Partida Rol por web

Lo que había contado era difícil de asumir, pero él era inteligente. Había visto señales en aquel sentido, y sabía que sus padres ocultaban algo chungo que no les querían contar. De cualquier modo, bien es cierto que el mundo de las altas esferas, que él comenzaba a conocer bien, se caracterizaba por aquella dualidad: todo el mundo tenía las manos manchadas, en menor o mayor grado. No había grandeza sin suciedad. Al menos ellos habían intentado disociarles de aquella parte negativa para que solo disfrutaran las ventajas.

La vió triste y preocupada, e intuía por lo que había dicho que ahora sus vidas cambiarían. Que la seguridad se volvería lo primero. Lo que no sabía era si aquello iba a devenir en una nueva guerra en la que los sicarios que presuntamente trabajaban para su familia tenían que matar a los del otro bando.

-¿Y ahora que vamos a hacer? Es decir... Creo que encerrarnos en casa y todo eso, no servirá para mucho más que para aburrirnos. Si temes que seamos secuestrados, es lógico, pero a diferencia de lo que nos has contado, a éste tal Yong no le odia todo el mundo, como si hacían con sus familiares. No podéis ir a por él así como así, no sin tener de vuestra parte a la policía y demás.

El razonamiento era tan analítico que le asustó. Él se planteaba los asuntos prácticos, centrándose en como recuperar la normalidad. Y eso la asustaba por que era exactamente como ella pensaba hacía dieciocho años. Quizá él fuera el sucesor perfecto para todo aquello... aunque él no quisiera.

Escuchó a su madre en silencio. El relato fue largo, y ella bebió un té, sentada en el suelo. Lo flipaba. Ella quería ser una tía de armas tomar, pero estaba dando cuenta de que había salido a su madre. Que tenía el mayor ejemplo posible allí, y que había estado haciendo un poco el tonto. ¿Quería emoción y fama? Allí la tenía. Le daba hasta vértigo ponerse a pensar todo lo que podía hacer para ayudar a la familia y convertirse en una especie de padrina. ¿Fantasioso? Quizá. Pero en vista de lo que estaba pasando...

-Mamá -dijo, carraspeando- No has tenido que... ocultarlo. Te damos las gracias por ello, pero habría sido mejor si nos hubiéramos preparado antes para ésto. Mentalmente, y como familia.

Se apartó el pelo con un gesto que Queen tenía también.

-Bueno, ahora dices que ya no hay marcha atrás, ¿No? En ese caso... habrá que actuar como un equipo. Quiero decir, si no me he equivocado por lo que has contado, tu no te conformaste con ser víctima y pasaste a la acción. Imagino que la familia del tal Yong serán así también, irán todos a una y serán unos bichos del cagarse.

Su padre la miró por aquello. No le gustaba que dijeran tacos.

-Nos llevan la delantera, mamá. No nos vas a poder defender a todos si llevamos una vida normal, no sin que cada uno llevemos siempre encima un equipo de guardaespaldas del tamaño del que lleva el alcalde o el presidente...

Parpadeó.

-Tienes que enseñarnos a sobrevivir a ésto. A poder echar una mano. No queremos ser solo víctimas esperando a que nos toque nuestro turno.

Todo encajaba, maldita sea. Eran los genes. No es que él quisiera ser un delicuente, es que su madre conducía coches a alta velocidad mientras le tenía en la tripa. Era el hijo de una señora del crimen asiática y eso molaba cantidad. Es decir, no es lo mismo ser el hijo de una tía pija y rica que les hacía dictados cuando tenían diez años para mejorar la ortografía y no le gustaba que frecuentaran malas compañías. Eso no está mal, sobre todo por el dinero, pero él quería una vida más emocionante.

Se había quedado con datos de la conversación, sobre todo con lo del tío Hwo y la tía Mary, que siempre le habían caído de puta madre. Y ahora entendía por qué.

-Si, Laila tiene razón. Hemos hecho el trasto por que nos aburríamos, y ahora resulta que eras una especie de agente cero cero seis con mallas ajustadas y una pistola grande. Joder, mamá... No sabíamos que molabas tanto -dijo en tono de broma.

Se rieron. En Estados Unidos todavía seguía de moda el tema del lumpen y los super asesinos. Había enraizado profundamente en la mentalidad social como algo cool. Cientos de películas y series alicataban esa forma de pensar.

