Partida Rol por web

Legionario asiente con la cabeza las palabras de Lagartija, le estaba cogiendo algo mas de respeto, había pocos hombres o seres que tuvieran palabra y honor, pero estaba seguro de que el que tenía delante era uno de ellos.

 - Que así sea, y así será por parte mía, pero si uno de nuestro ahora grupo decide que al final no quiere abandonar el premio, ten por seguro que tendrá delante a Legionario, persona que no le gusta ser derrotado y por consiguiente luchará si hace falta... Acepto tu propuesta y la acataré, aunque me sea difícil hacerlo, pues en la batalla suelo cegarme a veces, espero que mi autocontrol que he logrado alcanzar  a base de mucho pensar en algunos asuntos me ayude...

De nuevo, los barracones de la escuela del halcón negro, me había hecho recordar mis primeras semanas como luchador esclavo. Pero sabía que no tardaría en acostumbrarme.

Me senía raro, ta vez por los portales, o porque hbía dejado atrás algunos componentes de mi equipo, en el que yo era capitán, era dificil para mi, saber porqué.

-Por mi, podeis quedaros los premios, hemos venido cuatro luchadores aquí, y hay tres piezas, podeis repartirlas entre vosotros.

- Tras asearos, desayunar, ponerse cada uno el traje con los colores de su respectiva Escuela y tomar las armas que usaréis en la Arena, todos emprendéis camino hacia la Arena de Malatea.

- Los luchadores del Halcón Negro: Enterrador, Payasete y Guarilla; marchan con calma y parsimonia, no van a luchar hoy, pero podrán ver en acción a sus posibles rivales de otros combates futuros.

- Lavativa es el único Halcón Negro que parece abiertamente nervioso. Es lógico que no entienda por qué sus compañeros de Escuela se han retirado de la competición, ya que los motivos no son claros.

- Os acompaña el Manager Kurono y una docena de guardias de la Escuela, cuya función es apartar a la multitud y alejar a los curiosos que se acercan demasiado.

- Recorréis las calles de la ciudad hasta la Arena, que ocupa una privilegiada posición central. Una vez allí os conducen a los detritianos a la Sala de las Bestias (una Sala para luchadores de la Organización de la Arena de Malatea, situada al Oeste de la Arena). Los luchadores del Halcón Negro van a la Sala de Descanso asignada a su Escuela (al Sur de la Arena).

- Los Pelícano no están presentes. Los Tigres de Malatea estarán en su Sala de Descanso (al Norte de la Arena).

- Los Maestros y Ayudantes tampoco están en la Sala de Descanso de su Escuela, están ya en las gradas, en sus asientos de clase alta.

Harold aprovechó la mañana para prepara su estrategia para el combate. Confiaba en que los luchadores que formaban su equipo no se volverían contra él al menos hasta acabar con los otros rivales. Eso le daría tiempo para cobrarse alguna pieza y poder seguir bregando.

El enano apenas abandonó los barracones esa mañana, concentrado en sus libros de runas hasta el último instante. Una idea revoloteaba por su cabeza, pero aún no era el momento de ponerla en practica.

De modo que el día transcurrió entre libros y nervios, hasta que por fin llegó la hora de la lucha...

HORAS MÁS TARDE...

- Los luchadores regresan de la Arena a la Escuela.

- De los cuatro de Detritus, Legionario es el único que llega al barracón de luchadores invitados por su propio pie. Sus tres compañeros llegan en camilla transportados por criados tras haber sido atendidos por curanderos en la Arena. Todos se curarán, pero seguramente pasen unos días extremadamente incómodos.

- Lavativa es llevado semi-inconsciente a su habitación.

- A Legionario le han permitido llevarse su premio consigo, pese a ser sólo un Siervo y no un ciudadano libre.

- Los demás luchadores del Halcón Negro no parecen nada contentos con lo que ha pasado hoy.

Legionario entra con el pecho erguido tras la victoria, esperaba darlo todo en el desafío, pero no esperaba llevarse la victoria, además lo que había sucedido le hacía pensar en cosas de las cuales las tenía algo distorsionadas, el compañerismo que hubo hasta el final le hizo sentirse de manera extraña, apenas podía creer que hubiera sucedido, apenas se conocían de unas palabras cruzadas, de estar en la misma escuela, aún así los unos confiaron en los otros y el resultado fue prometedor.

Se giró al ver que llegaban sus compañeros en camillas, y a simple vista se podría deducir que estarían algún que otro día en cama, pero sobrevivirían que era lo importante, en otras circunstancias a Legionario no le importaría la suerte que corriesen, pero algo había cambiado, y eso le satisfacía pero también le inquietaba en mesura.

 - Reponeros, pues creo que no hemos acabado en esta ciudad, estad por seguro que seremos desafiados por rencor y venganza...

