Partida Rol por web

Cuando la chica con pinta de militar mencionó el motel la cara de Ros se iluminó por un segundo. No quiso delatarse pero la idea de dormir en motel abandonado sonaba bastante interesante. ¿Habría sucedido algo para que cerrase el motel? ¿Algún crimen podía haber traído la desgracia al lugar?

Permaneció pendiente de la respuesta de la tendera para saber si contestaba a esa pregunta.

Al entrar, veo a una dependienta tras el mostrador sirviendo pollo y cervezas y a algunos cuantos clientes mirándome con interés. Parece como si quisieran investigarme y me clavan su mirada.

No le doy demasiada importancia y me dirijo a la dependienta directamente.

-¿podría decirme dónde está el baño, por favor?- le pregunto mientras apoyo mi brazo en la barra para descansar un poco. Mientras espero la respuesta, siento la necesidad de sentarme en un asiento cercano.

Observo que hay un buffet con pollo frito aceitoso y me da una arcada sólo de pensar en comer eso. También hay mazorcas, quizás cuando haya salido del baño me coma una para reponer fuerzas.

Al parecer los pasajeros del autobús se ven impelidos a consumir la comida del buffet. La dependienta con una sonrisa amable comienza a servir y a cobrar esas raciones de pollo y maíz a todos los clientes que lo pidan

Sheila, la pobre, vuelve a verse incomoda con el interrogatorio de "tercer grado" al que la estáis sometiendo. Sí... el motel estaba al sur de aquí. Ustedes habrán venido por la carretera del oeste que enlaza con la carretera secundaria. Así que tal cual han venido ustedes por la carretera, han que pasar la tienda y girar por el camino que va a la derecha. Pero... perdone que me entrometa... deben saber que lleva abandonado muchos años, allí no les podrán dar alojamiento.

Al oír lo que dice el muchacho de la camiseta amarilla asiente con la cabeza. Ese motel llevaba abandonado mucho, mucho tiempo...

Al comentario de Terry directamente hace oídos sordos, no parece querer atender a sus palabras después de la falta de respeto que había tenido antes con ella.

Justo entonces la chica con el casco metido por el brazo, se apoya en el mostrador con bastante mala cara. A Sheila le cambia la cara y empatiza con la joven. Piensa que quizá esté pasando por esos días del mes o vete tu a saber que...  

- Claro muchacha, espera que busco la llave dice mientras se agacha a rebuscar bajo el mostrador. Hasta que por fin asoma la cabeza con un pequeño juego de llaves que emite un sonido característico.- aquí tienes. La puerta no va muy bien, tienes que empujar fuerte hacia fuera, a veces se queda atrancada.

Desde dentro podéis oír el murmullo de una conversación que se está dando en el exterior. Bernie se ha acercado a Bobby que ha salido a llamar por teléfono. El motorista por su parte se enciende un cigarrillo y lo sabéis por esa luz, ese tenue fulgor que ilumina la cara del que fuma en la penumbra.

Para entonces veis como la chica del casco, llaves en mano, aprieta el paso y sale al exterior por la misma puerta por donde había entrado, más rápido de lo que le gustaría demostrar que necesita hacerlo.

Te das cuenta que ese teléfono no funciona en absoluto. Seguro que por el sonido que hace está estropeado y la puta máquina se ha tragado tus monedas. Piensas que por mucho que el conductor tenga un "toque mágico" no la va a hacer funcionar. 

Entonces amablemente te hace a un lado para no hacerte daño. Mira hacia el interior de la tienda para asegurarse que la dependienta no mira y le da una patada a la maquina que la hace retumbar. Cuando el sonido del metal zumbando aún resuena,  coge el auricular, se lo planta en la oreja y te guiña un ojo.

El tipo comienza a marcar números mientras te quedas con cara de tonto... te esperas unos segundos... y nada. Pero de pronto...

-  ¡Ey Jefferson! Sí, soy yo, Bernie. Nos hemos quedado tirados al norte de la carretera secundaria.... dice el tipo mientras te mira sonriente. como diciendo, "me estoy gastando tus monedas pardillo". Eso te hace sentir una mezcla entre vergüenza y enfado.

- ¡Chaval! anda acércate...  llama tu atención el misterioso motorista, haciendo que pierdas el hilo de la conversación que se está dando por teléfono. De alguna forma piensas que se ha dado cuenta de que un viejales te acaba de tomar el pelo y se "ha marcado una llamada de gratis" a tu costa.

A parte de todo esto oyes de nuevo la campanilla de la tienda y de reojo ves como la compañera del motorista, sale corriendo hacia los servicios que quedan en un lateral de la tienda. La pobre parece que se encuentra mal... 

Con las llaves en la mano te marchas tal y como querías desde un principio, pero más rápido de lo que te gustaría demostrar delante de todos esos desconocidos. Te sonrojas un poco de la vergüenza que te causa esa situación pero pronto piensas...

