Partida Rol por web

Antes del amanecer le pides a tu sirviente que te conduzca frente a Kurumo-sensei.
No tardáis en llegar a una habitación situada en la séptima planta, orientada al este. Tu sirviente llama a la puerta y una voz desde dentro responde:

-Sed bienvenida, Seppun Aiko-sama. Pasad. Gracias por llegar tan pronto.

Frente a Aiko se extiende una habitación no muy grande, aunque más de lo que se esperaba desde el pasillo; con grandes ventanas en lugar de paredes dando al este, unas mesillas alargadas dispuestas en cada lado y algunas baldas colgadas de las paredes interiores. Todos los muebles tienen encima algún tarro, papel, pincel, bolsa o frasco de forma ordenada.

-Sentaos, por favor. ¿Traéis el pergamino? -te pregunta extendiendo la mano.

Una vez que lo recibe, lo abre rompiendo el sello, lo lee y te dice:

-La "vida" cobra sentido frente a la "muerte". Con vuestra pericia con las plantas habéis distanciado varias veces el "uno" del "otro". Sabéis perfectamente que aquello que puede alejarlos, también puede acercarlos. Por eso, dejadme plasmar esta conocida planta en vuestra piel. -te dice indicándote una pequeña maceta de arrurruz que tiene a su lado.

Mientras tatúa esta planta en tu omóplato derecho añade:

-Que este tatuaje simbolice la unión entre lo aprendido en el Clan que os vio nacer y la aplicación en el que os verá morir.

Al terminar, cubre el tatuaje con una suave gasa y te aconseja no retirarla durante unos días. Hace una profunda reverencia y sales de su taller.

Nakamura, te retiras a tus aposentos a iniciar tu pintura.

A la hora de Hida, tras haber cenado en tu habitación, escuchas por el anillo.

-¿Estáis ahí, mi amado Isawa?

El Intendente Kyuwa, un hombre gordo y cómodo en su asiento, de movimientos lentos, te mira desde detrás de su escritorio elevado por una tarima. Viste unas ropas marrones de buena calidad hechas a medida y porta un colgante con un mon que no terminas de identificar por no sobresalir del todo de su haori.

-¿En qué puedo ayudaros, joven sama? -te dice mientras se le mueve la papada hipnóticamente.

A Hikaru:

- Claro cariño, mañana practicaremos juntas. Al amanecer he de realizar unos asuntos. Mientras yo vuelvo, tú duerme tranquila. Yo os despertaré para que desayunemos juntos.

A Eiji:

- ¿Sabes dónde encontrar al Sacerdote Toshiki? Has de informarte y cumplir lo que te han ordenado rápido y sin prisas.

A Togashi Kurumo Sensei:

- Gracias Sensei, este tatuaje simboliza la unión de mis diferentes vidas. 

Hago una reverencia y voy a mis aposentos a despertar a mis hijos.

Tras el desayuno practico con Hikaru, algo dolorida. Y después busco a mis compañeros.

-Si, estoy aquí-digo susurrando-Por favor, cuéntame que es lo que está sucediendo. ¿Cómo van las cosas por allí en tierras Isawa?

Mientras digo esto cojo un papel y tinta y me preparo para dar mis siguientes respuestas en tinta como acordé con ella.

-No muy bien. -responde al poco Asami. -Lo que comenzó siendo un movimiento de presión política está a punto de derivar en una guerra abierta. De momento supone un fracaso para cualquier cortesano. ¿Habéis recibido ya a los emisarios?

Asami esperó a tu negativa.

-Me lo temía. En tal caso, debes saber que el Shogun está dispuesto a dialogar. Está en la naturaleza de Danjuro-sama ser compasivo, no os vendrá mal tener a un conciliador como enemigo. Aunque el Concilio de los Cinco está dividido, el Clan se mueve a una, dejando las dudas para los dirigentes Isawa.

Dicho esto, deja de hablarte. Escuchas cómo se levanta saluda a alguien que entra en la habitación.

-Os estáis perdiendo una agradable velada veraniega, Asami-san. -dice una voz masculina. -¿Podemos hablar?

-Claro que sí. -dice dúlcemente Asami tras carraspear a modo de señal para que dejes de escuchar si aún lo hacías.

