Partida Rol por web

Saiga atendió mas o menos la explicación porque estaba sudando y aprecia mareado. Tal vez fuera por su gruesa chamarra que aun llevaba puesta o porque se sentía febril. El caso es que no llego a entender gran parte de la explicación. Pero por lo poco que entendió era que aquel arma era para alguno de los presentes.

-¿Esto no es de goma?-Pregunto con voz suave, proyectándola a través de su mascarilla. mientras miraba aquel libro, que parecia demasido grande para poder leerlo en una sola tarde.

Ese día era algo especial para Miu, ya que conocería un montón de gente nueva. Estaba emocionada, así que se levantó temprano ese día para no llegar tarde y preparar muchos dulces para compartir.

Donas, galletas, magdalenas... Todo lo que pudiera. Se encargó de empacar una bolsa gigante llena de dulces para compartir.

Comenzó temprano a subir la montaña, pero con tanto peso que cargar, se tardó más de la cuenta. Sin que lo notara, se le hizo tarde y llegó cuando ya la conmoción estaba armada. Vio a unos chicos con cara de pocos amigos discutir y demás, por lo que decidió alivianar un poco la tensión.

- ¡Hola a todos! Soy Miu Higashi y lamento haber tardado tanto - dijo con una simpática sonrisa.

- Quise hornear esto para todos y me tomó mucho tiempo subirlo por la montaña - sus rodillas temblaban de cargar una bolsa gigante. Sacó una pequeña bandeja e iba ofreciendo un dulce para todos alegremente, sin importar malas caras. 

Había dulces de todo tipo: muy dulces, dulces con frutas ácidas, de chocolate amargo, bajos en grasa, light, aptos para diabéticos, nacionales, internacionales, decoraciones temáticas, no temáticas, tiernas y de terror... Esta chica parecía loca por las cosas dulces.

Escuchó toda la historia del pulpo amarillo y le ofreció un dulce con cara triste.

- Es una pena, Koro-sensei. Quería que Nagisa-sensei también probara alguno de los dulces - y se giró a sus compañeros.

- Minna-san, no olviden que el salón es importante respetarlo, así que tratemos de mantenerlo limpio - sonrió con alegría y se sentó junto a la ventaja justo delante de Yu.

Le gustaba estar en la ventana porque era la mejor manera de contemplar el paisaje.

A pesar de su actitud, la figura de Miu era bastante atractiva y sus accesorios bohemios la hacían lucir como una chica de gusto peculiar. Al escuchar que no saldrían de allí hasta resolver aquello, Miu suspiró profundamente.

- Me alegro de haber traído dulces extra - mirando la bolsa aún llena de los dulces restantes.

Kiyoshi no despegó la cabeza de la mesa, más preocupado de poder descansar correctamente, que de escuchar lo que le estaban explicando. Claro, claro, ¿y esperaban que él se creyese toda esas estupideces? Realmente Kiyoshi no tenía tiempo para esto; estaba aburrido. Bien podría estar navegando por internet en esos momentos, pero, en cambio, estaba desperdiciando el tiempo en una gran estupidez.

No se volvió en ningún momento a escuchar a nadie, a excepción de cuando Miu habló. Kiyoshi se volvió levemente, chasqueó la lengua y volteó los ojos, solo para volver a pegar la cabeza contra la mesa.

Saiga, los cuchillos son reales y están endemoniadamente afilados, si no me crees, mira esto. - digo mientras tomo el cuchillo y me hago un corte en el antebrazo haciendo manar un poco de sangre.

Ahora voy a despertar a nuestro sensei. - agrego mientras vuelvo a guardar mi cuchillo en su lugar y procedo a intentar despertar al sensei al tiempo que veo como Miu comparte sus galletas con toda la clase.

Hey guardad algo para mi, no sean golosos. - comento poniendo cara de circunstancia.

Aiko revoloteó la mirada con evidente hastío ante tanta cháchara inservible. Casi no podía creerse que estuviesen discutiendo seriamente eso de hacerle caso a un pulpo y dio un breve vistazo a Nagisa antes de cuestionarse internamente como podría pretender que esa clase de idiotas entrasen a la universidad. Si habría que recalcar a alguien fue a Keruh, a quien miró con un breve tic en el ojo sin siquiera saber como responder a unas palabras tan disparatadas, aunque obviamente no se le ocurría ninguna forma "amable". Dejó pasar unos cuantos segundos hasta que al final no pudo hacer más que levantarse con gesto irritado, llevar una mano a su bolso... Y sacar de este un fajo de billetes bastante apetecible. Fue hasta donde estaba el profesor ahí dormido y plató el dinero sobre la mesa de forma un tanto estruendosa para llamar toda la atención posible.

