Partida Rol por web

Mientras te dormías, sentiste un fuerte dolor en tu ojo derecho, casi como si fuera punzado una y otra vez. Aquello te despertó violentamente y te viste en un lugar bastante hermoso, muy diferente a lo que veías con tu ojo izquierdo.

Un lugar paradisíaco con un cautivador olor a flores que atraparía el corazón de cualquiera, un lugar encantador en sí mismo. Te encontrabas en una pequeña cabaña de madera con todo dispuesto, es solo que no eran implementos reales y tu mismo cuerpo no era real: tus movimientos eran más estáticos y articulados como los de una muñeca. Eso era lo que eras ahora... Existiendo entre dos realidades a la vez, y con cuerpos diferentes.

Al observar alrededor, se encontraron sus miradas y a pesar de ser muñecas, se reconocieron al instante. Se trataba de Daisy Thomas y Carol Morton. Ambas estaban sentadas en aquel encantador lugar, con una apariencia tan fiel a la propia que asustaría a cualquiera.

¿Pero qué...? Comenzó Daisy, mirando alrededor confundida. Se llevó la mano al ojo derecho, pudiendo sentir aún aquellos pinchazos. ¿Qué ha pasado? Preguntó, mirando a la muñeca que reconocía como Carol.

Se acercó al río, sintiéndose extraña en su cuerpo de muñeca, y miró al agua. John está verdaderamente muerto, ¿verdad? Y ahora esto... Si no fuese tan real pensaría que es un sueño. ojalá lo fuese. Empiezo a pensar que tal vez lo de la maldición no era una tontería después de todo.

Volvió de nuevo su mirada a la chica. ¿sabes qué es este lugar?

Si no fuera por los pinchazos en el ojo, el lugar resultaría de lo más refrescante en comparación con la claustrofóbica habitación y el asunto del cadáver. 

Miré mi cuerpo de muñeca y moví los dedos.

- Me temo que está bien muerto, quien lo ha hecho es un auténtico lunático para dejarlo así - contesté a la animadora - todo indica que la maldición existe de verdad, pero no te preocupes, seguro que lo solucionamos.

En cuanto hizo la última pregunta miré alrededor.

- No tengo ni idea - intenté determinar si había algo que me sonara o algo que explicara nuestra presencia allí - no está mal el lugar, pero me pregunto quien nos habrá traído aquí, y para qué.

Daisy pareció ausentarse unos minutos y, cuando volvió su cabeza de muñeca se giró hacia Carol. Carol, ¿es verdad lo que dice ese chico? ¿Lo hiciste tú? Le preguntó, con cautela. Tu posición ahora es delicada, así que me gustaría saber si dice la verdad o miente. De ser lo segundo... creo que deberías confesarme qué cambió en ti cuando caímos.

Se puso a andar tranquilamente por la orilla del lugar y siguió. Lo digo porque todo lo que ha dicho sobre mí es cierto. Inocente no me llamaría yo, más bien neutral, pero bueno. No soy una amenaza y la persona que lo descubrió lo sabe. Y aquí estoy contigo. Eso también lo sabe. Así que... ¿es cierto lo que dice de ti?

- Querida - giré la cabeza hacia la animadora con un gesto mezclado entre el desconcierto y la sorpresa - yo misma estoy sorprendida de las palabras de Sam. Los dos tortolitos que ha juntado deben tener poderes fuera de órbita para haber descubierto todo eso en un sólo día - dije con sarcasmo.

Entonces, fruncí el ceño.

- Dejando las bromas a parte, sí, mi posición es delicada, no sé de dónde han sacado algunas cosas de las que comentan, como que yo he confesado que soy una asesina ni nada parecido. Aquí apenas hemos hablado y no he sido llamada a ningún otro lugar a parte de este. Además, eso de que saben los nombres de todos los asesinos, que han descubierto los roles de las dos y no sé que más, me resulta demasiado para haberlo conseguido descubrir sólo entre dos personas. Así que como he dicho, o tienen unos poderes fuera de órbita o se lo están inventando. Pero, para que conste en acta, yo no me dedico a hacer carnicerías con la gente.

No has respondido a mi pregunta, Carol. Los ojos de muñeca de Daisy la miraban con severidad. Si no eres una de las asesinas, entonces ¿qué eres? El tono de voz, si es que se podía llamar así, de Daisy indicaba lo seria que estaba. Me duele decirlo, pero lo que dice Sam tiene mucho sentido.

