Partida Rol por web

La tormenta os azotó durante lo que quedaba de día y toda la noche, incesantemente, cubriendoos de arena como si fuese una enorme alfombra que apenas os dejaba respirar. Os echasteis todos unos al lado de los demás, usando vuestras ropas para tapar vuestros ojos, narices y bocas, impidiendo así la entrada de arena, pero os costaba respirar. Aquello no era más parecido a una plaga bíblica que otra cosa y el yermo parecía ser un desafío a vuestra capacidad de supervivencia.

Finalmente, el viento pareció amainar en algún momento. El silbido que continuamente oíais, disminuyó de intensidad y el cansancio hizo el resto, arrastrando a cada uno de vosotros hasta un sueño profundo, fruto de la necesidad y no de la comodidad.

Así, cuando despertasteis, todo estaba en silencio, y al levantaros, la arena se deslizó desde vuestras coronillas y espaldas hacia abajo. Había varios centímetros de arena sobre vosotros, pero aparentemente, habíais logrado sobrevivir, y estabais... ¿todos?

Uno a uno fuisteis haciendo acto de presencia y mirando a vuestro alrededor, viendo las montañas prácticamente al lado de donde os encontrabais. Los chicos lo habían pasado mal, pero afortunadamente, bajo vosotros, fueron saliendo uno detrás de otro, todos...

... salvo Irina y una de las niñas.

Freak despertó, la arena caía por su lampiña piel a medida que se levantaba. Tenía los ojos rojos, muy irritados y resecos. Al no tener párpados algo de arena se le había filtrado a través de las manos que se llevaba a la cara a modo de rendija.

Movió los ojos contorneando el borde de sus cuencas oculares para humedecerlos mientras volvía en sí.

Lily. Fue su primer pensamiento.

-Kahhh, Kahhhhhh.- Sacudía un cuerpo medio enterrado en la arena, con la inconfundible cabellera colorada de su amada amiga. Parecía estar despertando lo cuál le llenó de tranquilidad el alma.

Vió a Andrés y al botánico por allí, pero no había rastro de la doctora, entonces vió a los niños. Uno... Dos... Tres... ¡Falta uno de los que me entregó a cuidado Leyla!

-¡Kaaaehh! ¡¡Kaeeeeh!!- Revolvía los tumulos de arena, buscando a las dos desaparecidas.

Tosiendo y escupiendo arena, Bill asomó entre las dunas.

-Oh, mierda... ¿estáis todos bien...?-preguntó frotándose los ojos tratando de limpiarlos de la costra de arena que se había formado sobre ellos.

En cuanto tuvo la capacidad de ver algo empezó a ser consicente de las ausencias, lo que hicieron a su corazón dar un vuelco. ¿estarían sepultadas bajo la arena?

Tal como Lucke, el botánico se lanzó a los pequeños montones de arena, los cuales se afanaba por escarbar con sus manos desnudas en busca de los desaparecidos.

Aquello era insoportable. Lily tapó su cabeza como buenamente pudo mientras el viento soplaba y el polvo cubría su cuerpo, metiéndose en determinados momentos en su boca y nariz, una sensación más que desagradable y lo peor, desesperante, pensando la joven si ese sería su final agónico en vida, sepultada por capas de tierra mientras la inmisericordia del viento seguía golpeándola. 

La joven pelirroja tuvo mucho en qué pensar en ese tiempo, como lo importante que era encontrar un refugio adecuado, extrañando como siempre su hogar en el vault, aquella cómoda habitación que tenía todo lo necesario para asearse y descansar, así como la cafetería que regentaba, donde había alimentos para satisfacer el hambre y agua para saciar su sed, aquella tremenda enemiga que comenzaba a hacerse patente.

Lily durmió en algunos intervalos de tiempo, cabezadas cortas, discontinuas, no era suficiente, le dolía la cabeza cuando se percató de que el viento había amainado, habiéndose marchado de aquella zona de alta presión atmosférica. Volvió a dormir tras escupir la arena de la boca, pero esta vez con mayor profundidad, a pesar de la incomodidad de sentirse sucia.

La pelirroja volvió a despertar, había escuchado la voz de Lucke que hacía el sonido característico de cuando la llamaba, sintiendo cómo zarandeaba su maltrecho cuerpo su amigo. Lily se incorporó, no sin esfuerzo, y tras sonreír a Freak, para darle la señal de que se encontraba en perfecto estado, procedió a quitarse los restos de la arena de la cara.

