-¿Cómo funciona exáctamente este sitio y el poder que ahora tiene Helmuth?
- Cada noche podrá traer a dos personas. En el caso de Verona ella lo hacía con buena intención, creemos que el hombre que veía en sus sueños la había engañado... Podemos hablar entre nosotros, pero en algún momento él se hará consciente de todo lo dicho.
Entonces agacha la mirada, para poner un ejemplo.
- Aunque los arreglamos, yo tuve problemas con Verona por algo que le dije sólo a Nybras, por eso lo sé.
-Que este aquí, no quiere decir que esto me guste. Yo voy a traer a nadie mas aquí. A pesar de tener el poder. Sigo pensado lo mismo, sino no hubiera admitido mi condición de General.-Observo a Yannick.
-Al fin muestras tu cara. Ataca, no tengo miedo a la muerte. Yo era quien la controlaba.-No tenia miedo a las amenazas.
Ahora si que me piro. Tadeus.
Soy incapaz de seguir sintiendo odio por ellos. Me había salvado. Yannick me había salvado. Ese insulto, aunque reciente, carece de sentido ya. Le doy un abrazo puramente amistoso. -Gracias Yannick. Gracias por hacerme libre. Dale las gracias a Nybras también. Habéis hecho lo imposible por salvarnos a los dos y parece ser que lo habéis conseguido.
- No pretendo atacarte, Helmuth. Eres un buen tío, aunque me ha costado darme cuenta. También había prometido matar a Verona si llegaba el momento. No es nada personal, y no pretendo luchar contigo.
-¿Tu eras quien LA controlaba? ¿A quién? - Digo alzando una ceja mientras miro a Helmut.
Yannick recibe el abrazo, muestra de que todas las tensiones se disipaban al fin. Un gran alivio y alegría le embargaban, sintiendo que las cosas se encauzaban del todo. Ya sólo faltaba traer de vuelta a Nybras.
- No he sido yo, lo siento. - dice - Yo sólo estaba aquí, pero ha sido Nyb. Espero que le puedas dar las gracias tú mismo.
-A la muerte. A mí y a Domino.-respondo por él.-Puedo traernos de vuelta de sus garras y usarnos para lo que quiso. Él controlaba la muerte, pero ya no lo hace.
- A la muerte, Valfar, a la muerte. - responde Yannick, intentando que se tranquilice - Anda, alégrate por lo que has ganado, que es mucho. Ya sólo queda que Nybras resucite, y todo estará bien.
-Lo haré, tenlo por seguro.-Mi rostro mostraba una sonrisa que no había mostrado cuando volvió salvo cuando acabé con la vida de Escoria. Éso sí que lo disfruté.
-Ahorrate tus palabrerías, estoy seguro que uno de vosotros a obrado esto, pues temíais de mi y mi poder. A pesar de que es lógico que no lo admita delante de vosotros.-Su lengua solo le estaba enterrando mas. Helmuth valor estaba furioso por los actuales acontecimientos y debia aprender a morderse la lengua, solo si su hermano siguiera vivo...
Mierda!! no quiero irme!! XDXD
- Es mucho mejor que eso, Helmuth. - responde Yannick sin abandonar el buen humor, por muy irascible que pareciese el antiguo señor de los muertos - Ha sido un regalo de despedida para unos amigos. Y no se me ocurre uno mejor.
Asiento con la cabeza.
-La verdad es que prefiero a Verona, por ahora, que sepa, no ha dado órdenes a Azhariel, lo cual, agradezco. Pero ya se verá cómo termina esto.
- ¿Podrías dar un mensaje a Verona, por favor? - pregunta Yannick, esperanzado.
- Dile que la echo de menos aquí, pero que me alegro de que se fuera si ahora está mejor. Que puedo seguir dándole fuerzas cuando quiera. Y que me alegro de que me votase el primer día. Sino, quién sabe si todo esto habría sucedido.
- Oh, y otra cosa. Dile que las cosas importantes como la acusación a Kaldreade que no quiera decir en público, puede decírmelas a través de ti, si no te importa hacer de intermediario.
-Me va a estallar la cabeza. Demasiadas conversaciones paralelas. verona dice que te quiere. Simplemente eso. Ahora entiendo como se siente Nybras.
- Creo que yo estoy más o menos igual. - bromea Yannick - Y en la cabeza de Nybras son un montón, imagínate... Al menos parece que ella está bien. Un poco desesperanzada, pero bien.
-Desesperanzada porqué? Yo de verdad creo que mañana volverá con nosotros. Tiene que hacerlo... Se lo merece. Verona me ha dicho que tengamos cuidado, que Helmuth puede escuchar nuestras conversaciones.