Partida Rol por web

Cuando Satoshi habla, no digo nada, prefiero darle una oportunidad, pero precisamente con sus escuetas palabras confirma lo que sospechaba.

Si él está bien, y no tiene excusa...y la otra también está bien...¡los dos rastreros nos abandonaron!

Hirviendo de rabia, decido reprimir mis ganas de pegarle un bofetón, pero aprovecho para llegar hasta la tubería antes de que alguien me corte el paso y entorpezca mi plan. Con mirada de preocupación, cojo el maletín más pesado, y antes de que Satoshi se aleje demasiado y no pueda cogerlo, saco medio cuerpo para alcanzarlo y le tiendo la maleta,  bastante pesada. A propósito, se lo paso de manera que tenga que cogerlo con el brazo donde tiene el hombro herido.

-¡Cógelo tú, que yo no puedo bajar con dos maletines a la vez!

Sonriente, sin dejar que se vea para nada mi rabia, lo insto a terminar de bajar deprisa para que los demás posamos salir, mientras lo maldigo por dentro.

Ya te partan las piernas que no pienso curarte.

Confusa miro hacia arriba al esuchar el aviso alarmante de Satoshi. Me aparto inmediatamente del tubo, caminando hacia atrás, dejando así el espacio libre.

Permanezco con la mirada hacia arriba y me percato de los demás. Sonrío, estaban sanos y salvo y quizás con suerte, escaparíamos todos de allí.

Me coloco en la parte de debajo, listo para aupar a los que lo necesiten mientras cuento los metros que restan hasta que lleguen los cabrones.

Satoshi trata de agarrar el maletin que le lanza Ariadne en un acto reflejo, y lo consiguió. Estiró el brazo y logró atrapar el asa con la mano derecha, cerrando los dedos con fuerza. Sin embargo, el golpe y la inercia de la trayectoria del maletin fue demasiada presión para su maltrecho hombro, el cual se retorció con un estremecedor chasquido, y Satoshi volvió a sentir una vez mas ese espantoso dolor que le recorría todo el brazo, y debido a esto se soltó de la tubería, cayendo de espaldas al suelo, donde aterrizó con un sonoro golpetazo que le hizo perder la respiración y que todos los huesos del cuerpo se quejaran por el trato.

Con ese ruido todos vendrán hacía aquí.

– Rápido acabar de bajar los demás antes de que esto lleno de “otros” y no podamos bajar.

Mientras voy vigilando el pasillo.

Sin aliento, Satoshi miró hacia el cielo. Todo le dio vueltas. Extrañamente no sintió dolor en cuanto cayó, simplemnte le faltó el aire. Los segundos siguientes a su caida le hicieron retorcerse de un dolor penetrante y agudo que provocó un grito ahogado sacado de las jovenes cuerdas vocales.

-D..d..dios-Dijo Satoshi intentando incorporarse, cogiendo el maletin. Su brazo volvia a estar bien jodido.- ¡Mierda!-Exclamó colorado, agarrándose el brazo.''JODER, LO QUE ME FALTABA!''. Miró a Aoki y se levantó con muchos proelams, mirando hacia la tuberia.

-Hay...que...que irse-mustió jadeante.

Mis ojos se desorbitaron, mi boca se abrió y mis manos cubrieron el rostro al ver como caía. No grité, fue tan de repente y no me lo esperaba que no salió palabra alguna de mi boca.

El golpe al caer hizo que me estremeciera y tenía miedo de abrir los ojos ¿Perdería su vida? la altura con era mucha, pero podría haber golpeado su cabeza.

Su voz de dolor hizo que me descubriera cuanto antes y con lágrimas en los ojos me apresuro a ayudarle. Se incorporaba lentamente y yo ya estaba allí, a su lado para ayudarle.

-Satoshi...- mi labio inferior temblaba -apóyate en mi- le ofrezco mi hombro y con sumo cuidado, ayudo a levantarlo de su brazo no lastimado.

Todo ocurre muy deprisa. Lo que hasta ahora era un infierno, se ha convertido en un infierno a cámara rápida.

La barrera que montamos no sirve para retenerlos lo suficiente, así que emprendemos una veloz carrera por los pasillos, sin saber qué les habrá pasado a nuestros "investigadores". El misterio se desvela al ver a un *mono colgado de un árbol. Al comprenderlo, me invade una furia, tan sólo sofocada por una mano que coge la mía. Que a alguien que no sea mi madre le preocupe así.. Pero no puedo distraerme.

Me giro de espaldas a la ventana, mientras voy echando leves vistazos para ver si empiezan a bajar. Suelto la mano de Himura para sostener con determinación la espada de madera, esperando que el primero de "ellos" llegue hasta nosotros. Algo me dice que Daichi intentará proteger a los demás... Quizás sea por su hermana. Bien, si tú vas a ser el escudo, yo seré la espada... Si nada nos ocurre antes, habremos de pensar qué utensilio se guarda antes, cuando se comienza la retirada.

Con la furia claramente reprimida en mis hoscas palabras, urjo a Satoshi a bajar de una maldita vez.

-Tú ya puedes ir bajando, que ya te palmearé la espalda después por tu gesta. Los demás, bajad con cuidado y en orden, pero daos prisa. Esto no es un parque de atracciones, así que no os lo toméis a la ligera-. Sé que mis palabras sobran, pero nunca está de más decirlas.

Me giro de nuevo hacia los que avanzan, con la mirada resuelta. Antes de girarme del todo, veo a la enfermera lanzarle una maleta a Satoshi, al que oigo gritar de dolor. Sonrío fugazmente, aplaudiendo en mi interior a la mata-sanos, y deseando que se den prisa.

Si eso es lo que le duele realmente... Algo debe tener podrido en su interior.

Cierro los ojos, sintiéndome algo culpable, cuando Satoshi sufre la caída, pero a mi pesar, tampoco me arrepiento de ello.

¡Se lo tiene bien merecido, por pasar de nosotros! Y aunque no haya sido buena idea, me niego a pedirle disculpas o a curarlo, es su culpa!

Cuando llega mi turno, me encaramo para poder bajar por el sitio, y, sujetándome perfectamente para no tropezar, empiezo a bajar.

-¡Cómo mire alguien de abajo se va a enterar!

Al ver que Ariadne-chan ya comienza a bajar empujo a Miyako hacía la ventana mientras le apoyo una mano en el hombro.

– Venga Miyako ahora tú y no te separes de ella. No te preocupes después os seguiré.

Cuando se enfila por la ventana vuelvo a la parte de atrás vigilando a que distancia están.

Por el camino intento que se den mas prisa dándole palmadas de animo señalándoles la ventana.