Partida Rol por web

10:30 h

Me levanté, completamente empapada de sudor. Sentía la boca seca y los latidos de mi corazón estaban descontrolados. Miré de un lado a otro de la cama, buscando ese asqueroso hedor que la noche anterior me había molestado. ¿Otra pesadilla?  Estaba segura de que estas eran las peores vacaciones que había tenido en mi vida: quizá la culpa no fuera de este extraño pueblo, aunque lo dudaba a horrores. ¿Qué estaba ocurriendo en un lugar como este?

Cogí mis cosas para darme una ducha rápida,  aunque me aterraba acercarme en esos momentos a un baño. Dejé el resto de mis cosas ordenadas en la maleta, puesto que me planteaba si debería marcharme de ese lugar en cuanto terminara de asearme- ¿Y Eva? No... ha sido un sueño. Ella estará bien. En cuanto me dé una ducha iré a visitarla.

Me di una ducha rápida y me vestí: una camiseta de mangas cortas de color celeste, unos vaqueros y unas zapatillas de deporte. Me dejé el pelo suelto, para que se secara con el viento. Tras terminar de ducharme fui hacia la habitación de Eva y llamé a su puerta- Eva, soy yo, Lydia.

Ya habrá bajado...- pensé al no escuchar respuesta alguna. Me coloqué bien el pelo, nuevamente, y me dirigí al salón donde solía encontrarme con el resto de huéspedes que se encontraban en aquel terrorífico lugar.

Steve bajó, vestido con una camisa de botones azul, de una marca importante, parte desabrochada por el cuello, llevaba tambien unos pantalones vaqueros claros y unas botas. Lo cierto es que el actor estaba más meditabundo que de costumbre, a penas había hablado con su esposa, no sabía que decirle sin parecer un loco.

Se subió las mangas de la camisa hasta el antebrazo una vez dejó las escaleras atrás y le ofreció la mano a Aisha, la miró un segundo y sonrió un poco, estuvo tentando a decirle algo, pero al final no lo hizo.

Seguía a su marido por detrás por las escaleras mientras se colocaba bien unas horquillas en el pelo, para evitar que al comer le molestara en la cara. Llevaba de nuevo un vestido con una chaquetita de punto y unas sandalias, no sabe a que hora será la fiesta.. pero ya va arreglada para ella, aunque la verdad no tiene ganas de ir.

Sonrie levemente al mirar a su marido y coge su mano, acercandose más a él para apoyarse en su hombro, intentando parecer feliz aunque por dentro sienta bastante pena por culpa de ese maldito sueño.

- Tengo hambre..

Comenta mientras camina a su lado, aunque no puede evitar estremecerse al recordar todo lo del sueño.

- Cuando volvamos a casa, dormiré varios días.. aqui solo tengo pesadillas.

Lo último lo dice en voz baja, para que solo él la escuche mientras se dirigen a la sala donde suelen comer.

Bajo de las escaleras, y la sensación que dibuja mi rostro es la de un profundo cansancio: mis ojos rasgados entrecerrados maquillados con unas marcadas ojeras, seña inequívoca de una mala noche, que provocaban en mí una ligera sensación de ausencia de la realidad. Mis pasos son lentos, y mis bostezos, constantes: incluso una desagradable migraña picotea constantemente mi realidad, sin permitirme la relajación de la desagradable experiencia que me sofocó anoche. Visto una camisa marrón vieja, de mangas cortas, apropiadas para el desagradable y caluroso tiempo propio de la estación, unos pantalones vaqueros y unos zapatos también marrones que una vez mi esposa me compró en China. La meditación que hice esta mañana para alejar mi mente de los miedos de aquella pesadilla no me sirvió demasiado... aún debo perfeccionar mucho más mis conocimientos sobre el Budismo.

Al bajar, encuentro al matrimonio Rush y únicamente les saludo levantando la mano, en silencio. La desagradable migraña y los deseos frustrados de una noche pacífica no son precisamente dos factores que te hagan desear una conversación, así que me dirijo al comedor, deseando tomar algo, para que así, tal vez, la creatividad del señor Garrow me sirva para tener un suave placer.

Bajé las escaleras hasta reunirme con mis compañeros.  Las ojeras se marcaban en mi rostro, aunque habían sido algo difuminadas a base de maquillaje. Llevaba una camiseta de mangas cortas de color celeste, unos vaqueros y unas zapatillas de deporte. Llevaba el pelo húmedo y suelto, para dejar que se secara con el viento.

Estaba ya bastante cansada de mi estancia en este lugar. Cada noche parecía peor que la anterior- Buenos días- propcuré mostrar una sonrisa al matrimonio y a Song. He llamado a la habitación de Eva, pero no me respondió nadie. ¿Saben si ya fue a desayunar?- seguía preocupada por el sueño que había tenido.  Quizá debiera tomarme unas verdaderas vacaciones, pero en otro lugar.

