mi pasajero. ¿Qué tal el vuelo? le sonreí. Espero que no te asustase demasiado... me gusta ser fiel a los dichos populares.. ya sabes... "mujer al volante....". reí mientras abría la portezuela de aquel cacharro y descendía. Cuando creas que estas listo, puedes quitarte el cinturón y bajar. mi rostro dibujaba una media sonrisa y mi mirada era traviesa.

Tras el descenso de Aven, cerré la puerta del air-craft y me encaminé hacia el fondo del hangar. Tras cruzar una puerta, accedimos a la zona de carga de la nave. Era enorme, al menos para mi, pues la zona de carga de mi anterior nave era ínfimamente más pequeña que esta. Eso si... salvo por algunas cajas aquello estaba vacío. Precisamente me encaminé hacia esas cajas, las cuales estaban tan vacías como aquella bodega.

Deja aquí los tanques de oxígeno y las armas que lleves. Como invitado a la nave que eres, debes respetar las normas... Sólo el capitán y la tripulación de la nave pueden portar armas en la misma. Esperamos que seas consecuente con ello y las deposites voluntariamente. mi tono era serio, pues la situación lo requería. Tenía claro que no volvería a confiar armas a personal ajeno a la nave durante su estancia en ella. No te preocupes. Recuperarás tus cosas cuando salgas de aquí.

Tienes un armero a bordo, pero que sepas que ... ni lo has mirado.

Sorprendentemente el aterrizaje resultó mucho mas placido de lo esperado. El susto apenas duró unos segundos, y para cuando abrí los ojos todo había terminado.

El hangar parecía vacío, no había iluminación y un planeador, gemelo del que conducíamos, desprendía un brillo mortecino al reflejar las luces de emergencia.

No respondí nada a las mofas de la chica. Me limite a asentir y seguirla en un silenció, mientras observaba fascinado los corredores de aquella inmensa nave.

Ni un solo tripulante salió a nuestro encuentro en el apresurado trayecto hasta la zona de carga.

Cuando me pidió que descargase las cosas, me desembaracé de las bombonas y las apile con cuidado en un extremo de la sala, no sin cerciorarme antes de sujetarlas bien con unos arneses de seguridad.

Entonces salió el tema de las armas...todavía no las tenía todas conmigo, pero llegados a ese punto, no había vuelta atrás posible. Tendría que hacer caso a mi instinto una vez mas y confiar en aquellos ojos verdes...hasta el momento no me había ido mal.
Sin mediar palabra, desenfundé el machete que guardaba a la vista en un costado y tomandolo por la punta con delicadeza, le ofrecí la empuñadura con un gesto de asentimiento.

Entonces, cuando se volteó satisfecha pensando que aquello era todo, deslicé mi mano en el bolsillo de mi pantalón y saqué una pequeña pistola automática de 15 repeticiones.

Pareció sorprendida un momento para luego dedicarme una mirada reprobatoria.
Por toda respuesta , me encogí de hombros y se la ofrecí igual que antes, mientras le dedicaba una mueca justificativa.

Entonces, me examinó de arriba abajo. Y demoró su curiosos ojos esmeralda en el artilugio de cuero que colgaba de mi cintura. Su extensión de extremo a extremo alcanzaba casi los 3 metros, por lo que descansaba doblado contra mi pubis conformando varios pliegues asimétricos.
A simple vista semejaba adusto y primitivo, pero había sido modificado con tecnología N13 para descargar una corriente electrificante contra su presa que recorrería todo su cuerpo de punta a punta. Lo suficiente para hacer perder el sentido a la mas osada de las piratas.

Cuando adelantó su mano para agarrarmelo, la detuve interponiendo la mía al tiempo que le rogaba por aquella concesión.

¿Esto también? protesté casi suplicando. Es solo un recuerdo, una reliquia vieja y gastada. Su valor es meramente sentimental...argumenté mientras lo desenrollaba para mostrarlo en toda su extensión...apenas sirve para darle unas azotainas a un muchacho travieso. Ni siquiera sé usarla Concluí restandole importancia.

En realidad todo lo que había dicho era cierto, salvo quizás la parte que se refería a su peligrosidad. De cualquier forma, ella no podía saberlo, y si la jugada me salía bien, al menos no me encontraría completamente indefenso. Por como hablaba la chica, su capitán tenía armas, y por lo que yo sabía, bien pudiera no ser tan amable como "ojos verdes". Esperé su reacción y acaricié con cuidado la mancuerna de mi látigo, en verdad le había cogido cariño a aquel cachivache y esperaba no tener que separarme de él.

