Partida Rol por web

-A los Dioses no les afecta el paso del tiempo, ellos son eternos y seguirán estando cuando nosotros dejemos de estarlo. Así que no te preocupes por el templo, entiendo que primero hay que satisfacer la necesidad de la mayoría del pueblo -doy un nuevo trago al vaso, saboreando y refrescando mi reseca boca-. Un altar es un buen comienzo, siempre que no se quede sólo ahí. Son muchos los que buscan el favor de los Dioses, puede que se nos quede pequeño en pocos días.

Muestro una sonrisa amplia, no quería tampoco que Darío se viera obligado a prestar más atención a mi propia petición que al resto de proyectos que necesitaba la ciudad.

-Dime, ¿hay algún buen escultor entre nosotros? Sé que tu eres constructor, y de los mejores que tenemos, pero no sé si eres capaz de crear belleza de un trozo de piedra.

Xril y Darío se encuentran tomando algo de vino rebajado en lo que bien podría llamarse la única taberna del pueblo, el lugar no es mucho más que el frente de una casa atendido por la esposa del propietario, un hombre con algunas vides en sus tierras que hace un vino medianamente respetable aunque nada excelente ya que las tierras de la zona no son las mejores para ello.

Maximiliano aparece seguido por 20 de los hombres que saben utilizar un arma, aunque el armamento que llevan es algo escueto.

-¿A qué se debe la escolta? -giro la cabeza para mirar a Maximiliano-. Tómate un descanso, bebe algo de vino y relájate, así lo manda Dionisio -levanto el vaso, a modo de brindis improvisado y doy un trago- ¿ha pasado algo? Los extranjeros desaparecieron poco después de tu partida, se intentó, pero decidieron irse. Imagino que estarán con el resto de su grupo, en las afueras.

Que hubiera un número considerable de hombres armados con él llamó mi atención, pero desconocía a que se debía tanto movimiento.

Lo mira desde su caballo pero agradece que sea asi para tener la ventaja en altura.

Buscaba al lider, me alegra que se haya presentado antes que sus hombres cometan una idiotes. comento mientras miraba de reojo al hombre con el que estuvo hablando.

Le he traido a su hombre para negociar en buenos terminos una alianza. dijo yendo rapidamente al punto, envainando de nuevo la espada.

-No es momento de beber, debemos estar alerta. Estos hombres estaban observando nuestra ciudad con mucho interés y a nuestras gentes. Creo que aparte de comerciantes, son una avanzadilla. Muchos hombres muy bien armados, mi intención era atraparles para negociar con los de fuera, pero no los has podido retener. Dioses, no nos pasa nada bueno!-Max estaba muy alterado y estaba perdiendo los nervios, cosa que no le solía ocurrir

-Hay que estar preparados para un posible ataque. No entiendo porque ha vuelto Lorenzo todavía... que proponéis?

Pensando con rapidez esbocé una sonrisa y un pequeño truco surgió en mi mente.

-Necesito odres con aceite, un par de brazos fuertes y un arquero con flechas incendiarias. Si son un grupo numeroso no debería resultar dificil quemarles vivos a todos.-Doy un rapido sorbo al vino y tras dejar una moneda en la mesa voy con Max- A malas siempre podemos darles de beber este vino... Huiran asustados. 

Luego medito un segundo mas antes de añadir.

-Si la cosa se pone fea podemos lanzar los suministros para la muralla en la calle principal para bloquear su avance. Luego tu y tus hombres podreis iros encargando de los grupos aislados mientras los ciudadanos de a pie les apedreamos desde las casas y posiciones elevadas.

-El arte de la guerra, que es lo que precede cuando las negociaciones fallan, no es algo en lo que sea diestro. Así pues, cualquier decisión que vean oportuna, será aceptada por mí -continúo sentado, sosteniendo el vaso de vino. Ya estaba todo más que hablado, si eran un grupo que buscaban nuestro mal, la solución estaba en camino con los hombres armados, y ese no era mi terreno-. Imploraré a Ares para que nuestra contienda sea victoriosa con la menor pérdida posible, pero siendo algo tan repentino y sin un lugar desde el que rezar... no prometo nada.

