Partida Rol por web

En uno de los muchos bares de Karma tres personas esperan sentadas alrededor de una mesa. Es un bar pequeño, justo en la ribera del río, una cabaña infame donde los pescadores fluviales se reúnen al acabar la jornada. Aunque ahora es muy temprano - no es siquiera el mediodía - y los únicos clientes son Jeena, Gregory y Hadyn. Los tres están esperando a un amigo de Jeena: Erwin Balmar. Elwin era uno de los secretarios/aprendices de la doctora Rodson, un chico joven e inteligente.

Balmar se puso en contacto con Jeena ayer: alguien había asaltado su casa e intentado matarle. No le aclaró mucho más por teléfono pero el muchacho creía que tenía que ver con un códice que la doctora Rodson le había dado unos días antes de su muerte para que lo sacara de Gulliver. Ahora, sin saber a quien acudir - pues Rodson le advirtió que no se lo entregase a las autoridades locales - Balmar ha contactado con Jeena para pedir ayuda. Y Jeena ha acudido a la cita con Gregory y Hadyn, que por el momento están de permiso obligatorio mientras se aclara lo sucedido en Gulliver. De hecho las cosas están muy revueltas: Tanhauser ha sido detenido y espera ahora en la cárcel de Karma la llegada de un Consejo de Guerra Imperial para ser juzgado por rebeldía. Los ánimos de los supervivientes de Gulliver están muy caldeados y hay quien rumorea que se está preparando una operación de rescate para sacar al capitán de la cárcel.

Con este panorama las tres personas aguardan en la tabernucha mientras el camarero, ajeno a sus problemas, se entretiene jugando con una baraja.

La puerta se abre y en el umbral aparece un individuo con rostro asustado. Es un chico joven aunque su calvicie y la poblada barba le hace aparentar mayor. Al ver a los soldados en una de la mesa está a punto de salir nuevamente pero luego se da cuenta de que Jeena está sentada con ellos. Mira todavía una vez más, desconfiado, al camarero - que ha levantado la vista de su solitario un breve momento para ver si el parroquiano entra o no - y finalmente avanza hacia la mesa.

Al llegar allí y sentarse el camarero va a aproximarse pero Elwin - pues es él quien ha llegado - señala a una botella de ron que hay sobre la mesa para indicar su pedido. Temprano para un ron.

- Hola Jeena.- dice saludando con voz trémula y la mirada bailando entre Hadyn y Gregory.

Hadyn baraja sus cartas, sin llegar a hacer otra cosa, parece que no pueda tener quietas las manos, pero su mirada no transmite nada de ese ligero nerviosismo, sólo atención, fijada en la puerta, en el camarero, en todo lo que se mueve. Por primera vez en su vida está fuera de su ambiente, permiso obligatorio, lo han llamado, cabrones.

Lo único que sabe es que lo que hasta ahora era su casa ahora es una masa de nada, la nada más absoluta, que el capitán está detenido, joder, sólo por hacer su puto trabajo, como lo han hecho todos. Y en vez de ponerles un par de medallas, les dan un puto permiso obligatorio.

La inactividad de los últimos días ha sido casi terrible para sus nervios, normalmente templados y de acero, ha hablado con algunos de los marines suupervivientes, para ver qué hacer, si desde arriba les jode, ellos no se van a quedar quietos, no, esta es su casa, no pueden hacer eso, le importa poco la política, los tratos entre casas, lo que sea que haya, sólo tiene una cosa en su cabeza, los putos simbiontes. Sólo hay una persona que lo entiende, Tanhauser.

Sí, algo habrá que hacer. Y aquí, está, el primer paso. A ver qué cuenta este civil asustado.

Gregory se pasa la mano por sus nuevas cicatrices. Desde que había llegado a Karma buscando la muerte, había estado en varias ocasiones cerca de encontrarla, pero en el último momento siempre se escabullía. La última había sido por culpa de Kris, que le había salvado.

El silencio es tenso y no puede evitar recordar la última misión. Como Zandor había actuado como si fuera un rookie, colando la granada por esa puerta, y como Kris había camuflado la verdad para salvar el pellejo del pelotón. Lo peor no había sido matar sin querer a la doctora Rodson, sino que el viajero hubiera escapado. Con Gulliver devastada, el maldito confinamiento en Karma era inaguantable.

