Partida Rol por web

El clerigo habria jurado sentir como una hoja atravesaba su armadura hasta llegar al estómago ya que el resto de sus sentidos fueron incapaces de advertirle lo que iba a ocurrir. Su boca se llenó de un sabor a metal y tras escupir sangre comprendió lo ocurrido.

Sin que el dolor nublara su mente, el clérigo siguió en su buen juicio, su gente dependía de él. La muerte no le preocupaba si era de modo honorable y haciendo algo grande, así le habían educado y exigido para poder servir a Moradin y él había aceptado esa probabilidad.

-No importa cuántas veces me apuñales… ¡La Fragua de Moradin me reconforta! -Dice con las fuerzas que la herida le permite, escupiendo más sangre por el sobreesfuerzo.

Sin importarle su estado, el enano se lanza contra el enemigo ahora visible.
-¡Hagamoslo al estilo Ironblade! -Alienta a su hermano, pero la carrera le agota en su estado actual y falla en su ataque.

Jerisse se desplaza hacia donde parece que está el tiefling, sonríe y concentra su poder en su orbe.

Sufre la ira del invierno...

Un rayo de frío sale disparado contra el tiefling que congela todo su cuerpo.

El espadazo de Murtun abre una buena herida en la espalda del tiflin, pero la sangre que empieza a brotar de ésta pronto deja de hacerlo al congelarse por efecto del conjuro de Jerisse.

Tyran, cuyos temores se están viendo confirmados, no puede parar de temblar, y algo os dice que no lo hace sólo por el frío mágico que le envuelve...

Bleeder que no dejaba de dar vueltas por fin ve de nuevo a sus compañeros al otro lado del pasillo y parece que estan luchando con algo que no puede ver. Intenta calcular más o menos donde esta el enemigo, saca una daga coge impulso y la lanza intentando que si el objetivo no está donde el calcula no darle a Duthan. (Por favor que esté ahi por favor! Que sino luego Duthan no me querra curar)

El arma del mediano se incrusta en el pecho del desprevenido tiflin, cuya expresión ahora es de verdadero pánico. La cosa no mejora cuando baja la vista para retirar la daga de la nueva herida, pues ve a sus pies el cuerpo sin vida de su hermano.

No, no puedo morir aquí... malditos sean Targh y su Ojo de Timor, no valía tanto... balbucea Tyran como ido mientras mira con odio la joya que sostiene en su mano.

El paladín avanza ansioso hacia el tifflin que vuelve a ser visible. - Siente la ira de Bahamut ser despreciable y vuelve al infierno de donde has salido engendro demoniaco - la cuchilla de la alabarda gira por encima de las cabezas de los enanos...

Comprendiendo que sus enemigos no tendrán piedad con él por las palabras del paladín, el tiflin aprieta los dientes y se resigna a intentar al menos llevarse a alguno de ellos al infierno con él.

Su cuchillo envenenado sale disparado hacia Murtun, que en ese momento había bajado la guardia convencido de que Tyran se rendiría, pero en el instante mismo que va a ensartar al enano, el cuerpo del dracónido se interpone en la trayectoria, recibiendo una profunda herida.

Para asombro del tiflin, una especia de llamarada de luz sale a través de dicha herida y sube por su brazo, quemándole intensamente, a lo que éste retrocede escaleras abajo mientras se cubre como puede de los ataques, percibiendo cerca el fin...

Avanzo hacia lo que parece una posición segura, para atacar al molesto tiflin con el poder conjurado mi espada...

Jerisse camina con confianza y dirige su orbe nuevamente hacia el tiefling y un nuevo certero rayo de escarcha sale directo al pecho de su enemigo.

La espada del enano falla por poco, pero el conjuro de la maga hace que el cuerpo de Tyran vuelva a congelarse, esta vez tanto que su corazón apenas encuentra fuerzas para latir...

Aprovechando la lentitud de movimientos del Tifflin el dracónido ataca poniendo toda su alma en el golpe - ¡Bahamut, descarga tu castigo sobre este ser malvado! - el golpe de lanza atraviesa el corazón de su enemigo que alza la vista para ver la sonrisa de satisfacción en la cara del paladín.

- Así acaba la escoria como tu - parecen ser las últimas palabras que oye, pues de su boca empieza a salir un hilillo de sangre.

El cuerpo del tiflin se desliza poco a poco de la alabarda, ya sin vida en sus ojos, hasta quedar tendido e inmovil en el suelo. Sus dedos se relajan y el Ojo de Timor rueda escaleras abajo con sonoros tintineos. La corona de Tyran sigue en su cabeza, aunque ladeada de forma algo cómica, si no fuese porque la porta un cadaver.

Todos menos Shedinn empezáis a escuchar de nuevo las voces de los guardianos instandoos a devolverles el Ojo de Timor: Es nuestro, dejadlo en su sitio... Sí, lo prometisteis... Devolvedlo y marchaos, o quedaos con nosotros por toda la eternidad...

¡Vosotros no respiráis, espíritus, pero nosotros necesitamos recuperar el aliento!