Partida Rol por web

Música épica

Corriendo lo máximo posible por el pasadizo, Max y Meredith terminaron por alcanzar a Tabatha, cargada con todos sus enseres de pintura. Ni siquiera sentían frío a causa del gran esfuerzo que estaban realizando, porque estaba claro que algo malo ocurría. Algo que pudieron comprobar de primera mano cuando, bastantes minutos después, alcanzaron la trampilla de la casa de los gritos.

Fue salir de la casa y enseguida notar que algo no iba para nada bien. Había criaturas sobrevolando el cielo por encima de ellos y de la casa. Una bandada de criaturas oscuras, con raídas túnicas negras, como fantasmas. Solo que eran peor que eso.

El frío helador penetró hasta sus huesos, todo estaba mudo y se podía escuchar cómo se creaba el hielo y la escarcha en los cristales y en la madera. El aliento que salía de sus bocas formaba una nube de vaho. Habían salido por el peor sitio posible. Habían elegido el peor camino que podrían haber tomado. Estaban en el epicentro del enorme grupo de dementores. La felicidad estaba siendo suprimida por desesperación, tristeza y terror. Los peores recuerdos de esos tres estudiantes de Hogwarts revivían. Debían hacer algo cuanto antes, pues los dementores no tendrían compasión. Meredith agarró con fuerza el brazo de Max. Ahora más que nunca necesitaba sentir su calor.

Meredith:- ¡Vienen!

Ahí estaban. El silencio y el frío. Había leído tantísimo sobre ello, pero nunca había llegado a comprender cómo te sentirías en realidad. Y la realidad era mucho, muchísimo peor. Veía nuestra respiración convertirse en vaho, pequeñas nubes blancas en la casa que había sido un refugio y que ahora parecía una prisión. Sentía la necesidad imperiosa de salir corriendo, de darme la vuelta y salir de allí sin mirar atrás. ¿Cómo era posible que se pudiese sentir ese terror y ese vacío de repente? 

Noté entonces la mano de Sean enlazarse con la mía y probablemente apreté tanto que probablemente la sangre ya no le llegaba a los dedos. Miré a Sean sin ni siquiera pretender que estaba tranquila. Había leído demasiado sobre el beso del dementor, siempre cómo una fábula lejana... Pero ahora era real. Y si su sola presencia era mil veces peor de cómo la describían... No podía llegar a imaginarme cómo sería que nos llegasen a alcanzar.

- Tengo miedo... - le susurré. Necesitaba crear un patronus, pero no me veía capaz. Era una magia muy avanzada, demasiado avanzada. En el par de clases que habíamos tenido ninguno había pasado de una neblina cómo mucho... Y en esas clases estábamos tranquilos y seguros. Ahora estábamos en peligro y tenía tanto miedo que no creía que las piernas me aguantasen.

Imposible, era imposible.

Pero ahí estaban. Tenía que actuar. Necesitaba un recuerdo feliz. No dudaba que mis recuerdos más felices eran con Sean. Ambos en aquella barca en el lago. Tumbados en la hierba abrazados bajo las estrellas. Pasando la Navidad juntos. El día que nos dijimos "te quiero" por primera vez. Cualquier momento a solas con Sean era adecuado, pues le quería tanto que sólo su presencia ya me alegraba el corazón. Sus miradas, sus besos, sus caricias, sus palabras... Todo, absolutamente todo. Todos mis momentos con él eran fuertes, felices. Tenía que acumular esa sensación y verle frente a mí, lo usaría a él para conjurar mi patronus...

El corazón me empezó a latir con fuerza cuando la primera sombra se acercó demasiado. tenía que concentrarme, controlarme...