Que leches me importa lo que piensen de mi una panda de desconocidos de este pueblucho perdido y que jamás volveré a ver.

Fuera, en el exterior un hombre negro y algo mayor esta hablando por teléfono en una cabina publica. Un chaval que puede que sea su nieto esta cerca de él. Ves como Brian llama la atención al chaval para decirle algo. Ya sabes como es tu novio, seguro que es para hacerle alguna broma y reírse del pobre un rato mientras hace tiempo.

Con ese pensamiento encaras el camino que te lleva a la parte lateral de la tienda, donde están los aseos. Y resulta que es verdad, la puerta está dura como ella sola. Con el malestar y el esfuerzo de abrirla te sube una bocanada a la garganta que casi te hace vomitar, pero te controlas.

Finalmente trasteando con la maneta y la llave consigues abrir. Enciendes la luz y para tu consuelo el baño está limpio, algo destartalado y viejo pero relativamente limpio. se nota que la dueña aunque no tiene mucho dinero para reparaciones sí lo compensa con una limpieza regular y a fondo.

Quizá también lo esté... - piensas. - ...por que aquí no viene a mear ni Cristo.   

Esto es lo que oye Rosemary acercándose con disimulo y poniendo la oreja 

- Bueno... ¿y? Sigue siendo un motel ¿verdad? Prefiero eso a tener que visitar granja por granja esperando que alguien nos abra las puertas de su casa. - Christie toma otro trago de su lata de cerveza ya casi vacía - ¿Acaso tú acogerías a un grupo de desconocidos que llegara así de golpe?

- Ya... - le contesta Kenneth escuetamente, sin apenas decir nada pero dándole la razón con sus gestos.

-¿Qué haces?- Protestó el crío sintiéndose ultrajado, sus dólares eran un bien escaso y hacer aquello era tirarlo, en ese entonces le dedicó un empellón. -¡Aparta y déjame llamar!

-¿Qué haces?- Protestó el crío sintiéndose ultrajado, sus dólares eran un bien escaso y hacer aquello era tirarlo, en ese entonces le dedicó un empellón. -¡Dame la pasta! -Exigió desoyendo las palabras del motorista.

Terry no comprendía la insistencia de aquella gente de meterse en un motel abandonado en mitad de ninguna parte porque iba a ser "más cómodo" que la vieja cafetera de Bernie.

Por su parte no tenía ninguna intención de deambular durante la noche, atravesando granjas para llegar a una ruina en la que probablemente tampoco se podría dormir.

Ya había conseguido su objetivo principal que era alejar su negro culo de las garras del jefe, y no estaba dispuesto a palmarla por caerse en una zanja o aplastado por el techo de un motel en ruinas.

-Lo dicho. Voy a reconciliarme con el viejo. Seguro que al final acabaremos siendo los mejores amigos- dijo con una sonrisa mientras abandonaba la tienda.

-Señora, gracias por la cerveza- se despidió de la tendera. Iba a decir "gracias por el meado de rata frío que me has vendido" pero pensó que tal vez no le sentara bien a la chica.

Kenneth se había quedado pensativo con la cerveza en la mano, absorto mirando a aquella dependienta pero sin prestarle mucha atención. Buscó la papelera más cercana y tiró la cerveza y los restos del pollo.

La autoridad con la que aquel hombre negro había hablado le había sacado de su pequeño letargo, sin tiempo para contestarle, ya se había marchado a aquella cafetera que debía gustarle tanto.

- Bueno, yo propongo tirar hacia el motel y echarle un vistazo - dijo al resto del grupo - supongo que también cerca del motel habrá casas o alguna granja, una vez ya allí decidimos que hacer, todavía es temprano. - terminó su proposición, esperando respuestas.

Christie se limitó a llenar el estómago con el buffet, para su sorpresa con un sabor mejor que el que parecía por su aspecto (o pudiera ser debido al hambre). Ella pensaba que el motel era una opción más que decente pero no por eso iba a dejar de escuchar otras iniciativas.

-Al salir de la tienda corriendo hacia el baño veo a Brian llamando a un niño que está cerca de una cabina.

Pufff, seguro que es para reirse de él.- pienso. Odio toda esa clase de bromas, para mí no tienen ninguna gracia...pero Brian disfruta haciéndolas y riéndose de la gente en toda su cara. Y encima, ¡a un niño!

Decido seguir adelante y no pensar en aquello, porque al final me voy a acabar cabreando con él como siempre...y ya se que no sirve de nada,Brian hace lo que le da la real gana.

Cuando giro la esquina y llego a la puerta del baño, el tirón que le doy a la puerta me aumenta mis naúseas, pero soy capaz de controlarlas. Abro como puedo y lo primero que hago es lanzarme al lavabo para echarme agua fría en la cara. Bueno, agua helada, porque allí parecía no haber habido agua caliente en años. Saco mis pastillas vitamínicas de hierro de mi bolso y me tomo una. Tengo que tomármelas 3 veces al día para poder tirar con mi vida, no cansarme tanto y no marearme.

