Partida Rol por web

Peter mira hacia todos lados sin saber muy bien qué hacer, mientras Sally se sitúa junto a la trampilla, preparada para bajar. En ese mismo instante, Kintana suelta un vaso, que cae con un chasquido en el suelo, a una gran distancia. Entonces, todos oís un fuerte viento que proviene del sótano, y mientras intentáis vislumbrar a través de la oscuridad, esta parece subir hacia arriba como si de un remolino se tratara, con muchas más fuerza que la vez anterior. De repente, esa especie de viento negro, os golpea, empujándoos hacia atrás, y haciéndoos caer por el impulso.

Todos permanecéis tendidos de espaldas en el polvoriento suelo de la cocina. Mientras aguantáis la respiración sintiendo como la oscuridad ha invadido la cocina, pasados unos segundos, notáis que la luz ha vuelto, y abrís los ojos. Estáis a salvo o al menos eso creéis. Peter Crosswell está echado en el suelo a unos palmos de distancia de Sally y el padre Kintana. 

En el sótano, veis la luz que bajasteis hace un momento, alumbrando parte del lugar. Del mismo modo, la luz de la cocina parece iluminar ligeramente la entrada al sótano, mostrando unas escaleras.

Aquella espesa oscuridad parece haber desaparecido.

Aquella oscuridad parece oprimirte, y sujetar tus brazos y piernas. Te cuesta respirar, si bien aún no pareces estar ahogándote, las visiones y ruidos de aquel sótano te agobian, y pareces sentir un miedo antinatural que te consume. De repente, oyes el ruido de un cristal al romperse, y un fuerte remolino de viento se escucha en toda la estancia, y te mantiene con fuerza en el suelo, pasando a través de ti. Dura apenas unos segundos, en los que no te ves capaz de abrir los ojos. Finalmente, aquel extraño viento oscuro se marcha, y tu respiración comienza a volver a la normalidad, y notas tus brazos y piernas libres.  Sea lo que sea lo que estaba allí abajo, parece haberse marchado.

Entre la penumbra, que esta vez no parece asfixiarte o asustarte, te da la impresión de que estás en el sótano, y ves a unos pasos de ti, la luz de la trampilla, y la de la linterna que dejasteis caer al principio, que parece alumbrar una escalera. El lugar en el que te encuentras parece amplio, pero crees que con 3 o 4 linternas podríais iluminarlo por completo.

Aquella oscuridad parece oprimirte, y sujetar tus brazos y piernas con fuerza, mientras notas como poco a poco tus extremidades están empezando a perder la circulación. Por si fuera poco, te cuesta respirar, y sientes que te estás asfixiando, las visiones y ruidos de aquel sótano te agobian, y pareces sentir un miedo antinatural que te consume. De repente, oyes el ruido de un cristal al romperse, y aquellos tentáculos que parecen apresarte te sueltan. Un fuerte remolino de viento se escucha en toda la estancia, y te mantiene con fuerza en el suelo, pasando a través de ti. Dura apenas unos segundos, en los que no te ves capaz de abrir los ojos. Finalmente, aquel extraño viento oscuro se marcha, y tu respiración comienza a volver a la normalidad, y notas tus brazos y piernas libres.  Sea lo que sea lo que estaba allí abajo, parece haberse marchado.

Entre la penumbra, que esta vez no parece asfixiarte o asustarte, te da la impresión de que estás en el sótano, y ves a unos pasos de ti, la luz de la trampilla, y la de la linterna que dejasteis caer al principio, que parece alumbrar una escalera. El lugar en el que te encuentras parece amplio, pero crees que con 3 o 4 linternas podríais iluminarlo por completo.

Respiré un par de veces con calma para asegurarme de que seguía vivo y de que mis pulmones seguían funcionando.

¿Qué demonios había pasado ahí abajo? No tenía ninguna explicación racional para ello, pero al menos ahora fuera lo que fuera ya no estaba. Además podía ver, lo que me daba una extraña sensación de tranquilidad.

Me acerqué con pasos lentos y seguros hasta la trampilla y recogí mi linterna del suelo. Llamé a voz en grito a mis compañeros:

- ¡Padre! ¡Herr Käpitan! ¡Señor Crosswell! ¡Señorita Terman! ¿Están ahí? - mientras gritaba di un rapido vistazo a mi alrededor apuntando bien con la linterna. Me había parecido que Herr Käpitan había caído conmigo así que le busqué con ahínco. Además quería descubrir qué había sido aquél ruido de cristales rotos...