- ¡Expecto Patronum! - sentí un momento de alivio al ver la punta de mi varita iluminarse y una neblina blanca empezar a formarse... Pero no duró demasiado. Eran demasiados. La agonía y desesperación que portaban era mucho mayor que mi poder, o que mi felicidad. Y lo noté dentro de mí. Noté la felicidad abandonándome y la desesperación toamdo su lugar. No podía rendirme, no podía.. Pero si mis recuerdos con Sean no eran suficiente... ¿qué lo sería? Las piernas me empezaron aflaquear y levanté la varita una segunda vez. Pero mi brazo era débil, y mi voz aún más. El terror había ganado la batalla y cualquier atisbo de seguridad que alguna vez vivió en Emily Van Dyck había desaparecido. Noté una l´grima en mi mejilla izquierda. ¿Era mía, cu´dno habùia llegado ahí? - Expecto...Patro...num...

Dolor. Frío. Aquellas dos sensaciones la despertaron, con la mente aletargada, totalmente confusa. No sabía dónde estaba, no sabía por qué le dolía tanto. Había alguien a su lado pero su vista neblinosa sólo le permitió descubrir que no era ningún amigo. ¿Qué más daba? Le dolía todo demasiado para seguir luchando. Ansiaba rendirse. La rendición era dulce, mucho más dulce que aquel tormento que estaban viviendo. Dejar de luchar era tan fácil.

Las lágrimas bajaron por su rostro, una de ellas roja por la sangre que manaba de su ceja, mientras seguía quieta, sintiendo cómo la desesperación la vencía. ¿Para qué luchaban? Eran demasiado jóvenes. E ingenuos. Aquella era una pelea perdida desde antes de que empezara porque ellos nunca iban a rebajarse al mismo nivel que los malos. Y lo peor era que ya no podían echarse atrás, ya no podían dejar que otros pelearan por ellos, porque se habían metido en medio de todo. No quería seguir viviendo con miedo porque aquello no era vivir. Ni siquiera recordaba qué era lo que la había mantenido en pie el último mes y medio porque fuera del pánico estaba la desesperación que le había causado el rechazo de Emily. No había nada bueno en su vida.

Entonces, ¿por qué estaba ahí? No lo entendía. Su mente hizo un esfuerzo por aclararse. Sabía que había estado huyendo, intentando salvarle el culo a Aled y que éste no era el que estaba a su lado ahora así que la había dejado tirada, como todos. Como...Zoey. De repente la imagen de la rubia se apareció en su mente y sus ojos empezaron a aclararse, lo suficiente por lo menos para detectar a Lucas y ver el halo plateado de su varita. Un patronus. Dementores. ¿Por eso se sentía así?

Se esforzó por pensar. Zoey no la había dejado tirada. Nunca la dejaría tirada. Porque Zoey la quería. Y Emily igual, a su manera. Y por eso valía la pena luchar. Porque había gente a la que valía la pena salvar. Sus amigos, su familia. Zoey, Zoey, Zoey.

Elevó la varita con esfuerzo.

- ¡Expecto Patronum! ¡Expecto Patronum! ¡Expecto Patronum!

No podía rendirse. Tenía que vivir. Tenía mil motivos para continuar viviendo y mil motivos para continuar luchando.

- UOJO! ¿Has visto eso?- Le pregunto a Anwen orgullosa por lo que había causado. Pero de repente mi alegría se torno más oscura y me entraron ganas de llorar. 

- Anwen que tristeza...- Le digo a la morena mientras recuerdo cosas malas... Max en la vida me va a querer y yo siempre voy a ser una don nadie para el resto. No, no podía pensar en esas cosas ahora ¡Debía mantenerme feliz y vencer a los repugnantes dementores!

Piensa, piensa... ¿Qué te hace feliz? Pensé en Cuqui, mi mascota... Pero un pensamiento de que algún día se moriría invadió mi ser ¡No debo pensar en ello! ¿Qué me hace feliz? ¿QUÉ DIABLOS ME HACE FELIZ?

¡Lo tengo! ¡El sexo! Recordé mis noches calientes con Henry haciendo que incluso sonriera ante esa panda de indeseables seres. 

- ¡Expecto patronum!- Digo apuntando con la varita hacia los dementores. 

Me sorprendió mucho encontrarme allí con Tabatha cargada con unas pinturas. La miré un tanto extrañado de arriba abajo antes de poder decir nada.

