Partida Rol por web

—Eh, Jack...— saluda la voz de Franz otro lado. —... no te va a gustar esto pero, hace varios minutos una cábala de Carolina del Sur perdió contacto con una mensajera que se dirigía al Concilium de Boston, y que seguramente debió pasar por Quincy. Se llama Amelia, y es una Encantadora, como tú.— comenta.

—Lo que me llamó la atención es que la tía tiene fama de... temperamental e impulsiva. Y si estáis buscando a Ira o Pereza... pues... ¿ves a dónde quiero llegar?— continúa. —La cábala de Amelia os agradecerán si podéis echarle un cable para verificar que esté bien. Con algo de suerte, sólo se ha distraído por el camino o algo— dice, pero puedes percibir la duda en su voz. Y si te ha llamado en la madrugada, es porque él también cree que la desaparición de Amelia no es una simple coincidencia.

Ogma escudriñó el lugar con la mirada enfocada en diversos puntos. Su visión mágica le hacía percibir cosas que de otro modo escaparían a sus sentidos habituales.

- También noto culpa... y vergüenza. - Dijo informando a sus compañeros de Cábala.

Señaló finalmente en dirección a las tribunas. - A final de Agosto aquí murió un vagabundo. - Añadió tras hacer algo de memoria. - Dormía allí en las tribunas desde primavera. - Informó. - Se sentaba a observar los partidos de la liga infantil... pero acabó muriendo sin que nadie le ayudara justo debajo de las mismas tribunas. - Dijo acabando de explicar lo que recordaba relacionado con lo que estaba percibiendo.

Empezó a andar despacio y con cautela en dirección a las tribunas. 

- Posiblemente el espíritu esté ahí. - Avisó, aunque podía equivocarse. Tenían que estar preparados.

Morrigan miró en la dirección indicada por Ogma: ¿veía al espíritu?

Tanteó en sus bolsillos, buscando un objeto: una plaquita de latón con una inscripción en latín, que formaba parte de un altar desconsagrado*, que la Moros desenterró hacía tiempo en un viejo cementerio. Pensaba utilizar aquel pequeño objeto para su hechizo.

Niamh se sentía como si estuviera montada en un columpio que la mecía constantemente entre el sueño y el parque por el que caminaba sin casi darse cuenta. Se moría de ganas por echar una cabezada, y si no lo hacía era porque sabía que a su cansancio se estaba sumando la resonancia de Pereza que impregnaba aquel lugar, por lo que se esforzó por seguir con sus compañeros. Pero cuando Ogma mentó al mendigo muerto, sintió que debía hacer algo por vencer la desidia y, abrazándose a esa necesidad, conjuró un imago basado en el Arcano de Vida que sabía que la ayudaría a mantener la alerta. 

Seguí caminando, dejándome llevar por aquella inercia lánguida y que me conducía hacia el lugar entre ambas tribunas. Mis pasos eran lentos y no tenía ningún tipo de prisa por llegar. Suspiré, llevando los ojos hacia allí, y fruncí un poco el ceño al escuchar a Ogma.

—¿Pero puedes protegernos o no? —le pregunté al oír cómo se iba hacia otras cosas en su explicación.

Traté de afilar la mirada observando el lugar al que íbamos.

—Esto... —empecé a decir entonces, e interrumpí mis palabras para bostezar—. Estamos en un manantial de Mana. Y justo allí... —señalé con la barbilla hacia el sitio que había indicado Ogma, porque el esfuerzo de levantar el brazo no merecía la pena—. Justo allí está la fuente principal. Quizá se alimentó aquí y por eso ahora... —Sólo pensar explicarme me resultaba cansado. Señalé a Niamh—. Lo que dijo ella.

Jack se mordió la lengua para no decirle al tipo que sí, que estaba claro que se le había ido de las manos toda la situación. Y frunció el ceño al escuchar que les habían robado la identidad. Era dolorosamente consciente de ello y el único consuelo era saber que ya habían avisado al Concilio y a sus órdenes. Chasqueó la lengua. 

—Problemas, estoy seguro de que sí, los van a traer. Y no me hace ni puta gracia que haya por ahí un espíritu con mi cara. 

Sacó el teléfono al notar la vibración y escuchó a Franz. Cuando acabó, resopló.

—Entiendo, sí. Amelia. La buscaremos. Podría no ser nada, pero las coincidencias no existen. ¿Sabes algo más de ella? ¿Su apellido o cómo es su apariencia?

Tanto Ogma como Tyrrhenus parecen caminar impulsados mecánicamente por la inercia del sitio. Ambos finalmente toman la decisión de sentarse en la tribuna y ponerse cómodos. Al estar allí, parecen incluso olvidar sus preocupaciones y perder el interés por actuar o hacer algo más, incluyendo hablar. Ambos tratan de esbozar las mejores sonrisas a su disposición, pero ciertamente con aquel lugar tan acogedor, y con aquel día tan lleno de peligros y emoción, se merecían un instante para darse un respiro. 5 minutos... quizás algunos más. Total, no iba a hacer mayor diferencia.