-No, ya, en serio. Vas a tener que pagarnos unas clases de defensa personal y cosas así. Por que no me quiero quedar esperando a que me secuestren o me peguen un tiro. Y tampoco creo que tengamos que escondernos como ratones asustados. ¿No es tu ciudad, tu pueblo? Solo tienes que recuperar el control sobre las cosas, prepararte para la batalla.

Se rascó el cogote con un apunte de sonrisa.

-Yo te quiero echar un cable. Total, no voy para premio Nobel y lo sabes.

Los segundos entre que terminó de hablar y alguien dijo algo le hicieron temer lo peor.
Sus hijos eran lo más preciado, el fruto de su amor, aquello para lo que había estado trabajando, el futuro… Aquella revelación podía trastornarles y terminar de arruinar la frágil relación que mantenían.
Creía que eran el eslabón más débil pero les había subestimado. Por sus venas corría la misma sangre y los Choi eran de los que se crecían frente a la adversidad. En brazos de Fehr sonrió emocionada ante la  reacción de sus hijos. Se mordió el labio inferior en un ademán un poco infantil mirando a su marido, parecía que los niños habían salido a ella. Se encogió de hombros. Por mucho que ellos se hubieran esforzado en llevar una vida diferente y moldear a sus hijos de otro modo… los genes eran los genes y contra eso… no había nada que hacer. La cabra siempre tira al monte o en su caso… se pone unas gafas de sol,  se sube a un coche y se lía a tiros.
Asintió escuchándoles, era enternecedor (y un poco divertido) ver como se esforzaban por, desde su absoluto desconocimiento, ponerse a la altura. Eso parecía la constitución de la “compañía del anillo” ¡Ah! La juventud y su arrojo… había leído mucho sobre el tema (la adolescencia) y por más que se lo explicara era imposible que entendieran que era el peligro. Aunque había que reconocer que sus ideas eran bastante juiciosas. Eso era bueno ¡Muy bueno!
 Estiró un brazo para coger la taza de café. Dio un traguito. Golan lo hacía riquísimo y calentito, en pleno febrero entraba de maravilla. Siguió hablando apoyada en él
-Ahora mismo tenemos un breve espacio de tiempo de maniobra. Yong cree que estoy muerta, así que mientras no sepa la verdad se lo tomará con un poco de tranquilidad. Debemos aprovechar esa ventaja pero sin que parezca que hacemos nada, que no nos vea venir. Pediré a Lester que elabore un dossier y luego habrá que reunirse con Hwo para ver si ha detectado algún movimiento extraño por los bajos fondos- Sonrió –La información es poder- nunca imaginó que daría clases a sus hijos sobre “Como ser un buen mafioso y no morir en el intento” Hmmm! Buen título para una charla TED, pero como los magos, los mafiosos, nunca revelan sus trucos –nosotros por nuestra parte nos vamos a poner las pilas. Siempre surgen imprevistos y en ese caso toda preparación es poca. Vais a tener que aprender muchas cosas, y lo haréis de los mejores, viejos amigos de la familia y yo misma- Les miró de un modo nuevo para ellos, severa aunque amable  -Va a ser duro. Tendreis que ser disciplinados, concentraros y echarle sangre fría cuando haga falta. Aquí no vale escaquearse ni trolear, nos va la vida en ello…- bailó los ojos pensando –Por lo pronto, aunque os fastidie deberíais quedaros aquí unos días. Nadie sospechará, es el lugar más seguro y el más práctico para entrenar-
Se llevó una mano a la sien, a pesar del café las fuerzas tienen un límite, especialmente cuando te has salvado de un accidente aéreo.
-Creo… que debo pediros perdón por haberos mantenido al margen, pero vuestro padre y yo de verdad creímos que era lo mejor. Albergábamos la esperanza de que nunca tuvierais que pasar por una situación así. Espero que nos entendáis, era difícil incluso para nosotros mismos de digerir ¿Cómo os lo íbamos a explicar siendo niños? ¿Qué clase de padre le enseña a sus hijos que la violencia es algo normal?... No queríamos que fuerais como Gao o Yong… -
Bajó la vista y suspiró realmente agotada. Apoyó la cabeza en Golan, sonrió mirándoles.
-No sabeis lo orgullosa que me siento de vosotros en este momento- abrió los brazos –venid que os abrace-

Estaba mortalmente cansada y no era para menos. Los niños tenían muchas preguntas, pero tendrían que ser contestadas a tiempo. Se excusó y dijo que "tenía que ir a tumbarse", y casi se cae a medio camino. Al final fue él quien la tuvo que llevar en brazos hasta la cama. Estaba algo mareada, creía que posiblemente vomitaría. Golan estaba más que preocupado.

