Partida Rol por web

Richard se acerca a Charles y le entrega el paquete cuidadosamente envuelto.

- Para ti, viejo colega. Se lo entrega y se echa a un lado, abrumado por los amigos y conocidos que esperan a su momento para  felicitar al agasajado. Espera a que las cosas se calmen para poder departir con su amigo. Mientras tanto, se dirige al mueble-bar donde un hombre en una máscara se está preparando un par de bebidas. Le saluda con una leve sacudida de cabeza mientras busca una botella de licor de alta graduación, preferiblemente whiskey.

Robert se acerca a la mesa sonriente, con el libro envuelto para regalo.

- Espero que te guste. Dice con una sonrisa mientras deposita el regalo sobre la mesa. - Además, siempre puede servirte para tus clases. Añade dejando escapar una risotada. Después, se retira dejando paso a los demás invitados.

Tras recorrer la sala con la mirada, en busca de caras conocidas, se fija en le hombre solitario, el toma un Whiskey junto al mueble bar. - Vaya, el señor Bishmark, el bibliotecario. Y se acerca a el con sonriente. - Whiskey, buena idea Mr Bishmark.  Dice mientras extiende la mano a su interlocutor. - Gracias a sus contactos, pude conseguir el libro, muchas gracias... Va diciendo, mientras llena medio vaso de whiskey. 

Richard estrecha la mano que Robert le ofrece, sensiblemente aliviado al poder entablar conversación con una persona amiga.

- De nada, mr. Howard, me alegro de que mis contactos le sirvieran de utilidad. Además, espero que aprovechara para echarle un vistazo usted mismo. Según colegí del artículo que publicó hace unas semanas, todavía no tiene claro lo que el marxismo realmente propugna - bromea. Robert y él apenas coinciden en cuanto a opiniones políticas, y han sido varias y largas las tertulias en torno a unos vasos de licor y unos cigarrillos encendidos, que inevitablemente han derivado en etílicas conversaciones vagas sobre la Humanidad en mayúsculas.

Tremendamente aburrida y con la sensación de estar de más en esa fiesta llena de desconocidos, Catherine se acerca a la mesa donde están las bebidas. Como recompensa por la molestia piensa mientras se sirve una copa con el líquido de la ponchera. Da un trago largo. ¿Alcohol? definitivamente el señor Diehl tiene buenas compañías. Ríe para sí misma, ensimismada en sus pensamientos.

A su lado, una pareja de hombres charla amigablemente. El tema parece ser la política. Una lástima, piensa para sí, nunca ha sido especialmente versada en las cuestiones políticas. Vuelve a beber de su copa.

-"Mi cumpleaños.....¿era hoy?." Pensó Charles.
Se limitó a disfrutar de la fiesta, su fiesta sorpresa después de todo; miró a los invitados y en particular a una dama.
Para después dirigirse al minibar y acompañar a sus amigos con el whisky de malta gran reserva. Reservado para las grandes ocasiones, y por dios, que aquella lo era.

- Charles, amigo! Cuantos invitados, eres afortunado en amigos y discreto. ¿No nos presentas a la misteriosa joven? Dice Robert en voz alta señalando con la mirada a la chica que esta junto a la ponchera.

La pregunta sr. Howard fue cortada con el sonido del timbre, no tardaron en seguirle varios golpes insistentes a la puerta que encontraron respuesta en Scottie que pasaba por allí en esos momentos. Desde donde estaba, el anfitrión no alcanzó a ver mucho, únicamente a su amigo señalando en su dirección. 

Pronto todo cobró sentido, se trataba de la vieja señora Peterson. La vecina cotilla de al lado.

-Oye Charles, te dejo con tu vecina. -Tras un encogimiento de hombros se marchó no sin antes hacer aspavientos a sus espaldas.

-Gracias joven. -Se despidió sin ser consciente de las burlas de las que era objeto. -¡Felicidades señor Diehl! Me acaba de explicar ese chico tan apuesto que es tu cumple. Si lo llego a saber habría preparado una tarta... Sólo por eso pasaré por alto el ruido que estáis montando. -Antes de proseguir dedicó una mirada a su alrededor como pretendiendo escrutar el entorno. -Toma. Lo dejó el cartero en el buzón y me lo llevé porque temía que se lo llevaran. 

Tras unos momentos que se convirtieron en una eternidad finalmente la anciana se marchó no sin dedicar una sonrisa al cumpleañero e insistir con las felicitaciones.

