Partida Rol por web

-No se preocupe tanto, señor Schilliamini... Todo irá bien. Si Sal pretendía tranquilizar a Gensro, el tono resultaba más desengañado que otra cosa. -Todos lo estamos pasando mal. A mí, si me pillan, me espera Sing Sing o la silla. Y mire a Enzo... Yo te presto la chaqueta, ten -dijo, tendiéndosela al músico. -Si queréis, esperamos; pero decidid pronto, hay que moverse. Y el jefe es el jefe, Filippo; ¿quién nos encargó el trabajo? Pues eso. No mareemos la perdiz. Amara a tia, mmurdi bonu e va cantannu...

El Doctor no está lejos. 2 calles abajo más o menos. Se puede ir caminando. Uno sube con Enzo y los otros dos pueden hacer guardia para avisar de lo que sea... Iros a saber vosotros si esos 4 no hicieron bien su trabajo y saben donde tengo el taller...

A ver, yo lo cierto don Genaro, es que después de advertirle por primera vez, en el callejón, y oir como cerraba por dentro, no vi a nadie. Solo observé que la gente se paraba en la puerta y luego seguían su camino sin entrar...

Cuando coño dice usted que vinieron esos 4 y le dieron la paliza a su sobrino?

Fué entonces cuando decidí no ir al bar y pasarme a la lavandería. justamente para eso. observar posibles observadores, aunque no pensé en 4 matones precisamente, he de reconocerlo... Más bien pensé en que el sobrino pudiera venirse con algunos "amigos" y no quería usar a "Jacinta"

-Debiste acudir a Maseria en cuanto esos cuatro fueron por allí-dijo Filippo conetestando a Schimilliani-Sé lo que dicen por ahí, pero Maseria es un hombre de palabria protege a los que cumplen. De ser así, en lugar de mandarnos a nosotros para que te destrozásemos la mano si no pagabas, mandaría a algunos de sus mejores hombres para cuidar de tu local y tu familia y darle a esos cuatro su merecido. Y probablemente se haría cargo de los daños si es que los hubiera. 

Se encogió de hombros y luego se dirigió al resto. 

-Cierto, no hay más que hablar. Hagamos como acordamos. Al médico y luego a junto de Luciano. Ya se verá lo que sale de ahí.

-No sabía si vosotros también pretendíais matarme o qué. Cuando te vi ahí cerré todo. - Era probable que el frutero esperaba que si los dos grupos acudían a la tienda al mismo tiempo terminaran matándose entre ellos fuera y le libraran del problema, pero eso no lo mencionó en voz alta, se lo tragó junto a un montón de saliva. -Esos stronzi vinieron por la mañana. Poco antes que tú. Alessandro quiso defenderme y se llevó una buena. - Filippo zanjó entonces el tema y Genaro no se atrevió a contradecir al muchacho. En parte sabía que no le faltaba razón en ese aspecto, pero el frutero temía que lo vigilaran, como así había sido, y que si hablaba con don Masseria su familia pudiera acabar muerta.

Escuchaba a Genaro y asentía. Parecía cuadrarle su historia. Respecto al origen del tal Verrochio, todo seguían siendo incertidumbres.

-De acuerdo entonces: dos nos quedamos aquí, y otros dos, al médico. Luigi, ¿acompañas tú a Enzo? Conoces el lugar, y al matasanos.

Miró a ambos, y luego a Filippo. -Tú y yo nos quedamos, ¿te parece?

Por mi perfecto. Cerrad por dentro. En el patio hay una escalera de mano. Si vienen mal dadas, sacáis a Genaro por allí. De mi patio al del vecino y de allí a la calle de atrás, y os perdéis.

Luigi, se sacó la plancha que llevaba.

Por la mia mamma, que descanso. Joder que incomodo era. Aunque roconozco que me dio bastante seguridad el llevarla...

-Me parece-dijo Filippo aceptando la propuesta de Sal-Nos quedaremos vigilando por las ventanas, por si acaso.

Recogió la chaqueta de Marrone - acias dijo asintiendo. Sal se quedaba como un crupier, en camisa y con tirantes. Miró la chaqueta, elegante, sobria, clásica. Marrón. Una ceja levantada. Lo miró a él, y a la chaqueta otra vez, la abrió, inspecciono los puños, y luego sus pantalones: azul oscuro. Sonrío aiigggg y se la enfundó como pudo, cerrada hasta arriba y con los cuellos subidos. Permanecía reclinado como un enfermo en el ambulatorio, con mala cara, asintiendo. Solo levantó un poco las cejas cuando Filippo le dijo que Genaro debió acudir Don Giuseppe, valorándolo... es un uomo piccolino Don Genaro