En ese instante vio que Lucke comenzaba a excavar en la arena de forma frenética, seguido de Bill y la mujer miró a su alrededor en actitud observadora, percatándose de lo evidente. Irina no estaba, y una de las niñas tampoco, ¿o era un niño?... Daba lo mismo, ella comenzaría a mover la arena junto con sus compañeros, no podía dejar morir a nadie, más sabiedo que debían estar por ahí cerca.

- ¡¡¡Irina estaba cerca de mi!!!.... ¡¡¡Justo a mi lado!!!... - se sentía muy culpable, ¿en qué momento le soltó la mano? -... No puede estar lejos... No puede...¡¡¡Irina!!!.... - Lily aguantaba las lágrimas a duras penas, aquello era desesperante, tenía la boca seca, con restos de arena, pero lo peor era sentir el corazón desolado por lo que parecía, iba a ser la primera pérdida de su vida.

Ese tramo bajo la tormenta de arena fue de total desesperación y angustia. ¿Como mierda iba a venir una puta tormenta, luego de que hayan atacado el maldito refugio unos supermutantes, y hayamos corrido como 50 metros para escapar de unos zombies de mierda? No soportaba esto, era mucha mierda acumulaba hasta el punto que se desbordaba. Con el niño en mis brazos a medida que se acercaba la arena llegó un punto donde me quité la chaqueta de cuero que tenía y la puse frente de mi para cubrir su cabeza, como para hacer un pequeño espacio donde no le llegase la arena y lo cubriera.

A medida que había más arena, sin importar cuanto cerrara los ojos con fuerza o desviara la cara para que la arena no me diera directamente en el rostro, las ráfagas de viento cambiaban, llegando a bombardearme en todos lados, metiéndose por mi nariz o boca si trataba de tomar algún respiro. Pero a medida que seguía y trataba de cuidar al niño mi fuerza me abandonó, cayendo primero de rodillas antes de quitarle la chaqueta al niño. Rápidamente hice un hueco en la tierra con mi mano, lo más rápido y desesperado que podía como para hacer espacio para los dos, y así me puse cuerpo en tierra junto con el infante, colocándonos la chaqueta sobre la cabeza de ambos, aprovechando ese pequeño espacio donde no llegaba la arena, hasta que simplemente me rendí por el cansancio y me quedé dormido.

Al abrir los ojos por suerte seguía con la chaqueta, era oscuro, y mi sentía que aún cubría al niño con mi brazo, además de vernos con varios centímetros de arena encima. En la superficie escuchaba gritos amortiguados por la arena, y despacio me fui levantando, hasta levantarnos de ese cúmulo de arena mientras escuchaba y veía como Lily, Lucke y Bill escarbaban desesperados en la arena gritando el nombre de Irina. Miré a todos lados, antes sacar al niño de aquella guarida improvisada en la arena para así empezar a moverme de un lado a otro, escarbando también en la arena como mis compañeros. -¡Irina, Irina, ¿donde estás?!- Grité muy angustiado por la desaparición de la mujer.

Los niños fueron quitándose la arena de encima mientras vosotros escarbabais para intentar encontrar a Irina y la niña perdida. Las manos entraban y salían de la tierra como si fuesen una sola cosa, hasta que finalmente, fue Andrés quien logró dar con algo. La niña que había desaparecido estaba enterrada no muy lejos de vosotros, con la boca abierta y asfixiad. Con un gesto de horror, era el reflejo de todo lo que ninguno de vosotros queríais ver.

Al descubrir el cuerpo, os disteis cuenta de que si Irina no estaba allí, no podríais encontrarla, porque habría desaparecido con la tormenta y puede que en ese momento estuviese enterrada, o que incluso sin quererlo hubiese retrocedido hasta Finger Town, o que tanto ella como Leyla, si es que estaba todavía con vida, se hubiesen encontrado con algo contra lo que no podían combatir: la naturaleza.

Irina no estaba allí y aquella niña no iba a ponerse en pie de nuevo.

Al menos, la tormenta había aclarado el aire y ahora podíais ver con mucha claridad las montañas. Por suerte, no había rastro de los necros, aunque dado que ellos no podían morir, estarían únicamente desorientados y quizás hasta enterrados, pero no para siempre.

El niño que había estado cocinando las tortitas con Lily, se acercó a esta y cogió su mano, mientras los otros dos se aproximaban a Lucke y se abrazaban a él. Todos parecían estar desolados, pero ninguno de ellos derramó una sola lágrima. Quizás... ya no dispusieran de ninguna más.