Greg no estaba hecho para intimidar a la gente, no como Aron, que en paz descanse. Lo único que podía hacer era esperar a ver como se desarrollaba todo, Jenna se encargaría de ello.

Tras un vistazo a Elwin, el soldado vuelve su mirada al vaso que tiene delante, como si no le incumbiera lo que allí se va a decir, pero igualmente atento a cualquier cruce de palabras.

El joven científico también está incómodo por el tenso silencio mientras Jena lo examina.

A pesar de que quizá fueran algunas de las personas que más se habían ganado su confianza, el ambiente en la mesa es tenso y el completo silencio no ayuda a mejorarlo. Ninguno de ellos parece quererlo, de todos modos. Jenna podía entender perfectamente cómo se sentían. Sospechaba que ella, a pesar de no ser alguien que disfrute tanto como ellos en el campo de batalla, llegaba a sentir la mitad de su frustración en ese aspecto.

Pero su frustración iba más allá de no poder estar ahora en el campo de batalla, o de haber intentado defender su hogar con uñas y dientes para nada... para ver cómo desaparecía delante de sus ojos por culpa de esos malditos simbiontes. Sí, cierto... quizá había una facción de ellos que buscaba la paz -Su mirada se vuelve nostálgica al recordar los últimos minutos de vida de Travis Casmir- igual que también habría una facción de hombres y mujeres que prefería la paz a aquella destructiva guerra que hacía años había empezado... y que ahora parecía decantarse hacia el bando contrario.

No, no puede estar muerto...

Ese pensamiento acaba con esa mirada de nostalgia y la fría y distante Jenna vuelve a aparecer frente a sus compañeros. No iba a llamarlos amigos. Nunca más se permitiría el lujo de volver a acercarse tanto a nadie que pensara siquiera pisar el campo de batalla. Ese tipo de sentimientos nublan los sentidos y hacen que su lógica, el único arma que realmente sabía manejar en aquel mundo lleno de hostilidades, quedara inhabilitada.

Sin embargo, sí estaba harta de no hacer nada. Desde la destrucción de lo que había sido su hogar, dónde había nacido, crecido, aprendido y luchado, los habían dejado a todos al margen. Cómo si fueran fichas de un tablero que ahora, no sirven para nada. Se había resignado a permanecer en lo que ahora era su nueva casa, toqueteando aparatejos y volviéndolos a montar o incluso mejorándolos cuando la llamada de Balmer la devolvió al mundo real. Una nueva razón para moverse.

No había dudado ni un segundo en proponer una entrevista con él... Pero si las cosas iban como él había contado, necesitaría ayuda. La doctora quería sacar aquel objeto de Gulliver. Y tras el asalto a casa de Balmer, suponía que era mejor hacerlo cuanto antes, mejor. Y para qué engañarse... Mejor tener a un par de buenos soldados al lado. Soldados que sabía estarían en su misma situación. Dando vueltas sin saber en qué descargar toda la frustración que sentían.

Mientras estos pensamientos cruzan su mente, Jenna no puede evitar lanzar una mirada a Nova y Källstrom. No, no iba a considerarlos amigos. Nunca más lo haría.

En ese mismo instante aparece por fin Balmer, y Jenna, no se sabe si realmente porque se alegraba de ver a alguien que no tenía la seguridad de que fuera a morir o, simplemente, porque sabía que él iba a darle algo que hacer durante un tiempo, sonríe de forma natural, acompañando este gesto con un asentimiento de cabeza.

- Hola, Balmer. Estos son Nova y Källstrom. No te preocupes, son de confianza... Y por lo poco que me has contado, creo que necesitaremos su ayuda. Ahora, cuéntanos y ponles al día, por favor.

Balmer mira una vez más a Hadyn y Gregory. Finalmente lanza un suspiro y comienza a hablar:

- Todo empezó hace un par de semanas. La doctora Rodson me pidió que sacase un códice del laboratorio. Era un libro bastante antiguo del que ella no se despegaba. Ya que quisiera desprenderse de él y que además me lo diese a mí debió hacerme sospechar, pero el caso es que en ese momento pensé que había problemas por el tema del material simbionte robado y que por ello la doctora pensaba que le harían un consejo o algo así, y que quería poner el libro a buen recaudo por si la encerraban. Tenía lógica: después de todo somos científicos y lo principal es salvaguardar los avances. ¡La doctora ha hecho enormes avances en biología médica pese a lo que los Inquisidores hayan dicho!