Lo que dejó atrás se trataba de un paquete matasellado el día anterior. Frederick Short era su remitente.

Catherine levanta la vista de su copa. Un hombre, aparentemente muy cercano a Charles, comenta sobre ella mientras la mira. Sin embargo, el señor Diehl es requerido en otros asuntos. Esbozo una sonrisa y me acerco a la pareja que antes hablaba sobre política para presentarme yo misma. Por lo menos mataría algo de tiempo.

-Buenas noches caballeros. Bonita fiesta, ¿verdad?. Mi nombre es Catherine Leed -tiende una mano enguantada para presentarse. 

Richard se revuelve, incómodo, mientras la señorita se acerca a él y al señor Howard. Siempre se ha sentido un poco cohibido ante extraños, especialmente mujeres. Cuando se dirige a ellos con una encantadora sonrisa y se presenta, sin embargo, siente que no puede demorar más el momento.

- Encantado, señorita Leed - se presenta mientras se acerca la mano enguantada que ella le tiende a los labios, en un gesto de otra época - Mi nombre es Richard von Bishmark, soy un antiguo conocido del señor Diehl, quien nunca ha cejado de insuflar algo de conocimiento a esta pobre y vieja cabeza mía.

-Encantado de conocerla. Se presenta Robert, dando un paso hacia la señorita Leed mientras inclina ligeramente la cabeza levanta la mano hacia un imaginario sombrero. - Me llamo Robert Howard, conozco al bueno de Charles desde la universidad. No he podido evitar fijarme en usted cuando ha entrado, ha iluminado la sala con su presencia como si fuera una actriz de cine.

Catherine ríe, agasajada por la actitud de los dos hombres. 

-Encantada de conocerles -replica, volviendo a esbozar una sonrisa- apenas conozco al señor Diehl, pero fue compañero de mi padre en la facultad. Austin Leed, por si les suena de algo.

Dejo la copa encima de la mesa.- ¿No echan en falta algo de música? Aunque me parece que no son muy de bailar el Fox Trot -bromea.

-¡Nada mal! -Se felicitó el organizador de la fiesta. -Supuse que serías una sorpresa bastante agradable para aquí, nuestro amigo. -Subrayó sus palabras con un gesto en su dirección, él por su parte permanecía ajeno a la conversación mientras recibía el paquete. -Confieso que tuve que tirar de anuario para encontrar vuestros datos señor Damon

Tratando de aclarar mi mente ante tantos halagos, regalos e invitados; extiendo mi mano para coger con sumo cuidado la mano enguantada de la señorita Catherine Leed, la hija de Austin Leed. Un viejo amigo y compañero de la Facultad.
-"Es todo un honor y un placer. Verla aquí, me recuerda los buenos momentos que pasé con su padre mientras estudiábamos".. Sonreía cortesmente.
-"¿Qué tal se encuentra su querido padre?¿me hubiera gustado que estuviera hoy aquí, entre nosotros?"

Hace una señal al sirviente más cercano .... y la música invade la sala.

Catherine sonríe a Charles dulcemente. Le sacaba algunos años; sin embargo, no podía dejar de notar que era un hombre atractivo. Al comienzo de la música, posa sus brazos suavemente alrededor de los hombros del hombre y lo arrastra a bailar.

-Mi padre... se encuentra -responde tras un momento de duda- al perder la pierna perdió las ganas de salir de casa. De vivir. -esboza una sonrisa para quitarle hierro al asunto. Al fin y al cabo, se encuentran en su fiesta de cumpleaños.- Pero no es momento para hablar de las penurias del pasado. Hoy tiene que divertirse. 

Sin separarse de él, mueve la cabeza a los lados para volver a echar un vistazo al ambiente: el amplio salón, los empleados, el lujo...

-Veo que la vida lo está tratando bien.   

Con una sonrisa, Robert sigue con la mirada a la pareja mientras se colocan en el centro de la sala para bailar y volviéndose hacia su interlocutor le dice:

- Ves Richard, Charles sigue siendo todo un dandy, como en la universidad, tenia un don para las mujeres jajaja.

Richard sonríe mientras busca en algún bolsillo de su disfraz algún paquete de tabaco.

-No sabía de esa faceta de Charles, aunque, viendo a su interlocutora, ¿quién puede echárselo en cara?