Se incorporó apoyándose en el frutero, y le dejo con una palmadita - Ale, tómese un café, léase... mirando alrededor, no sé, un catálogo de Ford o algo.  Guardó el revolver, y se intento peinar, encogido, mirándose en el reflejo de la cristalera - Pronto, le dijo a Luigi. Tras las indicaciones del mecánico, se fueron. Intentaba localizar a ese matasanos en su cabeza, ¿dónde...? pero joder, ni la más mínima puta idea. De hecho, nada más empezar a caminar, le sobrevino el mareo. Llevaba tal colocón, que le habría parecido bien si Luigi le explicaba como el doctor está dentro de ese bar de la esquina. No sabía ni por dónde iban, ni dónde estaban. Ojalá Dante fuera bueno, él empezaba a tener sed, y iba a necesitar un bocadillo de mortadela.

-Entendido Luigi, gracias. Mejórate, Enzo. Os esperaremos aquí -respondió al mecánico, echando un vistazo al patio. Guiñó un ojo a Filippo y le dedicó una sonrisa bobalicona. Cerraría por dentro en cuanto salieran los otros dos, y comprobaría los posibles accesos, y salidas, del taller, repartiéndose las plazas con el joven Benedetti y apostándose donde tuviera mejor visibilidad.

Luigi cargó con su bolsa. Dentro llevaba a "Jacinta", pues no sabía si podría serle de utilidad, ya que las cosas estaban muy movidas.

Andiamo Enzo. 

No tenía bastón para prestarle, pero tenía un paraguas para cuando llovía y debía llegar a su casa, no hacerlo con más agua que la bahía del Hudson.

Si te puede servir para apoyarte y vas más seguro... Si quieres te doy el brazo, pero eso llamará un poco la atención...

Mientras il dottore te revisa ese siete, bajaré a por un bocadillo y algo de bebida. A ver si después te entra un poco de color. Que hay que ver que feo te quedas con ese blanco paliducho, joder!!! Si alguien nos pregunta, te has hecho daño en el taller mientras sujetábamos un coche en el elevador y te duele mucho el brazo. Es creíble no?

Vaya huevos meterte allí en medio sin una plancha. Aun has tenido suerte de que te alcanzaran solo en el brazo. Luego soy yo el que está como una cabra, claro claro...

Bueno, me alegro de que estés vivo, a pesar de nuestras diferencias.

-Ha estado cerca ¿eh?-dijo Filippo mirando a Sal cuando estuvieron solos-¿Pero lo has visto? Luigi...al final se ha portado.

Se encogió de hombros. 

-Es...un Bacoli. Son así. Buena gente, pero tienen un pronto..complicado. A ver ahora la que lían esos dos juntos por ahí. Dos gallos en el mismo gallinero...

Se acercó a la ventana delantera y se quedó echando un vistazo. En aquel barrio las paredes tenían ojos y oídos.

Luego se acercó a Don Genaro.

-Oiga...de verdad que lo siento. Las cosas deberían haber sido diferentes, pero están como están. Ahora solo piense en salir con bien de esto. Usted y su familia. Haremos lo posible por ayudarle, si se deja.

El doctor Dante les atendió en su consultorio, un pequeño cuchitril de barrio donde se atendían las dolencias más comunes y simples como un dolor de muelas o un catarro. Pero cuando el doctor vio cual era el motivo de la visita de aquellos dos comprendió enseguida. Despachó rápidamente a la señora Santoro y les invitó a pasar a una sala pequeña, fea, carente de demasiada higiene y con algunos bártulos médicos que a saber de qué manera los tendría. El doctor Dante invitó a Enzo a sentarse en una camilla, la anestesia consistía en un tubo de madera enrollado con gasas para que mordiera y con unas pinzas se puso a rebuscar en la herida del músico. Fue bastante doloroso, Enzo estuvo a punto de desmayarse por el dolor, pero finalmente, el matasanos logró extraer la bala después de escarbar durante un rato.

-Joder muchacho. - Dijo el doctor Dante sujetando un cigarrillo entre los dientes. - O te estas quieto o te voy a sacar algo que no es. ¡Ajá! Hija de puta. Como me esquiva... ¡Ah, ya está!

El tipo sacó la bala, limpió la herida y la cosió, le hizo un vendaje y le dio unas pastillas para evitar la infección. Mientras Enzo se vestía, algo mareado todavía, el doctor Dante se puso a hablar con Luigi. Tal y como había asegurado el mecánico, el doctor Dante no hizo ninguna pregunta al respecto de la bala, solo le interesaban dos cosas: que el paciente mejorara, y sus honorarios.

