Partida Rol por web

JOSH ALBIE

Boston, Massachussets

Te despiertas cansado y confuso. Has tenido el sueño más raro de tu vida. Fue... tan real.

Abres los ojos y ves la luz de la mañana desparramándose en haces brillantes por las rejillas del estor de tu ventana. Miras el reloj y compruebas con estupor que son las 9 de la mañana. ¡Te has quedado dormido! ¡Deberías estar llegando al Boston College para un seminario!

Te levantas de golpe y sientes como si te golpearan con un martillo en las sienes. Estás empezando a lamentar haber abusado del alcohol la noche anterior.

Llamo a la Universidad para que retrasen el seminario una hora. Sé que habrá gente que se vaya, pero por lo menos tendré excusa ante los jefes. Aludo razones personales. Llamó a un taxi y en el viaje voy escribiendo todo el sueño.

Tras dejar el recado a la secretaria del departamento de Literatura Inglesa, llamas a un taxi por teléfono, te vistes a toda velocidad y sales a la calle prácticamente echando el bofe. Un hombre de color, con una distintiva boina de cuero, te está esperando en el taxi. Mientras recorres las calles de Boston, escribes a toda velocidad en tu pequeño cuaderno de notas el sueño que has tenido. Te sorprendes a ti mismo cuando el argumento de una historia de ciencia ficción parece cobrar vida entre tus manos a partir de esa sencilla escena. No te sentías así de inspirado... desde que estabas con ella. Te resulta frustrante tener que romper ese momento de inspiración, pagar el taxi y correr por el campus hacia el Aula Magna donde se desarrolla el Seminario. El director de la facultad y el coordinador del departamento están esperando en lapuerta, con visible gesto de enfado.

Venga a verme a mi despacho después del seminario -gruñe el coordinador de Literatura Inglesa mientras pasas como una exhalación a su lado en un tono que no presagia nada bueno.

En el Aula Magna todas las miradas se centran en ti, puedes ver gestos contrariados por el retraso, pero todo el mundo toma sus asientos y saca sus cuadernos para tomar notas. Una azata te trae un vaso de agua, y un vedel conecta tu portátil al proyector. Das un último vistazo a tus notas, carraspeas, das los buenos días, una sucinta explicación de tu retraso y comienzas tu charla.

Aunque la resaca te deja la boca pastosa y tienes la cabeza en otra parte, tenías bien preparada la presentación. Acortas en algunas partes para no terminar tan tarde e insertas un par de chistes para relajar la tensión en el ambiente. Cuando terminas, los estudiantes aplauden, resuelves un par de dudas y empiezas a recoger tus cosas. Parece que todo ha ido bien después de todo.

Una mujer, de unos treinta y pico años, se te acerca. Tiene el cabello rubio y rizado por los hombros, los labios carnosos y un hoyuelo en la barbilla. Piensas que el adjetivo "hermosa" le vendría bien.

Interesante charla, Señor Alby. Mi nombre es Eleanor Hunt -dice mientras te tiende una mano-, trabajo para la sección de literatura del blog The Daily Dish. ¿Sería posible concertar una entrevista con usted?

Pues... ahora tengo una reunión con el director de departamento, pero si quiere después... a la hora de la comida... esto... podríamos hablar.

Mi apartamento está a diez minutos de aquí. ¿Le gusta la comida india? -la mujer te dedica una sonrisa encantadora y saca un bolígrafo para apuntarte su dirección en un post-it.

Bien. Cuando termine, nos vemos allí. Por cierto, usted se llamaba?

Eleanor Hunt -te repite dedicándote una sonrisa encantadora.

Después se da la vuelta y se marcha del aula magna mientras contemplas cómo contonea su trasero al son que marcan sus tacones. Tienes que parpadear varias veces para salir de su hechizo. Recoges tus cosas y te vas al despacho del coordinador.

Llamas a la puerta, y cuando contesta, pasas. El coordinador del departamento está mirando por la ventana.

Toma asiento, Josh -dice.

Haces lo propio y esperas a que empiece a hablar. Conoces a Dwight desde hace muchos años y sabes que le gustan las pausas dramáticas de ese tipo. Al fin se gira hacia ti y se sienta al borde de la mesa.

No se que te pasa, pero estás como ido últimamente -oyes repetir a por segunda vez consecutiva-. Llevo mucho tiempo dando la cara por ti, ¿sabes? Excusándote ante las quejas de compañeros y de tus alumnos diciendo que atravesabas una mala racha. Pero hoy el director me ha pedido que tome cartas en el asunto. Se que llegar tarde al seminario es algo que le podía pasar a cualquiera, pero ha sido la gota que colma el vaso.

Estoy... -balbuceas.

No. No estás despedido, pero considera esto como un aviso. Creo que te deberías tomar unas vacaciones, para despejarte un poco, quizá dedicarte a otros proyectos. Quizá un mes con las Navidades de por medio, total, ahora sólo ibas dedicarte a corregir exámenes. Y así vuelves con energías renovadas para Enero, ¿hmm?