-Entonces... ¿Has saltado de un avión que se estrellaba? Veo que estás superando tus propios límites.

Se descalzó para subirse en la cama y abrazarla. Dejó que cerrara los ojos y disfrutara de un poco de silencio. Su cuarto tenía un buen aislamiento acústico. Lo habían hecho así cuando los niños habían crecido un poco, para que no se asustaran de... bueno, los ruidos propios.

-Tenías razón. Los niños han salido a ti.

Si por ella hubiera sido se habría metido con ropa y todo en la ducha pero la cama no le pareció un mal plan tampoco.
Asintió con la barbilla.
-Debo estar horrible. Caímos en el puerto y el agua esa está asquerosa…- intentaba mantener alto el ánimo. Apoyó un oído sobre el pecho de su marido, le sintió respirar, los latidos de su corazón… condujo uno de sus brazos para que la abrazara. Ya podía desmoronarse el mundo que si tenía aquello seguiría siendo inmensamente feliz. A veces  le daba miedo quererle tanto, era capaz de todo por él, eso sí… que temblara la Tierra el día que le faltara.
-Lo siento cariño… siento el susto, siento lo de Yong y siento lo de los niños- le miró como una niña arrepentida, tenía los ojos enrojecidos. Estiró el cuello para acariciarle con la nariz.
-Llevaba todo el día deseando que llegara este momento- respiró profundo y apretó los dedos estrujado el jersey de Golan. Tragó saliva, cada vez que cerraba los ojos le venían flashes del atentado –En el avión… en el casino… en la morgue… siempre que creo que voy a morir… alzó la vista hacia él ¿Sabes cual es mi último pensamiento?- Algunas lágrimas cayeron incontrolables pero sin quebranto  –Nuestro primer beso…- alzó la vista hacia él –Oh cariño… te quiero tanto…- ya no pensaba con claridad, había llegado al tope y lo único que quedaba era un montón de sentimientos revueltos.

Escuchó lo que decía, pensativo, y al cabo con una sonrisa en los labios. Había sentido, antes, aquella sensación que tan poco le gustaba. El vértigo de no saber si estaba viva o no, si todo salía bien o ser torcía irremediablemente. Pero ella tenía un don, el don de la suerte. Cualquier otra persona con esa vida ya estaría bajo tierra.

-Que cosas que me dices, de verdad -hizo burla, aunque luego se puso serio- Yo también te quiero, pienso en ti todos los días, especialmente cuando estoy fuera rodando. Se me hacen los días muy largos entonces...

Le dió un beso, dulce y cálido, y al cabo comenzó a reírse.

-Pues si que hueles mal, si. Anda, vamos a la ducha.

Se levantó con sorprendente agilidad y la cogió en brazos, llevándosela al cuarto de baño.

Aún se sonrojaba cuando le decía cosas dulces.
Nombrar los rodajes le trajo a la cabeza a la periodista insolente y el tema aquel de las fotos con “la ex”... Estaba viva de milagro ¿Por qué joder el momento con mierda? Bastante tenían ya encima…  prefirió disfrutar del momento. Su marido seguía teniendo una sonrisa deliciosa, “el mundo es mejor cuando sonríes” solía decirle, y esos labios tan ricos, jugosos y calentitos que besaban tan bien… y esas manos... y esas piernas, y ese culito... demasiada tentación como para resistirse ¡Ay que ver! La ciudad patas arriba y ella, que a esas horas debía estar muerta (en lugar de esos cientos de personas), poniendose caliente por momentos. La dualidad de toda existencia que diría Buda.
Tenían que hablar de muchas cosas, pero eso sería mañana.
-Cariño… has estado haciendo ejercicio? Estás más fuerte… ¿Tengo que preocuparme?-rió bailando las piernas-Hmmm… creo que podría acostumbrarme…- se refería a cogerla en brazos. Le acarició el pelo y volvió a besarle. Sí, estaba cansada pero no lo suficiente como para rechazar una sesión de sexo increíble en la ducha. Pobrecita ¡Que sacrificio! –Por cierto… me ha bajado la regla, aviso…- Nunca fue un impedimento, en realidad nada lo fue excepto la cuarentena tras dar a luz. Con los años había cambiado la forma de hacer el amor (como es natural) pero no la chispa, esa seguía ardiente como el primer día. Sus hijos estaban hartos de verles haciéndose arrumacos, las tardes de peli y sofá con final feliz eran complicadas con tres adolescentes en casa.
Se quitó los zapatos aún en el aire y luego brincó a la ducha encendiendo el agua. Dejó que la ropa se le pegara al cuerpo mientras se peinaba el pelo mojado hacia atrás con los dedos (Agua caliente ¡Por fin!) -¿Vas a hacerme compañía o te vas a quedar ahí mirando?- dijo, e hizo algo que a ambos les trajo gratos recuerdos, le tiró la camiseta a la cara. 