-¿Se puede saber que haces aquí con esas pinturas? Menudo plan de San Valentín... -negué con la cabeza. Venirse sólo a la casa de los gritos a pintar en San Valentín era demasiado tétrico. Y algo triste. Entonces recordé a lo que habíamos venido aquí. -Deja eso, ¡algo pasa en Hogsmeade y los aurores no nos dejan ir!

El panorama que nos encontramos allí era desolador. No sabía de dónde habían salido tantos dementores pero me sorprendió la rapidez con la que empezaba a notar sus efectos. Los recuerdos inundaban mi mente: todos los desprecios de mi padre hacia mi por no ser como él quería, las discusiones con mi tío, Meredith besando a Alex en el baile...

Apreté los dientes e intenté hacer un patronus sin mucho éxito, lo cual me frustró aún más. Tanto entrenar... tanto esforzarme... ¿para nada?

Apreté a Meredith contra mi, quería protegerla a toda costa. -Tranquila cariño, todo va a ir bien. Te quiero. -si aquel iba a ser mi último momento a su lado, quería que supiera que era ella; que siempre había sido ella.

Las bombardas de Anwen habían surtido el efecto deseado y los fachadas de los edificios colapsaron sobre su objetivo. Durante un instante la chica contuvo la respiración hasta que pudo comprobar como su hermano se alejaba del peligro. Respiró aliviada.

Mientras tanto Vilma se había deshecho de otro enemigo de manera eficiente.-Bien hecho Vilma.- Respondió al comentario de la Hupplepuff. También había señalado que el que los atacó había entrado en la tienda de golosinas. ¿Se refería a Tower? ¡No podían dejarlo escapar! Pero eso era mucho más fácil decirlo que hacerlo ya que el momento de respiro duró poco. De la Casa de los Gritos apareció un enorme grupo de dementores.

El frio y el desanimo no tardó en llegar. Anwen no dijo nada pero por su mente pasaron mil cosas...su padre estaba secuestrado, a su hermano casi lo matan, ella era una torturada y la meterían en Azkaban, nunca tendría a Pullap para ella, y en ese momento podría morir...¡NO! Ella era Anwen Rhys y no iba a dejar que un montón de sabanas andrajosas le hundieran la moral. 

Había salvado a su hermano, había conseguido desarmar a Pullap y lo había besado y aquellos demonios no iban a detenerla.

- ¡Expecto Patronum!- Dijo Anwen acompañando a Vilma.

Zoey cerró los ojos, tiritando. Intentaba pensar en Eileen. En sus besos, en su sonrisa, en su expresión cuando hacía algo sin pensar. Se intentó internar en sus hipnotizantes ojos azules. Pero no había manera. El terror era demasiado. Incapaz de pensar nada más que en dolor y tristeza. Pensamientos terribles le atacaban. Recuerdos del pasado. El beso del dementor que una vez casi le dieron. 

Por su parte, Nick estaba paralizado. ¿Qué podía hacer? ¡Era el fin! Ni siquiera las dos chicas mayores eran capaces de realizarlo. 

Pero había alguien más allí. Alguien que sentía el contacto de la persona que más amaba en el mundo. Alguien que era capaz de recordar la felicidad absoluta que sentía al lado de Emily Van Dyck. Sean Pullap era tan fuerte mentalmente gracias a Emily y debido a ello incluso en esos momentos tan terribles era capaz de imaginar un futuro. Un futuro al lado de ella.

- Expecto patronum.- inmediatamente un lobo apareció de la varita de Pullap, apartando a los dementores que se acercaban con rabia y ansia. 

Les rodeó, dando un poco de cancha a los nefastos pensamientos. Entonces Sean miró a Emily. Tan aterrada... llorando. Se prometió que jamás volvería a verla así. Por lo tanto, acortó la distancia entre ellos y la besó en los labios. Esperaba devolverle la felicidad que creía perdida.

