Partida Rol por web

- ¡Maldita sea! - Grito mientras hago fuerza para sacar la espada. Por fin consigo soltar la espada del carro en el que la había ensartado. 

Nada más conseguirlo lanzó una nueva estocada al que tengo más cerca. 

Martín lanza dos ataques contra el pobre asaltante fallando el primero y cortándole los tendones de la mano derecha en el segundo ataque. Provocando que el desharrapado pierda el arma y empieze a gritar como un cerdo en día de matanza.

Munio lanza también sendos ataques, uno de ellos destroza la cara de su adversario cortándole la lengua y mandándolo al cementerio por la suma de las heridas. EL otro sufre un ataque en el brazo izquierdo, aunque le duele, todavía es capaz de sostener el cuchillo y se lanza a por Munio.

Serena se centra en su oponente, y aunque falla el primer ataque, el segundo deja un profundo corte en el brazo izquierdo de su atacante. Si sobrevive le quedará una fea cicatriz.

Erón ataca, pero el cansancio y las heridas hacen mella en el pues falla su ataque.

Alonso saca la espada y cansado y resignado por sus ataques infructuosos anteriores descarga su furia contra uno de los dos desharrapados que están con el destrozándole las costillas y matándolo en el acto.

El desharrapado que está con MArtín lanza sendos ataques, el primero impacta en la cabeza del almogavar y el segundo se pierde.

El que está con Serena falla el primer ataque, pero en el segundo descarga toda su furia sobre la pirata dejándole marcada la cara y apunto de la inconsciencia.

El resto de los bandidos hacen lo que pueden, pero atacan con mas ganas que pericia y fallan sus ataques. Los que están con los mercaderes parece que están ganando terreno.

Las piernas de Erón flaqueaban, pero sabía que su vida dependía de ello, de manera que exprimió todo el resuello que le quedaba para intentar mandar al infierno a su contrincante.

El desharrapado al que me enfrentaba había conseguido alcanzarme plenamente con su ataque, abriendo una fea herida en mi rostro.

Siento como las pocas fuerzas que me quedan me abandonan mientras el dolor recorre todo mi ser. Intento, aún así, permanecer consciente, pero me es imposible, y apenas noto cuando mi cuerpo choca contra el duro suelo. Segundos después todo se vuelve negro a mi alrededor.

El tajazo en la cara resultó un ataque mucho más desagradable de lo que pretendía Munio. 

- ¡Mira ho!... no era menester dejar un cadáver tan feo para los zorros pero.... ¡él lo buscó! - le dijo a su otro atacante al tiempo que se lanzaba a por él.

Justo en ese momento vio como otro de los desharrapados tenía a bien imitar su golpe pero contra la cara de Serena esta vez. - ¡Ye cabrón! ¡Atrévete conmigo a ver si me llegas siquiera a la nuez! Ven paca ven, que te voy a hacer otra sonrisa a la altura'l furacu...

-¡Hideputa!- Volvió a gritar el mudéjar al sentir el corte en la cabeza. El bastardo caía más su visión se vio enrojecida por la sangre. Intentó limpiarse su ojo con la manga antes de dedicar una mirada a su entorno. Varios habían caído pero aún quedaban algunos bastardos que podían menguar el equipo.

-¡Aguantad! ¡Aguanten!-. Gritó al tiempo que cargaba contra uno de los bastardos que tenía más próximos.

El mandoble que descargué sobre uno de los malnacidos que me atacaban cumplió su objetivo. Muerto uno al fin.

Con presteza volví al ataque sobre otro de los que tenía encima mientras con el rabillo del ojo veía como la pirata se desplomaba a varios metros de mi. - Jodido lo tienes pirata, ¡levanta, moza!

MArtín coge velocidad y viendo a Serena indefensa con su oponente apunto de saltarle al cuello le suelta un tajo con su bracamante que le corta la pierna y lo manda al infierno

Munio suelta una estocada en el pecho al desharrapado y corre a socorrer a Serena, pero cuando llega ya está el trabajo hecho, Martín ha sido rápido y eficáz.

Erón parece un Dios vengador del bosque y lanza sendos ataques sobre su oponente, uno de ellos a la cabeza arrancándola de cuajo y rodando esta por el campo de batalla.

Alonso lanza dos ataques a su oponente pero falla miserablemente, su rival intenta devolver los golpes pero está asustado por la masacre que hay en el campo de batalla, suelta el cuchillo e intenta huir, pero el caballero le arranca de un tajo el brazo y lo manda con el resto de sus compañeros.

