Partida Rol por web

Eva resopla sonoramente, dedicándole una mirada ceñuda a Alan ante su idea, aunque era evidente que iba a exponerla y por desgracia esta vez no hay muchas más alternativas así que se limita a asentir mientras coloca a la pequeña entre sus brazos.

-Ten mucho cuidado por favor, sólo tienes que aguantar hasta que pase la hora...- o al menos eso esperaba, que pasado ese tiempo el poder de esos sere sy la niebla creada se esfumara tan ápido como llegó.

Espera unos segundos tensa en el interior del coche y una vez el cuco ha adaptado su forma y empieza a llamar la atención, se asegura de que sea lo que sea que está sobre el vehículo se centre en él antes de salir precipitadamente y correr hacia el cuartel con la niña a cuestas.

Eva cuenta hasta tres y sale disparada del coche. La niña se aprieta contra su cuello mientras la chica la lleva abrazada. La bruja ni mira hacia atrás, hacia el vehículo en donde está en este momento el monstruo más espantoso y bello que ha conocido. Entra en el museo y cierra las puertas tras de sí. Sus ojos quieren empaparse de lágrimas pero no puede permitírselo, tiene que llevar a la pequeña hasta las oficinas y para eso debe ir hasta la sala de egiptología.

-Cuidate Alan... -dice para sí.

Alan ve a la hechicera huir y llegar a salvo hasta las puertas del museo, que cierra con rapidez tras de ella. Él ya estaba arriba del auto, tratando de distraer al ser que había abollado la parte superior. Sin embargo no se veía nada cerca. La niebla cubría todo.

Lo importante es que Eva estaba adentro. Alan giró 180 grados, tratando de no perder ningún ángulo de visión y entonces sintió el primer golpe. Algo tironeó de él y lo lanzó por el aire al menos a 3 metros de altura. El joven logró caer con gracia pero seguía sin ver nada.

-¿¡Dónde estás!? -gritó haciendo acopios de fuerza. Entonces vió a la criatura. Medía al menos 2 metros de altura. Sus ojos eran rojos y brillaban como dos rubíes y su boca, enorme, tenía una hilera de dientes parecidos a los del tiburón. Su piel era negra, pero se volvía blanca cuando él lo quería sirviendo de camuflaje.

Eva se queda jadeando agitadamente unos segundos, más por nerviosismo que por cansancio ya que no ha tenido que recorrer demasiada distancia para llegar al museo.
Hecha un último vistazo a las puertas cerradas tras de sí y entonces se agacha hasta quedar en cuclillas, dejando a la pequeña frente a ella y sujetándola de la cintura para asegurarse de que la mira.

-Sé que estás muy asustada, pero ahora tienes que ser muy valiente y no hacer ruido, ¿vale? Yo cuidaré de ti, no te separes...- le sonríe cariñosamente y le peina un poco el revuelto cabello con sus propias manos antes de ponerse en pie y cogerla de la mano, empezando a andar con paso apresurado en dirección a la sección de egiptología que tan bien conoce, deteniéndose de vez en cuendo tras alguna pared o gran estátua para asegurarse de que no hay nadie más por el lugar.

No quite ojo de Eva, hasta que no me aseguré de que entraban al Museo. Entonces ya podía sentirme tranquilo, y enfrentarme contra lo que quisiera que estuviera merodeando por aquí. La niebla lo empañaba todo, no podía distinguir nada por mas que quisiera. Fue entonces, cuando fuí arollado a gran altura de un golpetazo.

Escupí algo de sangre al suelo. Por suerte había caido de cara, la postura perfecta para ver al artifice que me propinó el golpe. -Vaya, he de decir que no te esperaba así..- Con mis palabras no busco otra cosa mas que provocarle.

Me levanté y le miré a esos ojos como rubíes. Mantuve la mirada con él, desafiante como siempre. Tres segundos de máxima tensión y fué entonces cuando eché a correr hacia las puertas del Museo. Allí, podría distraerle con más facilidad que aquí aufera. -Todo insecto volador y diminuto, tenéis que ayudarme. ¡Ahora!- Corrí con todas mis ganas hacia los portones, a mi paso dejaba un infinidad de insectos voladores de todas clases; abejas, avispas, libélulas o mariposas.

