Partida Rol por web

-Yo no se ningún hechizo, pero podría intentarlo.-dijo Alex en el mismo tono de voz que sus compañeros, manteniendo la calma. Aunque esos hombres se hubieran fuzgado de Azkaban y parecian querer entrar en el colegio, había tenido una idea.-Hay solo dos magos, ¿no? Pues nos repartimos para que hayan al menos dos de nosotros apuntando a cada mago, realizamos el Expelliarmus y si todo sale bien, tendremos a dos hombres sin varita que no pueden hacernos ningún daño a no ser que las cojan.

Max se quedó un momento pensativo al escuchar aquella idea de Álex. Había que reconocer que era un buen plan.

- Claro... si conseguimos desarmarles y les apuntamos, podremos enterarnos de quiénes son -propuso-. Ellos no saben que no tenemos casi ni idea de magia... Y si intentan algo, les aturdimos antes de que hagan nada.

Hicieran lo que hicieran, tenían que hacerlo rápido. Max se daba cuenta de que muchos de los alumnos se mordían la túnica o cerraban los ojos con fuerza para luchar contra los nervios.

Asiente al plan de sus amigos. 

-Bien... recordad que debéis apuntar y pensar en vuestra varita como una caña de pescar... si todo sale bien, podríamos apoderarnos de sus varitas y no podrían hacer nada. Debéis confiar en vosotros mismos y visualizar que hacéis el hechizo correctamente.

Habla como si tuviese mucha experiencia cuando la verdad es que solo ha hecho ese hechizo una vez en toda su vida y encima no le salió tan bien como habría que esperar.

-Preparados? A la de 3... Mathilda hará desaparecer el muro, y nosotros debemos estar pendientes de hacer el hechizo nada más desaparecer éste... no podemos perder ni un minuto.

Miro una ultima vez mas a mis compañeros y termo fijandome en Max , involuntariamente el corazon se me acelera, la boca se me seca y comienzo a respirar rapido, pero sorprendentemente mi mano esta aferrada fuertemente a la varita y sabe perfectamente que es lo que tiene que hacer.

Me coloco frente al trozo del muro mas grande que hay y lo miro fijamente -Evanesco- susurro y cierro los ojos a la vez que pasa un instante en el que parece que nada ha pàsado, hasta que oigo los gritos ahogados de mis compañeros y abro los ojos mirando con una sonrisa. En realidad solo han pasado unos segundos pero lo conseguí! El trozo grande muro ya no esta

Ahora les toca a los griffindor!

Todos los alumnos miraron con emoción y terror contenidos el muro, cuando Mathilda susurró su hechizo. A pesar de que no lo hizo en voz muy alta, consiguió realizarlo con éxito y un enorme pedazo de pared desapareció con un curioso sonido, casi como si algo le hubiera dado un gran bocado y se hubiese llevado un trozo, revelando lo que había detras.

Dos hombres se volvieron sobresaltados, varita en mano, con una expresión de sorpresa e incredulidad, como si lo último que esperaban en el mundo fuera verse sorprendidos por la espalda, teniendo la espalda cubierta por un muro. Uno era bajo y gordo, pelirrojo y con un gran bigote. El otro era más alto y más joven, delgado y con rostro amenazador. En cualquier caso, a ninguno parecía hacerles ilusión que un puñado de niños les hubieran encontrado.

- ¿Qué dem...? -exclamó el más gordo, levantando la varita.

Los chicos tenían que moverse rápido para desarmarlos, aturdirlos o lo que fuera que pudieran hacer contra ellos, porque si conseguían defenderse, los alumnos de primero lo tendrían muy complicado.

Cuando los ojos de Max se encontraron con los de Mathilda, el chico se sintió de pronto enardecido, mientras lo recorría un escalofrío. Tragó saliva y se irguió, con una expresión resuelta en el rostro, y la varita firmemente agarrada.

En cuanto el pedazo de muro desapareció y Max vio a los intrusos, no se lo pensó dos veces. Su hechizo no era desarmador, pero mejor sería que todos hicieran lo que pudieran, y era preferible un maleante aturdido que un maleante furioso. Se lanzó hacia delante, con un floreo decidido de varita y exclamó, apuntando al hombre alto y delgado:

- ¡Desmaius!

Un fogonazo blanco brotó de la punta de la varita de Max, y el cuerpo del intruso pareció recibir un impacto en pleno estómago. Se dobló, puso los ojos en blanco y cayó redondo al suelo, dejando caer su varita.

Durante los segundos en los que Mathilda realiza su hechizo, aguanta la respiración. No puede salir mal esa parte del plan sino ya están jodidos... bien jodidos... pero Mathilda consigue desvanecer el trozo de muro, que añade un boquete más a los que ya tiene, y muestra a dos tipos que, desde luego, no son ni alumnos ni profesores.

Cuando ve que Max comienza a hacer su hechizo ella se concentra y piensa en la caña de pescar que es su varita y su presa. Tiene que salir bien, confía en tus habilidades se repite una y otra vez, visualiza aun más el hechizo y grita:

-Expelliarmus!!!

Espera que Gary esté a punto por si ella falla.

Alex sonríe cuando sus amigos aceptan su plan, y aún más cuando los hechizos salen perfectos. Aún estaba con su varita en mano apuntando a los dos hombres, cuando sin pensarlo salta el muro y corre a coger la varita del hombre más gordo, que es la que mas lejos esta debido al Expelliarmus. Durante el camino tiene cuidado de que no pasar muy cerca de ellos para que no la atrapen, pero si que corre para llegar antes.

-¡Quedaros quietos!-les grita a los hombres con el tono más amenazador que puede, sin apartar su varita de ellos. Sentía como se llenaba de adrenalina ante la situación, lo que hacía que sintiera que era capaz de todo.

Gary se emociona viendo a sus compañeros tan unidos y dispuestos a trabajar en equipo a pesar de lo atemorizados que estan. Las acciones se suceden rapidas y con sorprendente exito.

Gary apunta con su varita a los magos desarmados, parecen los compinches de alguien peligroso relacionado con la huida de Azkavan, pero ellos no parecen demasiado peligrosos al menos sin sus varitas.

Si consiguen asustarles quiza consigan algo de informacion.

Ni se os ocurra moveros, y ahora mas vale que nos digais que es lo que pretendiais.

Apunto con mi varita a ambos.