Partida Rol por web

¿No les habían dicho? Yoren exhalo por la nariz profundamente, meneando la cabeza. No esperaba que las señoras se metieran, pero Normand debería haberse hecho cargo del asunto ni bien entraron. El castellano se revelaba un tanto inútil fuera de su elemento, al parecer; primero con las conspiraciones y paranoias, ahora esto.

Cerro el puño sobre la empuñadura de su espada, pero dejo que Konrad y Anselminus hablasen; estaban mas habituados a tratar con los campesinos y además, menos molestos que el caballero. Este prefirió pensar en las cosas que plantearía a lady Lylian al respecto de cómo debían conducirse a partir de ahora, con este embrollo de por medio.

-No cavaréis tumbas en mis tierras. -Dijo con rotundidad la señora mirando con desconfianza a los intrusos. -¿Cómo voy a reconocer yo a quien vaga por los caminos a merced de los bandidos?. No me fio de vos, -sentenció- os advierto que en mi posada hay caballeros que se encargaran de hacer justicia si lo que decís es mentira.

La posadera se quedó mirando como hacían el trabajo de enterrar a los muertos puesto que no se fiaba de que estuvieran diciendo la verdad y sus intenciones en realidad no fueran otras, eso sí no permitió al muchacho de los establos echarles una mano y esperó a que se fueran de sus tierras para enterrar a los fallecidos. Cuando ya estaban terminando la penosa tarea bajo la lluvia, la mujer entró de nuevo en la posada.
 

-Por supuesto, -aseguró la atractiva joven, -La mesa estará servida antes de que vuestros compañeros vuelvan de descargar el carro. -Sonrió con una coqueta sonrisa.

-Tenemos varias habitaciones disponibles, ¿no querréis una para vos sólo?. -Preguntó mordiéndose el labio inferior incosciéntemente.

La joven ignoró las miradas afiladas de Grisel y después de coquetear con Normand se dirigió a preparar el pedido que le habían encargado. Además de hermosa, la joven era muy trabajadora y no tardó en tener preparada una mesa amplia donde cabrían todas con platos colocados y jarras servidas. Hizo un gesto para que la ocuparan cuando desearan y se fue a preparar las habitaciones mientras dejaba el pedido de la comida a sus compañeros. Antes de irse volvió a mostrar una agradable sonrisa hacía Normand.

Konrad creía que el maestre tenía mejor tacto, pero al parecer estaba demasiado acostumbrado a las comodidades de la casa para tratar bien con los plebeyos.  El mismo no lo había intentado porque era demasiado rudo normalmente, y la gente se incomodaba por su forma de ser, pero de los que habían quedado igual tenía que tener la voz cantante a veces.

De momento prefirió callar y cavar, le parecía normal que quisiera alejar un poco las tumbas, pero aquella sospecha hacía el honor de los tres no le gustaba un pelo.

-Entremos de una maldita vez, antes de que le tengamos que ponernos serios- dijo al resto, por su parte ya solo quería entrar, lavarse, y vigilar que nadie les estuviera vigilando o algo peor.

Anselminus quedó petrificado ante la respuesta de la posadera. No estaba dispuesta ni por un momento a creer en sus palabras. El maestre no podía culparla enteramente por aquello, pero una pequeña parte de él se sintió ofendido por considerarle un mentiroso o de poca confianza.

El maestre miró a Ser Yoren en busca de apoyo, aunque parecía evidente que ya no había gran cosa que hacer. Anselminus se tragó cobardemente unas cuantas palabras que le hubiera gustado decir a la posadera y ayudó a trasladar los cuerpos a otra ubicación más alejada para enterrarlos allí.

La negativa de la posadera no hizo mucho por mejorar el humor de Yoren, quien escupió a un costado ante sus palabras. De buena gana le habría recordado maneras, si hubiera estado solo. Podía hacerlo y desaparecer a caballo antes que los otros salieran. Pero con las señoras adentro, eso era un riesgo…

Se grabo una idea mirando a la posadera. Cuando se retiraran lo recordaría.

-Vamos de una vez. Apestaran el carro como esta vieja vaca. +dijo simplemente en tono seco, antes de ir a cavar. Dar paladas no le molestaba en lo más mínimo, ya tenia pensado ser parte del trabajo, pero las actitudes de esa clase le traían malos recuerdos… Al terminar, dejo la herramienta a un costado simplemente y fue adentro a lavarse. Necesitaba enfriar su cabeza para la venganza.

