Partida Rol por web

Cuando Ser Normand invitó al caballero a acompañarles Anselminus se despreocupó. Ni siquiera prestaba mucha atención a la cantinela del caballero, que había resultado ser de lengua muy suelta; al menos, hasta que apareció aquella flecha. La cara del maestre era de completa sorpresa y horror al darse cuenta de que los habían engañado y conducido hasta una emboscada.

Aunque hubieran dispuesto de una oportunidad para negociar con el que de seguro era jefe de los bandidos, esta había desaparecido en el momento que Ser Yoren se arrojó lanza en ristre contra el falso caballero. - ¡Ártur, corre! ¡Llévate el carro con las señoras! -

Grisel miro a su hermana con los ojos muy abiertos. No sabía que hacer o que decir, salvo agarrarse a su manga con fuerza como si fuera un solido mastil en mitad de una tempestad. No le gusto nada lo que dijo su tio, no queria que le hicieran daño y no sabian cuantos bandidos estaban escondidos.

-Vamos, milord. -Trató de razonar el caballero ante la reacción de Normand. -Sed razonables, no he traído un sólo arquero para preparar esta emboscada. Hay una decena de hombres armados preparados para saltar sobre vos en cuanto...

Ser Ander vio como ser Yoren se abalanzaba sobre él lanza en ristre con la pretensión de ensartarlo. Ser Ander alzó su escudo y se preparó para recibir el golpe. La confusión se adueño de toda la situación en los momentos siguientes, el maestre vociferó a Ártur que huyera con el carruaje y éste sacudió las riendas y el carruaje reinició la marcha bruscamente con los caballos asustados y nerviosos. Una segunda flecha, esta vez desde el flanco opuesto acertó en Ártur y éste cayó de su asiento de conductor frente al carruaje. La polvareda que se levantó impidió ver cuál era su suerte, pero el carro con las damas dentro continuó su marcha imparable por el camino.

Aquello debia ser otra pesadilla. Tenía que serlo...Tenía que serlo... Se despertaria en su cama y se reiria de lo tonta que había sido por tener miedo de aquello. Deseo despertarse muy fuerte. Cerro los ojos tratando de imprimir mayor fuerza a su deseo pero entonces Yoren se lanzo al ataque.

-¡No, parar, no merece la pena!.- exclamo Grisel queriendo detener a los hombres. La sola idea de que alguno de sus acompañantes terminara herido o muerto le asustaba muchisimo, pero no pudo hacer nada. El carruaje se puso en marcha y tomo velocidad empujando a Grisel contra el asiento.

Por la ventanilla vio con horror que Ártur caia herido y el carro no se detenia. Algo en su interior le dijo que saltara del carro antes de que tomara más velocidad pero no encontro las fuerzas para hacerlo. Temia volver a golpearse la cabeza, olvidar toda su vida, pasar meses reaprendiendo a comer, hablar o controlar su cuerpo para no hacer las deposiciones encima.

Grisel miro a su hermana esperando que ella tuviera alguna idea.

-Calla Grisel-. La regañó su hermana al tiempo que le pegaba un bofetón esperando provocar que se parase en seco. No merecía la pena ponerse a chillar como una histérica pues aquello sería combustible para espolear a los asaltantes en sus aviesas intenciones.

Tras rebuscar por todo el carro finalmente encontró una daga* que enarboló colocándose entre su hermana y la que creía que sería la entrada más posible de aquellos canallas, siempre en guardia.

Antes de que intente disuadir a los bandidos a atacarnos Yoren carga hacía el que parece ser el líder. Comienza el combate siendo abatido Ártur, que era quién lo conducía, justo cuando lo acababa de girar para retroceder.

Veo que el carruaje sale sin control y hago girar mi montura intentando llegar hasta el para frenarlo. – Lylian, Grisel si no podéis haceros con las riendas sujetaros bien.

La carreta dio una violenta sacudida que pilló desprevenida a la joven destrozando así su insignificante guardia. No tardó en ponerse en movimiento. Primero con suavidad y con el tiempo empezó a coger velocidad... Estaban a salvo, Arthur se habría puesto en marcha para sacarlas de allí.

 Lylian, Grisel si no podéis haceros con las riendas sujetaros bien.

No tardó en descubrir que no podía estar más errada, sus ojos se abrieron presa del pánico, entonces abandonó la seguridad del interior del carro y asomó al exterior para juzgar sus posibilidades.

-¡Agárrate Grisel!

- ¡Ártur, no! - gritó el maestre al ver cómo su antiguo amigo caía del carro, a toda suerte muerto.