El Patronus de Sean era, simplemente, perfecto. Un lobo, por supuesto. Feroz, valiente, astuto, más que capaz independiente pero en el fondo es un animal de manada, y haría lo que fuera por proteger a los suyos. Su patronus ahuyentó a los dementores lo suficiente para que su luz se abriese hueco entre nosotros. Pero no sólo eso, notaba su fuerza y su resistencia, ahuyentando todo lo que los dementores habían traído.

E igual que su patronus, Sean se preocupaba de su manada. Y pese a que estaba segura que quería proteger a Zoey y el chico de quinto, su manada era yo. Le necesitaba más que nunca y lo sabía, cómo siempre sabía qué hacer y qué decir cuándo yo estaba bloqueada y perdida. Y a pesar de no parecer la situación ideal para besarse, su beso de hecho era la medicina perfecta en ese momento. Me demostraba que efectivamente él estaba ahí por mí y lo estaría siempre, y que él era la fuente de mi felicidad. 

La fuente de mi patronus.

Levanté la varita una vez más, intentando demostrar que no era una inútil ni una niña idiota. La luz apenas llegó a encenderse. Pero sabíaa porqueù. Lo que tenía que demostrar no era eso. Lo que tenía que demostrar era que Sean y yo éramos imparables juntos, porque nos complementábamos y porque no importaba qué quisiese interponerse, nuestro amor era más fuerte. Lo que tenía que demostrar era que no tenía miedo de que me robasen mi felicidad, porque sabía que era imposible. Ese beso había demostrado que Sean ya lo creía, y ahora tenía que demostrarlo yo.

- EXPECTO PATRONUM! - no solía levantar la voz cuándo conjuraba, pero aquella vez fue distinto. Todo mi cuerpo, mi varita, mi voz... Toda yo estaba gritando a los dementores que no tenùian poder ahí mientras Sean y yo viviésemos y estuviésemos juntos.

La luz de la varita se hizo mucho más intensa y supe que lo había conseguido. Tenía lágrimas secas en ambas mejillas y el pelo alborotado, pero esos dementores no iban a conseguir nada más de mí.

- Ios a la mierda...

Terror. Lo que sentía era una miedo nunca antes sentido. Tabatha fue capaz de realizar el patronus, pero no había manera para Meredith y Max. Estaban abrazados, paralizados. Sus ojos abiertos no podía desviar la mirada de las criaturas que se aproximaban.

- Yo también te quiero.

Era el fin. ¡Era el fin! No podía hacer nada. No le salía ni el patronus. Nunca le había salido. Y si no pudo hacerlo en una situación relajada, ¡¿cómo podría hacerlo ahora?! La terrible idea de acudir en auxilio de los demás iba a concluir en el peor destino posible.

Por suerte, el patronus de Tabatha les había proporcionado un poco más de tiempo. ¡Aún no era tarde! 

Estaba presa del pánico y la idea de que Meredith sufriera el mismo destino que yo me paralizaba por completo. Lo volví a intentar de nuevo... pero no era capaz, no podía focalizar mi recuerdo positivo. Estaba todo perdido... pero me quedaba una cosa por hacer. Me era indiferente que todo el mundo supiera mi secreto, era la única opción que me quedaba si quería salvarme, si quería salvarla. 

No iba a dejar que muriera. No mientras pudiera hacer algo para salvarla. Apreté su mano con fuerza para llamar su atención. -Es la hora de volar. 

Como había hecho en el Bosque Prohibido dejé que la magia me cambiara, dejándome llevar por ella. Por un momento pensé que no lo conseguiría pero finalmente note la familiar sensación de mis brazos alargarse para transformarse en alas, cómo la piel se llenaba de escamas y cómo mi nariz se alargaba; dejando paso a un hocico y una boca llena de afilados dientes. 

Solté un rugido furioso al notar que transformado en dragón sus poderes no me afectaban, centrándome en salvar a mi novia. Le hice un gesto con mi morro para que se subiera a mi espalda y así poder escapar de allí lo más rápido posible. Si Tabatha era lista se agarraría a mi pata y así los tres nos salvaríamos. O al menos ese era el plan. 