Resultó que el superviviente iba demasiado bien armado, teniendo un especial interés por su viejo látigo. Me decepcionas, le dije con voz tristona mientras me acercaba lentamente a su rostro, manteniendo mis mano visibles para él todo ese tiempo, pensé que era el sable tu arma fetiche... continué hablando mientras me acercaba dulcemente a su rostro. Le había visto mirarme durante el vuelo, había curiosidad en sus ojos, sabía que me conocía pero no recordaba de que... pero también vi deseo: la debilidad de los hombres. pero veo que me equivoqué... y es tu látigo quien parece ser que compensa la pobre longitud de tu miembro viril. A pesar de las palabras, mi voz seguía sonando dulce. ¿Y sabes? Yo si se usarlo. Apendí en el orfanato, cuando me azotaban con él con cualquier excusa.  Le susurré al oido.

Luego me separé de él de golpe y comencé a caminar de espaldas, manteniendo mi mirada en él. Mi tono se volvió entonces rudo y áspero. Déjalo en la caja o te apeas aquí. Continué alejándome de él, sin darle la espalda, mirándole a los ojos. No sabía la longitud del látigo, pero no era tan difícil hacer daño con él.

Gato, voy a subir. Nuestro invitado se quedará en la zona de carga, creo que quiere apearse aquí. Dije a través de intercomunicador. Si en dos minutos no he cruzado la puerta, da la alerta. Sujeto armado: sable, arma de fuego y látigo. Bloqueale las puertas para que no pueda salir de aquí. Es un nivel cero. Mientras pronunciaba estas palabras mis ojos verdes se clavaban en la mirada de Aven. Luego me dirigí al hombre. Aun estás a tiempo de ser un invitado. Tu decides. Invitado o carne picada.

La chica mala, enfundada en su traje de alta ejecutiva empezó a jugar conmigo como solo quien ostenta poder y hermosura puede.
Cuanto más la oía hablar, más me convencía que aquella mujer no respondía ante nadie, aquel a quien llamaba Gato parecía más un subordinado...en verdad compadecía al pobre capitán que la tuviese de tripulante.

Su modo de justificar el Látigo con una hipotética falta de hombría, me desconcertó y molestó al principio, pero enseguida pude ver a través de sus palabras. Era lista y aquello la volvía aún más irresistible a mis ojos.

Sonreí complacido cuando se encaminó a la puerta del montacargas. Che,che,che, vale ojos verdes...esta bien. El látigo se queda, "Invitado Aven", me gusta como suena. Dije con cierto aire socarrón mientras hacía aspavientos con las manos para terminar con una sonrisa burlona.
Tú solo...asegúrate que tus amigos no lo toqueteen. No me gustaría que se hiciesen daño sin querer, estas cosas las carga el demonio. terminé, congraciandome por el doble sentido que guardaba mi broma y que ella no podía percibir.

Dejé el látigo junto al resto de las cosas y me apresuré tras ella por el corredor hasta situarme a su altura.
Una vez a su vera, acompase mi ritmo a sus andares, y la observé gracioso de reojo sin girar un ápice mi cabeza.

Era hermosa sin duda, su cabello castaño adquiría matices cobrizos a la luz de las intermitentes luces anaranjadas. Podía oler su perfume desde donde estaba, algo que abotargaba mis sentidos.

Mi camisa estaba hecha trizas y mis brazos desnudos y tiznados por la tierra caían descuidados balanceándose a ambos lados con una cadencia pausada, indiferentes. Por intervalos mi brazo derecho se rozaba con su chaqueta negra y pequeñas briznas de carbón se desprendían en pos del suelo de aluminio.

¿Que decías sobre invitarme a algo de carne picada? Le pregunté mientras guiñaba el ojo distraído.

Al ver su reacción, le dediqué media sonrisa victoriosa. Gato, cambio de planes, el señor Frost se queda en la nave. Dale acceso a la planta superior. Ahora es un nivel uno.

Me giré, haciedo que mi pelo suelto levitase a mi alrededor durante unas décimas de segundo. No te preocupes por tus cosas. No las tocará nadie, salvo tu mismo cuando te marches de la nave. Le dediqué una sonrisa burlona.