Me levanté de mi asiento, incliné levemente la cabeza a modo de despedida y eché el paso en la dirección contraria a donde se encontraba ese grupo que había llegado a nuestras puertas. Poner la mayor distancia entre ellos y yo era mi prioridad ahora.

-Les deseo la mejor suerte en la batalla

- Dudo que fuera una idiotez - te contesta con una sonrisa que es coreada por las risas de sus hombres - Pero ya que estamos hablando como gente de bien, dime qué clase de alianza? Ni te conozco ni conozco a los tuyos, por qué debería de aceptar algo así?

Las águilas sobrevuelan el lugar y con ellas ves un buitre que se posa en una roca sobre sus cabezas. Algunos de tus hombres al notarlo se ponen nerviosos por lo que bien podría ser un mal presagio.

Max sonrió irónicamente ante las palabras de sus compañeros, negando con la cabeza. diciendo:

Señores, señores, que soy el maestro y médico de la ciudad, no soy general. Darío, la muralla todavía no se puede defender, y lo del aceite, dudo que tengamos, y además, no creo que podamos sorprenderles...

Creo que si deciden atacar, estamos jodidos. Iré a la muralla a mirar cuales son sus movimientos, si atacan, rezad a todos los dioses. - dijo marchándose hacia la muralla con los hombres.

Maximiliano partió con quienes le habían acompañados, que se mostraban nerviosos ante la posibilidad de un combate. Xril se aseguró de alejarse lo suficiente del peligro y poco más tarde se encontraba en el centro de la ciudad, bastante alejado de la  muralla en construcción.

Darío al ver que los demás se iban no tuvo más opción que ir a la muralla para intentar reunir todo lo que pudieran tirarle al enemigo aunque al estar el terraplen aún siendo levantado no había altura donde colocarse. Estando en la muralla ya podría pedir a quien fuera que comenzaran a reunir todo el aceite que pudieran.

Sin embargo, al llegar a la muralla donde el trabajo se había detenido para ver a los extranjeros, notaron que ya no quedaba nadie allí. Habían vuelto grupas y tan rápido como llegaron desaparecieron. Hacia el sur según lo que indicaron los hombres que les vieron salir de allí tan rápido como sus monturas se los permitieron.

Si deseas conocernos, me presento. Soy Lorenzo he venido junto a mi grupo a caballo, a ver un problema que parecia tener la ciudad de Maro. comenta al apurado para ninguno lo interrumpa.Luego de haber visto la ciudad y las fuerzas que la defieden, he preferido hacer un trato con ustedes. comenta sonriendo con malicia.

Se ve que los tuyos olvidan algo, yo tampoco los conosco a ustedes. Pero aqui estoy proponiendo una Alianza que nos llenara de riqueza y esclavos, ambos tenemos un ejercito aunque no necesariamente numeroso para encargarse de toda la ciudad en una noche. explicaba con mas paciencia.

Era importante saber que tramaban aquellos hombres. Se giró inmediatamente hacia el capitán, y le dijo:

- Que dos de tus hombres tomen un caballo y cabalguen a toda prisa hacia aquella dirección- señaló hacia donde decían que se habían marchado. 

Luego se dirigió al capataz de los constructores, y le dijo con seriedad:

- Hay que trabajar más rápido, si vuelven con malas intenciones, y no tenemos las murallas preparadas, arrasarán esta ciudad.

No podía dar la voz de alarma ante esta situación, sólo eran un grupo no muy numeroso y confiaba en las capacidades de mis semejantes para aplacar dicho ataque. Quería creer que los dioses estaban de nuestra parte una vez más, porque sus caprichos no nos beneficiaban del todo.