Un zorro y un águila real salieron del primer piso de las Tres Escobas, ahuyentando a los dementores de la zona, ayudando al patronus de Lucas que, aunque estaba a dos calles de distancia- aunque ahora con los edificios destruídos era como si estuvieran en la misma calle- era visible para ellas. 

Los dementores cejaron en su intento por atacar y se marcharon de aquella zona, asustados por el poder de aquellos patronus. 

Lucas se arrodilló, exhausto. Aquello había sido un esfuerzo sobrehumano. Luego miró a Eileen:

- ¿Cómo... cómo te encuentras?

Inmediatamente el patronus de Vilma formó un zorro corpóreo y por parte de Anwen una majestuosa águila real atacaron a los dementores con furia. Se extendieron por el resto del edificio e incluso fueron en auxilio de un patronus canguro que luchaba contra tres dementores por la zona donde Anwen había dirigido las dos bombarda. 

Las dos chicas de séptimo habían actuado como increíbles brujas y habían salvado a muchísima gente en aquella batalla. Eran dignas poseedoras de la magia. 

No funcionaba, no funcionaba. Estaba demasiado herida y asustada como para ello. Pero por suerte el patronus de Lucas y dos más que no sabía de dónde venían parecieron ahuyentar lo suficiente a los dementores, por lo menos lo bastante para eliminar parte del frío que había entumecido sus miembros. Y, como consecuencia, el dolor que sentía en todo el lado izquierdo de su cuerpo la atacó con más fuerza.

Se llevó la mano sana a la clavícula izquierda para notar el extraño bulto que sobresalía de la zona, por no hablar del dolor punzante que la invadió nada más tocárselo.

- Aléjate de mí - le pidió con la voz ahogada a la vez que se giraba, presa de las náuseas, y vomitaba el escaso contenido de su estómago, quizás a causa del fuerte dolor de cabeza -. Eres un traidor. ¿Para qué me has salvado, eh? ¿Para contribuir en matarme después?

El chico juntó las cejas, totalmente extrañado por la reacción de Eileen. ¡Pero si acababa de salvarle la vida!

- ¿De qué estás hablando, Eileen?- se aproximó a ella al ver que no parecía estar en buen estado- Ven, déjame curarte esa herida de la cabeza...

La cabeza le daba vueltas como una vorágine, mareada como estaba y sin poder ponerse en pie así que no podía hacer mucho para evitar que se le acercara e incluso que le curara la herida si era lo que pretendía. O que le borrara la memoria. No podía defenderse.

- Estabas con él. En Cabeza de Puerco. Os vi. Queréis matar a todos los sangre limpia y todo para qué, ¿eh? La pureza o impureza de sangre no separa a las buenas de las malas personas - si no podía evitar que hiciera lo que quisiera con ella, ya no tenía sentido guardar silencio. Tenía la voz transida por el dolor y la rabia -. Y ahora todo esto. Toda esta destrucción. Todo este caos. Nada de esto acabará bien. Habéis abierto la caja de pandora.

Anwen estaba muy satisfecha con su Patronum que con la ayuda del de Vilma había conseguido ahuyentar a los dementores. Desde luego no era la primera vez que se sorprendía del buen hacer de Vilma, pero no era el momento para halagos. Desde aquella ventana todo parecía despejado así que era el momento de moverse.

-Creo que deberíamos seguir al hombre que os atacó, Vilma y Will. Si forma parte de esto no podemos dejar que escape.- En realidad Anwen sabía que la prioridad debía de ser el asegurar la zona y no él perseguir a sus enemigos, pero su curiosidad y ansía de respuesta la empujaban a saber más. Y si conseguían capturar a Tower...pero necesitaría toda la ayuda que pudiera conseguir. Y debían darse prisa...

Anwen bajó las escaleras rápidamente y se encontró con unas personas aún más asustadas que antes. Después de la sucesión de explosiones lo raro sería otra cosa. Pero Roy también estaba ahí. -Desde arriba ya no se ve nada pero debemos asegurar la zona. Roy, ven conmigo.