Partida Rol por web

-Lo que deseo y lo que busco no siempre tienen por qué coincidir... -respondió Harland mesándose el mentón con estudiada parsimonia, mirando de arriba abajo sin demasiado disimulo a la joven-. Así que ya habrá ocasión de hablar de ello...

Se puso entonces en pie y dio un largo trago a su pellejo de agua. Sus pasiones empezaban a aflorar con demasiada fuerza, y eso podía resultarle muy pernicioso en una situación tan delicada... 

-Sólo una cosa más antes de irme a meditar sobre tus palabras: ¿quién te habló de mí? ¿Quién supuso que esto me interesaría?

Alguien que pasó por un prostíbulo una vez eso descarta a los varones menores de diez años de Poniente

Alguien, que como Steth, había escuchado de ti y tus... "hazañas"

Alguien a quién entregué mis favores a cambio de protección e información.

Nada más te puedo decir

- Salvo alimañas, no creo que quede nada más por aquí.- sentenció una vez ojeados aquellos últimos signos que evidenciaban la presencia humana en el lugar tiempo después de haberse producido el incendio de La Sidra. Maron hizo ademán de volver a su montura, dando a entender que había terminado en el lugar.

Seodoc no bajó del caballo en ningún momento. No esperaba encontrar nada allí.. y permaneció vigilante a los alrededores mientras los otros dos buscaban entre los escombros posibles pistas.

Finalmente se rindieron a lo evidente, habían perdido al Lord.. y tocaba regresar. 

- Nos vendrá bien un buen vino y una comida caliente - dijo para quien escuchase.

Bueno no sea que no lo intentamos hasta el último momento. Pero esta vez estamos en un callejón sin salida. Sólo queda regresar para reponer fuerzas y pensar a donde he de ir ahora mismo. Ese pensamiento ocupará gran parte de mi cabalgata hacia el campamento, esté donde esté. También me gustaría mandar un cuervo a mi señor, o enterarme de noticias frescas.

Harland asintió, aparentemente satisfecho.

-Cuántos misterios... Qué interesante resulta todo. Teniendo en cuenta que tus favores también están sobre la mesa a la hora de hacer promesas -volvió a observar a la joven de arriba abajo-. Tal vez la negociación pueda resultar de provecho para ambos en más de un sentido. 

Esbozó una sonrisa fugaz antes de marcharse por donde había venido.

Por supuesto, Harland no tenía especial interés en yacer con la potrilla más de lo que supondría un revolcón rápido para desprenderse del hastío. El sexo, aunque siempre necesario y placentero, no era una de sus mayores preocupaciones. Sin embargo como hombre que era su cuerpo reaccionaba en ocasiones a expensas de su voluntad, y la princesita tenía más de un empujón.

Así las cosas, no podía dejar que un ataque de líbido le hiciera perder el foco y, por tanto, la negociación. Tenía ante sí una posibilidad magnífica y una cantidad de recursos muy importante como para desaprovechar la oportunidad. Y lo mejor de todo era que ese extraño y anónimo informador parecía haber hecho entender a la tal Alezade que el propio Harland podía tener algún interés en que no hubiera guerras.

¡Que no hubiera guerras! Nada había más caótico que el hermoso mosaico de una guerra. Incluso aquello se le quedaba corto al malhadado tuerto...

Sí, los planes iban progresando, las cosas iban funcionando... Paciencia, poco a poco. Tiempo al tiempo. Aquél ser nativo del otro lado del muro (y esto es todo lo que puedo decir a ciencia cierta sobre el hombre llamado a sí mismo Harland Nightingale) tenía entre manos un plan maquiavélico y terrible. Sólo el destino dirá si es capaz de llevarlo a término.

Erik se precipito a beber del jubón dando un gran trago derramando sobre sus ropajes parte de la cerveza

Con la mano derecha se palpo la oreja de ese mimo lado , faltaba un trozo el cual había sido cercenado en el combate , en este enfrentamiento también había recibido una herida que cruzaba parte de su rostro dejando un recuerdo en forma de cicatriz.

``Pudo ser peor, estas marcas me recordaran los errores cometidos en el pasado´´

Acto seguido Erik se puso en pie para acercarse a comer un poco. Hacía tiempo que no probaba bocado y la comida fue una delicia para él.

Tras comer un poco , busco por el campamento a Alezade , tenía que comentar con aquella mujer cual sería el futuro que le depararía , estaba en deuda con ella.

Volvéis viajando nuevamente durante días hasta el lugar en el que estaba el campamento. Estaba, pues ahora está completamente vacío, aunque el paso del ejército ha dejado una marca en el terreno en forma de pilas de leña quemada, basura, algunos fosos usados como aseo y otros elementos propios del paso de un ejército.

Buenas señor Sairus -digo levantando ligeramente la cabeza de los mapas que estaba estudiando.

Tome asiento.

Le hago esperar unos segundos. Largos e incómodos. Era parte de la negociación. Sin dejar de mirar los mapas digo:

Me pareció escuchar que quería oro. ¿Usted es un mercenario cierto? Hace lo que sea a cambio de oro. Muy bien señor Sairus. ¿Le supone algún problema trabajar para mi?

Espero con calma a que responda a esas preguntas. Una vez que lo haga, levanto por fin la mirada de los mapas. Los doblo y los guardo.

Una vez comprobó que el lugar se hallaba desierto, Maron se permitió un momento de descanso para sacar su cantimplora. Remojándose los labios, apenas dio un pequeño sorbo, suficiente para calmar la sed que atenazaba a su garganta. Por el momento.- Deberíamos proseguir hasta Desembarco del Rey.- dijo, tras sopesar las diversas posibilidades que tenían.- A estas alturas deben estar a punto de llegar, si no lo han hecho ya- desde un principio había considerado aquella opción. No pocos días transcurrieron desde su partida, más aún si tenían en cuenta los utilizados para viajar hasta La Sidra.- Si no hay nada que aprovechar, prosigamos.