Partida Rol por web

Infierno Verde

Escena de Juego "Viaje al Amazonas"

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19/11/2019, 17:56
Leonard Colleman

A pesar de lo tediosos que podían resultar aquellos seis días de viaje, de las incomodidades de su camarote y del tiempo cambiante, Leonard disfrutó de los momentos que compartió con Juanjo ya que, gracias a él, estaba aprendiendo muchas cosas sobre los Awás que le resultaron sumamente esclarecedoras e interesantes y, cuanto más conocía de sus costumbres, más quería saber sobre esa cultura. No dejaba de tomar anotaciones y, al ritmo que iba, pronto se iba a quedar sin papel suficiente para plasmar todo lo que estaba aprendiendo y observando.

Pero no fue él el único que le sacó partido al viaje por el río ya que Leonard pudo comprobar, aelgrándose enormemente por ello, que su mujer había descubierto alguno de aquellos bichos que tanto le gustaban y le fascinaban, a los que pudo estudiar y observar con atención.

Cuando llegó el momento de dar por terminada esa parte del viaje, pues al fin habían llegado al punto de destino del desembarco, Leonard no pudo observar con cierta aprensión las armas. No era que no las considerara útiles e incluso necesarias para una expedición como la que iban a realizar, sino más bien porque él nunca había manejado un arma de fuego ya que estaba acostumbrado a practicar con armas tribales, a las cuales consideraba más honorables que aquellas que exhibía el señor Woodstock.

Creo que sería mejor que las armas las portaran aquellos que las saben usar pero —comentó, intentando sacar el valor y la confianza que había ganado desde su llegada a aquellas tierras—, si sobrase alguna y en caso de no quedar más remedio, quizás me atreviese a llevarla encima, aunque no creo que en mis manos fuera demasiado efectiva —concluyó, mientras fuera no dejaba de sonar la fuerte lluvia que estaba cayendo.

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20/11/2019, 14:40
Luise Hayes

Encontrar pequeños anfibios en la cubierta fue como hallar un tesoro en un templo oculto en el corazón de la más alta montaña. Con cuidado guardó los especímenes en pequeños frascos de plástico que había pedido previamente para llevarlos a su camarote, donde tenía más espacio para estudiarlos y verlos en “semi-libertad”, incluso aprovechaba las pequeñas escapadas de su marido de conversar con la tripulación para soltarlos de su cautiverio, con las puertas y ventanas cerradas, observando únicamente su comportamiento.

Había escrito muchas anotaciones sobre cada uno seguido de un dibujo no tan detallado como le hubiera gustado, donde indicaba su rutina y las superficies que preferían para tomar el sol. Era un trabajo aburrido de observar durante horas un animal estático, pero había una pasión camuflada entre tanto silencio.

Cuando los días pasaron, su tiempo en compañía de sus nuevos “amigos” también terminó. Volvió a guardarlos en los recipientes dispuestas a soltarlos una vez pisara tierra firme antes de coger todo el equipaje para esa expedición, que no era precisamente pequeño.

Confío en la buena puntería de mis compañeros si se diera el caso, pero ahora mismo mis manos están ocupadas. Prefiero cargar con botiquines o materiales de utilidad, algo más “pasivo” que no hiera a nadie, en vez de portar un arma.- Sonrió mientras levantaba una de las mochilas que llevaba, indicando todo lo que guardaba en su interior.- Soy más eficaz con unas vendas en la mano que con un revólver.

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21/11/2019, 10:53
John Drake

Drake pasó los días descansando, preparándose para la expedición que pronto estaría por empezar y charlando con Juanjo por si él o el capitán Pereira podían proveerle con algún tipo de información sobre el Urubi. De cuando en cuando, tomaba más de una anotación en su diario de viaje.

Después de seis días, Woodstock les informó de que iban a llegar a la misión del Padre Enrique, donde atracarían y podrían descansar. El profesor mencionó también que sería útil que se repartiesen las armas para no verse desprotegidos ante los posibles peligros que les aguardaran.