Ascendimos a la planta superior. Un largo pasillo con varias puertas a los lados era lo único que se veía. Al fondo del todo parecía que el pasillo ensanchaba. Recorrimos esos metros en silencio, hasta llegar a la zona más ancha, la cual correspondía a la zona común.

Antes de continuar con nuestra charla, debo hacer una llamada. Le indiqué a Aven antes de continuar dando órdenes. Gato, llama a la nave del Tercer Imperio.... esperé unos instantes, mientras se abría la comunicación con la nave de guerra. Mientras miraba a Aven fijamente y mientras mantenía una mirada y sonrisa traviesa. Esta sin duda es la mejor parte.. pensé para mi. En ese instante escuché una voz por el intercomunicador.

Soy la capitana Zhiva T'Karsh, mi mirada se clavó más aun en Aven, mi sonrisa se acentuó y se podría decir que hasta llegue a sacar pecho, orgullosa, tras identificarme de esa manera,  informando de la misión de reconocimiento del S.O.S. Tengo al superviviente abordo. La zona del accidente ha quedado cubierta de agua. Regresamos a nuestra posición inicial en el espacio mientras mi invitado, Aven Frost, decide su próximo destino o recibo sus instrucciones. Cierro.

Gato. Regresamos al espacio. Te toca pilotar a ti. Indiqué por el intercomunicador con tono serio mientras abría la nevera y sacaba la leche de allí, luego mi tono de voz se hizo más cercano para dirigirme a aquel hombre. ¿Un café, Aven? O prefiere una tila? le sonreí. Como ha oído, soy la capitana Zhiva. Bienvenido a mi nave, el Gato Amarillo, Aven.

Aquellas palabras cayerón sobre mi espalda como 20 tanques de Oxigeno, y de repente, el tupido velo que me nublaba la razón se esfumó como la hoja seca arrastrada por el viento.

Una parte del puzzle se había resuelto, y todo parecía encajar perfectamente...y sin embargo, nuevas secciones del puzzle se abrían ante mi, y con ellas, otras tantas incognitas.

La capitana Zhiva...sin duda debia ser ella la que estaba al otro lado del comunicador cuando envié la llamada de Socorro...pensé que nadie escuchaba y me había olvidado por completo. Aquello explicaba su oportuna llegada tras la tormenta...ahora bien, si habia acudido en respuesta al llamamiento y en cumplimiento de los preceptos legales del 3er imperio como parecia, o lo habian hecho en busqueda de un benefico personal, era algo que estaba por ver.

Porque ahora sabía que había algo más en todo aquello. Ya recordaba de que me sonaba su cara. La habia visto aquella misma mañana, en el noticiero local. Salia en aquella indescifrable noticia sobre un alto cargo militar asesinado... ahora lo recordaba perfectamente. La noticia no se me iba de la cabeza, no solo por las imagenes que mostraban el brutal asesinato perpetrado por aquel aslan salvaje ...sino por la misteriosa mujer que apareció en escena instantes después...recuerdo como me habían perturbado las bizarras insinuaciones del noticiero...y como me había preguntado si quizas todo aquello habria sucedido cerca de mi retiro secreto, hasta me había planteado acercarme a la ciudad para investigar el caso y pasar el rato...

Sonreí para mi ante lo irónico de la situación...lejos de ir a su encuentro, ellos habían venido a mi. ¿Gato?... Que estupido había sido...No se trataba de un simple mote...era una jodida denominación de origen...

Estaba desarmado y solo, abordo de una nave pirata del 3er imperio, que por alguna razón que se me escapaba, había contratado a aquella Capitana(?), una suerte de pirata espacial para acercarse y matar a aquel comandante militar y...¿y que? ¿entorpecer el tratado de paz? ¿iniciar una nueva guerra? Los intereses tras aquel incidente escapaban completamente a mi comprensión.

¿Era aquel militar realmente su marido? ¿Y el aslan de las noticias su amante?... una vez más la idea de aquella peculiar asociación me desconcertaba.
El gato amarilo, ¿ Era un ordenador realmente el que se encontraba al.otro lado de la voz electronica que había oido? y de ser asi, ¿donde se encontraba el monstruo asesino?

Deberia empezar a encontrarme verdaderamente mal... pero extrañamente, la compañia de aquella misteriosa mujer, Zhiva T'Karsh me resultaba insolitamente reconfortante.

