Partida Rol por web

Te concentras para reunir poder, sabiendo que proteger el libro hasta la mañana siguiente te supondrá más esfuerzo que un conjuro normal. Además, el hecho de hacerlo contra reloj antes de que vuelva Helen supone un estrés adicional. Pero te tomas unos momentos para tranquilizarte, a pesar del incipiente dolor de cabeza que sientes al recurrir a la magia y liberas poco a poco el conjuro.

No puedes crear protecciones que impidan a nadie robar el libro, llegado el caso, pues podrían afecta a Helen y eso sería un desastre. En vez de eso optas por un conjuro que te avise si alguien que no sea ella toca el libro y que te permita localizarlo con facilidad. Por supuesto tiene el riesgo de activarse si cualquier otro empleado se acerca al objeto, pero en ese caso podrías sentir que se mantiene en la tienda.

Terminas el ritual pocos segundos antes de que la empleada vuelva a la trastienda.

— ¡Uff! Tienes mala cara... — comenta. — Es casi la hora de la comida. ¿Quieres que tomemos algo?

No tienes tiempo para contestar antes de que suene tu teléfono móvil. Justo al acabar de realizar un conjuro, la energía mágica es suficiente como para que la pantalla no se pueda ver, pero como ya te lo sabes, lo tienes configurado para contestar con las teclas de volumen.

- Sería un plan espléndido si no me hubiese comprometido a supervisar... - Le interrumpe un bostezo, haciendo que lo siguiente sonase más apagado de lo que pretendía - La investigación de dos universitarios con demasiado tiempo libre... - no necesitó actuar para demostrar lo poco que le apetecía. 

Entonces suena el teléfono - Vaya. Puede que sea alguno de ellos. - ¿Realmente podría ser? Quizás  - Disculpa - Se aleja unos pasos, poniendo el cacharro en la oreja casi sin mirar, mientras se pasa los dedos por los ojos para intentar despejarme - ¿Diga? - Aún podría ser algún cliente...

Finalmente la voz de Darren suena en el teléfono, aunque su respuesta no es la que habrías esperado, como si no supiera quién le está llamando.

— ¿Diga?

A punto de darse por vencida, imaginando el móvil de su amigo sonando en el vacío de su piso, el sonido de su voz llego justo a tiempo.

-bufff...muy gracioso Darren...- la sonrisa dibujada en sus labios al obtener respuesta se tornó en un gesto cansado forzando una risita -  ¿Donde te metes? Estoy ante la tienda ¿Estas cerca? - una pausa al escuchar las exigencias de su cuerpo reclamando alimento - ¿Tal vez cerca de algún sitio con take away?

Tratándose de Mara, la cosa cambiaba. ¿Pero en la tienda? Mira el reloj de nuevo, preguntándose si se le habría hecho demasiado tarde - Si, estoy cerca. -Suena algo apagado

En seguida estaré allí. -  Volviéndose a su acompañante aún sin colgar - Me vas a tener que disculpar, Helen. Avísame de cualquier cosa. - Cuelga.

Se despide brevemente de Helen, dejando el trabajo en sus manos ahora visiblemente más tranquilo a pesar del agotamiento.

Aguarda solo un instante por si quisiera decirle algo más, y sale de la tienda de regreso a la propia.

-​​​​​bien, aquí te espero - respondía aparentemente con más ánimo hasta que entendió que estaba acompañado - no pretendía moles...- la Linea se cortó dejándola con la palabra en la boca, otra vez- molestar...si estás ocupado...-​​​​​​​​​​​​- suspiró vencida esperando no haberle fastidiado los planes

Por otra parte el haberle fastidiado los planes si estaba con un ligue y que le hubiera dado plantón por ella hacía que el día mejorara viéndose algo más brillante. Guardo el móvil mordiéndose el labio para contener una sonrisa de satisfacción y volvió a acomodarse a la espera de Darren.

Has estado un buen rato en la copistería con Helen, entre unas cosas y otras, y la chica parece ligeramente decepcionada cuando sales de la tienda, teléfono en mano, con apenas una simple frase de despedida.

Con la cabeza aún algo dolorida por la precipitación al ralizar el ritual y sabiendo que seguirá así hasta que te tomes un café bien cargado, te diriges hacia tu tienda, a sólo un par de manzanas de distancia. Algo llama la atención al otro lado de la calle. Un tipo en traje y corbata parece ocioso mirando su móvil mientras está apoyado en la pared. Aunque no es tu primer cliente de esta mañana, parece haber escogido los mismos colores... cosas de yuppies, supones. El hombre, al ver que le miras, te observa durante un momento y empieza a moverse en dirección contraria a la tuya.