-He hecho todo lo que he podido. Ahora a dejar que el cuerpo se cure por su cuenta, y eso requiere reposo absoluto. Que se cambie el vendaje un par de veces al día y que no se olvide las píldoras. Serán cinco pavos, con las pastillas incluidas.

Enzo y Luigi no tardaron mucho más de una hora en regresar. Enzo traía mala cara, como algo mareado, y el brazo en cabestrillo, pero afortunadamente habían logrado extraerle la bala. Todavía estaba bastante pálido, y había perdido tanta sangre que se encontraba algo debilitado. Pero vivo, al fin y el cabo, que era lo importante. Y el brazo se mejoraría con tiempo.

Durante ese rato que estuvieron esperando, Filippo y Sal vigilaron alrededor del taller por si alguien sospechoso se acercaba, pero todo parecía estar tranquilo. Al parecer Luigi había sido lo bastante diestro conduciendo como para callejear lo suficiente para dejar atrás a posibles perseguidores, ya fuera la policía o los tipos de Verocchio. Genaro Schilliamini permaneció sentado en un banco del taller, mirando al suelo cabizbajo y lamentándose por su suerte.

-Ha estado cerca ¿eh?-dijo Filippo mirando a Sal cuando estuvieron solos-¿Pero lo has visto? Luigi...al final se ha portado. Es...un Bacoli. Son así. Buena gente, pero tienen un pronto...complicado.

Sal miraba a Filippo con el labio descolgado y ojos vidriosos. Parecía un imbécil de frenopático. Estaba cansado. Se encendió lentamente un cigarrillo, el último; arrugó el paquete y lo echó a un lado sin mirar al chico.

-Tiene cojones la cosa. Y tú, Filippo, ¿lo has visto tú? -respondió con acritud. -Eres tú el que hace un par de horas no querías trabajar con él, ni siquiera tratar con él nunca más; de hecho, tuvimos que ir a hacer el ridículo delante de los jefes por ello. Y dejar de vigilar la puta frutería de los huevos, después de toda la noche allí de plantón. Y todo empezó porque, aires de grandeza aparte (que eso sí, Luigi se puso en un plan bastante insoportable), te recriminó que no me siguieses la corriente en nuestro primer encuentro con la familia Schilliamini.

Indicó con el mentón en dirección a Genaro, algo apartado. -A ver si los que van a tener un pronto complicado son los Benedetti -añadió, con media sonrisa y mirándolo de reojo, sacudiendo la cabeza de un lado a otro. -Mira Filippo, sin rencores, ¿eh? Pero, para otra vez, piénsatelo dos veces antes de decir o hacer nada, ¿quieres?

-¿Ya estáis de vuelta?

Sal los miraba como si fueran sus dos tíos preferidos. Se interesó por el brazo de Enzo, y contó que aquello había estado tranquilo. -Poco más y me duermo, la verdad -anadió-. Bueno, pues habrá que ir a ver al jefe; pero sigo pensando que no deberíamos llevar allí a... A este -musitó las últimas palabras con un disimulo exagerado. -No es plan. Por lo menos, preguntar antes a Lucky si quiere que se lo llevemos. A lo mejor prefiere verlo en otro sitio. Podemos esperar con él cerca... o algo así...

Hola chicos, ya de vuelta... Tomad, os he traído algo de comer y beber... bien que nos lo merecemos. Para usted también Don Genaro. Por si no lo sabe sigue vivo y los vivos han de comer y beber... Pero viéndole sus lamentos creo que hubiera sido mejor dejarle morir alli adentro y Enzo tendría su brazo perfecto y yo el coche en buen estado.

Me alegro que todo siga tranquilo. No deberíamos demorarnos mucho. Sea como sea, donde vayamos deberá ser con los pies, o con un taxis, mejor. No creo que Enzo esté para muchos trotes, y el doctor ha dicho que descanso y reposo, las medicinas sin falta y cambiarse los vendajes 2 veces al dia. Así evitará infección, si no... Y aparte, ha perdido sangre suficiente como para que ahora no tenga que caminar media hora. Ehh, no lo digo yo, vale? es lo que ha dicho el doctor, pero Enzo que haga lo que crea conveniente.

Luigi se dio cuenta de que ya volvía a dar, no ordenes, pero si consejos, y que eso no era bien recibido en el grupo, así que dejo la elección para el dueño del brazo herido...

A mi me preocupa el tiempo que perdamos. La familia de Genaro puede estar en peligro. La policía se personara allí seguro, así que no podemos ir. Como si lo viera... "Dueño de frutería desaparecido tras reyerta entre dos grupos de gangsters".

Hay que decidirse rápido y a donde. Yo soy de la idea de ir al Big Boss. Otros de ir a quien nos ordenó directamente el trabajo...

