Partida Rol por web

-¡Eh, este cabrón tiene una navaja!

Lugi se abalanzó sobre el imbécil que había reventado al Filippo grande. El tipo fue capaz de levantar un antebrazo del tamaño de un jamón hasta la altura de la cabeza para absorber el golpe. Al recibirlo se giró a la derecha acucamándose contra Enzo. El empellón pilló a La Faccina a contrapié. Enzo tuvo que empujarle con el brazo izquierdo y dar un paso atrás para no tropezarse…

Al recobrar el equilibrio, miró con desprecio a ese desgraciado. Una ojeada a la situación. Roberto sangrando. El otro stronzzo más allá con el Filippo chico, la parejita de boxeadores atrás. Escupió al suelo con una mueca de asco tras algún mechón engominado. Le habían descolocado el flequillo. En la mano izquierda el sombrero. Echó la derecha al bolsillo izquierdo de la chaqueta… dejando la cuchilla, y agarrando una navaja de doble filo de 13cm con la empuñadura hacia abajo, a modo de puñal.

Luigi, vió como la situación se complicaba, estaban ganando tiempo y quizás eso serviría para que al novio de Julia, no le reventaran del todo, pero si no cambiaba su suerte, en breve estarían todos como el Massería.

Maldito bastardo, has tenido suerte. Detén este otro golpe.

Mientras preparaba el brazo para soltar otro golpe demoledor, Luigi, usó una treta que aprendió de crio... Nadie daba un duro por su agilidad con las piernas, bueno, esa noche alguien vió que sabia usarlas para algo más que para caminar... Así que mientras el matón se preocupaba de parar su puño, Luigi soltó una patada buscando las criadillas del mangurrino. Si, era una pelea sucia, pero que carajo... 3 contra uno tampoco era juego limpio... Tanto das, tanto recibes...

No obstante el golpe no alcanzó al hombretón, aunque al menos puso un par de pasos de distancia entre ellos. Ahora debería detener el el brazo del maldito bastardo...

Enzo sacó una navaja más grande y amenazante que la cuchilla que había usado antes, pero su ataque con ella tuvo el mismo éxito. El matón, por un segundo se quedó paralizado, pero el tajo que Enzo le lanzó apenas le rozó la chaqueta. Por el otro lado apareció Luigi, para propinarle una patada, pero igualmente el golpe quedó corto.

En su intento fallido de acuchillar al tipo, Enzo había quedado demasiado cerca suya y vio como su puño se dirigía directo a su cara. Por fortuna, el golpe tampoco acertó en su objetivo gracias a qué el matón no estiró el brazo lo suficientemente recto y con la confianza necesaria. La presencia de Luigi junto a Enzo le había incomodado lo suficiente como para hacerle fallar.

A Filippo le brillaban los ojos. Una sonrisa maliciosa indicaba que estaba disfrutando con aquello. Se pasó la navaja de una mano a otra con fanfarronería antes de echarse con un movimiento rápido hacia el estómago de su adversario. La punta de la navaja se quedó a escasos milímetros de alcanzar su objetivo. El muchacho procuró recuperar la distancia rápidamente para volver a la posición de guardia. 

Esta vez, las apariencias no engañaron; Salvatore giró sobre sus talones y echó a correr hacia la entrada del callejón. Se volvió y dirigió al elemento con el que se había enfrentado un gesto ofensivo con la mano mientras se llevaba la otra al paquete. Luego farfulló algo incomprensible y desapareció doblando la esquina...

...pero no fue muy lejos, mientras esperaba ver al individuo lanzarse en su persecución, y miraba alrededor planeando la mejor forma de darle esquinazo y volver al callejón. Así, con suerte, tendrían algo de ventaja...