Por su lado, Niamh y Morrigan los observan, resistiéndose apenas ante ese impulso de tomar asiento y descansar, mientras sus propios sentidos parecen revelarles elementos del sitio. Niamh se concentra en manipular su metabolismo, en aumentar su energía y llenarse de vitalidad. Sus mejillas toman un color rosado, como si estuviese agitada y su corazón aumenta el ritmo de palpitaciones, incluso su respiración se altera... y esto parece suficiente para contrarrestar los efectos relajantes del ambiente a su alrededor. Aún así, tanto Niamh como Morrigan comprenden lo que ha llevado a sus compañeros a sentarse, pero han logrado resistirse a caer presas del mismo instinto.

El mundo a través de los lentes de la muerte siempre deja ver corrupción y entropía a tu alrededor, sombras densas, y el conocido olor a muerte que es más fuerte allí en donde una vida se había extinguido recientemente. No te toma demasiado encontrar en aquellas circunstancias a un fantasma.

Allí, sentado en el escalón inferior de la tribuna, puedes ver la silueta translúcida de un hombre. Su ropa parece vieja y raída, su rostro muestra cansancio, y deja una impresión de descuido y abandono. Su cabello grasoso está mal arreglado y su barba crece de forma desigual, en parches de diferentes tamaño. Está allí, mientras sus ojos grises, observan al horizonte con una postura muy similar a la que tienen ahora mismo Ogma y Tyrr. Está muerto, sí, y a juzgar por su apariencia, es de quien hablaba vuestro compañero hace un rato.

Pero cuando volteas a verles, puedes ver como el color de ambos va disminuyendo, como si estuviese siendo drenado. Aquel efecto es obra del Espíritu que estáis buscando, y puedes ver como el Mana del patrón de tus compañeros de cábala alimenta aquel Manantial de forma lenta pero segura, extendiendo su influencia y su poder.

Sin duda alguna, uno de aquellos Espíritus ha poseído este manantial y está usando sus influencias y númenes para atraeros hacia él. Y aunque el sentarse pareciese una acción inofensiva, notas como el color de los rostros de Ogma y Tyrr va apagándose lentamente, siendo drenado por las influencias de lo que ha poseído el Manantial; y al mismo tiempo ves como aquel sumidero de Mana se va llenando de a pocos.

Entonces lo entiendes: El espíritu ha poseído el Manantial, y se está alimentando del Mana para llenarse de Esencia. Los Espíritus tienen un límite de Esencia que pueden albergar, pero pueden absorber todo lo que deseen... y este parece estar usando el Mana que está obteniendo para extender su influencia alrededor del parque, para aumentar su poder. A este ritmo y si no le detenéis, no sólo se alimentará de magos, sino que es posible que llegue a ser capaz de nutrirse de otros durmientes y seres vivos hasta que su poder se salga de control y cubra toda la ciudad.

Aquello era una crisis, una que, si no érais capaces de resolver pronto, probablemente iba a volverse crítica con el paso del tiempo.

La resonancia de Pereza está superpuesta en el centro del Manantial, justo entre ambas graderías. Allí es donde debe residir el espíritu y puedes sentir su influencia en todo el lugar. Ha poseído de alguna manera el sitio, y parece estarlo utilizándo para alimentarse.

Y aunque parece algo importante, no tienes muchas ganas de explicarlo. Seguramente te tomaría varias palabras y algunos minutos, te fatigarías, cuando podrías quedarte allí, en silencio, aguardando a que tus compañeros se den cuenta por sí mismos y te ahorren el esfuerzo de incomodarte.

—Amelia es su nombre de sombra, Jack— te responde Franz de forma franca. —Su cábala no va a compartirte su nombre real, al menos no hasta que estén seguros que está en peligro y que puede ayudar de alguna forma, y aunque haga parte del Concilio, tendrás que esperar a que traten el tema, lo que igual puede ser muy tarde para cuando se tome una decisión— comenta con rapidez. — Así que por ahora es todo lo que te puedo decir. Voy a pedirles una foto y algunos detalles más— responde.

Tras unos instantes te envía dos mensajes más:

Esta es una foto de Amelia:

Y luego un segundo mensaje:

Va en una motocicleta Hyundai, placa RXE-8172

Adam te observa detenidamente cuando comienzas a hablar y cuando realizas la pregunta te dedica toda su atención. Cuando terminas tu llamada, parece temeroso de abrir la boca, pero finalmente y haciendo un gran esfuerzo, se decide a hablar preguntándote

—¿A-alguien más ha sido... atacado?— musita con la garganta casi seca, con un reflejo de miedo y culpa en sus ojos. Se queda en silencio, esperando atentamente a que le des una respuesta, casi conteniendo la respiración ante lo que puedas decirle.

En mera cuestión de segundos, el hechizo de Niamh la imbuyó de la energía que necesitaba para sobreponerse a la Pereza. Sin decir nada, la Thyrsus escudriñó el parque, esforzándose por procesar toda la información y los detalles que había ido aparcando temporalmente en un rincón de su cabeza mientras había estado bajo el influjo del espíritu. Conforme lo hacía, su expresión de agitación adquirió un cariz preocupado, como si hubiera dejado de ser cosa exclusiva del hechizo y cada vez tuviera más motivos para tener las venas rebosando adrenalina.

