Partida Rol por web

El hombre se quedó pensativo, reflexionando en las palabras de Isabella. Después sonrió y se levantó de la mesa.

Bien querida, no creo que los brazos de nuestros enemigos lleguen a nuestra querida patria. No obstante, si así fuese mi familia hará todo lo que esté en su mano para que a tus seres queridos no les pase nada.

Me alegra mucho tenerte junto a nosotros. Mis hombres se encargarán de proporcionaros un alojamiento temporal hasta que conozcáis la ciudad y decidáis instalaros en el lugar que más os guste de Creekville.

Ya tendremos tiempo de conocernos mejor. Ahora, si me disculpas, tengo que atender a tus compañeros.

El hombre, elegantemente abrió la puerta para que pudieses salir y te despidió con una grata y cariñosa sonrisa.

Isabella salió del cuarto en el que minutos antes había entrado. Después la puerta se cerró tras ella y el hombre que aún continuaba con vosotros os dirigió una cordial mirada.

¿Quien quiere ser el siguiente?

Nunca se sabe... Quizás pueda pensar que sus enemigos no tengan contactos en Italia pero prefiero asegurarme.

No había más que decir, por lo menos por el momento, así que Isabella se levantó con una sonrisa satisfecha en los labios y se dirigió, con el caminar elegante que era innato en ella, hacia la puerta abierta, no sin antes cruzar una intensa mirada con el hombre que haría que su vida cambiara en adelante.

Por fin un golpe de suerte.

Sonriendo, salió del despacho para unirse a sus nuevos amigos. Observó con atención cómo estos tenían vasos en las manos con un líquido que hacía tiempo que no probaba, pero lo que más deseaba en esos momentos era otra cosa.

- Bien chicos. ¿Quién va a ser el encanto que me va a ofrecer un cigarrillo?

No tenía ganas de beber. A decir verdad no tenía ganas de absolutamente nada. Quizá de recuperar su vida, pero eso ya era imposible a estas alturas. Se incorporó un poco y suspiró al ver que Isabella salía sonriente e indemne de aquella habitación. Al menos estos parecía que no les iban a poner las pilas. Seguía sin entender bien nada, el dolor de cabeza le restaba perspectiva de la situación.

- Me levantaría yo, pero necesitaré que alguien me eche un cable ... - dijo mientras trataba de erguirse. Buscó en su bolsillo y encontró un paquete de cigarrillos arrugado. Se lo ofreció a la pelirroja - toma los que queden preciosa, ahora mismo el tabaco es el menor de mis problemas - dijo simulando una leve sonrisa.- ¿Nadie va a echarme una mano?

Dedicó una sonrisa radiante mientras aceptaba el paquete de tabaco que le tendía Benny.

- Eres un encanto. -Le acarició con suavidad la mejilla magullada antes de volverse al resto de hombres.- A ver chicos, que alguien le ayude.

Cogió uno de los cigarrillos, lo estiró un poco y, acercándose a uno de ellos para que le diera fuego, se sentó tranquilamente a esperar mientras saboreaba con fruición el humo del tabaco.

Scott apuró, saboreando a conciencia, el licor de su copa; con la dichosa ley, hacía ya tiempo que no podía hacerlo. Había estado un tiempo ensimismado en este proceso, por lo que sólo alcanzó a oír a Benny solicitar ayuda para levantarse. Echó un último trago al coleto y se dirigió hacia él, ofreciéndole su apoyo para levantarse; parece que sería el siguiente en entrar.

Mike había declarado su intención de ser el último, por lo que él, sin prisa, que no la había, pasaría el tercero. Mejor, así podría echar otra copa tranquilamente y, por qué no, otro cigarrillo tranquilamente.

Scoot acompañó a Benny hasta la puerta, dejando que el hombretón siguiese el camino donde decidiría parte de su futuro. La puerta se cerró tras de Benny y la espera continuó para Scott y Mike.