-Si me lo permiten, yo llevaré uno de los dos revólveres -decidió Drake, dado que ya le había echado el ojo al arma de fuego unos días atrás-. Ya dispongo de un rifle para disparar, pero siempre conviene llevar un arma más pequeña encima. -Al explorador le sorprendió que ninguno de los dos integrantes del matrimonio parecía muy dispuesto a llevar armas, a menos que sobrase alguna. Algo le decía a Drake que si Woodstock estaba poniendo tanto ese en que se aprovisionaran con armas de fuego era porque verdaderamente podían necesitarlas.

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22/11/2019, 13:20
Jeffrey T. Spaulding

Las vistas que tenemos desde el barco son ciertamente maravillosas, aunque el interior del mismo es bastante decepcionante, aún así el capitán se mantuvo sonriente, alegre y hablador, tal vez demasiado hablador, parecía no callar ni debajo del agua.

Cuando estamos llegando me mantengo apreciando el bello lugar que se encontraba ante mis ojos -  Las vistas son maravillosas, habrá que ver cómo cambian cuando un león nos intente comer... - mira al señor Woodstock cuando comienza a hablar de las armas - Yo ya poseo mi propia arma - añado señalando mi escopeta - pero si nadie va a coger las armas no diría que no a un arma de mano, ya saben, por si las moscas...

 

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22/11/2019, 14:08
Daniel Dunham

 

Los días en el bote pasaban duramente, alegrandose solamente a las noches cuando los tripulantes del barco mercante se animaban. Alguna palabra en portugués había aprendido a base de berrearlo cuando bebíamos. Aquellos trabajadores se comportaban igual que los obreros de Nueva York que trabajaban en la construcción: Felices, aprovechando cualquier momento para descansar y sin nada que perder. Justo la clase de personas con las que solía llevarme bien.

El último día sin embargo, el tedio de aquel lugar estaba creciendo. No tenía ningún problema en dormir en una cama con el mismo tacto que una piedra pómez, el problema era el poco espacio que se compartía. Mientras me sonaba todas las articulaciones, con mi camisa interior y los pantalones del día de ayer, escuchaba la conversación que estaba teniendo el jefe. Buenas noticias, podría estirar las piernas un poco más.

- Lo mejor será que me quedé con el rifle - Contesté de forma segura - Es una arma con mucho retroceso y si no se sabe apuntar con precisión sólo es una forma muy práctica de alertar tu posición. - Mi padre, cuyo padre había tenido que trabajar cara a cara con bandidos, se había asegurado de que practicaramos el noble arte de la caza. Como buen miembro de la Asociación del Rifle, tenía una amplia colección y nos obligaba a hacer uso de ella. Era un milagro que nadie hubiese salido herido, aunque me volví muy bueno.

- No debería poner sus esperanzas de vida en la confianza, señora - Replicó a la respuesta de Luise - Unas vendas no la salvarán cuando una bestia de la selva se la esté comiendo por los pies mientras duerme - Lo más probable es que hubieran hecho cosas peores los nativos con una chica blanca, pero solo quería asustarla lo suficiente. Sin decir nada, me saqué uno de los cuchillos que había comprado y lo saqué de la funda para que viera el filo. Era un cuchillo mediano, con un mango de marfil tallado con imágenes de los nativos. - Tenga, úselo sólo en caso de extremo peligro - Le dije mientras se lo ofrecía tras volver a meterlo en la funda

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22/11/2019, 21:15
Theodore Woodstock

Daniel parecía sentirse como pez en el agua ante aquella situación de reparto. Su vida había estado empapada, entre otras cosas, entre pólvora y cañones, y tomó sin dilación uno de los rifles. Por respuesta, le tendio un cuchillo de bella manufactura a Luise. Por su parte, mientras Drake y Spaulding tomaban sin reparo alguno los dos revólveres (y así completaban su colección de armamento para la aventura), el profesor Woodstock tomó los cartuchos y comenzó a repartirlos. Acto seguido, tomó entre sus manos el segundo rifle, lo miro de culata a punta, y entonces se lo ofreció un instante a Leonard.

