Partida Rol por web

El sonido de alguien golpeando la madera de la puerta les distrajo. El bastardo la había dejado entreabierta y pudieron ver a Symon tras ella.

-¡Eh, tú! 

Un hombre de pelo oscuro y malas formas se acercó a él señalando una de las puertas.

-No pienso compartir esa porquería de habitación con este tipo. Quiero una individual. 

El tipo al que se refería era un hombre curtido que tenía pinta de caballero, a diferencia del que se le había aproximado.

Gaia se acercó a la puerta y la abrió: ya había visto a quien había al otro lado pero aun así puso cara de sorprendida cuando vió a Symon al otro lado.

- Oh, hola. - dijo Gaia, saludando con la cabeza. Se giró a Alys - Lady Alys, está aquí Symon Arena. -

Se volvió hacia la puerta y sonrió, contenta de ver otra cara familiar. Le hizo un gesto a Gaia para que le dejase pasar. No sabía hasta qué punto era apropiado, según los Karlyle, que Gaia y ella recibiesen a un hombre en sus aposentos sin supervisión. Por otro lado iba a tener que bañarse en un agujero en el suelo de una cueva, así que tampoco estaba segura de que los Karlyle pudieran decidir qué era apropiado y qué no.

-¡Primo! -saludó. Dejó caer el frasco sobre el colchón, junto al lazo azul, y se acercó a Symon y a Gaia-. Pasa, por favor. Deja la puerta abierta. ¿Ya te has instalado?

Aun estaba perturbado de que mi nombre fuera conocido por nuestros invitados, pero eso no me impidió seguir realizando mis tareas. 

Atiendo al hombre que se me acerca.

-¿Disculpe? Lamento decirle que desconozco quién es usted, ni que problema tiene en compartir el cuarto con el caballero. Pero si me lo hace saber le buscaré una cama en la que no tenga que padecer la tara que usted encuentra en su acompañante. - "¿Y tu quien eres y de donde has salido?"

Symon obedeció a Alys. Era evidente que nadie deseaba atraer rumores innecesarios acerca de aquel encuentro.

-Duermo con Zane y menos mal. Así podré dormir propiamente, no sólo acostarme soñando con que cesen los ronquidos -dijo con una sonrisa-. ¿Y vosotras? ¿Habéis paseado ya por el castillo? ¿Es todo tan austero como parece?

-No hemos paseado, pero sí que es austero. Se bañan todos en agujero en el suelo, ¿verdad, Gaia? Cuéntaselo.

Joelle se aclaró la garganta:

-Me basto sin doncella, soy una persona de hábitos sencillos -dijo con una sonrisa-, pero agradece a tu señora su preocupación. ¿Se ha instalado Lady Alys ya?

-No tengo ninguna tara, pero parece que la Urraca tiene miedo de que no le trate de manera gentil -se sonrió el caballero. No parecía prestar mucho interés a la exagerada indignación del mercenario. De hecho si había alguien con derecho a quejarse por el compañero de habitación era él.

Otro caballero más joven salió de la habitación al escuchar a Konrad. También le había visto en el patio, pero ahora se había quitado la armadura y vestía una camisola.

-¡Ah! Por fin... No encuentro la bañera en la habitación. ¿Cómo es que nadie ha venido con agua caliente aún?

Una criada apareció en el umbral tras Symon.

-El baño está listo mi señora. Me han pedido que suba a avisaros.

-Lo haré. Igualmente si cambiáis de idea o necesitáis algo de lo que no puedan ocuparse los criados podéis requirir mi presencia. A Lady Audra no le molestará -sonrió-. Lady Alys está en su habitación y creo que están preparando las termas. ¿Querríais uniros a ella? Si es así puedo traeros paños limpios.

-No digo que usted tenga defecto alguno, ser. Solo que aquí el señor parece encontrárselos a su compañía.- "Tratarle de manera gentil ¿Acaso le gustaban los hombres? ¿A ambos?"- Lamento que me haya mal expresado. Espero encontrar una solución a su conflicto.

Esto se estaba llenando de hombres atractivos a increíble velocidad, no era el mayordomo, sólo el copero, ¿Qué había hecho yo para merecer esto? Notaba que no solo el nerviosismo crecía en mi.  

- Ser Zane, en este castillo se disfruta de una termas, señor. Las encontrará en la parte baja, a través de la última galería. Pero tengo que pedirle, por el pudor de Lady Alys Norwood, que espere hasta que le avisemos de que están al libre acceso de ustedes. Asimismo, me gustaría pedirle algo. ¿Le importa compartir el cuarto con el señor Keirstraider? Eso sería del agrado de todos los presentes y su amabilidad no pasaría desapercibida para el servicio.- "Que podría calentarte agua y hacer que te la lleve una doncella muy amable también."