La propuesta de la camarera no puedo negar que no me halague. Hasta hace poco la habría rechazado por mi deber de cuidar de mis sobrinas, pero si estas confían más en los nuevos servidores contratados por mi hermano, su padre, porque no debo darme una satisfacción pensando en mí por una vez desde que acabo la Guerra del Usurpador.

Le respondo de forma afectuosa. – Suena como una opción atractiva. Después puedes enseñármela si tienes un momento libre.

Me quedo observándola, sonriéndola cuando ella lo hace.  

Grisel estaba visiblemente enojada, con los puños apretados y al borde de una rabieta. Esa mujer no paraba de coquetear con su tio, cosa que le molestaba mucho.

- ¿Por que necesitais que os la enseñen? ¡No vais a perderos por verla solo!.- gruño molesta con su tio mientras pensaba que "accidentalmente" algo de comida se derramaria sobre aquella desvergonzada más pronto que tarde, o tal vez se tropezara con su pie, la muy tonta, para terminar con la nariz en el suelo. Si, eso la enseñaria a dejar tranquilo a su tio.

Mi sobrina Grisel parece haberse dado cuenta de todo y está muy enfadara. Sino logro calmarla me será imposible estar con la chica.

– Tranquila, debemos ser amables. Si rehusara no crees que podría entristecerse pensando que había hecho alguna cosa mal. Además, parece una joven muy agradable que a lo mejor le da miedo estar sola de noche.

Creo que debería de haberme impuesto y haber entregado los cadáveres aquí simplemente omitiendo que uno todavía vivía. Ahora si alguien los descubre pueden pensar que nosotros somos los que los mataron.

- Sí tiene miedo que duerma con su mamá.- dijo Grisel, casi escupiendo las palabras entre los dientes. - Y sí se pone triste... no te preocupes... yo le contare algo muy gracioso para animarla.- prometio, aunque por su tono más bien pareciera que quisiera hacerla picadillo y darsela de comer a los perros.

Noto que mi sobrina Grisel en lugar de calmarse esta más furiosa. Sino fuera porque no tendría sentido pensaría que esta celosa. Intento no mirar hacía la camarera porque seguro que se dan cuenta las dos.

Por otro lado, ¿Dónde están los demás?

Miro al mayordomo. – Ártur, podrías ir a ver porque no han entrado todavía los demás. – Con el tono y los gestos intento solicitarle discreción.

Noto que mi sobrina Grisel en lugar de calmarse esta más furiosa. Sino fuera porque no tendría sentido pensaría que esta celosa. Intento no mirar hacía la camarera porque seguro que se dan cuenta las dos.

Por otro lado, ¿Dónde están los demás?

Miro al mayordomo. – Ártur, podrías ir a ver porque no han entrado todavía los demás. – Con el tono y los gestos intento solicitarle discreción.

Le susurro a Grisel. – ¿No te asustara la lluvia, apenas ha habido truenos? No querrás dormir conmigo ya no eres una niña pequeña esta tu hermana Lylian y vuestras dos doncellas para acompañarte.

-La lluvia me gusta, los relampagos son luces bonitas en el cielo y los truenos tambores que hacen vibrar los cristales.- Explico Grisel hablando en el mismo tono bajo que su tio.- Dormir en un cuarto solo con mujeres, sabiendo que hay hombres malos que matan... puede que muy cerca... eso si me da miedo. Me daria un poco menos si supiera que mi tío estara cerca y no cantandole una nana a una desconocida.

El tono de Grisel era claramente el de una niña celosa, compitiendo con algún hermano menor por la atención de su madre.  Normand era su tío, solo suyo y no quería compartirlo.

Tras un largo rato esperando a que Ser Yoren, el maestre y Konrad volvieran del exterior, lo hicieron al fin cubiertos de barro hasta la cabeza, empapados por culpa de la lluvia y visiblemente molestos. La posadera, quien había regresado poco antes que ellos, no les quitaba ojo y los miraba con recelo y desconfianza.