Mira, Dwight, ahora estoy un poco liado con mi nueva novela, y esas cosas, pero ¿quién puede darle clase a estos alumnos de filología mejor que un escritor profesional? Si prefieres poner a uno de esos teoricos de pacotilla, adelante, me tomo las vacaciones, pero ellos no pueden enseñar lo que de verdad importa en la literatura. Miro al suelo y vuelvo sobre mis palabras esperando que mi salida de tono funcione. Tal vez, no soy el más puntual, ni el profesor más ordenado, pero yo puedo enseñarle el alma de las palabras y no sólo su forma. Ellos me aprecian, el aula magna estaba llena. Soy un buen profesor y tú lo sabes porque también lo eres, y nos reconocemos a distancia. Sonrío poniendo mi cara de niño bueno e intento obviar las punzadas en la cabeza. ¿Necesitas algo más?

Dwight se levanta de la mesa y vuelve a mirar por la ventana, en esas pausas que suele hacer para poner en orden sus pensamientos. A veces te parece que Dwight tiene que pensar todo lo que va a decir, como si estuviera escribiendo el diálogo en una novela.

Josh, sé que eres un buen profesor. Si no creyera así, no hubiera dado la cara por ti tantas veces. ¡Demonios!, y es cierto que la universidad necesita más entusiasmo y menos chupatitas pero... esta vez no te puedo ayudar. Tengo las manos atadas con esto, no ha sido decisión mía y me gusta tanto como a ti. Pero créeme cuando te digo que te estará esperando tu puesto en Enero. Quizá te vengan bien las vacaciones y puedas escribir esa nueva novela que siempre dejas para más tarde, ¿hmm?

Vale, no te preocupes. Por cierto, lo de las pausas... está un poco pasado de moda, quiero decir que si no eres Marlon Brando... no te sientan bien. Me levanto y cojo mi gabardina con una sonrisa fingida, pero creíble. ¡Oye si necesitas algo ya sabes donde estoy!. Salgo del despacho sin prestar atención a su respuesta y me dirigo a la dirección de la mujer.

Dejas a Dwight sorprendido por tu respuesta cortante. Abre y cierra la boca, como un pez que boquea fuera del agua, sin saber qué replicar. Le dedicas una sonrisa fingida y sales del despacho, cerrando la puerta tras de ti. Te pones la gabardina y sacas el post-it en el que la Señorita Hunt había anotado su dirección.

Concentrado en ello como estabas no viste como Dwight se asomó a la puerta de su despacho para seguir con unos ojos nada amistosos cómo te ibas. Tampoco escuchaste cómo el coordinador del departamento cogió su teléfono móvil y susurró en un tono apenas audible:

Está hecho -dijo, colgó, y continuó mirando cómo te marchabas.

¡Hola! -te dice Eleanor, mientras abre la puerta de su casa-. Deja la gabardina en el perchero y pasa por esa puerta, siéntate donde quieras. La comida está casi lista.

Lo cierto es que el olor a curry, característico de la cocina india, es delicioso. Haces lo que la periodista te dice y pasas a un salón del que es obviamente un piso alquilado. Los muebles son antiguos, y la decoración propia de hace veinte años. Sólo algún detalle personal, una foto aquí, un cuaderno de notas allá, denota que está siendo habitada por la joven. Supones que lleva poco tiempo viviendo allí.

Te sientas en la pequeña mesa redonda, cubierta por un mantel blanco, donde la mujer ha puesto las cuberterías.

¡Bueno, ya esta! Fingiré que lo he preparado yo, ¿de acuerdo? -ríe-. Es realidad es de un restaurante a un par de manzanas de aquí. He encargado Biryani, Koma, Tandooi y Balti, espero que te gusten.

Bueno... señorita... Yo, quiero decir, que no sé muy bien lo que espera de esta entrevista. No puedo decirle nada acerca de la nueva novela, ya sabe, cosas de editoriales.

La mujer frunce el ceño, como si estuviera apunto de protestar, cuando suena tu teléfono móvil. Es de la Universidad. Te disculpas y te levantas de la mesa, para atender la llamada, aunque sea para decir que no podías hacerlo en esos momentos.

Suena la voz de la secretaria del departamento:

Hola Josh, perdona por llamarte en tu tiempo libre -la secretaria no parece saber nada de tus "vacaciones"-, pero hay aquí dos alumnas tuyas que necesitan hablar contigo para resolver unas dudas antes del examen. Dicen que es urgente, ¿puedes atenderlas?

Claro, que se pongan.

Hola profesor Albie -la voz al otro lado del teléfono parece tímida-. Soy Phoebe Tyler, supongo que ya habrá deducido que no somos alumnas suyas...¡pero no nos cuelgue! Últimamente me han pasado cosas muy extrañas, y usted ha resultado ser la única pista para solucionarlo... 

Echas un vistazo de soslayo a Eleanor, que parece concentrada en abrir una botella de vino.

No sé a que se refiere con eso de que soy el único que puede ayudarle, señorita. Ahora estoy... trabajando. Aunque si quiere podemos cenar esta noche y me cuenta lo que le sucede, aunque, francamente no creo que pueda ayudarla.