El hombre calla un momento consciente de que se está alejando del tema principal. Se ruboriza y continúa:

- El caso es que no sólo me dio el códice original sino que añadió una serie de notas de su puño y letra. Yo lo saqué de forma inmediata de la Base y lo llevé para mi casa en Karma. Lo escondí en el sótano, debajo de unas tablas. Es algo infantil pero lo leí en una novela de misterio que...- al ver el rostro de sus acompañantes vuelve de nuevo a lo importante:- El caso es que iba a volver a la base al día siguiente pero en ese momento me llegó una carta de despido de puño y letra de la doctora. Prescindían de mis servicios. No entendía nada. Intenté entrar en la base pero habían revocado mi autorización. La doctora no cogió mis llamadas. Así que me quedé con el libro sin comprender que pasaba ni que debía hacer con él.

Le da un trago a su bebida. Su mano tiembla:

- Entonces pasó lo de la base. Y me enteré... bueno... ella... en fin.- calla un momento azorado - No comprendía que pasaba, por lo que saqué el libro de su escondite e intenté encontrar alguna pista sobre qué hacer con él. ¡Pero está en una lengua que desconozco! ¡Parece algún tipo de lengua eclesiástica antigua! El códice, de hecho, no parece de ciencia sino... ¡de religión! ¿Por qué iba una doctora tan eminente como Rodson a custodiar un libro de religión? Sus notas también resultaban incomprensibles: tenían cálculos matemáticos pero los textos estaban en el mismo lenguaje que el propio libro. ¿Sabían que la doctora Rodson hablaba veinte idiomas y era capaz de leer casi treinta? ¡Una mente tan privilegiada que muere en un ataque sin sentido!

El soldado alza el vaso cuando Jenna le presenta y se dispone a escuchar lo que Balmer tiene que decir.

De lo que narra, aún nada resulta de mucha importancia. Salvo...

Gregory carraspea. El alcohol dulzón le había resecado la garganta:

- En ese códice, ¿aparece una tela de araña?

- ¿Una tela de araña? ¿Dices si estaba manchado? No... la doctora lo cuidaba bien...

Por el rostro de Gregory ante la respuesta se da cuenta de a qué se refiere:

- Ah... una tela en un dibujo...- piensa un momento - Sí, creo que en algún punto hay un dibujo que parecía un emblema donde figuraba una tela de araña rota...

La marine deja de barajar las cartas para dejarlas encima de la mesa. Se cruza de brazos, siguiendo la conversación atentamente, pero no parece que tenga nada que decir, por el momento.

En vez de eso mira de nuevo a su alrededor, comprobando que todo esté tranquilo, después de eso vuelve su atención a los que están sentados en la mesa.

-¿Y eso cómo cojones nos ayudará con el capitán?

Jenna asiente a las palabras de Balmer sin cambiar la expresión de su rostro ni un ápice cuando éste se va por las ramas. Intenta ir enlazando sus palabras con lo que ya ha vivido acerca del tema... Demasiado religioso todo el asunto para una mente tan científica como la suya. Pero el pensamiento lógico podría ayudar. El códice era importante. Aunque tratara de religión, Jenna tenía la sospecha de que todo aquello tendría que ver con la Red Vital... y la pregunta de Gregory no hace más que confirmar esa sospecha. No puede evitar pensar en la extraña conversación entre Rubeus Casmir y el supuesto Traidor...

Maldición... Casmir se escaqueó y al final no me contó nada.

Sin embargo, sin poder entender el idioma en el que el códice está escrito, y sin saber siquiera de dónde lo había sacado la doctora, sería difícil llegar a enlazar unas ideas con otras. La frustración de la experta en tecnología va en augmento al comprender que el asunto que tienen entre manos podría ser una pieza clave del rompecabezas para poner fin a la guerra contra los simbiontes... una pieza que no tienen ni idea de cómo usar.

¿Dónde narices estás cuando se te necesita, santurrón?

Ciertamente, el hermano menor de Rubeus podría tener información que pudiera ayudarles... Pero él no estaba allí. Al menos no ahora.

