Partida Rol por web

Siempre era Alemania la que la estaba liando parda, no como su querida ESPAÑA. Santiago se cruzó de brazos y se sentó en la primera silla que pilló. - Yo de momento no voy a decir nada... ¡Por qué no tengo ni puta idea de quienes pueden ser los traidores! Aunque me sorprende lo rápido que ha votado ya alguna gente... - murmuró.

Bueno... Al final del día sabréis mi voto. - se ajustaba la pajarita y callaba para escuchar con atención.

No pude ocultar mi estupefacción ante la sorprendente conclusión a que había llegado la señorita Noether... el 16,6 periódico, porcentual, eran traidores... ¡pardiez!

Copérnico ni siquiera daba crédito a lo que estaba escuchando. Durante un primer momento pensó que en efecto Cristobal Colón se había presentado allí, en lo que a todas luces se podía catalogar como intrusismo laboral, ¡pero no! Un señor con gafas le había confundido con el descubridor de América.

-¡No soy Colón! ¡Soy Copérnico! -bramó el astronómo, quien se temía que de un momento a otro pudiera haber más personas que le confundieran con el genovés.

Alfred se quedo con la cara de espanto a ver como unos tales Nazis, mataban a nuestro anfitrión y como algunos codegas suyos, hacían su mayor esfuerzo el vengar al anfitrión... y luego ver con decepción, como varios científicos estaban señalando a otros...

Señores y señoritas, no estemos iniciando a lanzar piedras unos a otros... no cree la tnt para la guerra, lo hice por la curiosidad... por eso cree el premio nobel, para recordar a todos los grandes hombres que cambian el destino de la humanidad, con la curiosidad y nobleza.... pero veo que varios de ustedes no tienen eso... con las preguntas verdades, tal vez encontremos a los traidores mar rápido...

¿A quien le beneficia la muerte de Albert Einstein? aparte de los tales Nazis... 

Alan estaba contento, a saber si era por ver a tantas celebridades, porque estaba Copernico entre ellos y el era una fan histérica de aquel hombre o simplemente porque la tercera margarita con sal le estaba pasando factura, pero la sonrisa se le fue de la cara cuando llegaron nazis. -¡¡Si hombre!! ¿Y que sera lo siguiente? -Lo siguiente fue matar a Eistein. -Mira ese, y ahora toca pelea épica. -Exactamente eso paso y con el final de la épica batalla de científicos vs alemanes locos llegaron mas malas noticias. -Ala venga ya... Que si puertas a otro tiempo que si poderes de otro tiempo... Pero nada de fuera... Siempre tiene que ser la humanidad la mala.

Dijo terminándose un cuarto coctel y escuchando defenderse el su Ídolo de confundirlo con un borracho que no supo nunca si era portugues, español o ingles. -¿Que ha dicho? ¡Mira que no conocer a Copernico! ¡BLASFEMIA! ¡Ese tiene que ser Nazi a la fuerza! -Señalo sin ningún respecto al, tal vez, amante de los gatos con el dedo acusador.

Estaba allí escuchando aquella interesante charla cuando de repente el orador fue asesinado. Todo el mundo hablaba de los Nazis pero quien eran esas personas. Porque todo el mundo les tenía miedo, ¿podían ser mas peligrosos que los aragoneses?

Quedaría por allí a la escucha de sus compañeros observando a todos los presentes. Habría que averiguar quien entre todos aquellos estaban detrás de aquel desbarajuste.

James Clark Maxwell se sentía alagado al ser invitado a una reunión con tal multitud de científicos y científicas. La comida y la bebida estaban deliciosas y abarcaban los gustos de cada persona al parecer. La reunión alcanzaría su descenso cuando una entidad conocida como los Nazis se apareció y mató a uno de sus anfitriones. Lo que le pareció más indignante aún era que algunos de los invitados eran infiltrados y no amantes de las ciencias.

Un par de los presentes ya señalaban a otros nada más empezar, pero para el señor Maxwell era demasiado pronto. ¿Qué científico declara sin haber procesado una hipótesis o tomando unos datos mínimos?

Aun parece pronto para declarar. Tengo que pensar bien mi voto pero va a ser difícil sin saber nada de estos falsos amantes de la ciencia.

Hipatia no conocía a todos los presentes, de hecho, sólo le sonaba un griego: Sócrates, pero parecía callado. Mientras tanto, se había quedado impactada por el asesino. ¿Es que eran como los de su civilización?

-...

Hipatia escuchaba atenta las declaraciones de cada compañero. Eran interesantes, pero claro, algunos de los mismos... eran asesinos.