Steve asintió amargamente.

-Si yo..

Cayó en la cuenta, ladeó la cara para mirar a su esposa.

-¿Tu también?

Inquirió, aunque en el justo momento en el que bajaron el señor Song y la señorita Reed.

-Buenos dias ¿Mala noche?

El actor se acercó a ambos.

-Si vosotros también habeis tenido pesadillas, ya sería demasiada casualidad.

Vislumbro cierta sorpresa ante la intervención del actor mientras me paso la mano por la frente y suspiro con un gesto formado a partir de mi incredulidad ante lo que está sucediendo y las molestias del insistente dolor de cabeza que valientemente intenta provocar en mí una descontrolada pérdida de nervios.

- ¿Vosotros también? En mi caso sí... desde que vine aquí, todas las noches que he pasado han sido infernales, y eso que vine a descansar a este pueblo - comento, casi sin fuerza en la voz. Pareciera que mis continuos jadeos en la pesadilla me hubiesen robado hasta la facultad de poder articular palabras - Y sobre la señorita Moore... no sé nada, pero tal vez esté desayunando o haya salido a dar un paseo.

Garrow hace acto de presencia, con su habitual sonrisa, mientras os sentáis con miradas extrañas. Definitivamente, algo no parecía ir del todo bien, aunque esto no respondía a la magnífica mañana que asomaba afuera, dónde el sol lucía de forma espléndida y la temperatura era poco menos que perfecta. La sonrisa del conserje se ensancha al veros. Porta su habitual delantal y trae, desde la cocina, una carretita metálica ya conocida por vosotros donde descansan varias tostadas con algo de humo aún, croissants, bollería de diversa índole así como manteca, mermelada, cereales y todo lo necesario para daros un enorme festín aunque en cuidadas cantidades. Aparte, en la planta de abajo asoman varios termos, a juzgar por lo que véis, con café, leche y demás enseres.

En la mesa hay colocado cinco cubiertos, y Garrow otea el panorama extrañado, percatándose de la ausencia en la misma. Con un gesto adusto, y sin haber pronunciado aún ninguna palabra, os mira extrañado cuando llaman a la puerta insistentemente. Con la palabra en la boca, Garrow sonríe.

Disculpen la interrupción, mis queridos clientes. Temo que estoy extrañado, parece que a la señorita Moore se le han comido las sábanas. Suelta una pequeña risotada por lo bajo. Y ahora llaman a la puerta, diantres. ¿Quién será? Morlock suele llegar más tarde. Murmura mientras con presteza os deja los enseres en la mesa para vuestro consumo, marchándose después limpiándose sus delicadas manos en un pañuelo rojo que porta en el bolsillo de su inmaculado delantal.

Llegaron el resto de los invitados, saluda a todos, intentando sonreir pero el cansancio hace mella y parece ser que no es la única.

- Buenos días..

La pregunta de su marido queda en el aire cuando llega Garrow, se mantiene en silencio cuando se disculpa y toma asiento, es cuando se marcha cuando vuelve a hablar. Desde su sitio intenta ver quien es el que llama a esas horas.

- No la hemos visto, llevamos aquí un rato y solo habeis aparecido vosotros. Quizás estaba profundamente dormida.. parece que ninguno de nosotros ha pasado buena noche.

Comenta al ver las caras de cansancio y las marcas de ojeras en algunos.

Negué con la cabeza cuando Garrow se fue- Están siendo las peores vacaciones de mi vida, a decir verdad. Llevo con pesadillas estos días... - me rasqué la cabeza, pensativa. A partir de ahora no le haría caso a los panfletos que llegaban mágicamente a casa- Me alegro al menos de que Eva esté descansando, alguien parece hacerlo por fin.

Me encuentro sentado, tratando de aguantar el sopor de mis ojos, los cuales se encuentran muy disminuidos en fuerzas y suplican un descanso auténtico que ya varios días hace que no encuentro. Casi semejante a un sonámbulo, tomo un croissant con evidentes gestos de debilidad, fatiga y poca motivación por todas las situaciones presentes.

- Podemos llamarla en un rato de nuevo... y si no nos abre, ya si será un motivo para preocuparse - comento con bastantes aires de ausencia, tratando de reprimir un bostezo a través del clásico método de disimularlo con la mano. La verdad es que no me cansaré de pensar que esto no parece muy diferente del trabajo... - Pero seguramente esté cansada - añado, finalmente, antes de acercarme un vaso de café bien cargado, con la esperanza de que este me revitalice un poco.

-Gracias

Le dice al señor Garrow, forzando una sonrisa.

El actor tomó su café y se colocó varias cucharillas de azucar, más de la cuenta, le gustaba muy dulce, por una manía personal.

Acto seguido, Steve le dio un buen trago.

-Yo tengo pesadillas desde que llegué aquí, bueno, las tengo a menudo, pero las de aquí son más bizarras, como si yo no lo hubiera inventado.