Entras en una habitación, muy lujosa o, mejor dicho, bastante más lujosa y mejor decorada de lo que estaba el Panepinto´s Bar. Tras una mesa de madera maciza, cuidosamente barnizada y ornamentada se encuentra un hombre que rondará o superará por muy poco los 50 años. A pesar de tener un rostro desgastado por los años, aún conserva parte de su atractivo de antaño. Sin duda alguna, en su juventud fue un auténtico seductor. Sus rasgos y esa mirada penetrante aún podían cautivar a cualquier joven.

Benvenuto! Tu sei sicuramente il mio grande uomo, il valore, l'integrità. Lei è stato schiacciato e ancora non fatto la spia mia famiglia o ai vostri colleghi che forza d'animo. 
Sei italiano, capisci le mie parole?*

Dice aquel hombre mientras una sonrisa se escapa de sus labios. El hombre hace un ademán con sus manos y te invita a sentarte. Mientras caminas hacía la silla eres plenamente consciente que tanto sus palabras como sus gestos se encuentran encaminados a saber si conoces su lengua madre o, incluso, tratar de adivinar tu procedencia...

—¿Todo bien, nena? —dijo mientras guardaba el cigarro que había sacado para ella, Benny había sido más rápido.

Miró alrededor y tomó otro trago mientras esperaba la respuesta de Isabella.

- Sí, todo perfecto.

O por lo menos eso espero. A pesar de que aún tenía ciertas dudas sobre el papel que iba a jugar con aquella "familia" Isabella trataba de convencerse de que había hecho lo mejor, al fin y al cabo eso era lo que había venido a buscar a este país, dinero, reconocimiento, lujo...

Siguió disfrutando del cigarrillo mientras su mente hacía planes, quizá demasiados, intentando alejar de sus pensamientos los posibles peligros que pudiera correr... no todo iba a ser tan fácil.

- Creo que la propuesta que os va a hacer os agradará, sobre todo viendo las escasas oportunidades que hay ahí fuera de prosperar.

—Así lo espero —contestó mientras le guiñaba a Isabella.

Sonríe al señor Panepinto y agradece con un profundo suspiro su amabilidad. Según echa el aire por la boca, nota como le duele el abdomen. Le han trabajado a base de bien. Busca un lugar en el que sentarse y se desploma volviendo a notar el dolor cuando su cuerpo nota el tacto del asiento. Asiente a sus palabras y aunque no tiene ni idea de lo que le está diciendo, desde luego no parece una situación tan jodida como la anterior.

Por un segundo se acuerda del cabrón del enano. Ojalá le tendieran la oportunidad de joderle bien. Lo iba a pasar en grande.

- Eh... lo siento don Gaspare, soy americano, más americano que la tarta de manzana - sonríe - y los idiomas no son mi fuerte. Le pido disculpas, no lo tome a mal, señor.

Cierra los ojos un segundo y le devuelve la mirada.

- ¿Qué... qué puedo hacer por usted?

Una pena que no seas italiano mi buen amigo, tienes coraje y agallas y el valor de un hombre de verdad pero... me estoy adelantando... Mi familia te debe mucho y hoy en día quedan muy pocos hombres con tanto cuajo como tú así que vayamos directos al grano. Uno de mis hombres os hizo una proposición ya que sin tener motivo, nos habéis ayudado y eso merece ser recompensado.

Como bien sabrás, no siendo italiano o al menos con raíces en nuestra madre patria, no puedes entrar propiamente "en la familia" dado que eso sólo está reservado a la gente con ascendencia italiana. Sin embargo, tienes valor e incluso te han herido por tratar de ayudarnos... Más que herido casi te matan y tu valor me conmueve así como tu generosidad dado que no nos conocías y mucho menos nos debías nada.