La arena parecía reproducirse. Por más que Lily se esforzaba en apartarla se daba cuenta de que no llegaba al fondo que deseaba, el que tenía retenido a Irina y a otra de las criaturas que le habían dejado a cargo. La tormenta había sido tan potente como para sepultar sus cuerpos, la pelirroja tomó la medida, cada cierto tiempo de moverse para no quedar sepultada, ¿por qué no había hecho lo mismo la doctora? ¡Se suponía que ella era la inteligente!

Tras una lucha frenética contra los elementos, apareció la niña, una frágil criatura que había muerto asfixiada, salía arena de su boca y nariz. Lily tuvo que apartar la mirada mientras rompía a llorar, presa de la desesperación y el pánico.

- Vamos a morir aquí, ¡quiero regresar al refugio!... - exclamó mientras se cogía los cabellos con fuerza y tapaba su rostro en el regazo, completamente histérica, fuera de sí.

Irina no estaba. La realidad era aquella y la joven niña no se levantaría de nuevo. Lily parecía no poder parar de llorar, al menos hasta que una pequeña mano infantil tomó la suya. Era el joven que le había enseñado a hacer las pastas de mutaracha. Benz levantó la cabeza, tenía las mejillas enrojecidas y los ojos totalmente inundados. Lo peor de aquello era que los niños no lloraban, aceptaban su sino, y ella no estaba siendo el mejor ejemplo.

Tengo que parar... Tengo que parar ya...

- Vamos a las montañas, por los muertos no podemos hacer nada, pero sí por los vivos - le dolían sus propias palabras, pero alguien debía tirar del grupo y ella sacó fuerza de donde no la había. Sus palabras intentaban sonar seguras pero no, las lágrimas traicioneras continuaban, dejando en evidencia que estaba siendo sobrepasada emocionalmente - Hay que seguir - Y se levantó para dar un par de pasos en dirección a su objetivo, aunque para ellos significase "ninguna parte"

Bill acabó aceptando, al igual que Lily la cruda realidad en cuanto a la doctora, así como la muerte de la pequeña niña.

Aquel mundo exterior era cruel y despiadado a niveles dificilmente imaginables para carne de refugio como eran ellos, pero solo les quedaba adaptarse a ello o dejarse matar por él.

Ver a la pelirroja absolutamente derrumbada le encojía el corazón de una forma indescriptible y a él le abordaban de igual forma las ganas de llorar, pero quizá el ver a su amiga de aquella manera le ayudó a sacar fuerzas de donde no las tenía.

Tragando aquella inmensa amargura y aún con los ojos complétamente llorosos, se agachó y ayudó a levantarse a Lilly, quien ya estaba siendo consolada por un niño.

-Tienes razón, debemos seguir hacia las montañas...-dijo en un hilo de voz, al mismo tiempo que le rodeaba con el brazo derecho por detrás de los hombros, en parte para ayudarla a emprender la marcha y en parte para tratar de reconfortarla.

Encontrar el cadáver de la niña rompió el corazón de Freak y la incertidumbre de no lograr encontrar a la doctora no ayudaba.

¿Por qué? ¿Por qué tienen que pasar estas cosas?

Las lágrimas caían por el rostro de Freak hasta tocar las mejillas del cuerpo sin vida de la niña.

Esto tiene que ser un mal sueño. no. ¡No! ¡No es justo! ¿Por qué? Angelito...

Era el cuarto cadáver que Freak veía ese día, el cuál se estaba transformando en una pesadilla constante. ¿Era eso lo que les esperaba en su nueva vida fuera del refugio? ¿Una pesadilla sin fin?

El hombretón comenzó a llorar con más fuerza, podría tener una apariencia recia, imponente e intimidante, pero tenía el corazón sensible como nadie, y en esos momentos, lo tenía deshecho.

-Khooiiii hihiii... khoiiiihh.- Lloraba el sordomudo.

Los otros dos niños que había cargado junto a la fallecida se le acercaron y le abrazaron. No entendía cómo era que ellos se estaban mostrando más maduros, pero tampoco le importó, necesitaba esos abrazos como nunca antes y se refugió en ellos.

Había una máxima universal que decía: Los tiempos difíciles forjan personas fuertes, las personas fuertes crean buenos tiempos, los buenos tiempos crean personas débiles, los hombres débiles crean tiempos difíciles.

He crecido en la comodidad de un refugio y soy débil para este mundo, estos niños en cambio, son fuertes. Saben que no vale la pena llorar cuando aún estamos en riesgo. Tengo que ser fuerte. Tengo que ayudar a traer tiempos buenos. Tengo que hacerlo, por Lily, por los niños.