Bueno Leonard -le dijo sonriente-. Aquí no estamos para obligar a nadie. Yo llevaré este rifle, y cuando esté decidido se lo puedo ceder. No habrá problema. Normalmente una expedición no acaba en una carnicería, al menos en las que yo estado, y no creo que esta sea así. Sólo cuando esté seguro -le insistió-.

Notas de juego

Daniel, apúntate un rifle. Drake y Spaulding, apuntáos los revólveres. Luise, si aceptas el regalo de Daniel, apúntate el cuchillo.

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22/11/2019, 21:16
Juanjo Barreiro

Por la tarde, Juanjo estaba paseando por la cubierta del barco, agarrado a la barandilla de la borda.

Ya hemosh shegado -dijo con su acento particular portugués-. Ahi eshtá, la mishión de don Enrique; eh un hombre muy bueno -anunció-. Y entonces se fue con el capitán al interior de la cabina-.

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22/11/2019, 21:19
Director

Efectivamente, la misión de aquel hombre que llamaban Enrique no era sino una conjunto de tres viviendas y unos amplios huertos a orillas del Urubi, con un pequeño muelle de atraque, y una empalizada de madera y ramas a su alrededor. Detrás de la misma, la inmensa maleza se enmarañaba de una manera exagerada. Por ello, lo más probable era que la manera más rápida y cómoda de salir y entrar al pequeño complejo fuera por mar, a través de barcos o botes... bueno, no. En esos momentos, oísteis un gran estruendo procedente del cielo, algo que parecía acercarse a vuestra posición. Al salir a cubierta y elevar la mirada hacia el cielo azul, vísteis un pequeño hidroavión que aterrizaba en el río. Tras el pertinente pilotaje del capitán Pereira, no hubo problemas para que los dos transportes descansaran en el mismo muelle.

Entonces, del complejo salió un tipo bajito, de una edad entre los veinticinco y treinta años. Pelo oscuro, gafas grandes y una camisa negra con alzacuellos. Sus pantalones pardos y botas altas, propias de la exploración, contrastaban la menudez del tipo. Entonces, un tipo bajó del hidroavión, descargó un gran petate, y el padre y el piloto lo colocaron en el muelle. Entonces el piloto del hidroavión volvió al vehículo, dispuesto a marcharse. El padre Enrique giró su cabeza y miró el Xiringueiro, y el capitán mandó a Juanjo a sacar la escala para poder descender a tierra.

Tras unos minutos en el proceso, el padre Enrique se acercó a vosotros, y todos pudísteis descender. El profesor Woodstock aún guardaba agilidad en sus piernas, y tuvo a bien dar un gran salto desde la escala hasta la orilla. Henry y Juanjo lo hicieron con más cuidado. El capitán esperó un rato en el barco, alegando que iba a revisar los motores. Entonces, el profesor Woodstock hizo las presentaciones allí mismo, en el muelle.

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22/11/2019, 21:20
Theodore Woodstock

La señora Hayes, el señor y su esposo el señor Colleman, y los señores Duham, Drake y Spaulding -os presentó rápidamente, y Enrique os tendió y estrechó la mano. A Henry y Juanjo parecía ya conocerles-. Y he aquí el bueno del sacerdote Enrique Riberos, padre de esta misión. ¿Algún día saldrás de este lugar, amigo mío?