«¿Demasiada casualidad?» te pregunta una voz en la cabeza. Miras tu propio móvil que, aún afectado por la energía mágica del conjuro, parece haber decidido no responder a la pantalla táctil.

- Obvio - Se responde a sí mismo. Suspira llevándose una mano a la sien. Estaba demasiado cansado como para jugar a perseguir a alguien que obviamente le había visto cuando los dos sabían que no tenía ninguna escusa para hacerlo más allá de su gusto para la vestimenta. Si esto fuese una peli de superhéroes usaría su choron-rastreador-ultra-secreto para marcar al sospechoso y poder perseguirlo después de ese café por el que le suplicaba el sueño. 

Pero Darren no era esa clase de hombre. Era de la clase que sabía aparentar, y al contrario no hizo más que dirigirle una sonrisa de esas que hacen que te preguntes si fuiste al colegio con ese tipo siniestro o si será que le debes dinero... Y así Darren siguió adelante para encontrarse con Mara, aparentemente despreocupado. No se trataba tanto de tener todas las respuestas, sino de aparentar que tenías más de las que pudiesen creer hasta aquel momento.

Hiciese lo que hiciese, siempre habría cosas que se escaparían a su control. - Ojalá este asunto acabe rápido. Preferiría no tener cosas de más en la cabeza hasta resolver lo del Fae, y aún no he tenido tiempo de llamar a Adrian.

Ella sin duda le vería venir desde lejos, pero aún sin verla ya podía imaginar que miraría en otra dirección haciéndose la despistada dejando solo que asomara de su rostro aquella delicada naricilla inquieta entre la fantástica mata de pelo rizado.

¿Seguiría molesta? Esperaba que no, o su dolor de cabeza empezaría a dar bandazos incómodos.

- Sea cual sea tu plan - Empieza una vez está lo bastante cerca como para poder hablar sin gritar - espero que... - Un bostezo lo interrumpe, de esos que empiezas tratando de contener y acabas por empeorar con los ojos entrecerrados y algo llorosos - Uff. Lo siento. Me muero por un café. Estaba a punto de ir a Belmont Ave. Cuéntame ¿Cómo te ha ido el día? - Pregunta con tono afable. Escucharla tal vez lo distraería de quedarse más dormido de lo que ya estaba. - Si no me falla la memoria, me tocaba invitar hoy.

Va vestido formal, como suele hacerlo en su día a día en la tienda. En su bolsillo de la camisa asoman los guantes con los que tanto tiempo juegan a intercambiar mensajes.

Sentada a la entrada de Rey's Antiques jugueteando con su zippo entre los dedos absorta en las cavilaciones imposibles con lo ocurrido en la vigesimoséptima fue sencillo mantener la mente ocupada pero cuando se trataba de Darren tendía a ser algo irracional, más cuando había mujeres de por medió. Enfurruñada consigo misma, conteniendo su malhumor enterrado horas atrás, atrajo las rodillas hacía su pecho apoyando el rostro en estas, quedando oculto por su cabello.

De esta manera pudo ver a Darren entre sus frondosos rizos oscuros cuando este encaro la calle. Volteó la cara al frente indiferente, como si se hubiera cansado de la postura, cuando solo pretendía prolongar la ignorancia de su aproximación. A eso de le llamaba hacerse la interesante ¿cierto?

-pues no he visto ningún fantasma...- alzo su rostro dejando de jugar con el zippo entre sus dedos y lo miro de arriba abajo, estrechando la mirada sobre Darren cuando corto su frase por el bostezo, acusando la falta de cafeína – salvo el que tengo delante claro – le soltó sin estar segura de querer saber si había alguna causa más allá de su adicción al brebaje de los dioses de la cafeína.

Luego rehusó tomar la mano que le tendía para ayudarla a levantarse en un gesto airado que le hizo contener un gemido apretando los labios cuando a medio camino un relámpago de dolor le cruzo la espalda.

-que sea doble ¿te parece? - se recupero manteniendo el tipo con una sonrisa maliciosa pero afable – una por cada ocasión que me has dejado con l...- sus tripas decidieron recordarle sonoramente que no había comido nada en toda la mañana dejándola muda y avergonzada – ...emh... Belmont Ave me parece perfecto

Mara vestía con su habitual look de trabajo, unos chinos negros a juego con la americana suelta y una blusa de gasa color mostaza que realzaba el color caramelo de su piel, con su inseparable bolso cargado al hombro.

-te puedo poner al día de camino – sonrío apartando un mecho de pelo de la cara encaminándose hacía Belmont Ave – aunque te adelanto que no te va a gustar...