-¡No puedo creer que de verdad piensen que tanta tontería es cierta!- Espetó a toda la clase en conjunto, con el ceño fruncido a más no poder en una notoria muestra de molestia... Para segundos después borrarla de su rostro y pasar a esbozar una sonrisa de zorro. -Pero como insisten... El primero en salir del campus puede llevarse todo este dinero, fufufu~- Volvió a tomar el fajo, lo agitó tranquilamente en el aire demostrando lo que sería suficiente para comprar algún videojuego, comer dulces hasta el hartazgo o tal vez un nuevo par de lo que fuese... Y lo guardó una vez más para después pasar cerca de Miu y tomar uno de sus pastelitos sin siquiera preguntarle. Entonces miró al resto esperando a que alguien se ofreciese, esbozando una angelical sonrisa mientras disfrutaba de su golosina.

No creía para nada en todo ese cuento, al punto de haber dejado tirado el cuchillo y el libro. Sin embargo esta era la mejor forma de hacerlo entretenido. Y, en el peor de los casos, solo si se presentaba la más mínima posibilidad de que todo aquello fuese cierto... Al menos se aseguraría de no ser ella la que terminase con un brazo rebanado. 

La clase parecía no entender nada, ¿acaso habían escuchado todos lo mismo? Estamos en una misión suicida donde tenemos que matar a nuestros compañeros con tal de descubrir quiénes son los malos cosplayeados en una batalla sin igual, ¿acaso estoy metida en un…?

- ¡Battle Royale! – Gritó la chica tras dar un manotazo en la mesa, tan fuerte que posteriormente vino una mueca de dolor mientras movía la mano y susurraba un “duele duele duele”.- ¿No os dais cuenta? – Los miraba a todos estupefacta, como si fuera la única que acabara de descubrir el easter egg que bailaba frente a ellos.- Sois unos noobs. Dicen que hay gente que quiere matarnos y aceptáis estas galletas…- Cogió una, sujetándolas con dos dedos y alzándola para mostrarla.- ¿No os dais cuenta de que pueden estar contaminadas? – Olisqueó el aire, conduciendo su rostro hacia la galleta. Venenosa o no, olía bien.- Tal vez sean muy listos y quieran engañarnos con comida…- No pudo resistirse más y le dio tal mordisco que prácticamente se la comió del tirón, hablando con la boca llena.- Comida llena de veneno y una mezcla idónea de azúcar y chocolate.- Se dio dos golpes en el pecho antes de tragar, soltando una bocanada de aire mientras sonreía durante unas milésimas, complacida por la comida. No tardó demasiado en señalar a Miu Higashi, imitando a Phoenix Wright del famoso juego.- ¡Tú, “Quina Quen”! – Le adjudicó un mote a la joven con una amplia sonrisa.- Si es cierto que eres un pulpoide con falda quiero que me respondas a una cosa: Antes de matarme, ¿me harás un bizcocho de fresas?

Namine escuchaba las voces de los otros chicos mientras hablaban, pero la realidad es que desde que Yoshito mencionó que lo más oportuno sería que todos se cortaran para probar quién era el "Pulpito", la joven de rubios cabellos vio en Yoshito a un líder al que seguir, a un chico que se mostraba más despierto que el resto y, para qué negarlo, vio también al futuro padre de sus hijos. Al príncipe azul que llevaba tanto tiempo buscando.

-Qué guapo es... -murmuró, totalmente obnubilada, y con los ojos puestos en aquel muchacho, mientras su mirada quedaba perdida en la de Yoshito.

Ryoji observó que la clase se había convertido en un caos y sonrió. Era lo que se podía esperar de una colección de alumnos como aquella, y él no se quedaba fuera de ser una rareza. 

No había dicho nada, aunque no perdía detalle de todo lo que ocurría alrededor. Le resultó divertida la expresión de Namine después de que Yoshito atrajera su atención, pero sin duda la que más había captado su atención era Sora. Se notaba que era una gamer de los pies a la cabeza y quizá por eso era la que le resultaba más afín. Pero aparte de eso, tras la fachada activa y jovial, acababa de demostrar que era una chica espabilada con sus sospechas sobre los dulces... solo para luego zamparse uno sin pestañear. No pudo evitar soltar una carcajada.