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22/11/2019, 21:21
Padre Enrique

Encantado, señores -dijo el cura-. Pues este lugar me atrae mucho, profesor. Qué bien que Dios les ha traído sanos y salvos -dijo entonces mirandoos a vosotros-, aunque si son amigos del señor Woodstock seguro que están acostumbrado a las aventuras -sonriendo-. Entonces, en ese momento el hidroavión se dispuso a despegar. Enrique levantó su mano para despedirse, y el piloto hizo lo propio. A los pocos minutos de mover sus cuatro hélices, despegó.

Notas de juego

Próxima actualización: martes 26.

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23/11/2019, 14:21
Luise Hayes

No quería ponerse en la situación de que una bestia la devorara viva, una de las experiencias más aterradoras que podría imaginarse y más todavía cuando sabía del peligro que la fauna guardaba al estudiar parte de sus especies más desconocidas. Puede que fuera porque estaba demasiado confiada en la aventura o en sus compañeros que al final terminó accediendo a las palabras de Daniel, agradeciendo con una sonrisa el cuchillo que le había regalado.

Sólo en caso de extremo peligro.- Repitió sus palabras, más por cabezonería de no querer usar las armas a no ser que fuera necesario. Una vida era una vida, humana o animal, y necesitaba los especímenes vivos si quería poder estudiarlos a fondo. Más tarde irían las autopsias o estudio de sus órganos.

Observó los detalles del cuchillo con cuidado de no cortarse antes de meterlo en una funda y guardarlo en un cinto atado en su cintura, escondido bajo su camisa ancha. Quería que estuviera cerca pero a la vez que no resultara una amenaza directa, más bien un último recurso que tuviera a mano si hiciera falta.

El tiempo transcurrió con relativa normalidad hasta que, en uno de sus paseos por la cubierta, vio al hidroavión. Se acercó a las barandillas de seguridad, apoyando sus manos en el frío hierro para poder ver más de cerca el vehículo con cierta admiración y teniendo la curiosidad de saber si podría dar una vuelta, simplemente para probar la experiencia. Le preguntaré cuando termine la expedición, parece divertido.- La vida era una libreta donde apuntar nuevas sensaciones, nuevas experiencias, y Luise tenía claro que en su viaje de casados quería probar todas las posibles. Total, no sabía cuándo volvería a repetir aquello.

Un placer conocerle.- Saludó al Padre Enrique cuando estuvieron en la misma altura, incluso tendiéndole la mano con educado respeto si la aceptaba.- Si le soy sincera mi terreno es la ciencia y los laboratorios, no soy muy ducha en el trabajo de campo.- Alzó la mirada cuando el hidroavión se disponía a marcharse mientras se apartaba unos mechones de cabello que salían despedidos por el viento que dejaba a su paso.- Sin embargo estoy más que agradecida al señor Woodstock por la oportunidad que nos ha brindado, esperamos ser de ayuda.

Notas de juego

Cuchillo anotado.

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24/11/2019, 14:20
John Drake

Drake observó el pequeño tamaño de la misión de Enrique, que apenas eran tres viviendas, unos huertos, un muelle y una empalizada como medio de protección. No le sorprendía, pues no se trataba del primer campamento de un misionero que el explorador veía a lo largo de los años.

-Mucho gusto, padre Enrique -dijo el explorador, tendiéndole la mano al sacerdote para estrechársela. Tenía curiosidad de saber si el misionero estaría al tanto de posibles hostilidades de los indígenas en la zona, por lo que decidió preguntarle de forma sutil-. ¿Lleva mucho en la misión? ¿Qué tal es la zona? ¿Tranquila?

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25/11/2019, 13:58
Daniel Dunham

 

Tras la elección de armas, me volví al camarote común para vestirme. Me aseguré de dejar el fusil en una posición segura, alejado de todos los accidentes. Para cuando terminé, me miré al espejo que se encontraba en la puerta de salida: me había salido barba. Había caído de que la aventura había empezado, en los dos anteriores barcos siempre había tenido tiempo para cuidar mi higiene personal pero ahí… simplemente ni se me había pasado por la cabeza. Con un suspiro, me colgué el rifle a mi espalda y fui a la Misión con el resto.