Gaia se dedicó a arreglar un poco la ropa que habían dejado allí mientras ambos hablaban. Sólo giró la cabeza y miró a ambos cuando Alys le dió paso. - Sí, parece que... bueno, que todos se bañan juntos en las mismas termas. Como si fueran pobres. No sé, supongo que será porque si se bañan separados tienen frío... - dijo la doncella con una sonrisilla tonta

Escuchó al criado aparecer y asintió levemente. - Cuando desees, Lady Alys. -

-¿Todos juntos? Y eso que decían que en el norte era mucho más aburridos -rió Symon-. Bien, si vais a ir a bañaros, os dejo solas, señoritas. Voy a ver qué me ofrece este pedazo de roca.

Se despidió de Gaia con una reverencia y de Alys con un beso en la mejilla y las dejó a solas.

El beso, que no era tal, sirvió para que el dorniese le dijera al oído:

-Cuando todo esté solucionado, tú y yo nos bañaremos en esa terma.

Alys se giró mientras Symon se marchaba y se colocó con cuidado  el pelo detrás de la oreja. No parecía contenta con la aparición del criado. Se aferraba a todo lo que le resultaba familiar y, poco acostumbrada como estaba a no tener lo que quería, ver cualquiera de esas cosas apartada forzosamente de su lado le resultaba extremadamente molesto.

-De acuerdo. Imagino que todo lo necesario estará abajo en las termas, ¿verdad? -le dijo al criado. Se volvió hacia la cama sin dejar de rascarse suavemente el lóbulo de la oreja-. Coje nuestros vestidos -le ordenó, y cogió el frasco de perfume.

Duncan jugueteaba con dando vueltas con el dedo en el borde de la copa.

-Bien, como ya sabéis tenemos invitados- dijo, con tono aburrido-. Quiero que su estancia aquí en Montespino sea digna de su gran clase y sobre todo haga honor a nuestra casa. No quiero ni un solo problema mientras estén aquí ¿ententido? Ni problemas con la estancia, ni problemas con la comida o la bebida y sobre todo problemas con el servicio.

Se puso de pié y avanzó hasta estar más cerca de sus caballeros-. Y sobre todo no quiero que nos causen problemas a nosotros. Si el lobo quiere una boda, boda tendrá, pero a nuestro modo.

-Ser Maynard, ¿seríais tan amable de preparar para mañana una cacería de monte en honor a los recién llegados? Que vean como es la montaña en todo su explendor- Se giró hacia Morton-. A vos Morton os pido un gran favor, vigilad a ese bastardo de mi sobrino, seguramente quiera divertirse a costa de nuestros invitados. Tenéis manga ancha para hacer lo que os plazca si creéis que está haciendo algo malo...

 Abrió los brazos una vez hubo terminado, para que ellos se expresasen

-¿Alguna cuestión o duda que os inquiete? Sed sinceros conmigo, os lo ruego.

El señor le había hecho un gran honor al darle de beber antes de los demás y Morton no lo desaprovechó. Logró decir - ¡Por Montespino! - sin que su voz temblara una sola vez y se bebió la copa de un trago. 

Luego ya llegaron los caballeros, los malditos, los cobardes... quizá el señor se daba cuenta instintivamente que los caballeros sólo eran leales a sus propias pieles, a sus propio honor, antes de a la casa de Karlyle.

El señor le mandó vigilar a Konrad Nieve, y Morton, parco en palabras por motivos obvios, asintió. Vigilaría al maldito criajo. Y el señor le había permitido... controlarle, si se divertía o ridiculizaba a los invitados, a Morton le preocupaba mucho más que se convirtiera en un peón presa de cualquier vileza que se les ocurriera a los sureños, asi que apretó los dientes, dispuesto a proteger el honor de la casa, al menos con esa tarea. Es un agujero en una armadura, y encima está dibujado con una flecha. Quizá sería mejor... 

Ante la pregunta del señor, meneó la cabeza, no tenía nada más que vagas sensaciones. Pero eran suficientes para estar preocupado.

Ninguno de los caballeros añadió nada de especial importancia. Al parecer todos estaban de acuerdo y se retiraron a disfrutar de lo que quedaba del día. A Lord Duncan lo dejaron solo con sus pensamientos y Morton se retiró a comenzar sus nuevas tareas. Había mucho que preparar para el día de mañana.