Aprovecho para hacer pis, yo soy muy escrupulosa para eso, pero el baño está como los chorros del oro.

Tras reponerme un poco, salgo del baño y saludo a Brian con un movimiento de cabeza al pasar y le digo levantando la voz:

-Voy a comerme una mazorca y una coca cola, ¿quieres algo?.- me arrepentí de haberle hecho la pregunta nada más pronunciarla porque sabía lo que me iba a pedir: un par de cervezas. Brian era el típico tio que se bebe las cervezas y se fuma los cigarros de dos en dos, nunca rechaza un trago... ni siquiera en situaciones como la actual, que hay que seguir el viaje con los moteros.

Entro en la tienda dispuesta a pedir una mazorca, una coca cola y dos cervezas.

En exterior de la tienda la brisa es fría y humeda, algo nada agradable. La leve niebla que rodeaba el lugar, parece que se va retirando lentamente como un velo de seda, hacia las arboledas que circundan la zona.

El sol ya ha dejado de verse tras las montañas y pronto el reloj marcará las 21:00.

La luz de una solitaria farola comienza a parpadear hasta que finalmente se enciende arrojando una palida claridad a su alrededor y lanzando alargadas sobras sobre todo lo que baña.

Cerca de allí hay 5 personas: Alice la compañera del motorista, El propio motorista, Terry el negro con cara de malas pulgas, Bobby el chaval y Bernie el conductor

Alice que regresa del cuarto de baño y le lanza una pregunta al motorista que la lleva de paquete -Voy a comerme una mazorca y una coca cola, ¿quieres algo?.

Por otra parte, Terry sale de la tienda con ganas de charlar con Bernie, el conductor del autobús, sobre algunos temas.

Todos podéis ver como el motorista que hace un gesto levantando dos dedos a su compañera, sigue sentado en su moto. Apurando un cigarro, podeis apreciar como esboza una sonrisa pícara. Parece estar diviertiéndose con algo...

Ese algo, es una escenita que se ha montado en el exterior de la tienda justo al lado de una cabina pública de teléfono. Alli, Bobby, el chavalín, parece realmente enfadado y le grita a Berni, el viejo conductor. -¿Qué haces?- ¡Dame la pasta!

A lo que Bernie, que parece estar manteniendo una conversación telefónica, le responde tapando el micro del auricular, para que no puedan oirle. - No te enfades chaval. contesta él muy calmado. Toma esto y relajate un poco. dice mientras rebusca en su cartera y saca un dolar manido.

De nuevo regresa a su conversación ignorando al enfadado adolescente. - ¿Que les digo entonces? ... Ok. Que esperen unas 2 horas a que llegue un autobús de reemplazo. Vale... Muchas gracias, te debo una. Y cuelga el telefono.

Sheila comienza a recoger y a ordenar en la tienda. - Cerraré sobre las nueve así que hagan sus últimas compras antes de que termine mi jornada de hoy.

Se le ve que aunque tenga poca clientela, echa muchas horas en esa tienda, seguramente más de diez... Y eso debe ser tan aburrido que hasta agota a la mente.

Empieza a entrar y salir de la trastienda llevando cosas de aquí para allá. Cuando en un momento os mira y está a punto de decir algo, baja la cabeza y sigue a lo a lo suyo.

Finalmente os dice Siento que se hayan quedado tirados...

Mirando hacia el exterior os dais cuenta de que fuera, ya podeis ver mejor. Lo que pasa es que se ha encendiddo una solitaria farola que comienza a iluminar la zona. También caeis en la cuenta de que hay tanta gente dentro como fuera de la tienda...

- Quizás deberíamos preguntarle al conductor si va a ser capaz de arreglarlo o si ha conseguido contactar con la empresa, no sea que lo solucionen y nos deje tirados - dice Morganne todavía recelosa por el extraño comportamiento del hombre.

Termina de comerse las dos mazorcas y se bebe lo que le quedaba de agua, guardando la nueva botella en su mochila para la noche. Gracias por todo, le dice a la dueña mientras sale del local.

- ¡Siii! – dijo excitada por la idea de visitar el motel aunque pronto se arrepintió de su efervescencia y matizó sus palabras. – Ejem, esto… sí, puede ser buena idea acercarse al motel o a las granjas para ver si nos hospedan, aunque el hotel seguro que no se podrá negar. – Dijo con una sonrisa tratando de hacerse la simpática.

Seguía rumiando las mazorcas de pie, con el plato apoyado en una estantería mientras escuchaba los comentarios del resto de clientes. Cuando acabó de comer miró el resto de estantes para comprobar si habría algo más que podía ser de interés y compró unas golosinas en bolsa y un par de botellitas de agua que metió en su mochila.

- Mi idea era pasar unos días en este pueblo pero si vosotros seguís camino os acompañaré a preguntar al conductor si tiene solución a la avería.- Respondió a la muchacha del cabello blanco.