Eva llega hasta la cámara egipcia y encuentra la puerta en donde debe ingresar el código para entrar a la cámara. Lo hace y lleva a la niña consigo. La puerta se cierra automáticamente a sus espaldas. En ese momento huele algo extraño, hay un hedor a azufre en toda la habitación. La mayoría de las laptops que estaban sobre la mesa están destrozadas. Camina, con temor, teniendo a la pequeña cerca en todo momento. Entonces lo ve...

Ludwig, está en el suelo, boca abajo, hay sangre todo alrededor. El jefe gárgola tiene en sus manos un celular.

Eva se relaja, tan sólo un poco, una vez cruza la puerta de seguridad junto a la pequeña sin problemas.
Kate y el resto comentaron que habían llegado hasta aquí o algo similar, pero sin duda se habían equivocado, no podían haber llegado hasta tan adentro...

Por desgracia sus esperanzas se desvanecen como el polvo en el aire al observar la sala y mucho más al apreciar el cuerpo de Ludwig, momento en el que ahoga un grito de espanto y se acerca a él corriendo, sin soltar a la pequeña de la mano.

Una vez junto al cuerpo se deja caer de rodillas y observa al que fue su jefe, casi su padre, con ojos llorosos y barbilla temblorosa.
Acerca su rostro al de él intentando percibir alguna señal de vida pero eso no parece probable así que se limita a besarle la frente cariñosamente y coger el móvil de sus manos, en el cuál mira la hora.

Cuando te acercas a Ludwig el sonido de su celular casi te hace dar un grito. Atiendes, tratando de no tocar la sangre y escuchas.

Es María

La criatura empieza a seguir a Alan mientras su poder invoca a gran cantidad de insectos. Sin embargo, el ser se vuelve uno con la neblina y los bichos quedan desorientados, no sabiendo bien cómo ubicarlo. En ese momento aparece detrás suyo y le lanza contra el auto. El golpe hace que prácticamente dañe el vidrio principal. Con la cabeza, adolorida y unos buenos magullones el cuco se vuelve a incorporar sabiendo que la pelea recién comienza.

Siento como una manada de insectos se van despegando de mi espalda. Sin embargo no logran cubrir al enemigo, ya que este se esfuma en dos para traspasar los insectos y propinarme un duro golpe que me devuelve de nuevo hacia el coche. -Ahh-

Con potencia me levanto y cargo contra él. -¡El tiempo se acaba!. Díme ¿qué es lo que piensas hacer?. Tarde o temprano morirás..- Mis brazos dibujan varios ataques de puños, primero con el izquierdo y después descargo toda la rabia con el derecho.

Eva no puede evitar dar un pronunciado respingo cuando el teléfono empieza a sonar, quitándolo de entre las manos de Ludwig con cuidado pero sobretodo rapidez, pues no le hace mucha gracia tener una fuente de sonido tan llamativa al lado.

-¿María...?- musita por lo bajo al descolgar el móvil -Acabo de llegar a las oficinas, han arrasado con todo...- mira alrededor con preocupación, tan sólo aliviada con el hecho de que falta poco para que "la hora crucial" acabe.

NO se por que me esperaba eso, tal vez la llamada de antes habia sido para avisarnos, cierro los ojos y me quedo pensativa un solo segundo antes de seguir con lo que tengo en mente.

Eva, estamos buscando al que queda, solo queda uno proteged a los niños con vuestras vidas si es necesario. Buscad ayuda de los que podais es necesario que no sigan adelante y si teneis que destruir este lugar donde estamos hacedlo.

Eva cuelga el teléfono, proteger a la niña, esa es la consigna. Entonces recuerda algo que la preocupa muchísimo: habían traído a las oficinas a Peter y a Ariel. Dos niños que habían salvado del hospital. Si Ludwig estaba muerto ¿Entonces qué habría sido de ellos? Eva tomó a la pequeña del brazo diciéndole que no se le ocurra separarse de ella ni un minuto. Miró la hora, eran las 3:05.