Además, creo que un hombre con tu cuajo podría sernos útil en determinadas ocasiones... No te equivoques... es posible que debas arriesgar tu vida en cada esquina, estarás en el punto de mira de mucha gente, tratarán de atentar contra tu vida o tus intereses, quizá incluso contra tu familia... pero a cambio, tendrás la protección de mi Familia así como una vida cómoda y no privada de lujos en ciertos momentos, dependerá de tu lealtad y de tu buen hacer el obtener más o menos beneficios. No formarás parte de la Familia de un modo directo pero, sin embargo, disfrutarás de su compañía, protección y amistad así como de la preocupación de todos y cada uno de ellos.

¿Estás dispuesto mi buen amigo?

- Estoy convencido, señorita. - No pudo menos que responder a Isabella con una sonrisa. Ahí fuera, tras una brillante carrera en el ejército, sólo le quedó malvivir con un trabajo poco agradecido; y hasta ahora, la cosa pintaba bien. - "En fin, supongo que ahora voy yo". - Pensó el detective, viendo cómo su ánimo iba creciendo, mientras esperaba a ser llamado.

Benny sonríe y alza las cejas. Jamás pensó que iba a enfrentarse a esta situación cuando cogió el tren para dejar su vida atrás.

- Le agradezco su amabilidad, don Gaspare. Lo cierto es que vine a esta ciudad para empezar de cero y la oportunidad que me brinda es la mejor que podía recibir y jamás se me ocurriría rechazarle. Podría serle útil, suelo ser bueno con los números y la contabilidad no se me da mal. Seguro que puedo echarle una mano si usted lo precisa.

Sobre lo ocurrido, y lo que me hicieron... ¿qué iba a hacer yo? Podían golpearme duro y joderme bien pero tanto usted como yo sabemos que los lloricas y los soplones no caen bien a nadie. 

Estoy dispuesto don Gaspare. Mi respuesta es sí.

Don Gaspare se levantó de la mesa sonriente, avanzó hasta ti y te estrechó la mano cordialmente.

Me hace muy feliz querido amigo. Además debes saber que mis muchachos te tienen un profundo respeto y, desde luego saben que eres un hombre con una firme moral y te admiran por no haber soltado una sola palabra a pesar de que te dieron fuerte.

En esta ciudad podrás ir con la cabeza muy alta querido amigo. Me encargaré personalmente de que el doctor que te atendió cuide de ti y te recuperes plenamente de todas tus lesiones. Ahora si me disculpas he de atender al resto de tus compañeros.

Don Gaspare te ayuda a levantarte y te acompaña hasta la puerta. Entraste dolorido y magullado pero ahora que ves tu futuro con más claridad el dolor casi ha desaparecido, sigue ahí, por supuesto, pero ahora es casi una melodía lejana... 

Benny sale de la estancia con mucha mejor cara de la que entró, casi podría decirse que, quitando los moratones y magulladuras de su cara, tiene el mismo aspecto de la noche anterior, justo antes de ser brutalmente apalizado.

La puerta vuelve a cerrarse tras Benny y, tras unos minutos uno de los hombres de Panepinto vuelve a alzar la voz.

¿Quien será el siguiente muchachos?

Benny busca de nuevo donde sentarse tranquilo. Quizá hasta se tomaría un trago. Había sido una jornada muy larga a pesar de no haber estado plenamente consciente la mayoría del tiempo. Seguía vivo, al menos podía contar con eso, y lo cierto es que la conversación con don Gaspare le había reconfortado mucho.

Suspiró profundamente y dedicó una mirada a sus compañeros. Se sentó y cerró los ojos para descansar un poco más.

Isabella miró a Benny sin decir ni una palabra, esperando que fuera él el que hiciera algún comentario, pero no fue así. Se le veía cansado y las marcas en su cara eran fiel reflejo de lo que había pasado la noche anterior. Se levantó para acercarse hasta él.

- ¿Te encuentras bien Benny? -Le tendió el mismo paquete de cigarrillos que él le había dado.- ¿Satisfecho con la propuesta?

Sonrió para darle ánimos al hombre que tan mal lo había pasado la noche anterior.