—Chicos, despertad. Tenemos un problema. Pereza no solo se ha alimentado del manantial… es el manantial. Lo ha poseído, y está usando su Esencia para extender su influencia… ¡y seguir alimentándose! Ahora controla el parque, pero si sigue expandiéndose... —y fue entonces que se percató del color lánguido en los rostros de sus compañeros— ¡Eh, eh! ¡Tyrr, Ogma! ¡Despertad!

—¡Y se está alimentando de ellos! —advirtió a Niamh — ¡Intenta despertarles!

Debía saber cómo había muerto aquel hombre: quizá esa información les permitiera manejarlo antes de que fuese demasiado tarde.

Se dirigió a él, blandiendo la plaquita de latón al tiempo que ejecutaba la receta que tantos descubrimientos le había brindado en otras ocasiones. Aquel ente pertenecía a la Muerte, y Morrigan la urgió a desvelar cómo había tomado posesión de él.

Ogma no entendía qué le pasaba a Morrigan, o a Niamh... Ambas chicas parecían estar diciendo cosas un poco incoherentes... inconexas. Miró a su lado a Tyrr y le sonrió absurdamente antes de perder su vista en todos los alrededores.

Aquel lugar estaba genial. Destilaba paz y tranquilidad. Solo le apetecía desconectar de todo, puede que incluso acurrucarse un poco en la tribuna y echarse una siesta. Buah, ¿perdía algo por hacerlo? Seguro que no.

—Ah, claro tío —respondió, entendiendo sin problema lo que le decía su compañero de orden—. Vale, envíame lo que consigas. 

Esperó algunos segundos y cuando llegaron los mensajes, reenvió la foto al grupo de telegram de la cábala:

Esta es Amelia. Una maga que viajaba hacia Boston y que debía pasar por Quincy. Su cábala perdió el contacto con ella desde hace rato. Es Acanthus. Tiene fama de tener muy mala hostia. Parece una candidata perfecta para Ira. Va en una motocicleta Hyundai, placa RXE-8172. Creo que deberíamos buscarla cuanto antes. 

¿Cómo os va a vosotros? ¿Tenéis algo? Estos libros son una puta mierda. 

—Podría ser. No es seguro, pero una maga ha desaparecido en la zona hace rato y podría ser atrayente para el demonio de la Ira. 

Mientras esperaba respuesta de sus compañeros, echó otro vistazo a los papeles que tenía entre manos. Tenía la sensación de estar perdiendo el tiempo con ellos, pero no quería dejarlo todavía. 

Pffff...

Se mirase como se mirase, nos habíamos ganado un descanso. ¿Era consciente de que era peligroso? Sí, claro. Pero precisamente por eso debíamos descansar antes de terminar de acercarnos, ¿no? Más valía estar fuertes, o... Lo que fuera. Lo que fuera con tal de cerrar los ojos un momento.

Me senté en la tribuna. Escuché a Niamh hablar, pero sus frases eran demasiado largas y levantaba demasiado la voz. Me dieron ganas de estirar los brazos, de abrazarla y de que entendiese que podía estar más a gusto si simplemente se dejaba llevar. Era lo mejor para mi, para ella... Para todos. Además, se estaba tan bien cuando estaba en silencio.

—Chsss... —dije, sin hacer el esfuerzo siquiera de llevar un dedo a los labios—. Silencio, necesitamos un momento para... Para pensar... Nada más.

Bostecé. Apoyé la mano en el asiento, y luego el codo, y el hombro, y la cabeza. Esto sí que estaba bien. Cerré los ojos...

Y entonces me di cuenta.

Abrí los ojos y me incorporé sobresaltado, y sin mediar palabra me dispuse a abofetear a Ogma.

—¡Ogma! —le grité, como si yo no hubiera estado un segundo atrás con ganas de hacer lo mismo que él estaba haciendo—. ¡No es momento de eso, hombre! ¡Lucha contra ello! ¡Y protégenos de una puta vez!

Pffff...

Se mirase como se mirase, nos habíamos ganado un descanso. ¿Era consciente de que era peligroso? Sí, claro. Pero precisamente por eso debíamos descansar antes de terminar de acercarnos, ¿no? Más valía estar fuertes, o... Lo que fuera. Lo que fuera con tal de cerrar los ojos un momento.

Me senté en la tribuna. Escuché a Niamh hablar, pero sus frases eran demasiado largas y levantaba demasiado la voz. Me dieron ganas de estirar los brazos, de abrazarla y de que entendiese que podía estar más a gusto si simplemente se dejaba llevar. Era lo mejor para mi, para ella... Para todos. Además, se estaba tan bien cuando estaba en silencio.

—Chsss... —dije, sin hacer el esfuerzo siquiera de llevar un dedo a los labios—. Silencio, necesitamos un momento para... Para pensar... Nada más.

Bostecé. Apoyé la mano en el asiento, y luego el codo, y el hombro, y la cabeza. Esto sí que estaba bien. Cerré los ojos...