Había cosas que no cambiaban, por mucho que pasara el tiempo. Una de ellas era la pasión reencontrada una y otra vez, aún en los peores y más tensos momentos. Conviene, no obstante, no describir el color del agua que el sumidero se tragó, si no lo que pasaba un poco más arriba. Bueno, un poco más de un poco, para no rallar la pornografía. Manos en la mampara de cristal, haciendo surcos, y jadeos apagados el agua. La insonorización del cuarto se ponía a prueba una vez más.

Tras tan apasionado encuentro, cayó rendida en la cama, apenas vestida, tapada por el edredón nórdico y su abrazo. El jet lag hizo el resto, pero el despertador seguía puesto, se les había olvidado. ¿O quizá no? Se arrepentía del "plan de entrenamiento" de sus hijos y se levantó como alma en pena pidiendo café. Desayuno familiar, una rara avis desde que los niños tenían que salir pitando al instituto en San Fierro, y un trabajo extra para Golan, el amo de casa por necesidad. A veces contrataban a una cocinera y fregatriz, pero el asunto de los fogones era una cuestión personal suya. De hecho, a veces bromeaban sobre que debía hacer un programa de cocina. Ya había sacado dos libros sobre el tema, y la cosa dejaba de ser una broma.

Ya le tenía pillado el truco. Cocinar para semejantes osos requería una cocina grande y darle a la vez a diferentes sartenes. Tenían dos lavavajillas, y casi siempre después de comer o cenar llenaba uno con los platos que había gastado. Le encantaba cocinar, pero fregar era algo que odiaba. A veces, cuando querían castigar a uno de los niños, le sentenciaban a fregar los platos a mano... todo un desafío.

Después del pantagruélico agape, convenientemente vestidos (o disfrazados) con ropa de deporte llegaron a la instalación polideportiva indoor del complejo de la casa, que tenía de todo. En la planta de arriba, de hecho, había un pequeño gimnasio con máquinas y pesas. Había una zona de dojo con tatami, una cancha multiusos, pelotas de pilates y material para practicar escalada.

Ladlow estaba allí, y era cosa de ver que no llevara sus tradicionales trajes de chaqueta. Sudadera y pantalón pirata con zapatillas deportivas... eso se quedaría en la retina. Esperaba a que Queen decidiera como iba a organizarse el asunto, y en qué debía ayudar. Los niños tenían cara de no saber muy bien de que iba la película, pero pronto iban a enterarse.