No podía creerlo, había hecho todo este viaje desde mi.época sólo para concurrir a un asesinato, la verdad es que si esto era una broma, era de muy mal gusto.

Para colmo de males, ahora madame Curie nos informa que hay cinco traidores entre nosotros, cinco.asesinos entre hombres y mujeres de ciencia, que escándalo.

Esto es en verdad indignante, de dónde yo vengo, la ciencia se usa sólo para mejorar las condiciones de vida de las personas no para causar daño a otros.

En verdad esto es un oprobio y no debe ser tolerado. - comento indignado.

Sócrates cómo buen pensante observo toda la situación, incluso tomo con tranquilidad el alboroto que se había emanado por la aparición de los nazis. Nazis? Que clase de termino será ese? Han de ser de una región lejana para no conocerlos talvez de Naziland o Nazalia. Pensaba Sócrates con teorías de todas las incógnitas que se le cruzaban la mente hasta que llegó el momento de debatir, y escucho a sus compañeros pensantes - Hombres y Mujeres aquí presentes - hizo un llamado y luego se aclaró la voz para seguir hablando - Me alegra que sean de buen pensar, tomar medidas precipitadas es malo - dice juzgando con la mirada a los que ya habían emitido su voto - Les propongo votarme a mí - Se levanta de su asiento mostrando un gesto de dolor por flexionar su rodilla y comenzó a caminar alrededor de los presentes - Han de pensar que estoy mal por esta propuesta, pero prefiero que me voten  en lugar condenar a un inocente - Sócrates no soportaba que tomaran decisiones sin un pensamiento crítico así que está idea era satisfactoria para el mismo.

El tercer cóctel yacía ya en la mesa cuando, terminando una ligera pero controvertida conversación sobre electrodinámica cuántica con James Clerk Maxwell (no se si me tomó por loco o genio), vi el asesinato. Fue entonces cuando me quité las oscuras gafas que cubrían el mediano estado de embrio en el que estaba; fui el único que contemplo la primera explosión nuclear sin gafas y no menos atroz me parecía este suceso. Cuando vi el sello nazi en esta acción dude si realmente mereció la pena mis dudas sobre el proyecto Manhattan, a posteriori claro, y si no deberíamos haber preparado otras cuantas para ellos. La seguridad de Curie en que hay unos infiltrados me hace volverme hacia ellos.

Hablando hacia la sala, cuya atención intento reclamar con los mismos bongos que toqué encima de un jeep en los Álamos cuando el proyecto surtió efecto. -Estamos en un momento trágico, todavía no se si Bohr tendrá algo que ver pero dudas me surgen en cuanto a, a , a,- mientras intento subir de forma poco fructífera a una de las mesas- a que otros compañeros con muertes de inocentes en sus teorías tengan que ver. Tu también crees que Dios no juega a los dados veeerdad, aunque ahora que tu gato es famoso seguro que has cambiado de opinión. Además, deja a Lutero tranquilo, que alguien de tu renombre lo confunda con Colóoon. 

 Las presentaciones de os demás comensales siguen dándose una detrás de la otra; lo cual tiene sentido, pues dos presentaciones al mismo tiempo harían dificultoso distinguirlas. Poco práctico, y para nada lógico. Noether quiso seguir aportando valiosos elementos de investigación desde su disciplina matemática.

- Compañeros, piensen en esta posibilidad: estamos diciendo que si una persona de los presentes es colaborador nazi, entonces debe ser catalogado como traidor. Entonces... entonces...

 Como antes, a la matemática alemana se le iluminaron los ojos mientras llegaba al climax de su razonamiento lógico. Con estrellitas en los ojos y un aura que clamaba "¡Eureka!".

¡Por lógica aristotélica, los que no son traidores no son nazis!

 Luego de haber aportado semejante contribución a la búsqueda, revelo sus intereses en la votación.

- Me votaré a mi misma. No hay lógica en basar mi voto en el prejuicio que me puedan provocar algunos de ustedes... ¡y mi vida es el Álgebra y la Lógica!

- Una cosa les diré, amigos. No se equivoquen, ni conmigo ni sin mí - dijo agitando la copa en su mano de manera que casi derramó la mitad de su contenido en la solapa de su chaqué -. Pueden esconderse detrás de sus falacias acerca de la observación y la neutralidad científica, pero eso no nos salvará de los nazis. Aquí de lo que se trata es ahora de lanzar hipótesis que ya habrá tiempo de comprobar después por medio de la observación. No hay conocimiento previo, sólo dos premisas: 1º, Aquí hay buenos y malos y 2º los malos son sólo 5. A partir de aquí ustedes deciden si aportar o quedarse esperando a ver cómo los demás hacemos el trabajo sucio.