Si la oferta es sincera, que sea un Whiskey...doble por favor. Si no me engaño, Tendremos muchas cosas que contarnos, ¿no es asi señorita T'Karsh?

Ahora que creo que duerme... Porque digo yo que este chico dormira.. xDDD

Como viste entró bien al trapo, sabía yo que no me harían falta armas para putearle un poco. Sólo saber manipularle un pelín y creo que está lo suficientemente bien roleado como para que cuele :P

Estoy disfrutando con la evolución de Zhiva... de debil llorona a manipuladora para sobrevivr xD

Yo escribía por algo.... ah! si! Tema toallas, ropa para cambiarnos etc... espero que en la zona de carga o en algún sitio, aparezca algo, que me va a llenar la nave de tierra!! Y de paso.. una camarita oculta en la cabina de mi invitado???

No pienses mal!! Es sólo para ver si oculta algún arma mas!! xDDD

Que no me ha dado tiempo a explorar la nave, pero... me remito a lo que te cité con anterioridad. Según gato, sólo agua y comida.

Le miré en silencio, mientras veía como se había quedado estático, como una piedra literalmente. Debe estar procesando toda la información... sonreí para mi mientras continué preparando café y sacando un par de vasos. Le escuché pedirme un whisky. No creo que tenga bebidas alcoholicas en esta zona. De ser así, la tripulación entendería que se pueden consumir libremente y estarían siempre borrachos... Y además me tocaría pagar a mi todo ese alcohol. Me quedé pensativa un instante. Pero, ¿que sería de un capitán que no puede ofrecerle una copa a un invitado? Creo saber donde puedo encontrar algo! Le guiñé un ojo. Dame unos minutos, enseguida vuelvo.

Avancé hacia el fondo de la sala donde estábamos, antes de cruzar por la puerta me volví y pórtate bien. Le sonreí.

Regresé unos minutos más tarde con una botella de whisky en mi mano, completamente cerrada. El café ya estaba listo, podía olerse por todo el compartimento. Puse la botella en la mesita y le señalé la nevera. Mira a ver si tienes hielo arriba, en el congelador. Eres mi invitado, pero no esperes que te sirva.

Me dispuse a ponerme un café mientras tanto. Y retomando tu comentario y pregunta previa... No se exactamente a que te refieres con eso de "tenemos muchas cosas que contarnos". Le dije mientras vertía el café en uno de los vasos que había sacado previamente. Y le recuerdo que soy viuda, así pues eso de señorita T'Karsh... Si quieres hacer las cosas bien, llámame capitán. Quedarás mejor. Le sonreí nuevamente y le añadí leche al café y un poco de azucar. Luego coloqué todo en su sitio y me acerqué al ventanal.

Mira! Ya hemos llegado al espacio exterior. Le dije al ver que la nave ya se había detenido, mientras sostenía mi café en la mano. ¿No te parece impresionante?

Señalé con la cabeza el exterior, a parte del espacio y el planeta del que acabábamos de salir, se podía ver claramente una nave de guerra del Tercer Imperio. Si mi nave es grande, aquella que puede albergar cuantas... ¿unas 100 como la mía?¹ Figúrate el tamaño que puede tener realmente.

Me gusta verla ahí, me da seguridad y se que estoy protegida de cualquier amenaza que se presente. Me giré y miré a mi invitado nuevamente. Con una sola llamada, vendrían a buscarte y estarías en ella en unos diez minutos como mucho... Si quieres ir con ellos, claro. Le sonreí. Relájate. No voy a hacerte nada malo. Al fin de cuentas.. fuiste tu quien me llamaste.

Quedamos enterados y a la espera. Si no necesita nada más paso informe a la Comandante y esperamos buenas nuevas.

Próximo contacto dentro de 12 horas.

Su voz era pesada. Como hiciera horas que arrastraba un cansancio penoso que ya aburría. Ha sido amable y correcta la voz, pero ... nada integrada en la conversación.

Darme un momento ahora os pongo en situación.

La seguí com la mirada abstraído mientras se iba en busca de su alijo secreto.

Desde luego, no parecía ni mucho menos afligida por su recientemente adquirida viudedad. Y si en verdad no había tomado parte en su asesinato, tampoco lo lamentaba.

Aquello no hacïa mas que corroborar las sospechas que deslizaba el noticiero sobre ella.