Normalmente no te pediría esto, porque yo tampoco respondería a la pregunta que te estoy diciendo, pero creo que es tu mejor baza. ¿Cuál es tu poder? ¿Qué puedes hacer? 

Solté una risa sarcástica - ¿qué te hace pensar que confío lo suficiente en ti, querida?

Hice un gesto de desdén antes de volver a hablar, mientras caminaba lentamente cerca de Daisy.

- Tema a parte del dueño de este lugar que casi seguro nos está escuchando, ¿porqué será que estoy casi segura de que estás metida en todo este asunto? No creerás que soy tan tonta como para creerme toda esta pantomima, ¿verdad?

De repente, una nueva muñeca aparecía allí; se trataba de una muñeca idéntica a la chica que había acribillado la muñeca de Sam: Akire Taraka.

Esta miró a su alrededor y no tardó en ver, muy cerca de su posición a dos muñecas más, idénticas a Daisy y a Carol. Podían verse hablar, moverse, entre otros.

Aun aterrada de si misma, la pequeña muñeca se volvía un ovillo, buscando un rincón bajo el puente, asustada, aterrada, aunque al menos ese lugar le calmara un poco.

Me acerqué a Akire y me quedé en cuclillas a su lado.

- Bienvenida, Akira, no te preocupes, no hay nada que preocuparse. Aquí no nos pasa nada, tan sólo estamos como muñecas. Pronto te acostumbrarás - dije tendiéndole una mano.

De repente, las muñecas de Daisy y Carol parecían perder vida, hasta que desaparecieron de aquel lugar.

Al observar alrededor, se encontraron sus miradas y a pesar de ser muñecas, se reconocieron al instante. Se trataba de Leslie Shay, Francis Seller y John Witaker. Todos estaban sentados en aquel encantador lugar, con una apariencia tan fiel a la propia apariencia física que asustaría a cualquiera.

Además, pudieron notar una muñeca idéntica a Akire Taraka, mirándolos llegar.

¿Hola? - alcancé a decir al mirar a mi alrededor - ¿Qué es esto?¿Qué hacemos aquí?

Luego miré a mi alrededor esperando respuesta

-Otra vez en este cuerpo- dijo simplemente mirando sus nuevas manos-. Leslie. ¿Llegaste recién? ¿Este día?

​El lugar parecía bonito, como una enorme casa de muñecas de una niña rica, en donde ellos no eran mas que sus juguetes preferidos y los reuniera para tomar el te.

Aun acurrucada bajo un puente, Akire veía la llegada y salida de unas muñecas u otras. Estaba aterrada a pesar de la belleza de ese lugar, pero sacó fuerzas para acercarse a los nuevos inquilinos.

- no entiendo nada, pero ser bienvenidos...

Sí - respondí a John - Acabo de aparecer aquí tras sentir un fuerte pinchazo en el ojo - respondí - Akira, Francis, ¿Cuánto tiempo lleváis aquí?

Intentaba entender pero parecía más que me estaba volviendo loca. Realmente era un lugar precioso, pero, ¿qué era aquel lugar?

- yo llevo un día, Francis ha llegado contigo...

Sus ojos muertos de muñeca fueron hacia Francis, de quien no sabia nada y jamás había oído su voz. Sintió una enorme curiosidad por oírle por primera vez. Luego se giró robóticamente hacia las Leslie.

-Dos personas, al mismo tiempo encerradas aquí... a ti justo después de resucitar- menuda mala suerte-. No pensé que pudieran meter a dos personas al mismo tiempo...

​Desde el primer día, tenían la capacidad de "encerrar" a dos personas allí. Ahora solo tendrían que averiguar porqué.

-Ni siquiera ceria en los malditos fantasmas, esto empieza a superarme ampliamente.

Moví una mano, para comprobar que podía moverla, y luego la otra, luego un pie, luego otro.. ¡eh! ¡me gustaba!  me moví de nuevo, soltando una risa torpe ante cada nuevo movimiento, era como tener un juguet... momento. 

Mire al resto sintiendo el espanto moverse de un lado a otro en mi cabeza y al final hable.

-Yo acabo de llegar -señalo viendo al resto confundido -¿no será que el dueño de la sala quiso meter a Leslie aquí la misma noche en que la mataron? -susurre -sería más razonable, por ello ella apareció aquí con nosotros.. también significaría que Daisy no era la dueña... -dije al final, viendo en derredor -¿creen que si me meto al agua me haga daño? -pregunte.