Partida Rol por web

Viendo que la doctora ataca con decisión, Sarah no ve mas alternativa que luchar y comienza a disparar...

Me levanto apoyándome en el mango del pico y en la pared de la cueva, mientras toso sangre. El agua pura que me ha dado la Doctora Li apenas ha servido para mantenerme algo lúcido.

Me quedo mirando como la propia Doctora Li introduce un código en el panel de la puerta y esta se abre de forma inmediata, despejando la entrada a la cueva. La Doctora Li dispara al engendro que hay al otro lado de la puerta, siendo imitada poco después por Sarah. No se si podré ayudar en la lucha contra semejante engendro, por lo que de momento me quedo detrás de los tiradores, listo para ayudarlos en caso de necesidad.

El zumbido característico del arma que llevaba Sarah la verdad que era espantoso. Chirriaba en los oídos como unas uñas en la pizarra, sin embargo, quitando ese ruido, ese arma era mortal de cojones. Se os pusieron los pelos de punta, erizados por la carga electrostática que salió del arma cuando la Paladina disparó.

No quedó mucho del enemigo cuando el disparo impactó en él.

También, no quedó puerta, ni marco ni nada. Sólo un círculo llameante rodeado de plasma verde.

Ahora que la puerta estaba abierta y no había nadie cubriéndola, pudisteis ver que tras ella, había una especie de balcón de piedra y unos metros más allá, lo que parecía ser un agujero o pozo enorme. Seguramente sea allí abajo dónde se encuentre el campamento enemigo, aunque con el disparo, ya estarán alertas.

"que barbaridad, tanta investigación en armas y seguimos sin un sistema eficaz para purificar agua para toda la gente del yermo"

Consideraciones aparte parece que finalmente nos movemos de nuevo, ¿quienes se ocultarán en un sitio así con un guardian tan peculiar?

-bueno, ahora si sería una tonteria pararnos, mejor sigamos adelante- hago un gesto a aquellos equipados con servoarmadura para que sean los primeros

La imagen de como aquel artefacto había eliminado todo lo que tenía a la vista me alegro de estar en su bando.

Bien hecho, mujer, es el momento de continuar. Pero tendremos que tener cuidado acabamos de delatar nuestra posición.

Y comencé a moverme lentamente hacia la puerta.

Tabhita se acerca a la puerta para ver que está sucediendo tras las cenizas del Sanguinario, y los demás se acercan a ella. Tras la puerta, podéis ver bien el balcón de piedra, y a unos pocos metros a la derecha, una bajante que desciente hasta el fondo, en el cual podéis ver la iluminacion de un par de antorchas.

Esas antorchas, os dejan ver muchas cosas.

Cajas.

Cajas repletas de lo que parecen ser víveres, armas, balas y cualquier otra cosa. Junto a ellas, esqueletos mordizqueados de soldados, Hermanos del Acero, y algún que otro necrófago a medio comer. Pero más allá, en la penumbra, dónde la luz de las antorchas no dejan ver mucho, podéis ver el brillo de unos ojos. Rojos.

Al parecer, es lo único que os separa del premio gordo.

Mirad, allí se ven unas cajas, parece que contienen algo valioso....pero hay que tener cuidado....Observad bien. He indico los ojos que se delatan en la oscuridad. 

-un deposito de recursos sorprendente- murmuro al contemplar todas esas cajas llenas, con razón el Elder Lyons esta interesado en recuperarlas

Pero la advertencia de Tabitha hace que mi entusiasmo se enfrie y me preparo para lo peor empuñando mi pistola laser a la espera de que Sarah decida algo, o de que el dueño de esos ojos actue, viendo los restos cercanos debe tratarse de otro sanguinario

Tras el esfuerzo que me ha supuesto andar hasta aquí, apenas he traspasado el umbral, pero me quedo mirando la enorme cantidad de material que hay en la cueva, mientras intento recordar si alguna vez había visto tanto material junto a la vez.

La llamada de atención de Tabitha me hace centrar la mirada en los ojos rojos que nos acechan, mientras me apoyo en el pico para recuperar las escasas fuerzas que me quedan.

NOCHE 7

LA NOCHE MÁS LARGA

Los ojos parecen sorprenderse, o por lo menos eso es lo que ven los aventureros al asomarse un poco más. No es que esos ojos, ahora que están más cerca, se asemejen a unos ojos humanos... ni siquiera animal...

Tras unos segundos, desde la posición de los ojos sale una especie de rayo laser de color verde, que os baña completamente. Os quedáis quietos, ya que no os hace daño pero os barre de arriba abajo durante varios segundos. Después, una voz metálica se escucha desde el interior de la cueva.

Lyons, Sarah. McNamara, Elder. Cross, Paladín. Acceso autorizado. Cambiando a modo amistoso.

Y acto seguido, un protectrón de seguridad, uno extraño que nunca habiáis visto se acercó.

Informe. Dijo la voz. Enemigos aniquilados. Me activaron con las claves erroneas y he tenido que limpiar este lugar. Bienvenidos.

El robot se quedó quieto durante unos segundos y sus ojos, que habían cambiado a un color verde normal, se volvieron a poner rojos.

Protocolo de seguridad activado. Mensaje entrante. Origen: Ciudadela. Atención, atención, a todos los supervivientes que escuchen esto, el Yermo está siendo atacado por el Enclave con misiles. Todas las localizaciones están en peligro, repito, todas las localizaciones están en peligro. La Ciudadela acogerá a los que quieran entrar entre sus paredes. El Enclave está a punto de lanzar su última ofensiva contra el Yermo. Aquellos que escuchen este mensaje, dirijanse a las salidas rápidamente y pongan dirección hacía la Ciudadela.