El paraíso era dormir con Golan y quizás por eso no tuvo pesadillas esa noche. No se levantó ni para hacer pis, y menos mal, porque cuando sonó el despertador todas las magulladuras del salto le dolieron como púas clavadas bajo la piel. Tenía una pinta horrible, sentía las articulaciones entumecidas y de haber podido habría bajado las escaleras reptando como una oruga. Vistiendose vio que Ladlow la agarró tan fuerte que le había dejado moretones en las costillas. No quiso tomar calmantes por si acaso tenía alguna lesión interna y los analgésicos la enmascaraban. Si algo tenía que doler a rabiar mejor que lo hiciera y si era necesario irían al hospital, aunque si se echó sus cremas de la cara. Antes muerta que aparecer con bolsas en los ojos.
Los niños no se dieron cuenta, pero antes de despertarles con un toque en la puerta Queen les observó dormir tranquilamente, puede que fueran adolescentes pero aún conservaban cierta  inocencia y ella iba a ser la responsable de acabar con eso “Que triste que para proteger algo tengas que corromperlo…” pensaba…
Una vez los llamó y Golan se puso a hacer el desayuno Queen aprovechó para hacer unas cuantas tareas que habían quedado pendientes. Lo primero volver a escribir en el grupo de guassup general corroborando que estaba bien y que se lo había contado todo a los niños, lo segundo mensajear a Kwan para saber por donde iba, luego escribir a Mary y a Hwo para ver si podían reunirse. Y por último un guassup a Gupta para agradecerle de nuevo que la llevara a casa.
Salió un momento a la casa de “invitados” (ahora residencia de los seguratas) en busca de Ladlow para ponerle al tanto de lo hablado la noche anterior. ¡El tío era una roca! Sí, con arañazos y morados como ella, pero con una expresión como la de cualquier otro día. Le invitó a desayunar, él declinó educadamente. Cuando Queen estaba a punto de cerrar la puerta tras de sí se paró un momento con el ceño fruncido, retrocedió un paso y le miró. Dudó sobre que decir –Oye Tom… supongo que lo sabrás, o bueno…- sonrió nerviosa –espero que lo sepas… pero creo que debo decírtelo…  te debo mucho y no sé si consigo agradecértelo debidamente, para mí… no eres un empleado más- se llevó una mano al pecho – te considero de la familia…- parpadeó un poco avergonzada –Bueno… nos vemos luego en la pista cubierta-

Cuando Golan y Jon (que había salido cocinillas también) estaban terminando de poner todos los platos en la mesa Queen estaba con el portátil mandando un mail a Lester explicándole la situación y pidiéndole si podía elaborar un dossier intensivo sobre Yong y los actuales negocios de los Wu, el dinero no era problema. De fondo las noticias hablaban una y otra vez del atentado. No sabía muy bien como maniobrar de cara a la empresa (no dejaba de pensar en la novia de Maggie) y las autoridades “Otra cosa que tengo que hablar con Ladlow” se frotaba la barbilla, un mal movimiento podía ser también contraproducente para la empresa –Me pregunto qué país invadirán esta vez… pfffffff- soltó aire a carrillos llenos, el mundo se estremecía a causa de ella  “Toreno estará relamiéndose de gusto”. Hacía años que seguían mensajeandose (de higos a peras), un travieso toma y daca lleno de ironía. Le mandó un escueto “Cu cu”, eso le haría reírse seguro y de paso ella le ponía una vela a Dios y otra al diablo, que nunca se sabe…
Apagó la tele y se sentó con la familia. Su marido le puso delante un plato con tortitas que llevaban dibujado con sirope אני אוהב אותך,* se tomaron de la mano y él la besó. Luego de eso se abrió la veda, Golan podía estar contento viendo como disfrutaban lo que él cocinaba. De otro modo no se lo curraría tanto ni pensaría tan poco en la fortuna que se dejaban en llenar el frigo (los mellizos tragaban como su madre). Queen lo disfrutó con sumo placer, todo parece mejor, más bonito y más rico cuando vuelves a nacer.
-¿Qué vas a hacer hoy cielo? ¿Nos quieres acompañar?- preguntó a Golan. Recordaba los días en los que practicaban juntos krav maga y tae kwondo con erótico resultado.

Se adelantó a la cancha para hablar con Tom y ver como organizaban la cosa. Tenía algunas ideas, como “incentivarles” haciéndoles competir por la comida o despertarles otro día con una bomba de humo. También sopesó seriamente que papel adoptar y, aunque no tenía ni putas ganas, creyó que lo más adecuado era entrenar con ellos, así ella se pondría a punto y obtendría mejor respuesta de sus hijos.
Lo primero sería ver en que forma estaban con los clásicos, correr… flexiones… dominadas… y puede que ponerlos a escalar o darle las primeras nociones de autodefensa.
-¿Qué te parece el plan?- dijo a Ladlow.

Los adolescentes llegaron poco después con lo que ellos entendían como ropa cómoda, unos modelitos interesantes que decían mucho de cada uno. Queen por el contrario iba embutida en unas mallas negras iridiscentes, prendas que había utilizado amenudo para entrenar salto con Cletus pero que sus hijos no le habían visto nunca. 