Al ver que los colocaban en sus respectivos camastros, Legionario que aún tenía alguna herida reciente se dirigió al suyo para comprobar la calidad de sus nuevas pertenencias, se las habían dejado poseer, aún siendo solo siervo y eso le dio más confianza con respecto a su objetivo final...

Por la escuela pudo intuir algo de hostilidad, era algo normal, no esperaban que los que veníamos invitados saliéramos tan airosos, mientras observaba el premio, Legionario intentaba dejar pasar esa hostilidad, pues no valdría la pena enzarzarse en una discusión...

Harold entraba y salía de la inconsciencia mientras era trasladado hasta su camastro. En uno de sus momentos de lucidz, abrió los ojos y contempló cómo sus compañeros permanecían vivos, e incluso uno de ellos casi indemne.

Eh ,Legio  murmuró débilmente  ¿al final ganó uno de nosotros?

Legionario nota como Muñón se remueve un poco y finalmente abre un poco los ojos para con voz ronca y casi en un suspiro pregunta por el ganador...

 - Lo importante... Compañero... Sonaban algo extrañas en boca de Legionario, incluso el lo notó y eso hizo que el silencio reinara por un instante... - Lo importante es que os recuperéis, pero si te hace sentir mejor, te diré que tienes al ganador delante tuyo, los dioses han sido benevolentes, descansa pues lo necesitas...

Hehehe...al final les hemos ganado...  suspiró el enano  y encima me he cobrado una pieza... 

Pasó cierto tiempo hasta que Harold despertó de nuevo. Mientras tanto soñó. Quizá más tarde no lo recordaría, pero soñó con los días de su pasado, con sus triquiñuelas entre callejones y sus engaños y timos. Soñó con cómo fue repudiado por los suyos, y cómo llegó a Detritus. Pero también soñó con con el futuro. Con nuevas ideas que abrían paso a nevas runas, con poderes inusitados...que quizá jamás vieran la luz...

Lavativa desperto en su habitacion maldiciendo a todos sus enemigos. No puede ser. Repetia una y otra vez. He dejado en ridiculo a mi escuela.

Debido a la paliza recibida en el campeonato decidio quedarse descansando en su habitacion, mientras pensaba una y otra vez en lo que salio mal.

Legionario ya había cumplido uno de sus objetivos tener el palmarés necesario de victorias para poder ascender de categoría, el problema estaba que ahora se encontraba en otra ciudad y no sabía con certeza como proceder para poder conseguirlo de inmediato, había realizado el entrenamiento adecuado pero finalmente perdió y no pudo ser, ahora debería refrescar algo aquel entrenamiento y solicitar el ascenso...

Con paso firme Legionario camina por la escuela en busca de algún instructor de la escuela o un maestro, tenía que preguntar como podría hacerlo y si era posible...

- "Y que lo digas, Lava. Menudo bochorno. Ya antes eras la vergüenza de esta Escuela, ahora ya no sé ni lo que eres. Otras dos derrotas como esa y te expulsarán de la Escuela y jamás podrás ser gladiador..." -

- "No seas tan duro con el chico, Guarri. Tal vez ahora que no tiene dignidad sí quiera compartir mi lecho..." -

- "Esto ha sido una total y absoluta estupidez. No sé en qué estaban pensando los Maestros y la Organización, pero tendremos que ponerle remedio el próximo día de la Sangre." -

- Transcurre el resto del día de la Sangre, y el siguiente, el día del Sol, que es como de costumbre día de descanso para la mayoría.

- Pese a sus heridas, Legionario pasa todo el día del Sol entrenando en solitario, tal y como le enseñaron el Instructor Amarillo y Limonero.

SEGUNDA LUNA DE TIAMAT:

POR LA MAÑANA.

Aún bastante malherido muñón abrió los ojos. Parecía haber dormitado toda la noche, despertando de vez en cuando por algún dolor sordo en su cuerpo que lo sobresaltaba. La boca le sabía a estiércol, y su aliento hubiera sido considerado un arma ilegal en cualquier combate en la arena.

Harold bebió con avidez de la escueta jarra de peltre que algún miembro del servicio de la escuela había dejado allí, y escupió el primer trago, enjuagándose la boca. Sonrió, al ver que al menos, todos sus dientes habían decidido seguir con él un tiempo más.

El enano parpadeó molesto por la luz, y decidió que aún no se encontraba recuperado para salir fuera del catre. Sin embargo, sí que podría aprovechar el tiempo estudiando sus libros de conjuros, por lo que se tumbó con uno de ellos en las manos, procurando cambiar de posición lo menos posible para no abrir sus heridas.

- "Legionario, el Gran Maestro quiere hablar contigo." -