Personalmente nunca he tenido que recurrir a una fuerza mayor como un Dios. Siempre he tenido de lado el conocimiento y un grupo de amigos bastante intelectuales. Por no decir que durante mi infancia, si había un problema, se resolvía con la asquerosa ayuda del dólar. La idea de que alguien fuera a otro lugar a decir cómo tenían que pensar me parecía cuanto menos, problemático.

Baje con seguridad por la escalera dando un salto. Las piernas se sentían genial pudiéndose estirar y caminar por un camino algo convulso. - Un placer - Saludé rápidamente para dirigirse a Woodstock - ¿Cuanto tiempo se tardará en reabastecerse? - Tenía ganas de dar un paseo así que cuando las presentaciones se dieron como dictaban las normas de educación, se dirigió a explorar la Misión.

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25/11/2019, 22:11
Leonard Colleman

Me parece muy buena idea —contestó ante el amable ofrecimiento sobre el arma que le había hecho el señor Woodstock, quedándose mucho más tranquilo al ver que no se le obligaba a portarla.

Ya en cubierta, a medida que se acercaban a la misión, se quedó observando el pequeño lugar al que se dirigían, sintiendo ya de forma mucho más palpable la inmensidad y también la soledad de aquel lugar perdido de la mano de dios, aunque allí tenían la prueba evidente de que dios también estaba presente. Observó con la misma atención con la que lo hacía su esposa el hidroavión, y no pudo evitar sonreír al ver la mirada ansiosa en los ojos de Luise. Cada vez se alegraba más de haberla elegido como esposa pues era una mujer fuerte, decidida y muy valerosa.

Un placer conocerlo padre Enrique —saludó efusivamente al hombre que acababan de presentarle una vez hubieron desembarcado.

Leonard echó un vistazo más de cerca a la pobre y pequeña misión que dirigía el padre Enrique, preguntándose si la fe era suficiente para aguantar en un lugar tan olvidado por la civilización.

Debe ser duro vivir tan alejado del mundo civilizado —puso voz a sus pensamientos—, y peligroso —musitó, a pesar de que aún no había escuchado la respuesta a la pregunta que le había hecho el señor Drake—. Oh, no, no, al igual que mi esposa estoy poco acostumbrado a vivir aventuras… —terminó por contestar al fin al comentario que les había hecho el padre Enrique.

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26/11/2019, 13:13
Padre Enrique

El padre Enrique le devolvió la mano a Luise, estrechándosela también.

Pues aquí hay mucho campo, y selva, señora -le dijo amistosamente-, seguro que van a estar bien. El gusto es mío, señor Drake -hablándole ahora a él-. Llevo aquí unos dos años, cuando sólo había estos tablones que pisamos. El obispado de Manaos me envió aquí, bueno..., quise yo venir aquí, a poner algo de paz entre los habitantes nativos que estaban aún viviendo en esa orilla que ven allá -se refería a la orilla opuesta del río-, y los pobladores de las ciudades cercanas, como Manaos. Al principio su relación era convulsa, y ahora, gracias a la mediación, es más tranquila. Después miró a Leonard. No lo crea, aquí hay paz, mucho trabajo que hacer, y en cierta manera el hidroavión trae lo que necesitamos. Una vez a la semana vienen representantes nativos a este lugar, otros misioneros, voluntarios, filántropos interesados en este sitio... No hay tiempo para descansar casi.

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26/11/2019, 13:16
Theodore Woodstock

Pues, no lo sé Daniel -interrumpió Woodstock-, un día quizá... el capitán Pereira siempre aprovecha este lugar para revisar las calderas, las turbinas y otros tantos elementos... Entonces el capitán llegó hasta vuestra posición, asintiendo a las palabras de Woodstock, que más o menos sabía que estaban hablando del barco (sólo hablaba portugués, como sabéis, pero poco a poco entendía vuestro idioma).