El robot enciende todas sus luces y podéis ver una cantidad enormes de cajas con muchas cosas útiles y más al fondo, un camino que conduce a lo que parece ser una especie de mina abandonada.

Primero el nerviosismo por esos ojos rojos, luego tranquilidad al ver que es un robot de la hermandad, y por último la sorpresa por el ataque con misiles de la hermandad. Por un momento considero si esta cueva con sus compuertas de seguridad sera capaz de aguantar el ataque. Pero incluso si es así quedarme encerrada viva hasta que se acaben los viveres es una perspectiva pésima.

-Recuperemos lo que podamos y vayámonos cuanto antes a la ciudadela- sin perder mas tiempo me acerco a dos de las cjas y empiezo a examinar su contenido con prisa

Miro con curiosidad al extraño robot que nos recibe en el interior de la cueva, sin poder evitar fijarme en el hecho de que se ha desactivado por la presencia de los tres integrantes de La Hermandad, por lo que lo más probable es que nos hubiera exterminado a todos si ellos no hubieran estado con nosotros. También me percato de sus palabras, que escucho con mucha atención, sobretodo la parte en la que explica el motivo por el que aniquiló a los enemigos, más teniendo en cuenta que no había llegado a atacar al engendro que había antes justo detrás de las puertas...

Cuando informa sobre el ataque que va a realizar el Enclave, un escalofrío recorre mi espalda. Ya es lo suficientemente difícil sobrevivir en el yermo sin que se destruyan todos los núcleos "civilizados" que existen en la actualidad.

Al ver la boca de la mina una leve sonrisa asoma en mi cuarteada cara y mi espalda se endereza, con un leve crujido, por la emoción. Sin pensármelo mucho me dirijo rápidamente hacia ella. En el camino hacia la mina abro un par de cajas para ver si encontramos algo que nos sea de utilidad para los aciagos tiempos que se avecinan.

En estos momentos, después de como ha abierto la puerta, no me fío mucho de la Doctora Li, vale que nos ha curado, pero eso de "acertar" el código de apertura de la puerta me ha mosqueado. Me mantendré siempre cerca de ella, dos o tres pasos por detrás, cojeando y demás, pero vigilándola y con el pico siempre preparado.

¡¡Vaya es uno de esos aparatejo!! me digo al ver que había detrás de esos ojos rojos.

Su protocolo estaba claro, aunque no las tenía todas conmigo de que en cualquier momento atacara.

Como bien hizo la doctora me acerque a las cajas e investigue su contenido. 

No creo que sea una buena idea entrar en las minas Viejo, los misiles acabaran con ella. Ven a la ciudadela. Le dije a Pete al ver que se propone entrar en aquella mina.

La situación estaba cada vez mas descontrolada. El maldito enclave siempre iba un paso por delante.

¡Rápido! Cojamos todo lo que podamos aquí y vayámonos hacia la Ciudadela, aquí estamos en grave peligro.

Tranquila, jovencita. Digo sin volverme. Sólo quiero echar un vistazo rápido, después os acompañaré a La Ciudadela, si os puedo seguir bien el ritmo, claro.

La idea de coger cajas era tentadora, podía haber algo de valor, así que el Elder se acercó a dos de ellas.

Posteriormente oyó el mensaje, la Ciudadela estaba en peligro... no tenían tiempo que perder.

-Vamos allá, nos necesitan allí.

Una vez revisado el contenido de las cajas se dirigió a la Ciudadela.

Comenzáis a revisar las cajas, y lentamente, todos vais mirando que habéis obtenido de las mismas. Sarah, ha conseguido un total de 10 balas, además de una Pistola Laser modificada ( ATA +1 DAÑ +3 ). El Elder, por su parte, también ha obtenido 4 balas, y un Rifle de Presición Gauss de la Hermandad del Acero ( ATA +3 DAÑ +5 ). Tabitha, tras rebuscar entre lo que parecía ser chatarra que contenían sus cajas, encuentra 6 balas y dos botellas de Agua Limpia ( +2PV ).

Mientras tanto, Pete el Pachorras se separa dos cajas mientras avanza para explorar la mina. Entra a ella y tras unos minutos de recorrido, decide volver ya que está bastante oscuro y teniendo en cuenta que hay varios misiles que se aproximan, lo mejor será abrir las cajas y largarse de allí. Cuando lo hace, encuentra 4 balas en una de ellas... y en la otra... ¡4 cartuchos de dinamita de mecha larga! ( ATA +1 DAÑ +8 )

Todos miráis a la Doctora Li cuando abre grande los ojos al ver lo que había conseguido en sus cajas. La primera le hizo sospechar que tal vez la suerte estaba de su parte, al encontrar un arma... el arma más poderosa y a la vez peligrosa de todo el Yermo... ¡Un Gordo! ( ATA -1 DAÑ +18 ) y en la otra caja, dos mini-nukes con las cuales alimentar a ese pedazo de arma.

Tras mirarse entre si los supervivientes, decidieron que ya era hora de regresar.

Tal vez la misión de recuperar lo que había perdido el Elder Lyons aún no estaba completada, sin embargo, si sobrevivían al ataque final, podrían regresar a la cueva y buscar lo que faltaba.

Y pusieron rumbo a la ciudadela.