Lo de los castigos no le moló. Es decir, era efectivo pero siempre y cuando tu entrenador no fuera tu madre, por que podías terminar odiándola. Por eso tendría que ejercer él el papel de "poli malo" y ella el de "poli bueno" para evitar que los niños se escaparan de casa a campo traviesa.

-Bueno, vamos a empezar tonificándonos. Se que algunos de vosotros hacéis deportes varios, pero vuestra madre me ha pedido que trabajemos todos los grupos musculares. Vamos a empezar con una carrera con método sueco. Cada vez que se de una palmada se pasa de trote a sprint, hasta la siguiente palmada. Luego haremos estiramientos y ejercicios de esterilla para fortalecer brazos y piernas.

Sacó un cronómetro deportivo del bolsillo y se lo puso al cuello.

-Bueno, comenzad a trotar. Vamos a recorrer la pista deportiva junto a la pared, pero ojo que no os quiero ver recortando en las curvas para no esforzaros.

Sesenta tacos y como una rosa. Correr con ciencia, haciendo economía del esfuerzo y administrando el caudal de energía. Lo flipante fue ver como hacía los ejercicios de la esterilla. Su mujer tuvo ganas de meterse con él en las duchas... otra vez.

Ah, tierna mocedad. Él estaba acostumbrado a correr, aunque fuera delante de la policía o por mero placer. Además, hacía parkour desde que era pequeño. Era uno de esos chicos que no serán muy listos pero están en forma. Lo que pasa es que cuando quieres destacar en los ejercicios, siendo un mozalbete, a veces te cansas demasiado por no saber administrarte el esfuerzo.

Y cuando iba por las flexiones ya estaba un poco rojo.

Ella no era muy deportista. Es decir, hacía cosas de deporte pero eran muy girly: spinning y bailes modernos, de esos de mover mucho el culo. Al gimnasio iba, como muchas otras chicas, a lucir tipín y ver como estaba el género masculino. A pesar de ello, mantenía el ritmo... medianamente, por que era joven. Tendría que mejorar bastante, por que en el ejercicio de correr se quedaba siempre la última, y en el de suelo se cansó enseguida con el tema de las flexiones, aunque a pesar de ello era bastante flexible en los estiramientos.

Entre Pinto y Valdemoro estaba Jon. La natación le sentaba bien al cardio, como pudieron comprobar mientras corría, ya que no tuvo ningún problema en adelantar a su padre y a su hermano pequeño. No obstante, le faltaba como a su hermana flexibilidad y aguante para los ejercicios de suelo, donde mantuvo el tipo más mal que bien, pero sin resultar desastroso.

A veces Queen era muy dura y no reparaba en que las circunstancias de sus hijos no eran las mismas por las que ella tuvo que pasar ni eran sus clones por mucho que se le parecieran, por fortuna  Ladlow le sacó de la cabeza el pretender hacerles pasar por un entrenamiento tipo mili coreana. En sus razonamientos, aun con lo serio que se mostraba, mostraban sensibilidad. En el sueldo no entraba el  “ayudar a ser madre” y en ese caso le estaba echando una mano de más.
Seguía agarrotada pero corriendo se sintió mejor, es lo que tiene calentar los músculos. Sin embargo cuando se puso con los ejercicios de suelo la cosa empezó a dar problemas. El brazo izquierdo cuando decía de dar por culo lo hacía del todo y esta vez lo hizo enganchándose a un nervio de la espalda. Si a eso le sumamos los morados y el desagradable efecto pasta de dientes haciendo flexiones con la regla… esa parte del entrenamiento a duras penas podía salir bien.
Al parar observó como Golan sacaba las tablas con sobresaliente, se puso burrísima, no sabía que les pasaba con la actividad física y la adrenalina pero les ponía a 1000 por hora. Se relamió pensando en el postre y de pronto le asaltó una sospecha, él nunca había sido un tirillas, pero hacía tiempo que no era carne de gimnasio (no se lo reprochaba) y ya la noche anterior se había dado cuenta de que estaba mas fuerte… “periodista de los cojones… arderás en el infierno”

No debió meterse en esos berenjenales tan pronto. Allí terminó, tumbada sobre la esterilla boca abajo con las piernas temblando, incapaz de sostenerse. Demasiada tensión y esfuerzo en poco tiempo. Golan se interesó por ella, que intentó seguir con el entrenamiento. Faisal hizo un comentario sobre que su madre estaba en baja forma, pero él lo calló con un gesto.