Una vez llegué a donde me reunía con mis seguidores*, di algunas breves indicaciones. Si la cosa se ponía difícil, tendríamos que estar preparado.

-Que un par de vosotros se acerque a las murallas, puede que las cosas se compliquen. Mantened esto en silencio, si ocurre cualquier cosa, hacedle caso a Maximiliano o a Darío.

También dejó a uno de sus seguidores a la espera, si los soldados entraban en acción habría heridos, y los médicos de nuestra ciudad deberían estar listos para restañar sus heridas si así fuera necesario. Sólo los mandaría a llamar si descubre que ha pasado lo peor, sino ocurría, no había necesidad de alarmar a nadie.

- No te conozco - te responde con desprecio - Y puede que seamos bandidos pero no estúpidos

Una mirada basta para que las piedras comiencen a caer sobre ustedes. Desde las laderas del desfiladero las piedras redondeadas vuelan para golpear hombres y caballos, uno de los tuyos cae cuando su montura se encabrita mientras que tú mismo recibes varios golpes en la espalda, piernas y hombros.

Ya lo veremos. logro decir en forma de amenaza, antes que les cayeran piedras.

Empezo a avanzar a toda velocidad con su caballo para adelante, ignorando a los hombres en las montañas. Muévanse ordene mientras sacaba la espada para matar a cualquiera que se atravesara.

La carga termina con la muerte de los hombres que te salieron al paso en la llegada. Un corte preciso rebanó el estómago de uno que no duraría demasiado en morir mientras que los otros cayeron bajo los golpes de tus hombres.

Algunas piedras más cayeron pero sin llegar a herir a ninguno de gravedad antes de lograr alejarse lo suficiente como para salir del rango de las hondas. Sin embargo bien podría no haber salida por aquel lado y el no conocer el territorio terminaría siendo una muerte segura, quizás incluso tuviera que dejar sus monturas. Una rápida mirada hacia arriba fue suficiente para comprender que quedarse allí más tiempo sería aún peor por lo que la única opción para poder sacar a los hombres de allí vivos era volver sobre sus pasos y salir tan rápido como pudieran, protegiéndose con los escudos quienes tuvieran.

El regreso fue bajo una lluvia de piedras lanzadas por hondas y algunas más grandes lanzadas con menos delicadeza pero tanto o más peligrosas que las honras. Al salir del desfiladero y mirar hacia atrás las risas de los bandidos les siguieron, 3 hombres no habían logrado salir, el primero que nunca había logrado subir a su caballo luego de caer y los otros muertos a causa de las piedras. Tan solo tú y 2 más pudieron salir y los 3 gravemente heridos, además el caballo de uno de tus acompañantes había muerto y este había salido vivo de causalidad gracias a la velocidad de sus pies. Tan solo quienes llevaban escudo sobrevivieron.

Ordeno a los que sobrevivieron usar el mismo caballo, volveria a la ciudad a contar lo sucedido. Volverian otra vez con mas hombres y destruirian a los bandidos.

Aunque con la condicion en la que habian quedado el viejo seria dificil de convencer. Saco el mapa y anoto el lugar donde se habia reunido solo por si acaso.

Cuando los hombres enviados a buscar a los supuestos comerciantes volvieron ya había caído el sol. Conseguir 2 hombres que fueran tras ellos no resultó tan fácil, fue necesario buscar a 2 de los hombres de Lorenzo que cuidaban el camino ya que ninguno de los que se encontraban allí se atrevían a ir y tampoco eran buenos jinetes. Lo que quedaba en la ciudad no eran más que hombres y mujeres trabajadores y aquellos que sabían algo de la guerra no eran verdaderos soldados.

Según informaron al volver, el grupo estaba no demasiado lejos. Les habían visto subir a un birreme y alejarse. Al parecer el peligro pasaba, al menos por el momento.