- Ya quisiera yo ese nivel de optimismo... -dijo, cogiendo otro de los pastelitos de Miu sin dejar de sonreír.

Keruh despues del poco exito que tuvo con Sasha se dirige a Miu Higashi

Gracias por los dulces, están casi tan ricos como tu... Que hace una chica tan guapa en un sitio como este?

Sintiendose observado, sus ojos se cruzaron con los de aquella joven y, de forma casi instintiva, apartó la mirada mientras sus mejillas se coloreaban por la vergüenza de ser observado de una forma un tanto... especial. No parecía querer decir nada, su valentía y ánimo para delegar se desvaneció por un instante al quedarse cortado por la atenta mirada de la joven.

Ryoji le lanzó un pastelillo a Yoshito para que lo atrapase.

- ¿Ponerse tan colorado es bienvenido en el ambiente escolar, delegado...? -le preguntó con una sonrisa exagerada.

Sasha se volvió a girar, dado que una compañera había causado cierto revoleo, en realidad dos: una con pelo de lechuga (adorable) que había traído pasteles y otra, como si fuera zanahoria, dejó un fajo de billetes encima de la mesa.

-Es tu dinero... deberías ir tú, ¿no? -comentó poniendo los ojos en blancos. Parecía ser una joven adinerada... ¿Por qué habría acabado en aquella clase?

Seguía preguntándose acerca de Midori cuando a la par que Namine fantaseaba con el delegado, sus ojos brillaron y rebuscó en su mochila una baraja de cartas.

-O-Oye... ¿Q-Queréis jugar? Así nos conoceremos... -dijo tímidamente.Y-Yu, Keruh, ¿queréis jugar también?

Que molestia esa mujer inútil creé que con un poco de dinero este grupo de descerebrados aceptarían ir a los límites a morir pero incluso yo hice un gesto similar a una sonrisa al escuchar como Sasha votaba indirectamente por la inútil pelirroja -Bien,yo también apoyo eso tenemos dos votos para Aiko ¿Quien más se une?.

Mientras mostraba mi desdén por la ricachona una chica repartía dulces de todo tipo a los presentes -¿Dulces?,eso es bastante cursi- Aún con mis comentarios rudos no dude en probar lo que la peliverde ofrecía -Esta delicioso- El sabor era increíble me asombre de lo bien que sabía y con la invitación de Sasha vi una oportunidad de encontrar aliados para la votación que yo mismo había iniciado -Bien juguemos e invitemos a la peliverde por los dulces- tome el asiento de la chica halandolo a nuestro grupo improvisado.

Keruh mira a Sasha y sus cartas...

Supongo que strip poker no cuela no? 

Se sienta 

Dame cartas preciosa!!!

Garou miró con agradecimiento a Miu cuando pasó ofreciendo dulces, y con una sonrisa cogió uno al azar de entre la bandeja que iba pasando, mientras musitaba un "Gracias por tu amabilidad" en voz baja. Cogió el dulce, que resultó ser una pequeña galleta de chocolate en una mitad y sin chocolate en la otra, con forma de monigote, y su sonrisa se tornó en una sonrisa triste sin saber por qué. Dejó la galleta sin comer en su pupitre, y su mirada se dirigió apenas unos instantes hacia el suelo, sombría, antes de volver a alzar el mentón y sonreír de nuevo, como si nada hubiera pasado.

Entonces miró a Sora, y su sonrisa se tornó en una sonrisa pícara. «Pero un Battle Royale... ¿cómo? ¿Al estilo Fortnite? ¿Estilo PUBG? ¿O como cualquier otra copia barata que se nos ocurra después?» dijo, mientras sonreía con diversión a la chica. A pesar de su aspecto y su condición solitaria de vez en cuando había encontrado cierta diversión en los videojuegos, y como tal creía estar informado bastante bien al respecto (aunque probablemente no tanto como ella). Miró con picardía a la chica una vez más, y dijo, mientras también respondía a Aiko Midori:

«Bueno, habrá que probar a ver cómo funciona esa barrera, si en algo nos puede ayudar esa información a todos, ¿no? Yo bajaré al patio, y lanzaré una piedra a ver si la barrera se activa, mientras mi "fiesta" puede esperar en el piso superior.» dijo, echando un vistazo a la reacción de Sora. 