Habría que ir con más calma de lo que habían planeado. Tras entrenar lo suficiente, mandaron a los niños a que hicieran lo que quisieran, mientras no salieran del complejo de la casa de Paleto. Ella se levantó y caminó con cierta dificultad hasta el sofá del salón, donde la dejó sentada y fue a prepararle un zumo con abundantes proteínas y vitaminas. Su hija se sentó al portátil en el salón mientras que Faisal y Jon se fueron a sus cuartos, uno a jugar con la consola y otro a estudiar y hablar con sus novias secretas de internet, de esas con las que mantenía relaciones a larga distancia. La normalidad de una época que iba quedando atrás, a medida que sus hijos crecían y querían abandonar el nido.

Puso la tele, algo decepcionada. El día 1 de entrenamiento había resultado un poco full, pero tampoco iba a hacer que sus hijos se pasaran todo el día haciendo flexiones de sol a sol... por que al día siguiente estarían para el arrastre. Puso la televisión y buscó el móvil, recuperando poco a poco el control sobre sus músculos.

"El Califato Islámico ha reivindicado el atentado de San Fierro, mientras las agencias federales siguen investigando el caso. La policía japonesa ha detenido a tres operarios del aeropuerto de Tokyo acusados de sabotear los depósitos de combustible del fatídico vuelo JC-5678Y, mientras la cifra de víctimas asciende según la lista de pasajeros a bordo a 443 víctimas. Informaciones sin confirmar indican que la magnate de la cómida rápida, Sheon-Deok Choi-Fehr no estaría entre las víctimas, según las declaraciones de su hermano, el polémico modelo y actor Kwan Choi-Fehr.

El modelo, que ya se encuentra viajando hacia los Estados Unidos, aprovechó su paso por Europa para una visita relámpago a Londres, donde declaró su amor a la cantante Charli CX de forma pública durante una entrevista para el canal BBC Two."

(Kwan aparece irrumpiendo en el plató y se acerca donde está la chica que tiene cara de fliparlo, y se arrodilla delante de ella, que se mantiene bastante impasible pero con cara de estar rallada)

Kwan: He burlado a la muerte por una casualidad, y eso me hace valorar más la vida, lo que tengo, y a los que quiero. Y yo te quiero a ti, Charlotte. Y por eso he venido a verte y decírtelo en voz alta, delante de todo el mundo, a pesar de que me puedas rechazar. No quiero que seamos un rollo de una sola noche, si no mucho más. He puesto a Dios por testigo de que mi corazón es tuyo, y puedes hacer con él lo que quieras.

(La chica suelta un taco en inglés con marcado acento británico. Luego mira al cámara con gesto interrogante, y éste se encoje de hombros. Mira a Kwan como si decidiera que hacer con él, si darle una hostia o mandarle a la mierda. Pero a través del pinganillo su representante le dice que esa fama llevará su carrera a unas cotas acojonantes. Entonces, sonríe de forma encantadora y le coge por la camiseta, acercándolo para darle un morreo).

"Se rumorea que la cantante y el modelo han sido vistos en el aeropuerto de Londres y que habrían viajado juntos de vuelta al aeropuerto de Easter Bay de San Fierro, donde esperan los medios para que Kwan Choi-Fehr haga unas declaraciones sobre el estado de sus familiares".

Tenía los ojos como platos viendo aquello. Se había sentado cerca de ella abrazando una almohada, con la serotonina bombeando poderosamente hacia su cerebro, flipándolo.

-Como le gusta liarla al tío Kwan. Ahora se ha echado otra novia y por todo lo alto. ¿Que crees que irá a decir a la prensa? Su vuelo llega en unas tres horas.

El fijo sonó, con el número de derivación de la centralita de vigilancia de su casa. Lo descolgó y escuchó la voz de uno de los vigilantes.

-Señora, hay un coche en la puerta que desea pasar. La matrícula no se corresponde, pero a través del interfono y por la cámara la he identificado como la mujer de su primo, la señora Choi-Vialpando. ¿La dejo pasar?