Al día siguiente, vas al despacho de Kurumo-sensei antes del amanecer.
Cuando llegas ves a un sirviente frente a su puerta, esperando en seiza que te dice:

-¿Habéis comido hoy arroz, sama? -se incorpora de su reverencia y continúa. -El Maestro Tatuador se encuentra ocupado en estos momentos; por favor, vuelva mañana.
 

-Por supuesto, por favor, avisadle de que he estado aquí.

Dicho esto me encamino a mi habitación a seguir trabajando hasta que alguien mande a buscarme.

Regresas tarde de hacerte el tatuaje; más que desayunar, almorzáis y luego practicáis.
Pasáis el día juntas Hikaru y tú. Eiji regresa antes de la cena, algo cansado, os saludo y cena lentamente y al terminar dice cabizbajo:

-Tengo que meditar. -se levanta, hace una reverencia y se pone en una esquina de la habitación con una ventana abierta delante.

Al día siguiente, Hikaru y Eiji van a las clases nada más desayunar.
Tu sirviente te pregunta:

-¿Qué deseáis hacer hoy, sama?

Nakamura pasa todo el día en su habitación, le traen la comida y la cena. Y solo sale para ir al servicio y al onsen al caer la noche.

Al día siguiente, temprano, va al despacho de Kurumo-sensei acompañado de su sirviente. Al llegar a la puerta oye:

-Sed bienvenido, Isawa Nakamura-sama. Pasad. Gracias por llegar tan pronto.

Frente a Nakamura se extiende una habitación no muy grande, aunque más de lo que se esperaba desde el pasillo; con grandes ventanas en lugar de paredes dando al este, unas mesillas alargadas dispuestas en cada lado y algunas baldas colgadas de las paredes interiores. Todos los muebles tienen encima algún tarro, papel, pincel, bolsa o frasco de forma ordenada.

-Sentaos, por favor. ¿Traéis el pergamino? -te pregunta extendiendo la mano.

Una vez que lo recibe, lo abre rompiendo el sello, lo lee y te dice:

-Vuestro Clan bien sabe las veces que uno muere y renace en una misma vida al avanzar. Incluso la muerte que otros consideran definitiva, no es más que otro paso. Tumbaos y permitidme plasmar sobre vuestro pecho el espíritu que os ha visto renacer tantas veces.

Te indica que abras el haori y que te tumbes. Lo haces y empieza a tatuarte en el pecho izquierdo.

-Que esta humilde obra os recuerde quién sois a pesar de la mayoría. -añade cuando lo finaliza, mientras cubre el tatuaje con una suave gasa. -No la retiréis durante unos días.

El proceso no ha dolido, ha sido muy cuidadoso con las agujas, pero ha llevado hasta el mediodía. Os despedís con una reverencia y abandonas su taller. Vuelves a tus aposentos y te traen la comida aunque ya es un poco tarde.

Me inclino al entrar -Kyuwa-sama, tengo entendido que sois el responsable de la comunicación, y muy a mi pesar, he de reconocer, que vengo con una petición. La situación es delicada y eso lo se muy bien, pero no puedo evitar preocuparme por el destino de mi esposa e hijos, de los cuales no poseo información. Es a causa de ello, que quería saber si es posible, que en la siguiente misión de cartas a tierras Unicornio pueda yo enviar un mensaje.-todo esto lo digo despacio, para evitar abrumar.-Por supuesto, entenderé una negativa, no pretendo en ningún caso, ser un estorbo y menos aún una molestia para tan honorables anfitriones.

-Claro que podemos enviarla, solo necesito vuestra carta y el distinatario. Sin embargo, hace no mucho que mandamos correspondencia al clan Unicornio; se necesitará un poco de motivación para realizar un envío con tan pocas misivas en el casillero, joven Kakita. -te dice el Intendente Kyuwa mientras saca una pipa de su obi y la rellena con unas hierbas secas que guarda en una bolsita sobre la mesa de trabajo.

Tras visitar al Intendente, vuelves a tus aposentos y dispones de toda la tarde para hacer lo que te plazca.