-Kah.- Ya está, llorar es un lujo que no puedo permitirme. Abrazó fuertemente una vez más a los niños antes de levantar a ambos para cargarlos.

Freak comenzó a caminar hacia las montañas, ya no lloraba pero su corazón seguía triste, tan triste que ni siquiera tenía lugar para sentir celos cuando el botánico abrazó a Lily.

El cuerpo de la pequeña permaneció enterrado para siempre bajo las arenas del yermo, de aquel lugar desolado que casi nadie se atrevía a visitar, y que representaba todo lo que el exterior podía ofrecer a sus habitantes, al menos en apariencia. Era difícil proseguir con aquella sensación de desesperación inundándolo todo y de haberle fallado.

Sin embargo, todavía llevabais otros tres pequeños con vosotros, tres vidas que Leyla había contribuido a salvar a cambio de la suya, por lo que os debíais a su sacrificio.

Debíais continuar.

Regresar al refugio era una opción, pero a lo mejor ya no había nada a lo que regresar. ¿Acaso no había sido diezmado por aquel monstruo? Ahora vuestra única oportunidad era encontrar protección en algún otro lugar y el más próximo lo teníais delante, en la forma de montañas que parecían cubrir todo el horizonte y que a cada paso, se alzaban como gigantes delante de vosotros.

Finalmente, tras lastimosas horas, conseguisteis llegar a ellas. Eran imponentes; eran enormes; y también, hermosas.

Al contemplarlas, vislumbrasteis una oquedad en lo alto, una especie de cueva que parecía abrirse en su ladera, pero el problema era... llegar hasta ella.

Tendríais que escalar.

Bill había tratado de distraer su mente fijándose en las pocas plantas secas con las que fueron cruzándose. Cualquier cosa era mejor que regodearse en su desgracia pero lo cierto es que era muy difícil el no hacerlo dadas las circunstancias.

Durante el largo camino, el grupo se mantuvo generalmente en silencio, ayudándose unos a otros en lo posible y, en parte aquello logro que alcanzaran al fin aquellas imponentes montañas que deberían convertirse en su primer refugio más allá de Finger Town.

Alzó la vista y señaló a la obertura que presentaba las montañas. Aquello sería un lugar perfecto para resguardarse por la noche y, quizás, replantearse su situación con algo más de calma.

Resoplando sonoramente y mirando una y otra vez hacia arriba acabó por  cargarse a dos niños a la espalda.

-Yo me encargaré de estos. ¿Alguien puede llevar al otro?-dijo no muy convencido de sus palabras, pero... ¿Que otra opción le quedaba?

La actitud de Bill para con ella había sido gentil, la ayudó a incorporarse y la rodeó con sus brazos para darle ánimos, algo que bien necesitaban todos los habitantes del refugio 252, pues los niños criados en el exterior parecían incluso más fuertes que ellos mismos, una clara diferencia entre haber estado continuamente entre conflictos, o haber vivido una existencia cómoda y segura. Aquella dualidad era algo sobre lo que reflexionar.

- Sí tenemos que seguir - afirmó la pelirroja a su compañero, no separándose de él a pesar de comenzar a caminar - Ya casi hemos llegado... - era una visión optimista tras ver la altura de las montañas, unos colosos que no iban a poner fácil es ascenso.

Lily giró su rostro hacia donde estaba Lucke, comprobando que tras el dolor inicial de la pérdida, momento en que cada uno de ellos había actuado de manera más o menos similar, volvía  tomar fuerzas para seguir avanzando, cogiendo a los niños a su cargo para llegar hasta un lugar seguro. La mirada clara de la pelirroja buscaba la de Freak, tan solo quería que la viera sonreír, para transmitirle de que todo iba a ir bien.

Las montañas estaban aún a varias horas de distancia, camino que recorrerían casi en silencio, al menos buena parte del mismo, hasta que la joven decidió dar algo de charla para animar los corazones.

- Bill..., esas plantas del camino ¿crees que podrán comerse?... Son algo secas, pero a lo mejor podrían hacerse en algún tipo de caldo... Si encontrásemos agua... - ella pensaba en lo que mejor se le daba, cocinar y elaborar platos, la diferencia era que nunca había carecido de materia prima -...¿Estás preocupado por Rose?... - era una pregunta que no venía a cuento, hablar de la chica que le gustaba quizás fuera una forma de hacer daño al joven, o quizás de comentar Rose, lo mucho que extrañaba a su amiga - Espero que la gente del refugio siga bien... - aunque después de lo de Irina, no lo tenía claro.