Explica, en voz baja.

-Por no hablar de lo extraño que parecen todos. Un tipo, con el que casi me peleé, me dijo que me fuera de aqui, tal vez fuera una amenaza...pero no sonaba como tal, aunque él se esforzaba.

Eso ya lo explicó como si estuviera divagando.

Asentí escuchando a Steve, como si le diera la razón- Lo cierto es que... mis sueños tampoco han sido muy normales desde que llegué aquí. A decir verdad mis sueños no suelen ser muy agradables, por lo que no me alarma la idea... pero es tan raro... no me gusta este lugar- sentencié, totalmente convencida de lo que había dicho. Golden forest estaba resultando más macabro que mis horas extra en la sala de autopsias.

Miré a los presentes. No tenía intención de dar una mala imagen, pero quizá necesitaba hablar con alguien y Eva, la persona con la que parecía haber cogido más confianza, se encontraba indispuesta, o esa sensación me daba, aunque me asustaba el pensar a qué podría deberse su retraso.

La conversación se detiene cuando entran Garrow, con semblante serio, y detrás el policía al que alguno de vosotros conocistéis y que no daba muy buenas sensaciones: pelo blanco, mirada perdida y rostro inexcrutable conformaban un enjunto cuerpo uniformado en lo que daba la imagen del típico sheriff americano.

Este os mira, saca un puro con tranquilidad, muerde la parte de la boquilla y luego, sacando un mechero metálico, lo enciende con parsimonia. Tras una profunda calada, es Garrow el que comienza a hablar.

Eh....señores, señoritas, temo que nuestro querido sheriff querrá hacerle algunas preguntas acerca de la señorita Moore. Me parece que...sí, sí. Mejor que lo diga él.

El sheriff, inhalando humo como si de una chimenea se tratase, sostiene el puro con los dientes y comienza a hablar con calma, sin levantar la voz, frío y denodado acento que no parece admitir algún tipo de queja. Caballeros, señoritas. Esta mañana un vecino ha encontrado el cádaver de la señorita Eva Moore en la entrada del pueblo, cerca de este hotel. Le había sido extraído el estómago, el corazón, los ojos y arrancados el dedo anular e índice de cada mano. Hace una pausa, y mecánicamente, sigue hablando. Tras la información recogida, hemos determinado que el responsable de su asesinato, perpetrado esta noche, ha sido uno de los clientes de este lugar, es decir: ustedes cuatro.

Os mira con gesto frío, inexpresivo. Ruego me acompañen por las buenas a nuestra comisaría. Quedan detenidos como sospechosos del asesinato de Eva Moore. Comenta sacando de la parte trasera cuatro pares de esposas.

Iba a responder acerca de los sueños, pero justo en ese momento vió entrar al sheriff con el dueño de la casa. ¿Qué querrá el sheriff de ellos? Seguro que se habrán quejado por lo del otro día.. Volvió su mirada a la mesa, como si de esa forma fuera a pasar desapercibida, que no la viera, aunque era muy poco probable.

Pero lo que dijo aquel hombre consiguió que emitiera un leve grito de sorpresa, de miedo, se llevó las manos a la boca y miró a todos con los ojos muy abiertos, ¿Eva había muerto?.

- Dios mío.. no puede ser.. pobre Eva..

Repetía una y otra vez, estaba realmente conmocionada, aunque no hubiera compartido mucha conversación con ella, pero era una persona que conocía. Las nuevas palabras del sheriff le hicieron mirarle asustada, despues miró a su marido y al resto.

- No no.. no es posible.. no hemos sido nosotros.. ¿Por qué ibamos a hacerlo? Sólo queriamos tranquilidad.. se suponía esto un lugar tranquilo..

Al escuchar las palabras del Sherif mi cara se puso blanca como la nieve. N... no ... no puede ser posible... ¿Cómo ha ocurrido? Esto tiene que ser un error... Eva... no escuché ningún ruido anoche, ella no había hecho nada. Además, nadie de aquí... y ella no saldría... ¡Son ellos! ¡Es este maldito pueblo! Mientras mi mente se paraba a pensar en distintas explicaciones las lágrimas comenzaban a aparecer y los pelos se me iban poniendo de punta- Esto ha sido por la pesadilla... ¡Yo vi cómo moría!  No, no, no... eso era una pesadilla, nada más. Solo que parecía tan real...

-Esto... esto no puede estar pasando- dije mirando a los presentes con un pequeño hilo de voz que se entrecortaba. Aunque no conocía a Eva demasiado la noticia me había dejado bastante afectada, ¿Cómo había ocurrido todo esto?- No... ¡nosotros no hemos hecho nada, Sherif!  Todo es culpa de este maldito pueblo...- murmuré para mis adentros.

Me quedé quieta, pensativa, esperando a que el sherif me pusiera las esposas. Esperaba que desde allí nos trasladaran a otro lugar, pues estaba deseando abandonar este.