Vista la masacre, los pocos asaltantes que quedan huyen hacia el bosque alguno intenta llevarse a algúno de los suyos caidos, pero la mayoria están demasiado cansados y derrotados para intentarlo siquiera. HAbéis ganado, pero Serena está malherida, mas de la mitad de los comerciantes muertos, entre ellos el Chato. Los animales huidos y los que no han huido están muertos. Los comerciantes lucen alicaidos, ellos no están acostumbrados a esto, y los véis que van recogiendo lo que pueden cargar de los carros.

Los bastardos huyeron en desbandada, apenas parecían quedar hombres sanos, les interrogarían más adelante... Después de otear el horizonte se centró en quien tenía más próxima.

-Mujeres con armas... Mala idea-. Bufó el mudéjar al ver el rostro de la mujer herida a quien acababa de salvar la vida. -¿Alguien sabe como hacer un remiendo?- Preguntó mientras se entretenía limpiando su arma.

-Me temo que yo no, compare- respondió el cazador a Martín-.Conozco algunes plantes, y sé de cuales se usan para remedios y curas, pero no tengo os conocimientos para prepararles. Ni siquiera para hacer unos remendos, como decís, y que a mí tampoco me vendrían nada mal...

Si ninguno de sus compañeros tenía la pericia necesaria para sanar, Erón preguntaría entre los comerciantes que siguieran con vida.

-Mujeres con armas... Mala idea

- ¿Mala idea? ¿Has visto eso? - dijo Munio señalando la cabeza arrancada del cuerpo de uno de los desharrapados que se enfrentaron a Serena - Pues no tiene huevos esta. ¡Vamos mujer! ¡Que no ha de haber sido para tanto! 

Munio se había arrodillado junto al cuerpo de Serena intentando ver si podía hacer algo por ella, aunque sus conocimientos de sanación no iban mucho más allá de arrancarse un padrastro sin que se le infectase el dedo.

Por fin se había terminado la escaramuza con aquellos hideputas. Me acerqué a un lateral del camino y limpié la sangre enemiga de mi espada con la hierba.

Después me acerqué a uno de los carros y cogí una cantimplora que vacié sobre la cara de la pirata que aún estaba inconsciente.

- ¡Cuidado con la ola! – Grité mientras le vertía el agua a la moza, intentando no soltar una carcajada.  

La pirata se incorpora lentamente, en parte por los cuidados de Munio, en parte por el agua que le ha echado Alonso.

Véis que uno de los comerciantes se dirige a vosotros, el resto ya han cargado todo lo que pueden cargar y parece que se marchan.

-Nos vámos, en mala hora decidímos tomar este camino-

Al lado vuestro uno de los asaltantes intenta arrastrarse, parece gravemente herido.

Al ver que Serena recobraba el conocimiento Munio se relajó y fue a calmar al otro Martin, al de las crines y bridas, y a localizar a su perro, pues en la batalla había perdido de vista a ambos. 

Tras comprobar que su corte de animales seguía a su lado se fijó en el resto del grupo y vio como los comerciantes parecían querer arrancar de nuevo. 

-Nos vámos, en mala hora decidímos tomar este camino-

- No sé si el camino, o parar en este lugar tan abierto. Pero está claro que no fue muy buena decisión - contestó Munio - En todo caso todo quedó en un brusco despertar, al menos para nos - terminó mientras señalaba los cadáveres de los asaltantes. Cadaveres casi todos, pues uno intentaba reptar quién sabe sin con alguna intención más alla de escapar con vida. 

- Hombre... si aún le queda fuerzas a alguno - dijo mientras le pisaba en los riñones para que parase - ¿Dónde vas amigo? ¿A buscar refuerzos?

-Ande vas zagal. –Añadió el mudéjar con el fin de apoyar las palabras de su compañero. Su tono de voz no estaba exento de desprecio-. ¿Queríais robar y acabasteis escaldados por los adultos? Ya estás hablando o voto a Dios que usaré vuesas entrañas pa un ritual satánico. –Tras dedicar una mirada a sus compañeros para aclarar que estaba en broma, pues no quería toparse con la iglesia, extrajo nuevamente el bracamante de su guarda para subrayar sus palabras.

-Sus aviso que la paz en la maldita vía la va a encontrar vueso alma.