Lo mejor era no darle mas vueltas, pronto tendría mas respuestas y con suerte, algo de buen licor para digerirlas mejor.

Enterado Señor Aven lvl1

Siguiendo sus indicaciones, abrí el compartimento frigorífico de la nevera y rebusque a ciegas un poco de hielo.

Tras, tropezarme con un amasijo de hielo granizado, di al fin con una cubitera que todavía conservaba algunos hielos intactos.
Cuando me acercó la botella, atrajé un vaso de cristal de uno de los estantes adyacentes al frigorífico y vertí un par de hielos en su interior con la destreza de quien estaba más que acostumbrado a hacerlo. El suave tintineo del cristal y el traqueteo de los hielos entrechocandose, era música para mis oídos.

Una de esas melodías, que no por conocidas perdía su encanto y capacidad para agradar.

Mientras abría la botella, la observaba con cautela, detenidamente. Seguía conservando su fuerza y una confianza arrolladora. No obstante, puede apreciar en ella una actitud más distante, casi soñadora.

Le ofrecí aderezar su café con un chorrito de licor, pero su respuesta fué levantarse y acercarse al ventanal.

Entonces, incliné mi vaso y con delicadeza empecé a derramar el Whiskey sobre el fondo. El sonido del licor rellenando el cristal y los breves chasquidos del hielo resquebrajándose que de apoco interrumpían el acompasado rumor del flujo etílico, conformaban un adecuado complemento a la atmósfera que se había creado entre los dos.
Justo cuando el nivel de Whiskey hubo superado la altura de los Hielos, y estés empezaron a ascender ingrávidos, me detuve, tomé el vaso con tres dedos por su parte superior y lo balanceé sutilmente para poder empaparme de su aroma.

En efecto. Impresionante... le respondí sin apartar mi mirada de su cuerpo. Ella sostenía el café con su mano derecha y desde mi posición podía contemplar su perfil recortado contra el ventanal de la nave. El humo que desprendía la taza, trepaba por sus brazos impidiéndome la visión allí donde el rostro proyectaba su reflejo contra la ventana.

Entonces se ofreció a enviarme a la enorme nave del Imperio.

Su forma de hablar era aseptica e indolente, libre de prejuicios, pero algo en su forma de decirlo me hizo pensar que deseaba que me quedase con ella tanto como yo deseaba desvelar sus misterios.

Tal vez..., respondí

Solo entonces pude apreciar su descomunal tamaño en la lejanía.

...pero antes me gustaría preguntarte algo.

Te he visto esta mañana en las noticias...decían que habías...dudé un instante y continué con decisión....que tu amante, había asesinado a tu marido, nada menos que el Comandante General de la alianza. Le dí un pequeño sorbo a mi vaso y continué. Justo el día en que se formaliza un tratado de paz por cierto. Dije con tono confabulador.

No te ponían nada bien ¿sabes?..Casi daban por hecho que todo había sido cosa tuya. Dijé mientras clavaba mi mirada en sus ojos para ver si podía atravesar aquella impenetrable coraza que los cubría.

¿y sabes que era lo más curioso? le pregunte mientras me recostaba en la silla y apoyaba mis botas encima de la mesa. Decían que la Armada del Tercer Imperio se encontraba en misión diplomática cubriendo todo el espacio aéreo y espacial ...y que te buscaban para interrogarte...La misma Armada de la que parece ser, sigues ordenes...y de la que ahora, me ofreces vaya a su encuentro...entonces me incorporé en la silla y le pregunté con cierto tono inquisitivo. Dime "Capitana Zhiva T´Karsh" ¿como es eso posible? ¿que debería esperar una vez aborde en su nave? ¿debo suponer que estarían al tanto de quien eres, y de lo que has hecho?

Estaba excitado, me había dejado llevar por la situación y las evidencias conspiratorias que se multiplicaban a mi alrededor.
Relajé un poco el gesto, y finalice mientras la parafraseaba con un tono más cómplice. ¿De verdad crees que esa Nave de ahí fuera puede protegerte de cualquier amenaza que se presente?

Si... ya se.. conozco esa historia. No llevas demasiado tiempo por aquí, ¿verdad?  caminé hacia uno de los asientos disponibles en la mesa, dejé mi vaso sobre ella y tomé asiento.