Filippo falló de nuevo al intentar pinchar con la navaja al tipo, pero aunque la hoja de su navaja llegó a rajar el abrigo del matón, no llegó a impactarle como el muchacho pretendía. Filippo retrocedió para recuperar su posición, pero vio como un puñetazo directo y bien dirigido le perseguía. El matón estaba dispuesto a borrarle la sonrisa fanfarrona de la cara, sin importarle si era un muchacho o no.

Entonces, el grupo de defensores quedó boquiabierto cuando Sal de pronto echó a correr y puso tierra de por medio con la refriega que había en el callejón. El matón que había estado intentando atizarle se quedó igualmente sorprendido y soltó una carcajada.

-Ja, uno menos. Cobardo. - Y dicho lo cual fue hacía Luigi, para ayudar a su compañero que estaba enfrentándose contra dos.

 Filippo intentó cubrirse del puñetazo que le intentaba asestar su adversario pero no consiguió hacerlo a tiempo de evitar que el golpe le alcanzase.

Eso fue un error.  El hombrito con cara de recogedor de olivas se había acercado demasiado al soltarle un puño. Peinaovejas. Se aprovechó de la cercanía del gordo para echársele encima. Apartando su brazo con el antebrazo izquierdo, bajó la mano derecha a la altura del estomago apoyando la empuñadura en abdomen, en ángulo recto. Enzo apretó fuerte los abdominales ¡ven...  y con un empujón lanzó todo su peso hacia delante tras el puñal... aquí ! con la intención de abrir las entrañas del paisano. A su izquierda, pudo ver la silueta de Sal huyendo al fondo del callejón, y otro tarugo que se daba la vuelta con sonrisa bobalicona. Al fondo, un sonido seco dejó claro que Filippo se había llevado un guantazo.

Y de nuevo por el fondo del callejón hizo su aparición Sal. Volvía también corriendo como se fue, la respiración agitada, el pelo negro y grasiento de por sí pegado a la frente por el sudor.

Pero sin detenerse ni mirar a diestra o siniestra se fue hacia el tipo emparejado con el joven Filippo y le lanzó una cuchillada rápida. Falló miserablemente. Ahora sí miró de reojo a Filippo, y al tipo, calculando ya cómo hurtar el cuerpo...

Al ver a Enzo lanzarse sobre él con la navaja nuevamente, el matón trató de esquivar el golpe saltando hacia atrás, pero la llegada de su compinche le hizo dudar lo suficiente como para que la esquiva fuera insuficiente como para evitar el tajo de la Faccina.

Enzo notó como su navaja se hundía hacia el fondo en el abdomen del tipo, pudo sentir como lograba atravesar abrigo, chaqueta, camisa, piel y músculo y cómo la carne se abría paso al contacto de la afilada hoja. Cuando retiró la mano vio como el enemigo se retiraba dando unos pasos hacía atrás y llevándose las manos al abdomen, las cuales quedaron inmediatamente llenas de sangre.

Enzo consiguió propinarle un buen pinchazo al matón. Eso debió doler. Lo malo de todo es que la pelea pasó a un estadio mayor, y que tenía mal final. Aquel era el primer día de un final anunciado...

Ahora solo queda terminar lo empezado. Ningún trabajo a medias a dado frutos.

Luigi, cogió su cinturón, y aprovechando que el matón, perplejo por la herida recibida, le perdió un poco de vista, le intentó rodear el cuello y estrangularlo hasta dejarlo sin sentido. 

Si la jugada salía bien el estaría a la espalda de ese gorila y Enzo libre para ir a por otro mono. Al fin y al cabo el que tenia el arma mortífera, era él.

Salvo alguna maniobra sorpresiva, Luigi iba a tener a ese tipo bien agarrado...

Venir en fiestas de Natividad a nuestro barrio a buscar pelea, es de muy mal gusto!!! Vendetta!!!!!

Filippo tenía un lado de la cara ardiendo debido al puñetazo. La adrenalina atenuaba el dolor hasta hacerlo casi imperceptible. 