La mula en la que montaba Anselminus no era ni rápida, ni obediente, pero Anselminus no podía más que contar con ella para apartarse de donde el falso Ser Ander combatía ahora contra Ser Yoren en mitad del camino. Imitando a Ser Normand, siguió el recorrido del carro en pos de Lady Lilian y Lady Grisel, pero en su lento camino no paraba de mirar alrededor, tanto por si veía el cuerpo inconsciente de Ártur, como por si de entre los árboles comenzaban a aparecer bandidos o sus flechas.

Todo estaba ocurriendo muy deprisa, en apenas un abrir y cerrar de ojos los nuevos acompañantes del grupo habían desvelado sus verdaderas intenciones y la confusión posterior hizo que Ártur espoleara demasiado fuerte a los caballos para huir de allí hasta que una de las flechas de los asaltantes escondidos en la maleza provocaron que cayera bajo la estampida de los caballos del carruaje. En esos momentos, tanto el maestre como Normand corrieron para tratar de frenar el vehículo donde iban las damas. Los asaltantes escondidos dispararon sus arcos contra ambos hombres. Una flecha pasó zumbando por encima de la cabeza de Normand quien pudo llegar a alcanzar a los caballos desbocados que huían presas del miedo por todo lo sucedido, no le costó mucho esfuerzo recortar la distancia para darles alcance a lomos de su fiel caballo, pero lograr detenerlos iba a ser más complicado.

El maestre intentaba que su mula siguiera los pasos del caballo de Normand, y por una vez las cosas no iban mal, el animal estaba haciéndole caso y moviéndose a gran velocidad. Pero entonces otra flecha, lanzada desde el flanco izquierdo, impactó en su cuerpo hiriéndole en un hombro.

Entre tanto, Yoren cargaba lanza en ristre contra Ser Ander, quien levantó su pesado escudo justo a tiempo para evitar la peor parte del daño. Aún así la lanza de ser Yoren había logrado herir al caballero bajo la protección que le proporcionaba su cota de malla. Ser Ander no se quedó quieto, a pesar de lo sorpresivo del ataque reaccionó a tiempo para contraatacar tras recibir el golpe. La espada del caballero renegado bajó con fuerza sobre el errante, con la afilada hoja superando su escudo y causando un duro impacto.

Normand logra llegar hasta la altura de las monturas, aunque estas están más asustadas de lo que se esperaba. Intenta frenarlas tirando de las riendas, pero no logra conseguirlo.

– Grisel, Lylian sujetados lo mejor que podáis. Estoy intentando frenar los caballos.

Por un momento pienso en sacrificarlas, pero lo descarto ya que el carruaje volcaría irremediablemente al frenarse inmediatamente.

Konrad estaba buscando a cuantos habían ocultos cuando al cosa se desató, empezaron a cambiarse gritos, cada uno tomó la acción por su parte y al estalló la pelea. Las flechas decían que al menso había dos o tres arqueros, y el tal Ser Ander parecía ser un adversario capaz. Los lamentos sonaban, por su parte Konrad solo mascullaba maldiciones mientras se armaba.

Ante el caos se decidió por unirse a la trifulca, no era su estilo pero seguramente era lo mejor que podía hacer por las damas que no podrían defenderse, por lo que se lanzó sobre "el caballero" al igual que Yoren.

Una vez juzgó la situación la joven desistió de hacer algo y empezó a luchar por su propia supervivencia. No podría hacer mucho más cuando impactaran.

-¡Agárrate! -le repitió a su hermana mientras buscaba un asidero que la permitiese aferrarse a la vida. 

Más que cabalgar sobre la mula, se podía decir que el animal había comprendido que aquella era una situación de peligro y estaba escapando lo más rápido que podía en la dirección que le guiaba el maestre Anselminus. Casi podía tocar la parte trasera del carro cuando sintió una inesperada punzada de dolor en la espalda. Al girar la cabeza pudo ver con espanto el astil y las plumas de la flecha que había aterrizado tras su hombro.

Asustado y aturdido Anselminus intentó azuzar a la mula a continuar la marcha en pos del carro, pero con el brazo entumecido y el animal desbocado, la mula se movía ahora sin hacerle caso.

Grisel se sujetaba la mejilla donde su hermana le habia sacudido, sin entener porque habia hecho tal cosa. Miro a su hermana con los ojos vidriosos un momento antes de bajar la cabeza y agarrarse donde pudiera, aunque una parte de ella decia que poco importaba lo que pasara despues, como si todo estuviera ya decidido de antemano. Tal vez una parte de ella se estuviera preparando para morir. No dijo nada, solo se agarro donde pudo, esperando que todo pasara rapido.