El comandante aquel no era mi marido. Si, ya se lo que se ve en las noticias, yo misma lo he visto. Pero está todo manipulado para desvirtuar mi imagen y romper ese tratado de paz aprovechando esa mentira que divulgan los medios. Bebí nuevamente un sorbo de café, quizás no era la mejor bebida para tomar en ese momento.

Bien es cierto que hay una confabulación, pero es todo en contra mía. Mi vista se centró entonces en el vaso con café. Aquel halo de seguridad que me rodeaba, comenzó a desvanecerse según iba hablando y adentrándome en ese instante. Después del desfile del ejército en mi honor y el aburrido discurso que tuve que dar y demás, se celebró una pequeña fiesta privada en mi nombre. Salvo a mi amigo Yezbel, yo no conocía a nadie allí y me intrigaban los militares del Tercer Imperio, pues me miraban serios, enojados más bien. Mientras paseaba con Yezbel entre los invitados, el comandante que se ve en las noticias vino a invitarme a dar una vuelta y charlar. Yezbel me había dicho que debía relacionarme, comportarme como la diplomática y heroína en la que mis acciones me habían convertido... Así pues vi en el comandante la opción de iniciar una buena relación con los caras largas de los militares del T.I.

Sin mediar palabra alguna, paseamos por los jardines del palacio, hasta una zona que no estaba precisamente bien cuidada, arbustos sin podar, maleza por todos lados. El comandante abrió hueco con su mano y me mostró un bonito lugar, preparado para una pareja. Su cenador, su mesa y sillas para dos... Si no hubiese rondado por allí un camarero, hubiese desconfiado mucho antes de todo aquello. Me puse a mover el café que quedaba en el vaso con el dedo. El comandante me insistio que me sentase con él a comer, y tantas veces fueron como las que yo le pregunté por su nombre, el cual no me daba. Opté por irme.

Entonces fue cuando ocurrió, sacó un arma y me apuntó con ella. No le creí capaz de dispararme y menos aún de espaldas, asi pues, me di la vuelta y noté los impactos en mi cuerpo. Me derribó al suelo y me lastimó el hombro. Luego escuché la lucha tras de mi.... no hace falta que te la cuente, es la que has visto en las noticias.

Asustada y dolorida, me abracé a mi buen amigo y salvador, "mi amante" como le llaman. Una gota cayó en mi café, aun lo veía todo, lo sentía todo, dolía todo. Al ver que no podía contener las lágrimas, traté de disimular y me levanté nuevamente, dirigiendome al ventanal, procurando que Aven no me viese llorar. Enseguida aparecieron los militares del T.I. Dos de ellos me sacaron de allí casi en volandas. Zug, "mi amante asesino" se quedó allí, con ellos. Me llevaron ante Yezbel, me metieron en una lanzadera y.... tan sólo llevo unas horas en esta nave. Mi nave, eso sí.

El T.I. sabe perfectamente que estoy aqui. Ya recibí su visita. Hable con la almirante de aquella nave y con el cara de acelga del General que está en el planeta. Dicen que están haciendo todo lo posible por limpiar mi nombre y sacar a Zug de la carcel. Y mientras... yo estoy aquí, sin poder hacer nada. Con una diana en el pecho, mi reputación machacada y con un..... ¿que eras? ¿Un explorador televisivo? ¿un superviviente o algo así? No dejaba de darle la espalda y mirar por el ventanal aquel. Estaba tratando de desviar el tema y darle tiempo a mis ojos para que se secasen y a mi para recuperar la compostura y la seguridad que se había desvanecido por completo. Ahora mismo sólo era una frágil muñeca de porcelana a punto de romperse de nuevo en mil pedazos.

No se porque te he contado nada de esto... no le debo explicaciones a nadie y menos aún a alguien que se marchará en cuanto me diga su destino. Dije tratando de recuperar parte de esa seguridad, mi voz comenzaba a cambiar a un tono mas seco y reacio. Supongo que.... necesitaba contarlo, puesto que nadie aun me ha preguntado por lo que pasó allí abajo. Mi voz se transformó finalmente en la voz segura y desafiante, casi hostil, que Aven ya había percibido con anterioridad. Quedaba claro que estaba asegurándome de no mostrarme más vulnerable de lo que había hecho hasta ese instante.

Escuché perplejo de principio a fin el relato de la Capitana.

Cuanto más oía de la historia, más surrealista me parecía. En verdad, entre todas las conspiraciones que había imaginado en los ultimos minutos, sin duda aquella se llevaba la palma.