El muchacho, lejos de amilanarse, se lanzó de nuevo contra su objetivo, intentando entrar desde abajo para alcanzar de nuevo el abdomen de su adversario. Sin embargo, a sus ataques le faltaba la precisión necesaria para alcanzar su objetivo.

Luigi se escurrió por detrás del matón al que Enzo acababa de dejar un buen recuerdo en el costado, le agarró con el cinturón por el cuello y tiró de él hacia atrás con fuerza con intención de dejarlo sin sentido. El tirón fue lo suficientemente fuerte como para dejar al individuo tambaleante y a punto de perder el conocimiento.

Sin embargo, Luigi no había calculado que el matón que enfrentaba a Sal había acudido a ayudar a su compañero tras la espantada de Marrone. Afortunadamente para el mecánico, un espasmo del rival al que tenía sujeto del cuello hizo que ambos se fueran para atrás y que el puñetazo lo recibiera el otro matón en lugar de Luigi. El golpe fue lo suficientemente contundente como para dejar noqueado a su compañero. Un error garrafal.

Entre tanto, Filippo volvía a fallar en su ataque. El muchacho se dejaba llevar por la rabia y la ira y no conseguía dirigir un buen golpe ni acercar su navaja de manera suficientemente peligrosa al hombre contra el que luchaba, que le sacaba varias cabezas y mostraba una sonrisa en los labios como si se riera de él. Pero por mucha gracia que le hiciera los esfuerzos del pequeño al matón, este no mostró ninguna piedad y le soltó otro puñetazo, dirigido de igual manera que el anterior.

Sal apareció entonces corriendo de vuelta por el callejón, intentando golpear con escaso éxito.

Filippo recibió otro tremendo puñetazo. El tipo aquel no solo era fuerte sino que además era rápido. 

Se sentía un tanto impotente ante él. Pero orgulloso como era, hizo acopio de fuerza y continuó en pie peleando contra él.

El gordo intentó esquivar la puñalada, pero Enzo se le abrazó y pudo sentir el calor de la sangre en la mano. Se separó de un empujón... fottuto cafone… murmuraba mientras se inspeccionaba clínicamente la camisa blanca, ahora ensangrentada. Al levantar la mirada vio a Luigi descolgarse de su cuello y como al girar al gordo, su propio compañero le partía la cara. 

A su espalda vio a Sal volver corriendo desde el fondo del callejón  ¡¿HECHO?!  Gritó en su dirección cómo esperando una respuesta. Vale! Vale!… asintió. !JA! Una pausa. Una sonrisa limpia tras sus ojos azules y el pelito de los domingos... ahora si que estáis jodidos… dijo mirando al suelo mientras sorteaba al peinaovejas, inconsciente y desangrándose en el suelo. Llegó a la posición de Roberto, comprobando que seguía vivo. Se limpió las manos en la camisa, dejándola hecha un Cristo. La navaja la dejó como estaba. No tenéis pinta de ser muy listos… pero cuando lleguen los chicos os vamos a abrir en canal…

¡PLAS! otra ostia al chaval… mientras Sal llegaba a su altura ¡EH! tu, payaso, le dijo al tarugo que estaba con los dos… el gordo ya no sale de aquí… dijo señalando con la navaja ensangrentada al tipo en el suelo… pero vosotros... todavía podéis coged la puerta antes de sea tarde... los amigos de este os van a hacer comer vuestros propios huevos ¿verdad?… sonrió... o no... a lo mejor no… levantando las manos como excusándose. Enzo sonreía ampliamente, como un monaguillo. Jugueteando. Se encogió de hombros. Señalaba con la mirada al fondo del callejón, con el gesto universal de “como tu veas, lo mismo me equivoco”… pero por otro lado... ¡qué es la vida sin riesgo! ¿eh? ¿preferisci venire qui? ¿que te raje la carita? le preguntó alegremente como si le invitara a jugar a las cartas.