Súbitamente recibió una oferta que no podría rechazar, y es que los dulces oportunamente llevados por Miu fueron un positivo punto de inflexión en un ambiente que ya comenzaba a caldearse. Para Nao-chan, mirar en la invitante bandeja y tener la posibilidad de elegir algo de su contenido ya era milagroso por sí mismo, no obstante decidió arriesgarse:

— D-disculpa... — tragó saliva, víctima de una alza prodigiosa en la tensión del ambiente más inmediato, luego miró con intensa actitud a la bohemia de cabello verde — ¿P-puedo tomar dos, quizás tres? — y es que la cuestión para ella era demasiado importante, quizás más (por el momento) que la increíble problemática a la que estaban sometidos como grupo...

-Quería haberlo comunicado con más calma... - Dijo Nagisa mientras se levantaba gracias a la ayuda de Kenichi al cual le puso la mano en el hombro, siendo que quedaba a la misma altura que el suyo, Nagisa de por si era bajito - Gracias Nobunaga-san, puedes volver a tu sitio. En cuanto a todo los demás. Basta de juegos de cartas, dulces, video consolas, las normativas del consejo estudiantil o la barrera. Estamos en clase, así que sentaos cada uno en vuestro sitio y atendedme por favor - Aunque había alzado la voz, el profesor era incapaz de imponerse por encima de todos vosotros. Tal fue así que después de decirlo seguisteis a lo vuestro y poco a poco Nagisa se empezó a sentir más y más pequeño...

Dio un paso fuera de su escritorio y se dirigió al pequeño grupito que se estaba formando entre Keruh, Yu, Sasha y los demás que se iban uniendo y nada más llegar a paso tranquilo, alzó las palmas de las manos y las sacudió en apenas un instante lo cual dejó paralizados a aquel grupo por un momento llamando la atención de aquella clase por completo para acto seguido poner un dedo en la frente de Keruh - Si quereis enviar a alguien a la barrera, primero debereis matarme a mi... Y ojalá seais capaces de hacerlo. Hasta entonces solo yo decidiré día a día que hacer con la barrera y con quien elijais ejecutar. - Volvió hacia su mesa tranquilamente y volvió a poner las manos sobre estas llamando la atención de toda la clase.

-Bien, debido a que ya sabeis lo que pasa aquí, lo resumiré. Un ser humano modificado con genes sobrehumanos, ese es vuestro objetivo mientras estudiais para los examenes, ya vereis como el intento de asesinato y el metodo de estudio no difieren tanto. Probablemente haya contaminados así que muy a mi pesar también debeis de encontrarlos para eliminarlos. La mecanica será sencilla, cada mañana a partir de mañana votareis en consecuencia de quien creais que es ese humano modificado genticamente y al finalizar las clases el que tenga el mayor numero de votos me encargaré de ejecutarlo. Hasta que todo esté solucionado dormireis aquí en doce salas que he habilitado para vuestro uso, en cada una tendreis vuestras cosas y el baño está disponible con ducha caliente.

Nagisa suspiró y se calmó para volver a poner una sonrisa en su rostro. - Y ahora seamos todos amigos. - sacó una caja y os la fue pasando uno a uno - Esta caja contiene papeles con la asignación de cada habitación. Esa es la que os tocará. Hay dos numeros iguales eso significa que debeis compartirla con la otra persona que tenga el mismo numero. No causeis problemas o me veré obligado a actuar, y estoy seguro de que no quereis eso. - La caja fue pasando uno a uno para designar la habitación de todos y así pudierais ver con quien os ha tocado.

Notando que le había tocado vivir con la otra chica pelirroja allí, esa que parecía estar forrada, Nao-chan esbozó una sonrisa gatuna y enseguida miró en dirección a la susodicha. Sin mediar palabra debido a la distancia, le guiñó el ojo a Aiko Midori con una mezcla de incómoda complicidad y animado sin sentido, como si se conocieran desde siempre (pero no, no se conocían) y luego volvió a lo suyo, tan "tranquila" y "normal" como podía ser.