Esperó y miró a los compañeros mientras le daba un mordisco a su bocadillo...

Mirando de lado a lado, completamente grogui, ni siquiera reaccionó al ver la más que deficiente salubridad del local del Dr Dante. Solo quería sentarse, pero la adrenalina le despertó bien cuando le hurgaron en el brazo, jodido matasanos... ¡JOder! Pegando un bandazo... le riñeron, pelaron un poco, y al poco rato se acabó todo. Con unas ganas terribles de salir de allí a toda leche, le dio las gracias al hombre pago a eso hombre y respiro con tranquilidad el aire de la calle...

Enzo se dejó llevar hasta el garito, asintiendo a Luigi. Hizo un gesto que decía joder, que remedio, cuando Luigi le intentaba reconocer que sacara al frutero y que... bueno, no se muriera. Le agradeció el paraguas a Bacoli con una palmada en el hombro. - Gracias. Ya no les hablaba como si fueran su enemigos, y eso, por lo menos, era un descanso. Una vez que se comprometía a la acción, y se le levantaba esa niebla moral de la mirada, el mecánico era un tipo duro; y con recursos, eso estaba claro. En realidad, sin los Bacoli habrían estado jodidos. Y Marrone, bueno, el único con la flema y la habilidad para darle al muñeco porque el resto, una panda. Putos revólveres. Pero no ha estado mal, no ha estado mal. Sonreía interiormente de camino al médico. Serían una panda, pero se la habían preparado buena a esos tipos duros. 

Cojones, y el mecánico cuidándome. Porca miseria, lo miró mareado y sonriendo irónicamente de un lado a otro, un poco descoordinado. Probablemente eso le daba un aspecto todavía más enfermo, o borracho.

-Andiamo

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Al llegar al taller, pego con el brazo izquierdo en la cristalera, saludando desde fuera y sonriendo con la cara blanca. No su blanco norteño normal, uno más lechoso.

- ¡Eco! entró con teatralidad burlona, y un brazo en cabestrillo... siamo vivi, siamo vivi. Saludó a Sal con un abrazo incompleto y se fue rápido a la mesa, dejándose caer en una silla, resoplando. Luigi empezaba a hablar ya, yendo de un lado a otro. De buen humor. Todos lo estaban. En cuando Bacoli dejó la comida en la mesa, Enzo se concentró en rebuscar dentro de un par de bolsas de papel marrones y grasientas. Joder, que bien huele... tenía un hambre terrible. Tallarines dijo... casi como un niño para sí mismo. Sacó uno de esos cubos con letras chinas, dejo de lado esos paliltos y agarró uno de los tenedores de Luigi. Joder, que bien montado tiene esto...y a jalar.

Los demás hablaban. Enzo, paraba para respirar a poquitos, con la boca llena, hasta comer le cansaba ahora. Asintió mirando por encima del tenedor cuando Luigi dijo que no estaba para muchos trotes. Un ratito solo... dijo, y un Taxi.

Si... con Genaro, o se queda aquí con alguien, o... se giró al frutero, masticando ¿por qué no pasamos primero a decirle a su familia que está usted bien, eh,? lleva razón... señaló a Luigi con el tenedor pinchando un trozo de pollo Kun Pao. Estarán subiéndose por las paredes. ¿Se le ocurre como avisarles? Ñam  Ñam 

A su casa lo mismo... lo dejo en al aire, dejando claro que que a su casa no, pero, no sé... o suegra o su cuñada  estarán con Alex ¿no? dijo mirando a Genaro. ¿pasemos por el hospital para que les dé parte, y todo el mundo tranquilo? De ahí, a Lucky... si no, Luigi, habría que meterse a explicarle porque no lo vas a ver ¿no crees?. El chaval tiene razón, estará Frank o Vito, si vemos que... bueno, que viene bien darles cuenta a ellos también.

Como dice Sal, Genaro puede quedarse tomando un café por la zona, dijo mirando a los tres, en caso de que quieran hablar con usted, ¿eh? le puso una mano en el hombro al frutero, medio jugando. 

Lo cierto es que el olor de la comida hizo que Filippo se diese cuenta del hambre que tenía. La tensión acumulada durante las últimas horas le hacía rugir las tripas.

-Gracias, primo. Ahí te has portado.

Echó mano de la primera cosa que le cayó en mano, que resultaron ser unos farfalle pomodoro. Va bene

-Yo evitaría en lo posible acercarme a la familia de Genaro, de momento. Creo también que estarán en el punto de mira de la policía. Si nos ven por allí tendremos que responder preguntas incómodas. En cuanto a quién recurrir después, no sé qué sería lo más correcto. Con todo, ya os he dicho que recurriría a Frank. Me fío de él.