Partida Rol por web

Aeris devuelve la mirada a Nanaki - no te preocupes por mi, se cuidarme - creo dice para sí terminando la frase que muy valiente le hace parecer - lo siento señor pero creo que continuaremos nuestro camino si no alguna objeción más - en estos momentos estaba hablando con el extraño que había aparecido como de la nada.

La calle solía estar desértica, pero tendrían que darse prisa o podría pasar lo que habían evitado desde que salieron de la iglesia.

El tipo parece algo dubitativo y continúa mirándoos inquisitivamente, pero finalmente asiente.
-Está bien... pero si me entero de que organizas follón tendré que volver y poner en marcha mi brazo- da unos golpecitos en su extraño antebrazo metálico con una sonrisa de orgullo antes de apartarse a un lado.

-Pero si no lo haces y te pasas por los Suburbios del Sector 7 podéis pasar por el "Séptimo Cielo", su dueña hace unos asados deliciosos- ríe sonora y desprocupadamente y finalmente decide marcharse más relajado de cómo había llegado, dejando que prosigáis vuestro camino hasta la zona de caravanas y tienduchas, dónde llamáis la atención de algunos que a pesar de ello no os dicen anda y so dejan proseguir hasta la casa de Aeris.

Pasa con un poco de preocupación ya que la gente los mira pero aun así no dicen nada espero que sea porque no se hayan dado cuenta piensa intentando convencerse de que no es porque ya hayan preguntado por una criatura de esas características y pueda llegar a ser una trampa.

Después, ¿qué piensas hacer? Pienso que lo más seguro sería ir con los "enemigos de tus enemigos" - dice copiando la frase dicha anteriormente por el desconocido - creo que con ese brazo puede sacarte de la ciudad - dice caminando hacia la puerta de entrada de su casa - puede que mi madre esté en casa por lo que debería de entrar primero para explicarle... la situación - Aeris pensaba que al entrar con Rex XIII su madre se sobresaltaría y sus gritos llamarían la atención de los vecinos - ¿qué dices, esperas fuera? - la chica seguía mostrando esa clara y bella sonrisa a su amigo para que no se preocupara.

Miro a Aeris y le digo -Seguro, no hay problema-
Ella entra a la casa y yo me siento al costado de la puerta mirando hacia la calle.
"Llegando a este punto, que debo hacer? por ahora no puedo volver a casa, ellos me buscarían alla. Pero tampoco puedo quedarme con ella, solo los dos, seriamos un blanco facil. debería buscar a gente que no le guste como se hacen las cosas por aquí y unirmeles. de esa forma evitar que me capturen nuevamente, y quien dice que hasta podríamos destruirlos.
sigo sentado mirando la calle, mirando para todos lados, atento a cualquier cosa sospechosa.

Por suerte la casa de Aeris está más alejada de las chabolas, en una zona dónde incide ligeramente al luz solar permitiendo el crecimiento de varias flores en su jardín, parece que la muchacha tiene buena mano con las plantas.
La casa da una imagen acogedora, de dos plantas y construida en madera y en buen estado, parece invitar a pasar a cualquiera pero aún así Nanaki espera afuera pacientemente mientras su nueva amiga se adentra.

Elmyra, su madre, está en la cocina preparando unas deliciosas empanadas de carne, su aroma se expande por la casa y se diluye por la ventana abriendo el apetito.
-¡Aeris! Llegas un poco tarde, me había empezado a preocupar... ¿cómo ha ido hoy la venda?- pregunta en tono cariñoso a pesar de la pequeña reprimenda mientras mira de reojo la cesta de su hija. Parece que hoy no ha ido muy bien...

Al entrar en casa ve a su madre preparando la comida - tengo que pedirte algo... - intenta que Elmyra se ablande - he invitado a un amigo a comer, Rex XIII pasa - dice casi a voces - es una criatura muy especial, no hace ningún daño así que no tienes porque preocuparte mamá Aeris estaba feliz, como si a una niña le hubieran comprado un perro por navidad.

Esperaba que su madre reaccionara mal, que gritara y que se pusiera nerviosa por la presencia de su nuevo amigo, pero aunque el aspecto pueda llamar su atención negativamente aun peor sería cuando le escuchara hablar - tiene hambre, espero que podamos ofrecer un plato a mi invitado, mamá.