Manami Suzumiya había permanecido escuchando con atención la explicación de Kokoro-sensei, sin apenas moverse en su asiento y manteniendo su habitual rostro angelical inexpresivo e imperturbable, pese a que muchos se sorprendieron por las palabras, gestos y cambios de coloración de aquel ser pulpoide que les hablaba. La joven de larguísimo pelo de color plateado se limitaba a tratar de entender y seguir el hilo de la explicación del profesor de forma inmutable, y solo reaccionó cuando el libro y el cuchillo aparecieron delante de sus narices, como por arte de magia, tomándose primero el cuchillo para ver cómo era, y posteriormente leyendo de inmediato el libro.

Si no había entendido mal, y tal y como ya ocurrió años atrás cuando el profesor que permanecía en esos instantes sobre la mesa inconsciente fue joven, entre los alumnos de la clase de este año permanecía oculto alguien al que denominarían "el pulpoide", el cual había sido tomado como sujeto de experimentación y se le habían implantado unas células que le conferían super poderes de velocidad, fuerza y regeneración, y que solo buscaría el mal y acabar con las vidas del resto. Cabía la posibilidad de que tuviese consigo unos secuaces que también buscasen el mismo fin, a los que Manami tenía en mente denominar "contagiados", y finalmente estaban el resto de la clase, alumnos corrientes a los que Kokoro-sensei había encargado hacerse cargo de encontrar al pulpoide y sus secuaces. Todo sonaba muy surrealista y extraño, y para colmo, con el fin de asegurarse que el pulpoide y los contagiados no escaparan, todos debían permanecer como en cuarentena allí dentro, encerrados por un campo de fuerza invisible. ¿Era real todo aquello?

El profesor Kokoro desapareció de la misma forma en que había llegado, y los alumnos quedaron allí, cada cuál  asimilando la información a su modo. Manami estuvo leyendo el libro, y solo cuando una joven de cabello verde se acercó y le interrumpió para ofrecerle dulces, fue capaz de reaccionar. No entendía que quería la muchacha al ofrecerle aquello, la joven de cabello plateado no entendía de emociones, pero recordó haber leído que aquel gesto facial era una sonrisa y podía significar muchas cosas. ¿Cuál de ellas sería? ¿Debia interpretarla como un signo de felicidad  y alegría? ¿Quizá ocultaba ira? ¿Tristeza? ¿Ironía? ¿Miedo? ¿Seducción? Eran muchas las posibilidades y Manami no quería quedar mal frente al resto el primer día, y más con la extraña situación acontecida, por lo que creyó conveniente aceptar algún dulce y pagarle. Tomó su monedero negro con forma de gato aterciopelado con su gato Suu, y depositó varias monedas en su mano.

- Gracias... - susurró con su voz monótona e inexpresiva, mirándole a los ojos de forma que cualquiera que le viese podría interpretar que todo le era indiferente y que le hacía una favor a la joven llamada Mía. Dando un bocado, probó aquel bizcocho de chocolate con relleno de chocolate negro fundido, y quedando gratamente complacida de su sabor, le susurró a la muchacha en voz casi inaudible. Está bueno. - aunque por su expresión inamovible, nadie lo creería.

Y entonces recuperó la consciencia el profesor Nagisa, gracias a la ayuda inestimable de un alumno al que se le veía en buena forma, aclarando un poco más la situación del grupo y realizando el reparto de habitaciones.

 Finalmente el profesor Ngaisa-sensei se despertó; y parecía listo para tomar el mando. Tan listo, que estaba dispuesto a utilizar sus habilidades paralizadoras en sus alumnos. Aquella palmada fue una muestra sorprendente de poder para el que parecía ser un ser tan pequeño e inofensivo como su sensei. Incluso Suitei, que se encontraba a un par de bancos del grupo afectado por la palmada, quedó ligeramente paralizado por semejante acción.

Tsk... tsk... ¡¿Q-qué fue eso?!

 Sin embargo, no quedaba mucho por explicar. cada cosa que iba pasando confirmaba que lo que planteaban sus profesores era verdad, y efectivamente algo malo estaba pasando en aquella academia. Suitei, por primera vez en su vida, decidió callar su gran bocaza llena de quejas y se limitó a escuchar al profesor, que los dividió en las habitaciones. Le tocó con el muchacho Kenichi, con el cual hasta el momento no había tenido trato. Mejor así: no estaba allí para hacer amigos y tener piyamadas, las habitaciones eran para dormir.