Al día siguiente, vas al despacho de Kurumo-sensei antes del amanecer.
Cuando llegas ves a un sirviente frente a su puerta esperando en seiza, que te dice:

-¿Habéis comido hoy arroz, sama? -se incorpora de su reverencia y continúa. -El Maestro Tatuador se encuentra ocupado en estos momentos; por favor, vuelva mañana.

Vuelves a disponer de un día entero para ti. A Nakamura no lo ves por ningún lado y Aiko pasa la tarde junto a sus hijos.

Vuelves a levantarte pronto a la mañana siguiente y, frente al despacho de Kurumo-sensei, hay otro sirviente en seiza que te pregunta:

-¿Habéis comido hoy arroz? -sabes que no, que has ido en ayunas por lo pronto que es. -Kurumo-sensei está trabajando en estos momentos; vuelva mañana, por favor, sama. -dice con una profunda reverencia.

Al regresar a tus aposentos, tu sirviente te pregunta tras dejar la bandeja del desayuno:
-¿Qué desea hacer hoy, sama?

- Gracias por tus atenciones. Me encantaría entrenar con las tropas del lugar, y así estar preparada cuando la Emperatriz y el momento requieran de mí. Además, me gustaría que solicites a mis compañeros si es posible que hoy comamos o cenemos juntos.

Hago una reverencia y cuando el sirviente sale, me cambio la ropa para entrenar cómodamente.

Después del mediodía, recibís una invitación de Seppun Aiko para cenar los tres juntos. Es su sirviente quien os lo comunica y espera vuestra respuesta.

-Decidle a vuestra señora que iré gustoso.

La tarde del día décimo quinto día del mes de Akodo paseo por los pasillos de Shiro Mirumoto, intentando descubrir si ya los reconozco, o aún me pierdo en ellos. A última hora, antes de cenar dedico un tiempo a pensar en el contenido del mensaje que debo escribir.

Al día siguiente me dedico a escribir la carta con calma. Al principio me percato de que no se a quien dirigirla, finalmente decido enviarla a la abuela de mi hijo, que es quien está a cargo de él desde hace poco tiempo.

El décimo séptimo día vuelvo frustrado a mis dependencias, y paso la mañana hasta que recibo la invitación haciendo origami. Cuando recibo la invitación la acepto gustoso y me dirijo al onsen para llegar presentable a tan agradable situación.

Al atardecer, vuestros sirvientes os conducen a una estancia preparada para la cena con vistas a un tranquilo patio que aún no habíais visto.

Cuando os sentáis os sirven una taza de té suave. Y cuando lo ordenáis, os traen la cena, unos generosos cuencos de sopa de udon con carne marinada, huevo duro, verduras, setas y bonito seco. Para beber os dejan té, agua y una bebida "dulce" hecha a base de ciruela fermentada.

Por fin estáis juntos y podéis poneros al día.

-Es precioso Aiko-san, y ver a vuestros hijos sanos me llena de alegría.

Pruebo la bebida dulce, al percatarme del alcohol me detengo ligeramente, pero luego de todo lo ocurrido, la sigo bebiendo.

-Llevo dos días intentando ver a Togashi-sama, y ha estado ocupado, imagino que ahora sois portadores de hermosas obras. ¿Cómo habéis pasado estos días en Shiro Mirumoto? para mí han sido muy plácidos

-Si, es un lugar muy plácido. Seguro que es suficiente hermoso para inspirar uno de vuestros haikus, Keita.

Si, ya he pasado por sus expertas manos. Ni me enteré de que me mi piel era pinchada, tal es su maestría. Y en mi torso está la plasmada parte de su genialidad-digo sonriendo- Estoy muy satisfecho con su trabajo.

Para mi están siendo días de trabajo, pero ya me queda poco para acabar mi obra. 

- Gracias Keita, sí que es un placer verlos corretear felices y sanos. Ojalá mantengamos el orden en el Imperio, y todos los niños puedan crecer así.

- Sí que mi espalda pasó por las manos de Togashi-Sama, y para mi sorpresa, sólo tuve algo de dolor un par de días.

- Me pregunto en qué podemos ayudar en la defensa de Shiru-Mirumoto y en que las negociaciones lleguen a buen puerto. ¿Qué opináis compañeros?

Sigo tomando pequeños bocados y sorbos, de manera que puedo mantener la conversación al tiempo que tomo la cena.