Mordió su labio inferior al sentir el corte, pero no tenia tiempo a preocuparse por si mismo; debía derribar al caballero cuanto antes. Si era el líder de los bandidos, como suponía, su caída desmoralizaría al resto. Además, daría margen para que el carro huyera con los demás.

Sin vacilar, Yoren cambio el ángulo del ataque para hacerlo desde arriba y volvió a clavar su lanza en el oponente. La cota era mejor armadura que la suya, sin duda, pero aun así no lo bastante para detenerlo por completo. 

Normand clavaba las espuelas a su caballo para exprimir toda la velocidad que podía sacarle al pobre animal. Cabalgando al galope logró ponerse a la altura del carro donde Lylian y Grisel se agarraban como podían temiendo por su integridad y sus vidas. Normand estiró la mano todo lo que pudo para alcanzar las riendas que Ártur había dejado libres al caer, mas no pudo alcanzarlas por unos centímetros. Incluso notó como sus dedos rozaban ligeramente el cuero de las riendas.

El maestre trataba de aguantar el ritmo al carruaje pero iba quedándose atrás, especialmente cuando sintió la punzada de dolor que le atravesaba el hombro y vio la flecha que se había insertado allí. Al girarse también vio al mayordomo de la casa, tendido en el suelo, las heridas por la caída eran más que evidentes y debía contar con algún hueso roto al juzgar por lo extraño de su postura.

Ser Yoren se lanzó de nuevo a la batalla contra el infame caballero ser Ander. Dirigió su lanza por segunda vez contra el bandido y el resultado fue muy similar al asalto anterior, la lanza buscó clavarse bajo la armadura aunque nuevamente el gran escudo que Ander llevaba logró mitigar la mayor parte del golpe. Entonces llegó Konrad y golpeó al caballero, quien no pudo frenar ambos golpes y la espada de Konrad le propinó un tajo limpio y sangrante en el costado derecho.

Ser Ander contraatacó golpeando contra ser Yoren, pero la herida que acababa de abrirse en su costado le impidió encadenar un buen golpe. Su espada logró superar la defensa de Yoren, pero no fue lo suficientemente contundente como para herir al caballero y la armadura de cuero endurecido logró que la hoja saliera desviada sin causar daño a su dueño. Ser Ander se encontraba en apuros, pero entonces apareció Corvin por la espalda blandiendo un hacha y se abalanzó contra Konrad llegando a golpearle bajo el escudo.

Aprovecho la ocasión que me brindan los Dioses al ensancharse el camino con terreno plano a ambos lados. Soy consciente de que puede ser mi última oportunidad de frenar el carruaje, mi montura comienza a dar muestras de no poder aguantar mucho más el ritmo, colocándolo cabeza con cabeza con la montura de este lado del carro tiro de las riendas haciendo que comience a girar frenando ligeramente la velocidad, pero lo suficiente para aferrar las riendas. Una vez las tengo comienzo a tirar de ellas para ir girando las monturas haciendo que dejen de seguir avanzando en línea recta, limitándose a seguir el camino, por fin prevalece el entrenamiento de toda la vida y haber abandonado el combate y sus sonidos junto al olor a sangre que enloquece a las que nos son monturas de batalla.

Me giro por donde hemos venido para saber si ya a finalizado y quienes han ganado antes de asomarme al interior del carro para comprobar cómo están mis sobrinas.

– Grisel, Lylian, ¿os encontráis bien?

-Ufff... -La joven jadeaba por el susto que acababa de sufrir en el cual temió seriamente por su vida- Sí... Muchas gracias tío... No sé qué habría sido de nosotras de no ser por vuestra oportuna intervención.

-¿Grisel? -La preguntó mientras la palpaba para confirmar que su único recuerdo de aquel momento no iba a ser otra cosa salvo el susto.

Moviendo su lanza volvió a golpear, pero esta vez con escaso éxito. El duelo se volvía escaramuza con la unión de Korad y del escudero. Yoren dejo caer la lanza de su mano para que quedara libre, y busco la espada en su cinto para blandirla en su siguiente movimiento.

-Konrad, ocúpate del escudero. Déjame a este a mí. +indico seriamente. Por muchas cosas que pudieran decirse de él, pelearía justamente. Podría, por ejemplo, haber atacado al caballo y desmontado a ser Ander. No obstante, era un bastardo honorable a su manera…