El señor del apellido impronunciable se volvió a sentar, satisfecho de su disertación aunque sin estar seguro de haber sido escuchado debido al maremagnum que se había producido en aquel salón.

- Y otra cosa les diré: no esperen más de mí hasta que me levante de la resaca. Hoy sólo tengo en la agenda emborracharme y dormir la mona.

Ante la última intervención del señor Schrödinger me levanté - exacto, Erwin... tiene usted mucha razón. Estos... mmm... cobardes - dije, señalando a mi alrededor a todos y a nadie en particular - se escudan en eso mismo... la neutralidad. Y es cierto, así debería de ser... pero nuestras dudas harán que siga muriendo gente inocente.

Yo no vote a ciegas... muy al contrario. Tenemos entre nosotros a un nazi confeso, un alto mando de las SS, el más vil cuerpo de la Alemania de Hitler... unos fanáticos, que incluso la wehrmacht renegaba de ellos... 

Tomé un poco de agua... y aliento, sobre todo, pues me estaba alterando demasiado...

Señores, señoras... soy fiel seguidor de las ideas de Hume, el célebre filósofo empirista, y la experiencia me dice que debemos eliminar a Aribert Heim... 

Tenéis razón, es verdad - les dijo a los dos señores que habían intervenido antes que él - La cobardía no nos llevará a ningún lado. Me parece razonable que quienes mejores personas quieren aparentar sean en realidad las peores. Así sucede en mi época. Y creo que en esta también. 

Carraspeó

- ¿Alguno puede explicarme cuales son las reivindicaciones de los nazis? Pregunto, con el diálogo podríamos llegar a cualquier parte. Déjense de ambigüedades ya, señores. 

Mira fijamente a Emmy Noether. 

- Por ejemplo, esta señora dice que es tan buena que se vota a si misma. Pues yo le haré el favor! No me fío de los que van de buenos. Siempre acaban siendo lo peor, como Calvino.

Votar en contra de uno mismo... Es un poco tonto. - admitió Santigo. - Si sabes que eres inocente, lo único que estás haciendo es mermar las fuerzas de tu bando. Mi propuesta es la siguiente y a pesar de que los primeros que han votado en contra de alguien me parecen terriblemente sospechosos, mi voto va a ir a por alguien al azar, verdadero azar. - sacó un dado de veinte caras, ya que es conocido que Santiago Ramón y Cajal también era un pionero jugador de Dragones y Mazmorras.  - Sé que somos más de veinte, pero no puedo hacer más que esto.

Dieciséis... Pues eso es el señor Michael Faraday. - señaló. - A no ser que alguien tenga algo a favor o en contra de él, que hable ahora o calle hasta su muerte.

Alan no salia de su asombro por dos causas: la primera y única importante para él era que a su gran ídolo le habían confundido una vez mas, al menos esta vez era con un científico, pero era igualmente malo. -¡Por todos los habitantes de pluton! Este hombre es Copernico. El único e inigualable y que no sepan de él, me hace dudar que sean científicos de verdad, mas cara de nazis se les ponen ya lo digo. -Alzo la cabeza para expulsar aire por sus fosas nasales.

-¡Y tres! Esos que se votan a si mismo, esta bien para gente normal sin nada que perder, ¿Pero científicos? ¿Really? No me lo creo. Eso huele a querer parecer bueno e inocente y eso solo lo hacen los que ocultan algo. -Muy convencido parecía, tanto como indignado por no saber quien era la razón de su tesis.

La teoría que argumentaban algunos de los allí presentes que aquellos que se acusaban a ellos mismos como muestra de inocencia, creaba mas sospechas sobre ellos. Pero en su opinión aquellos que no habían dicho nada a pesar de aquel atroz crimen, intentando pasar desapercibidos no parecían menos culpables.

Miro a su alrededor de la sala y selecciono a uno de aquellos que hasta el momento habían intentado mantener en segundo plano.

— Es usted culpable, señor Jalón.

¡Coño! Da Vinci... encantado - dije, mientras le estrechaba la mano al notable hombre y que hasta ese momento me había pasado totalmente desapercibido...

Alan se acerco al hombre mas listo de la historia y también le estrecho la mano.
-DaVinci colega, entre nosotros. ¿Tu eres extraterrestre verdad? -Le guiño un ojo esperanzado en su hipótesis.