Accionó unos botones y entró en los pasillos interiores. Allí la cosa no pintaba mejor, las luces de emergencia titilaban con intermitencia. Indicaban la presencia de enemigos adentro. Al fondo estaban las salas en donde se estaba protegiendo a los niños. Eva conocía exactamente el lugar. Entonces sintió un ruido como de algo mojado deslizándose por el suelo. La niña se apretujó contra ella.

Había una puerta a la derecha que daba a un closet, una a la izquierda que daba a otro pasillo y hacia el fondo estaba la sala de los niños, precisamente por donde se oía venir el gorgoteo. También había ductos de ventilación, tanto arriba como abajo.

Los golpes de Alan dañan a la criatura, haciendo saltar unos hilos de sangre oscura de su barbilla. El monstruo se hecha para atrás, muestra los dientes y está por contraatacar cuando mira hacia un costado y se mete nuevamente en la niebla. Alan levanta los puños nuevamente y espera un poco. Nada. Sólo se yergue esa niebla fría y blanco azulina por todos lados. El muchacho se acerca a la misma, siempre en guardia, pero nada sale de allí. No tiene sentido para él el que el bicho desapareciera cuando claramente tenía la ventaja.

Mira su reloj y descubre que son las 3:05. A las 3:33 se tiene que llevar a cabo el ritual, sino el portal que esos demonios intentan abrir no se abrirá jamás.

María confirma que sólo queda uno de ellos, pero por el estado de la Oficina todo apunta a que se encuentra en ése mismo lugar, quizá luchando contra Alan en el exterior... y sin embargo acabó accediendo a darles la daga al resto del grupo. Lo más sensato es que vinieran a reforzar la protección de los niños, ¿no? Al menos eso cree la bruja, en la importancia de proteger al débil en lugar de sencillamente detsruir... pero poco importa, el caso ahora es que está sola y debería encontrar al resto de pequeños.

Ambas avanzan por el pasillo con cierta lentitud, incluso excesiva... pero silenciosa. Cuando el extraño sonido empieza a distinguirse y la pequeña se agarra con más fuerza, Eva da un respingo y apoya su mano sobre la espalda de la niña, demostrando de forma física que sigue ahí y no va a dejarla sola.

Se queda unos segundos con la respiración agitada, tensa, observando el fondo de pasillo y dudando que los pequeños sigan ahí, así que finalmente alza la vista y decide intentar subir a uno de los conductos de ventilación. Ser bajita y delgada debía tener alguna ventaja y desde ahí corrían menos peligro a ser vistas.

Eva sube con facilidad al ducto, luego piensa que la niña sola sería un acto peligroso así que baja y la hace subir a la pequeña primero, recalcándole que no debe hacer ruidos y que confíe en ella. La bruja sube luego y observa bien la dirección del ducto. Ella va a seguir adelante pero, suponiendo que habrá peligro debe decidir si la niña también sigue avanzando por el tubo de ventilación o se queda allí, en donde subió pero sin avanzar. Eva medita sobre esto, cualquier error puede significar el fracaso de todo el esfuerzo, más que nada sabiendo que lo que está ahora en las oficinas no es nada fácil de enfrentar.

Ambas consiguen subir hasta el conducto, por el momento sin demasiados problemas por lo que quizá nadie se haya dado cuenta de su presencia todavía.
Una vez posicionadas de forma incómoda en el lugar, la bruja observa a la pequeña indicándole de nuevo silencio mientras se queda pensativa y dubitativa acerca de cuál sería el orden adecuado... ambos muy arriesgados.

Finalmente accede a que la pequeña vaya primera para poder verla y controlarla en todo momento, insistiendo para que vaya despacio y sujetándose a alguno de sus tobillos a menudo.
El avance es bastante lento pero prefiere que sea seguro, cuantos más minutos pasen más cerca del fin de la pesadilla estarán.