Sus pensamientos se ven interrumpidos por la brusca intervención de Hadyn, y Jenna se inclina hacia delante en la mesa, apoyando los codos, para llamar su atención. Su mirada penetrante sigue clavada en Balmer.

- Quizá no nos ayude directamente con el capitán... Pero todo esto podría ayudar a toda la raza humana. -Hace una pausa para que sus palabras lleguen al rincón más lejano de la mente de sus compañeros y entonces, vuelve a hablar- ¿De dónde sacó la doctora el códice? ¿Conoces de alguien que pueda traducirnos el texto y sus notas?

 Hadyn está atenta a su entorno mientras hace las preguntas, pero ni así se da cuenta de lo que sucede hasta que es demasiado tarde.

Mientras la pregunta de Jeena queda en el aire una explosión sacude todo el lateral de la taberna. La confusión reina de forma inmediata cuando las llamas prenden en la estructura que está construída casi en su totalidad de madera. ¿Dónde está Elwin? Maldición: yace en el suelo, en un charco de sangre, con la mitad del cuerpo reventado. Sus ojos abiertos muestran una sorpresa estúpida... 

Los demás han tenido más suerte: el chaleco reglamentario de la base Gulliver los ha salvado de una muerte similar. Aunque aturdidos todos y sangrantes algunos (Jeena tiene un feo corte en la cabeza) siguen en pie. Pero ¿qué ha pasado? Difícil saberlo... lo único que ven es que la mitad de la pared de madera ha sido destrozada por la explosión y la puerta principal parece la única salida de este infierno. De hecho el camarero también camina torpemente hacia ella. Sangra abundantemente pero al estar detrás de la barra parece que se ha salvado...

-¿Estáis todos bien? - Es la primera pregunta que sale de los labios de Hadyn, aún cubierta por parte de los cascotes que han impactado en ella, pero como siempre, parece que no está herida, como si tuviera una suerte fuera de lo normal.

Arruga el entrecejo mientras mira a su alrededor, comprobando que el civil no se mueve, se acerca y comprueba si está muerto o no, pues sí, lo está.

-Joder, ¿han intentado matarnos?

No hay que ser demasiado listo para darse cuenta de eso. Mira a sus compañeros, algo más heridos que ella, mira las llamas, que prenden rápidamente.

-¡Vamos!¡Vamos! Hay que salir de aquí.

Mira hacia donde está el camarero, intentando salir. ¿Y si es una puta trampa? Están en una ratonera, eso no es lo preocupante, no sería la primera vez, pero la única puerta que hay es la principal. Se encoje de hombros y desenfunda su pistola. Agachada se acerca a la puerta, para mirar a la calle, no se fía, nada, podrían saltar de la sartén al fuego.

 Hadyn avanza hacia la puerta pero en lugar de salir por ella se recoge hacia un lado con el arma en la mano. Es su entrenamiento de soldado y su desconfianza innata la que la salva de la emboscada. De pronto una ráfaga de metralleta revienta al pobre camarero en cuanto alcanza el exterior. ¡Alguien está esperando fuera para emboscarlos! 

Ya no hay nada que hacer por el civil asesinado. Ignorando el fuego mientras sus compañeros se levantan torpemente Hadyn asoma la cabeza por los restos de una ventana. Dos tipos están en el exterior, parapetados tras unos bidones, esperando a que salgan más supervivientes. Las llamas arrecian y el tiempo se acaba pero los tipos tampoco podrán estar ahí eternamente. Tienen pinta de matones, quizás de carroñeros, y desde luego la explosión va a atraer la atención de la tropa en la ciudad. Hadyn hace un cálculo rápido: quizás tarden unos tres minutos. ¿Cuánto tardará en extenderse el fuego hasta calcinarlos? Al paso que está consumiendo todo tres minutos parece mucho tiempo.

-¡Maldita sea!- blasfema Gregory. -Sí, Nova, pero el amigo de Jenna no parece estar demasiado bien- Contesta a su compañera, mientras ve que ésta se acerca a inspeccionarle.

El soldado intenta evaluar el estado de la Ingeniera, que sangra abundantemente, pero como parece estar atenta, decide prestar atención a lo que Hadyn esta haciendo.