-¿Un amigo...?- pregunta con curiosidad Elmyra girándose hacia su hija. Ciertamente ese nombre es de lo más raro y no recuerda que Aeris le haya hablado de él antes, pero en cuanto Nanaki atraviesa la puerta la mujer da un respingo y ahoga un grito alarmada, retrocediendo un par de pasos.

-¡Aeris...!- protesta en tono de reprimenda antes de suavizar su expresión con un suspiro. Desde luego a su hija siempre se le antojaban cómo amigos los más extraños y desamparados, no iba a ser esta una excepción...
-Estás segura de que no hará anda extraño, ¿verdad?- pregunta antes de buscar un cuenco que llena con parte su empanada de carne recién horneada, dejándolo en el suelo y apartándose un poco.

-Lo ultimo que quiero es importunar, señora. es solo por esta noche, después vere para donde me dirijo.-
me acerco al plato en el suelo y empiezo a comer despacio, tenia hambre pero no por eso debía mostrarme como un predador, lo ultimo que quiero era seguir asustando a una madre que se preocupa por su familia.
Al cabo de un par de minutos, toda la comida del plato fue ingerida. -Ha estado todo muy rico, muchísimas gracias. y perdone mis modales por haber empezado a comer primero-

-Ohh...umm... está bien no pasa nada... Gracias por el cumplido- la madre de Aeris aún parece bastante conmocionada con el nuevo amigo de su hija, pero aún así recoge el plato del suelo y no se opone a que se quede ni empieza a dar gritos histéricos, lo cuál sin duda es positivo.

Se queda junto a la pica y empieza a fregar los utensilios de cocina utilizados antes de girarse un poco.
-Aeris enséñale la habitación de invitados para que descanse un poco, seguro que está agotado...- comenta tras haber contemplado el hambre demostrada por Nanaki.

Aeris asiente con una sonrisa a su madre y después observa a Nanaki, haciéndole un gesto con la cabeza para que la siga hasta el piso de arriba, en el cuál hay varias puertas cerradas en un pequeño pasillo de madera bastante amplio que cruje un poco bajo vuestros pasos.
-Mi madre cocina de maravilla, ¿verdad?- comenta con una risa jovial antes de abrir la primera puerta que os encontráis.

-Puedes descansar aquí todo lo que necesites hasta mañana...- entra adentro y coloca unas cuantas flores de su cesta en un pequeño jarrón de la mesita de noche.
A parte de esto sólo hay una cómoda con cajones, la amplia cama debidamente hecha con sábanas y colchas y una ventana que deja entrar la luz del día y el sonido de algunos pájaros del jardín.

-Si te duele algo puedo intentar sanarte- se ofrece al fijarse en las marcas y cicatrices que cubren el cuerpo peludo de su nuevo y enigmático amigo.

La habitación es perfecta, humilde pero preciosa hasta en el mas mínimo detalle. y la luz que entra por la ventana le da cierta calidez al ambiente.

-La verdad, no esperaba tener tanta suerte. realmente, tenerte como amiga es una bendición-

me acerco hacia donde Aeris se encuentra
-Si quieres puede ponerme algunos vendajes, asi no ensucio con mi sangre la cama-

una sonrisa, unos ojos que demuestran agradecimiento y un pensamiento...
"No he olvidado lo que es ser querido, pero me he desacostumbrado a ese sentimiento"

-¡Vas a hacer que me ponga colorada!- exclama la muchacha algo avergonzada pero sin perder su amable sonrisa. Niega con la cabeza haciendo que su larga trenza ondule con suavidad.
-No son necesarios los vendajes, se me da estupendamente la Materia de curación, ¿sabes?- le guiña un ojo cómplicemente y extiende sus pequeñas manos hasta depositarlas cerca del lomo de Nanaki, empezando a desprender un brillo verdoso y suave que llena de calidez el cuerpo de su nuevo amigo y sana sus heridas en pocos segundos.

Aeris asiente satisfecha con el resultado y mete la mano en uno de sus bolsillos tendiéndote una esfera de materia, también verde cómo la que acaba de utilizar.
-No creo que me vaya a servir mucho, me gustaría que te la quedaras. Es de Hielo...- te la acerca un poco más, insistiendo en su regalo.