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26/11/2019, 13:16
Padre Enrique

No se preocupe, señor -le dijo a Daniel-, pueden dormir esta noche en la misión, hay espacio de sobra. Entremos, aquí anochece enseguida y los chaparrones acuden sin avisar.

Una vez dentro de una de las viviendas, la cual se componía de dos salas (un comedor o salón principal y un dormitorio), vísteis que el padre Enrique tenía una pequeña biblioteca, que no era sino una estantería con numerosos libros y documentos, algunos archivos y otros papeles y cuadernos. La decoración interior era tosca y minimalistas, y tan sólo dos crucifijos decoraban las cuatro paredes, donde se ubicaban dos ventanas. Sólo había sillas como asientos y una gran mesa principal.

Yo mismo cocino en la otra vivienda. Allí se construyó una chimenea y un pequeño horno con ayuda de los voluntarios que vienen y van. El aseo está al lado de la cocina -añadió también el sacerdote-. Como les decía, mientras el capitán revisa el barco, les prepararé unas viandas y varios bidones de agua para el viaje. El señor Woodstock me avisó de que llegarían ustedes uno de estos días, y tengo todo preparado. Podrán dormir esta noche en la tercera vivienda, un lugar dedicado a las literas para los invitados y cualquiera que acuda hasta aquí.

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26/11/2019, 13:18
Director

Tras haberos presentado toda la misión, os reunísteis, ya de noche, en torno a la mesa de la vivienda principal. El padre había preparado un mantel, cubiertos y platos, y él con la ayuda de Henry os trajeron de cena un guiso de un pescado local, aderezado por un caldo y unas especies que lográsteis adivinar qué eran, pero sin duda que olían muy bien. Vino para beber, algo de queso y fruta completaban aquella cena. Ésta transcurrió muy rápida y se hizo amena, contando batallitas de la misión (que no era sino quehaceres de allí, mientras Woodstock lo aderezaba con algunas de las suyas, una vez más). Juanjo, Henry y Pereira también os acompañaban.

Notas de juego

Con vuestra próxima intervención, haced una tirada referente a Psicología y empatía. Ya sabéis, 1d6+ los dados que creáis oportunos por vuestro oficio y otro por si hay algo que lo ayuda. Todo medianamente razonado.

Próxima actualización: viernes 29

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26/11/2019, 15:58
John Drake

El Padre Enrique mencionó que, a pesar de que se podía pensar, la situación entre los habitantes de Manaos y los nativos de la zona era relativamente más pacífica y tranquila que años atrás. Drake lo escuchó, asintiendo. Trató de discernir algún atisbo de duda en el tono del hombre o llegar a la conclusión de que mentía, como había podido ver con Woodstock en el hotel, pero no fue capaz. El religioso aparentaba sinceridad en sus palabras a ojos del explorador.

-Le felicito por la cena -agradeció Drake al sacerdote, mientras apuraba el guiso de pescado-. Nunca había tomado este tipo de pescado, ni siquiera en guiso, pero está sabroso. Y las especias le dan un buen sabor.

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26/11/2019, 16:58
Luise Hayes

Ya quedaba menos para que la misión empezara y los ánimos de la gente estaban en pleno auge. Luise descansó lo que pudo antes de la cena, aprovechando para asearse y cambiarse de ropa antes de asistir a la quedada, llegando el matrimonio poco antes de la hora acordada.

Saludó a los presentes, deseándoles buenas noches mientras se sentaba al lado de Leonard. Por suerte, en esta ocasión no tuvo que elegir así que fue probando un poco de lo que podía, aunque su estómago todavía estaba un tanto cerrado debido al viaje del barco.

A este paso no podré andar en la selva por tanta comida.- Bromeó mientras coordinaba la pesada comida con un poco de fruta, escuchando las batallas de los más aventureros como una niña que escucha un cuento de su abuelo

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