En el suelo apuntando con la linterna, en cuantas algunos trozos de cristal rotos. Seguidamente empiezas a enfocar con la linterna a otros lugares, y encuentras a Her Kapitän en el suelo a algo de distancia de ti. Notas tu espalda curiosamente empapada.

Me acerqué despacio hacia el Käpitan para ver si se encontraba bien. Fui alumbrando con cuidado el suelo para no pisar nada y tropezar. Y mientras caminaba palpé con la mano izquierda mi espalda preguntándome qué sería el líquido que empapaba toda mi espalda. Estaba preocupado, quizá era sangre pero esperaba que no...

- Herr, ¿se encuentra bien? -

Entrecierro los ojos para protegerlos de la luz de la linterna.

-Confuso. Y magullado. Perro bien, sí -respondo con la voz algo temblorosa.

-Ayúdeme a encontrar mi pistola, por favor, tiene que estar por aquí -digo mientras busco a tientas por el suelo a mi alrededor.

El Käpitan buscando a tientas con la linterna del señor Kellemport, encuentra a escasos pasos de él, su pistola. El suelo parece mojado, y la pistola también está algo húmeda.  El hombre parece ser consciente en ese instante, de que su camisa también está algo empapada. Al mismo tiempo, después de tantos años de servicio en barco, reconoce inconfundiblemente el olor a agua marina.

- ¿Tiene idea de qué demonios ha pasado aquí, Herr? - miro a mi alrededor mientras busco con la linterna. - ¿Vio usted también al niño? -

Me siento aturdido y realmente no estoy seguro de lo que ha sucedido...

Vuelvo a mirar escaleras arriba por lal trampilla a ver si hay rastro de la señorita Terman, o el padre Garibay.

-Meerwasser! -exclamo sorprendido- ¡Esto es agua marina! ¿No nota el olor?  Su ropa también parrese mojada.

Seco la luger con un pañuelo de tela y me la vuelvo a guardar en la chaqueta.

-Sí, ví al niño. Cogió mi pistola, perro no pude arrebatársela porque no podía moverme, ni tan siquiera hablar.

Me levanto.

-¿Cree que deberríamos regresar, o inspecsionamos el sótano?

-Vater! Frau Terman! -grito en dirección a la trampilla.

- ¿Agua marina? ¿En un sótano? Todo esto ha sido muy extraño, Herr. No estoy muy seguro de lo que ha pasado aquí abajo... Deberíamos avisar al Padre y a la señorita Terman y el señor Crosswell. Habría que bajar más linternas aquí abajo y registrar bien todo esto... Creo que los ruidos que el señor Crosswell escuchaba se originaban aquí abajo. - realmente el sótano me produce escalofríos. 

Alumbro bien con la linterna a nuestro alrededor y ayudo al Käpitan a acercarnos a las escaleras y la trampilla.

Espero que nuestros compañeros estén bien:

- ¡Padre, señora Terman, señor Crosswell! Miren a ver si pueden encontrar algo de iluminación y bajen aquí abajo. - 

¡Señor Crosswell, señor Crosswell! Exclamo zarandeándolo. Padre Kintana, ¿puede encontrar un poco de agua? Quizá así recobre el conocimiento. 

Con las manos temblorosas, el padre Kintana corrió en busca de un baso de agua. - ¡Pero que ha pasado? - desorientado, No sabía donde estaban, pues el golpe le había dejado algo aturdido.

No... No lo sé, padre. Miro al señor Crosswell y empiezo a preocuparme: No responde... No... ¿No estará muerto, verdad?

Parecía ser que estábamos en la cocina, asi que acerco el vaso de agua a la señora Terman con la esperanza de que pueda hacer algo para ayudar a Peter.

Peter parece respirar, pero no encontráis manera de despertarle, sigue completamente dormido en el suelo de la cocina. Abajo en el sótano, oís ruidos, probablemente Kellemport y el Käpitan, hablando entre ellos, o huesmando entre el sótano.

No recibís respuesta del piso de arriba, aunque oís ruidos que indican que debe de haber gente allí.

Miré a Herr Käpitan y mis ojos delataron mi preocupación. - ¡Vamos! Ya podremos investigar este sótano con calma más adelante. - a medida que mis palabras resonaban en la estancia me acerqué a toda velocidad a las escaleras y traté de subir para reunirme con la señorita, el padre y el señor Crosswell. 

Me temía lo peor...