Gregory desenfunda su espada, aunque el cuerpo a cuerpo siempre le causaba las heridas más graves, seguía confiando más en su acero que en las armas a distancia.

-¿Qué ves ahí fuera?- Intenta hacerse escuchar, mientras se sitúa a la altura de Nova.

La explosión la pilla totalmente por sorpresa. El ataque al difunto Balmer y ahora esto... No podía ser para nada una casualidad. Quitándose de encima los cascotes que le han caído encima, Jenna se concentra en centrar la vista. Sus oídos han quedado inservibles durante unos segundos, durante los cuales sólo puede escuchar un intenso pitido que llega hasta lo más profundo de sus pensamientos. Pero no es sólo eso lo que la tiene aturdida... es que parece que sólo puede ver por uno de sus ojos. Obligándose a calmarse, recuperando el ritmo pausado de su respiración, y a inspeccionar todas y cada una de las partes de su cuerpo sin llegar a moverse demasiado por si acaso, acaba descubriendo que lo que  no la deja ver es una capa de sangre que cae desde su frente.

Cuando se ha asegurado de que sus extremidades están bien y ha recuperado por completo la audición, analiza la situación friamente y se arranca un trozo de chaqueta para limpiar la sangre que la impide ver.

- Esto ya está mucho mejor...

Murmura cuando empieza a ver a su alrededor, sujetando el trozo de tela sobre la herida para intentar cortar la hemorragia.

- ... o quizá no tan mejor...

Ahora que su mente puede despreocuparse de su estado de salud, empieza a volver a realizar conexiones de ideas. Sobretodo al ver a Hadyn parapetada junto a la puerta.

¿Una emboscada? Qué bien... ahora sí que estamos metidos en toda esta mierda hasta el fondo...

Piensa para sí mientras busca con la mirada a Balmer... o lo que queda de él, e intenta recordar.

A ver... ha dicho que había guardado el códice en su casa... pero... ¿lo llevaría ahora encima después del ataque?

El pobre no había tenido tiempo ni de responder a las preguntas que ella había hecho, así que a gatas, se acerca hasta los restos del científico y rebusca entre sus ropas con la frialdad con que lo haría un forense.

Mientras los dos soldados se sitúan junto a la puerta Jeena revisa el cadáver del científico. No tiene ningún libro con él pero sí que encuentra un juego de llaves.

Hadyn le hace señas a Gregory para indicarle que hay dos tipos emboscados fuera. Alrededor las llamas van devorando toda la taberna. Empieza a ser preocupante la posibilidad de que los cimientos dañados se colapsen y caigan encima de los supervivientes, pero por otro lado los tipos de fuera parecen dispuestos a abrir fuego sobre el primero que salga.

Hadyn arruga el entrecejo, no pueden quedarse mucho tiempo más ahí dentro, mira hacia arriba, las llamas están empezando a colapsar el techo.

-Gregory, cúbreme.

En un único gesto ofrece a los dos de fuera lo minimo el brazo con la pistola bláster y parte de su cabeza, cubriéndose con la puerta y la pared el resto, para así disparar a uno de ellos, sabe perfectamente dónde están colocados, tendrá que ser rápida, si puede matarlos a los dos en dos disparos, mejor que en tres.

No se fija en qué hace Lynch, pero ha visto que se está moviendo, eso es bueno, lo primero es lo primero.

Nova se asoma y dispara al sorprendido Carroñero, que se esperaba capturar un blanco despistado y aturdido por el fuego. En lugar de ello recibe una ráfaga que le impacta en el pecho.

Entrenamiento básico militar, cualquier rookie era capaz de saber como actuar en esas situaciones. Hacerlo eficientemente y no morir en el intento era otro tema... Dos atacantes, que además no saben que hay dos marines de Estigma entrenados y que no están dispuestos a morir. Gregory sabe que no le toca morir, aun.

-De acuerdo, Jefa- Greg le daba el mando a Hadyn en aquel momento, era la que había reaccionado de la forma más rápida.

Aprovechando que su compañera disparaba, el soldado se movió rápidamente hacia el otro lado de la puerta, ofreciendo así un objeto móvil para que los agresores no prestasen atención a la primera andanada de Hadyn.

Sin dar tiempo a que los carroñeros tuvieran un momento de respiro, Greg sacó su fusil y vació el cargador.