Todas las areas de pensamiento lógico en mi cerebro de cientifico, me gritaban al oído que no la creyese.

Nadie en su sano juicio podría creer una historia como aquella.

Tampoco podía olvidar que la hermosa diplomatica, era también inteligente, manipuladora y ladina, ya había tenido prueba de ello.

Y sin embargo, mis sentidos me susurraban una canción completamente distinta.

Su lenguaje corporal, el tímbre de su voz, su dicurso, su mirada, sus ojos... todo parecía indicar que la Capitana Zhiva decía la verdad.

ayyy, sobre todo sus ojos...
Aquellos luceros verdes, profundos, hechizantes...cuando uno miraba en su interior, se perdía en un oceano labrado de esmeraldas, y terminaba vagando, condenado a deambular por la espiral de sus lágrimas como una polilla atraída por la luz que desprendían sus ardientes pupilas de fuego.

Su voz terminó por quebrarse, y aunque intentó ocultarme su aflicción, tal vez pensando que su llanto no era todavía evidente, el contraste con su habitual fuerza lo había revelado claramente a mis ojos.

Al ver de repente toda la fuerza de aquel vendaval, menguar por momentos hasta convertirse en un delicado suspiro vacilante. No pude más que sentirme azorado y afligido por su congoja. Y a pesar de no conocerla apenas, se despertó en mi entonces, un irrefrenable deseo de protegerla.
Y cuando ella se levantó y me dio la espalda para terminar de abrirme su corazón. Me moví silencioso tras su estela, y con silenciosa gracilidad me situé a su espalda mientras la escuchaba, y tan cerca estaba, que podía sentir el acelerado vaivén de sus latidos. Por un instante, sentí la necesidad de rodearla con mis brazos y cobijarla acomodando su cabeza contra mi pecho...no le diría nada, tan solo la dejaría desahogarse , llorar la angustia que tanto oprimía su corazón.

Y fue que estando mi brazo alzado y ya mi mano rozando su espalda, su voz se alzó cobrando renovadas fuerzas, y su ánimo se reavivó con palabras orgullosas y de reproche.

Entónces sonreí, un pelín decepcionado y triste por la oportunidad perdida, pero feliz por volver a sentir el fuego que ardía en sus palabras.

Retiré mi mano con cuidado, e igual de silencioso que la había acechado, la dejé contra el ventanal.

Para cuando terminó de hablar y se volvió hacia mi, yo ya estaba de vuelta en mi asiento con mi vaso en la mano.

Más segura y serena, regresé a la mesa, ocupando mi asiento. El café estaría frío ya, pero no me importaba, casi lo prefería así. Miré a aquel hombre que permanecía callado y sucio frente a mi. Vaya, ¿te quedaste sin preguntas? ¿o te comió la lengua el gato? le sonreí con malicia.

Gato! No te comerías la lengua de nuestro invitado... ¿verdad? bromee hablando al aire. Luego volví a mirarle. No me creo que realmente esté aquí sentado....

Si tu no tienes más preguntas... Yo tengo alguna.. De joven, cuando trabajaba para el T.I. como exploradora en aquellas misiones a las que me enviaban donde pasaba semanas viajando sola en mi Scout... moví nuevamente mi café con el dedo índice de mi mano, la televisión era mi única compañera y amiga en esos trayectos. Recuerdo vagamente un programa en especial, el cual me gustaba ver, dejé de juguetear con el café y me llevé el dedo a los labios, saboreando el café que había en él. Pero por desgracia no siempre podía verlo.... quizás te suene... un hombre alto, guapo, de unos hermosos ojos verdes, pero castaño con tonos rubios, una sonrisa de canalla la cual he de reconocer que me volvía loca, alegre, simpático, dicharachero....

Bebí un sorbo del café, pasando a continuación mi lengua por mis labios para retirar los posibles restos del mismo a la par que le lanzaba una mirada a Aven, para ver si me estaba escuchando o si aún estaba centrado en sus cosas. El programa no recuerdo bien de que iba... le veía a él al cambiar de canal y lo dejaba, aunque sólo fuese de fondo. Su voz me acompañó durante muchísimas horas de vuelo... ¿sabrías decirme que pasó con él?

¿A caso ha sido todo este el motivo de contarle todo? ¿Porque le tengo tan grabado en mi interior de tantos aquellos viajes en los que me acompañó que ahora le siento como un.... amigo, un familiar más?