Jade dejó salir un suspiro en cuando estuvieron suficientemente lejos del mendigo, - Si, vaya con el señor – bufó, asintiendo al comentario de su compañero. – Pero si quiere una botella de whisky, la próxima vez espero más información, ¡hums! Claro que voy a buscar por internet, pero la mejor información es la que se consigue en persona, ¿Por qué cree que estaba allí preguntando? – Inspiró profundamente y dejó salir el aire lentamente, tranquilizándose.

Observó con curiosidad los tenderos ociosos y le pareció curioso lo del guardia de seguridad, - jummms… ¿habrá habido algún robo? – murmuró para si misma, - ¿O serán amigos y están haciendo petar la charla? – se preguntó en voz baja. Pero no llegó a acercarse para curiosear… no era tan maruja.

Cabeceó divertida hacia Adrian e hizo como que se lo pensaba, - A ver, a ver, ¿Qué podemos comeeeer? Hummms. – susurró en el mismo tono que Adrian, observando a su alrededor con la intención de comer por esa zona. Observó un restaurante Thai y una tienda de postres justo al lado… ¡bingo! – Me apetece probar que tal sale la comida tailandesa. – dijo mientras cogía a Adrian del brazo y lo llevaba al restaurante Jai Thai para ver el menú.

En cuanto bajas del Jeep, el guardian lo pone en marcha y se aleja calle abajo mientras piensas en tus opciones. Has escuchado hablar de un policía que se encarga de temas sobrenaturales, pero no has tenido contacto con él. En cambio tal vez la red de talentos de la ciudad pueda tener algo de información.

Hace años conociste a una amable mujer difícil de olvidar, segurmente porque lo primero que hizo fue buscar contacto ocular. Mary Anne. Cuidaba de gente con escasos poderes mágicos como si fueran su propia familia y la Visión del Alma te confirmó que tenía un corazón de oro. Tal vez puedan saber algo, pero si lo que el señor James te ha dicho es cierto, preguntarles sería como invitar a amateurs a jugar en las grandes ligas.

Pensando en tu siguiente curso de acción, recuerdas que Darren comentó algo de Belmont Ave mientras hablaba por teléfono con Mara. Si quieres localizarles, dada la hora, seguramente sea un buen lugar para empezar a buscar.

Hay cierta tensión en el ambiente, tal vez causada por el malestar de las últimas llamadas, por el dolor de cabeza de Darren o por la ligera cojera de Mara, a quien parece que le molesta un poco la espalda al caminar. Por un motivo u otro, el corto paseo hasta el restaurante no parece el mejor momento para ponerse al día.

Al llegar, un camarero pregunta si tenéis reserva y, cuando respondéis negativamente, mira con preocupación la PDA que lleva en la mano. Toca un par de veces la pantalla con un pequeño puntero y os mira sonriendo. — Pasen por aquí... — dice mientras camina hacia el interior. Os sentáis en una mesa de dos personas y os trae la carta del restaurante. Aún está tomando nota de las bebidas cuando veis una figura familiar con sombrero en la entrada del restaurante. El señor Grend.

No tardas demasiado en llegar al restaurante de la avenida Belmont. Desde la puerta, echas un vistazo al interior y ves a Darren y Mara, ambos inconfundibles con sus rizos, que parecen haberse sentado en una mesa hace sólo unos momentos. De hecho, el camarero aún está llevándole las cartas, que ofrece a cada uno de ellos y tomando nota de las bebidas. Ves cómo miran hacia ti un momento y supones que te han reconocido.

Raymond se sorprende de ver a Darren y Mara en aquel local y entra a saludarlos.

Vaya, vaya, que curiosa coincidencia el encontraros aquí a los dos. Precisamente venía a comer también por esta zona y os he visto por la ventana. ¿Os importa si os acompaño?

El mago sonrie afablemente a Mara mientras se quita el sombrero, a Darren ya le ha visto hace poco, y hace amago de coger una silla. Aunque está a la espera de la reacción de los dos jovenes. Después de todo Raymond es una persona educada y jamás interrumpiría una cita o iría a algún lugar donde no fuese bien recibido.

En este caso tres no son multitud ¿Verdad? Veo que aún no habéis pedido siquiera.

- ¡Por favor! faltaría más, tome asiento - Sonríe dándole la bienvenida - No es casual - piensa para sí mismo con absoluta certeza. ¿Qué podría llevar al mago a buscarlo de nuevo tras tan poco tiempo desde que se vieron por última vez? Aunque también cabía la posibilidad de que no hubiese venido por él.

Al menos le había dado algo de tiempo para aclarar las cosas con Mara. - Usted nunca molesta.