Normand y las jóvenes damas se habían encargado de conseguir una mesa amplía y grande donde cabían perfectamente todos. Ya habían colocado vasos, jarras, platos y cubiertos para que todos cenaran, pero todavía no habían servido la cena, pues aguardaban a la espera de que ellos regresaran. Una joven y bella sirvienta a punto de dejar atrás la adolescencia que atendía las mesas era todo ojos para con Normand. Él parecía sentirse halagado y eso hacía enrabietar a Grisel, quien quería a su tío para ella sola y desconfiaba de la intrusa.

En la posada había algunos viajeros más como un viejo anciano de barba gris o un soldado que se mantenía cerca del hogar, sorbiendo té de una humeante taza mientras tosía en silencio. Un grupo de hombres de diversas edades se entretenía apostando a los dados en una de las mesas mientras la mayoría del resto de huéspedes comía y bebía manteniendo conversaciones distraídas.

-Asunto cerrado. +comento escuetamente, buscando el lugar mas cercano al hogar en la mesa, para reposar su robusto cuerpo.+ Aunque no gracias a la posadera. *ni a ustedes. Puede olvidarse de tener propina de mi parte. *cuando menos

Resoplo hondamente por la nariz, despejándose. De un rápido vistazo ubico a la sirvienta. No pareció notar, o no le importo, la actitud de esta con el castellano. Simplemente chasqueo los dedos para llamar su atención.

-Muchacha, trae de una vez la comida y prepara una tina para asearnos luego. +le ordeno, con cierta sequedad en el tono. Lo cierto era que no estaba molesto con esta chica ni con el bruto de fuera, sino con su patrona, pero algo también se llevarían los empleados de esa cerda…

Konrad entró casi imitando los gestos de Yoren. Visiblemente frustrado por haber sido más pasivo en este asunto y esperar a ver que arreglaban los señores.

Aún así le sorprendía un poco lo arisco de Yoren, se entendía que estaba frustrado pero parecía estar menospreciando a todo el mundo.

Una vez más prefirió esperar a ver que decía el resto. Secándose y estando atento al resto de "clientes", a ver cuanto interés mostraban en ellos. En cuanto pudiera se lavaría un poco y pondría otra muda mientras se secaba la que llevaba puesta.

La actitud de Ser Yoren me molesta. Al ver la actitud de Ser Yoren, parece más seguro de si mismo después del posicionamiento de mi sobrina mayor. Se que está molesto conmigo, pero no tienen porque pagarlo los de la posada nuestras diferencias.

Miro a la sirvienta pidiéndole disculpas con la mirada para seguidamente girar la cabeza hacía el maestro de armas. – Ser Yoren disculpar mi posible ignorancia al no serlo, pero creía que uno de los juramentos de los ungidos por los Siete Oleos era ser respetuosos con las mujeres. Pero como os he dicho, yo no soy un “Ser”. Hemos pedido que no se sirviera hasta vuestra llegada para que no estuviera fría.

No puedo dejar de inclinarme hacía mi sobrina mayor para susurrarle. – ¿Decías seriamente que deseas que sea quién te acompañe a tu lado cuándo lleguemos?

Me gusta Yoren le habla a esa chica, es tonta y no me cae nada bien. Luego me disgusta que mi tío la defienda como si fuera de la familia o algo asi, pero al menos hay alguien a quien no le impresiona que una mujer sea guapa para caer a sus pies.

-¿No es respetuoso pedir a alguien a quien se le paga por un trabajo que lo cumpla?.- pregunto con fingida inocencia y tono suave, como si no supiera sobradamente a lo que se referia su tío. Sonrío, por primera vez en mucho tiempo, un gesto que dedico a Yoren.

Se encogió de hombros.- Todos estamos cansados, comamos en lugar de discutir, eso lo podemos hacer en otro lugar y momento pero pocas veces se puede compartir el pan en paz ¿Cierto? .- volvío a preguntar

Al contrario que sus dos compañeros, Anselmius entró en la sala encogido, evitando la feroz mirada de la posadera como si quisiera pasar desapercibido. La actitud de ser Yoren a su llegada parecía a punto de provocar una discusión, de modo que buscó un sitio apartado de ellos en la mesa junto al mayordomo Ártur, con quien se sentía más cómodo, y donde no tendría que estar en mitad de aquella conversación.

- ¿Todo bien? ¿Lady Lylian y lady Grisel están conformes con sus habitaciones? - preguntó al mayordomo en voz baja