Mis ojos se fijan directamente en la piedra de color verde que se encuentra en la mano de Aeris. "La materia Hielo, sera una buena arma para poder defenderme y para atacar si sera necesario"

-Gustoso acepto este maravilloso regalo de tu parte, Aeris.- digo mientras tomo, con un poco de torpeza, la materia de las manos de ella. la coloco al costado de la almohada y me recuesto en la cama acurrucándome.
Trato de decir algunas palabras de agradecimiento, pero antes caigo rendido por el sueño.

El primer sonido que percibo es el de unos pájaros cantando en la ventana. abro mis ojos. me siento relajo y descansado. parece que he dormido todo el dia, ya es de mañana.
En la mesa de luz encuentro flores frescas, con un olor distintivo. son las flores que se encuentran en el jardín de la vieja iglesia.
En el suelo una vasija con agua y un plato con un poco de comida.

Me levanto de la cama, tomo el regalo de Aeris y me dirijo hacia la puerta. salgo al pasillo y me perfilo hacia la puerta de salida.
"Lo siento Aeris, debo dejarte con tu familia. No puedo dejar que corran riesgo por ayudarme. Su seguridad vale mas para mi que mi libertad."

Te alimentas debidamente, sintiéndote lo suficientemente descansado y curado para salir de esta extraña ciudad sin poner en peligro a tu nueva amiga, pero lo que no esperabas es que ella ya se encontrase en el piso de abajo sacudiendo el polvo.

-Por fin te despiertas dormilón, tendrías sueño atrasado, ¿no?- ríe graciosamente por lo bajo y se gira hacia ti con una sonrisa -Supongo que ya has comido... ¿Iremos al sitio que nos digo aquel hombre?- pregunta haciendo referencia a la "invitación" de Barret, sin embargo algo te alerta y eriza el cabello del cogote. Has visto a alguien acercándose a la puerta de la casa, sin duda.

Con mi ojo "bueno" veo una sombra detras de la puerta de entrada. me paro herguido y muestro un poco los dientes.
-Hay alguien afuera, escondete. me pueden estar buscando- digo y hago un salto para esconderme detras de un mueble.
Vuelvo a mirarle y Aeris todavía sigue parada, con cara de descreimiento.

-Vamos, ocultate- mi voz empieza a sonar un poco dictatorial, pero sin perder amabilidad y dulzura.

Era un poco reacia a pensar que alguien pudiese haber encontrado su casa y más buscar a él aquí. Con rápidos movimientos Aeris se esconde donde puede espero que no le estén buscando, necesitamos encontrar a ese hombre... a lo mejor puede ayudarle piensa mientras está escondida a la espera de quien entra.

Tiene sus materias preparadas por si hicieran falta sanar a Rex en batalla - mi vara - murmura mientras busca con la mirada su arma, aunque no es muy diestra con el arma se defiende medianamente bien con ella.

Ambos os escondéis detrás de algunos muebles, por suerte Elmyra parece no encontrarse en casa, probablemente haya salido un rato a pasear o a comprar... Mejor así, pues si hay problemas no se verá envuelta en ellos.

Pasan apenas un par de segundos de tensión antes de que fuera una voz de muchacho exclame con entusiasmo:

Cita:

La muchacha se queda helada un instante antes de reconocer la voz de Zack, casi no puede dar crédito, después de 84 cartas sin respuesta y tres años desaparecido llama a su puerta con el entusiasmo de un niño, cómo si apenas hubiera pasado una semana desde que se vieron...

Escondidos tras unos muebles, Veo Que Aeris a quedado petrificada. Su cara demuestra mucha alegría y nostalgia, algo que me parece contradictorio. "Él debe conocerla, sino no le llamarla por su nombre. Aunque también podría ser una trampa."

Luchando contra mis instintos, me le acerco y le empujo con el hocico. Ella me mira y una lágrima cae por su mejilla. -Ve- le susurro y señalo hacia la puerta de entrada.

Aun asi, yo permanezco escondido y listo para atacar. "En caso de que sea una trampa, yo me defenderé."

Es... él dice para sí sin creerselo del todo y como acto reflejo se levanta mirando hacia el lugar de donde proviene la voz - ¿Zack? ¿Eres tú? - estaba tan sorprendida que no demostraba la felicidad que podría llegar a tener si no estuviese tan absorta en sus pensamientos - después de tanto tiempo, ¿eres tu de verdad? - esperaba que fuese producto de su imaginación como tanta otras veces que notaba como el viento pronunciaba su nombre, esperaba la respuesta, aunque no muy convencida.