Luigi tenía los ojos inyectados en sangre. El cuerpo del matón que tenía agarrado por el cuello empezó a deslizarse hacia el suelo como un peso muerto, tras recibir el puñetazo brutal de su propio compañero. Golpe que iba con malas intenciones a por la cara del mecánico.

Tu, estas muerto por la mia mamma!!! y a la familia de tu amigo, que tan valiente es con un crio, les pienso pasar por encima con la mia "máquina" hasta dejarlos hechos pulpa!!!

Y soltó un latigazo con el cinturón, dejando que  este se extendiera para alcanzar la cara del nuevo tipo que se le había encarado, intentando sorprenderlo con un golpe a algo de distancia, tras su error garrafal.

Desde luego coraje no le faltaba al Italoamericnao, que iba a alcanzar de nuevo a su objetivo...

Un grito desgarrador de rabia broto de la garganta de Bacoli, cuando soltó su brazo, pareciendo fuera de sí... Sin duda la Adrenalina le multiplicaba su estado rabioso. Veía como Fillipo estaba encajando golpes y tenia que llegar a el lo antes posible.

AAaaarrrrrggggggg, Muere!!!!

El tipo que había dejado inconsciente a su propio compañero se lamentó enseguida, componiendo en su rostro un torcido gesto de arrepentimiento. Aquello generó algo de confusión, y su reacción se debatía entre encargarse de ayudar a su compañero malherido o lanzar otro puñetazo a Luigi con mejor fortuna. Pero la indecisión provocó que Luigi tomara impuso y recibiera un puñetazo que le dejó la marca de la hebilla del cinturón clavado en la piel. El tipo se tambaleó y estuvo a punto de perder el equilibrio. Se apoyó contra la pared del callejón y recuperó el aliento mirando con ira a Luigi.

-¡A la mierda!- Exclamó el tipo antes de lanzarse a correr por el lado del callejón contrario a donde estaban.

El otro matón, el que le había dado una segunda bofetada a Filippo alzó la vista hacia ellos. Tenía aspecto de ser el más avispado de los tres. Vio venir a Sal, y tras la carrera del jugador se escuchaban más pasos venir. Las palabras de Enzo le hicieron reconsiderar su posición y en lugar de exigir a su compañero que se quedara para continuar la pelea, dio un par de pasos atrás y miró desafiante a Enzo.

-¡Vaffanculo! - Exclamó haciendo un gesto obsceno con las manos. -¡Sei morto!

Y tras esa última amenaza, se dio la vuelta y echó a correr poniendo tierra de por medio. Varias sirenas comenzaron a escucharse en la lejanía. Por el otro lado del callejón, unos metros por detrás de Sal, apareció Julia, corriendo preocupada ahogó un grito y se lanzó sobre Roberto.

Se mantuvo a la defensiva, asido a la navaja, hasta que ambos matones desaparecieron. Luego exhaló un largo suspiro, hundiendo los hombros. Miró a Enzo y Luigi con alivio, y giró la cabeza para ver llegar a Julia y lanzarse sobre el maltrecho Roberto.

Luego miró al otro lado, a Filippo. Lo miró largamente, al fondo de los ojos. El muchacho había demostrado redaños.

-Sei estato bravissimo...! - le dijo mientras guardaba la navaja y se componía la ropa y el pelo. Y el cuerpo.

Filippo sintió el impulso de salir corriendo detrás de aquellos dos idiotas, pero se contuvo. Le dolía la cara allí donde los dos puñetazos de su adversario le habían alcanzado. Por desgracia, no había conseguido hacerle el más mínimo daño, lo que le hacía explotar de rabia por dentro. Sin embargo, estaba a la vez contento porque les habían hecho escapar. Por un momento, ni siquiera se acordó del motivo de la pelea. 

-¡Roberto!

Para entonces Julia ya se había echado sobre él, sollozando. Filippo se acercó y se agachó para ver cómo se encontraba. No es que supiera mucho de medicina, pero algo se podría hacer.