Partida Rol por web

El águila de Halungalom levanta vuelo y encara hacia el sudeste, adentrándose en las montañas. Luego de unos cuantos segundos desaparece en el aire dejando tras de si una estela de luz de unos pocos metros. El ave invocada desaparece sin hacer la señal pedida por su invocador.

- Ei ei ei ei ei!!!- digo mientras me quito de un manotazo las escamas secas que han quedado con el hechizo de Marcus y dejando ver las nuevas y resplandecientes escamas rojas que han salido-  Como que rastrear el olor de KosjOthDaraxtrix!!! Eso quiere decir algo eh ehe he eh????? Espero que no quiera decir nada- digo mientras me huelo un sobaco - No es epoca de celo asique nonono, KosOthDaraxtrix no huele de ninguna forma y muchos menos fuerte- digo mirando al gnomo con los ojos entrecerrados- Bueno, pero eso da igual sisisisi, muy igual lo que importa es esto...- digo mientras empiezo a registrar los cuerpos de los gnolls en busca de algo útil "sisisisi, dinero muy útil sisisi".

Shade no pudo evitar soltar una risilla ante el comentario del kobold. Le caía bien, aunque a veces resultaba un tanto pelmazo con tanto sisisis, nonono... En fin, tendría que acostumbrarse a ello. Al fin y al cabo, de su colaboración podía salir un dúo francamente fuerte.

- No tienen nada, no te molestes - dijo el Gnomo - ya les hemos revisado. Después miró al resto - ¿Seguimos, entonces?

Zenda se rascó la nueva cicatriz. Solo hacia unos meses que había aprendido a usar la espada, pero ya eran varias las que marcaban su piel. No es que le molestara demasiado; madre era mucho más hábil que ella, y llevaba bastantes más. En una ocasión había visto a padre, creyendo estar solo con madre, apartar la blusa de ella hasta el hombro y besarla en la que cruzaba la clavícula. Quizás algún día alguien acariciaría las suyas con sus labios, alguien muy diferente a padre, no obstante.

La irritante voz de Kosj la sacó de sus ensoñaciones. Shade y el kóbold hablaban sobre la puesta en marcha. Y ya era hora. Se encontraban en el extremo de los Picos Brazen, y el desierto de Osirion se desplegaba como una inmensa alfombra frente a ellos. Todavía les quedaban por delante muchas jornadas de viaje, primero hasta el cruce de los ríos, y despues hasta Sothis. Y tenían que encontrar un pueblo en el que comprar viandas antes de empezar a morirse de hambre.

—Sigamosh —respondió a Shade—. Cuanto antes diehemos atrásh lo Picos Brazen, miehor.

Dio gracias a Sarenrae por mantenerlos seguro durante este segundo recorrido. Si hubieran recibido un ataque como el que terminó con la vida de Kaede y el viejo, probablemente hubieran muerto todos.

- Sisisisisi, aquí está, aquí está, como no podía ser de otra manera, la mejor de las informaciones- digo con ojos relucientes al sacar las monedas que portaban los gnolls. - Sisisi, siempre tienen algo- digo pasando la moneda de un lado a otro entre mis ágiles dedos y bailando una canción que parece estar solamente en mi cabeza- Bueno bueno bueno, habrá que ir a dormir, ¿no? Sisisisi, deberíais ir a dormir mañana será un día duro, sisisisi. ¿Seguir?- digo ante las palabras de Zenda - ¿De verdad? Sisisisi, está claro que habeisrecuperadoeljuicio sisisisi, así me gusta, alguien que piensa con la cabeza, ya había dicho que deberíamos caminar de noche y dormir de día sisisi.

- Habría que aprovechar lo que queda para que salga el sol y descansar. Aunque a Kos parece que le encanta el tema de ir en la oscuridad, no se yo si seria lo mas acertado. Esperemos que no tengamos más visita y miraremos lo que nos queda de viaje con la luz del sol.
Dice Halum mientras se dirije al carromato flotandose uno de sus ojos.

- Es cierto que es más cómodo viajar de noche por algunas razones. - comenzó a explicar Shade - Pero todos los animales peligrosos también salen por la noche. Si nos metemos en el desierto, lo cual no creo que sea una decisión acertada, podríamos viajar de noche. Pero creo que lo mejor será ir hacia el este. - dijo señalando en aquella dirección - según el mapa que tenemos, deberíamos de tardar algunas horas en llegar hasta un río. Pero una vez allí, y bordeándolo, tendríamos agua, comida, evitaríamos el calor profundo del desierto y además no habría posibilidad de perderse. Creo que es la mejor idea. ¿Qué os parece? - lo dijo sobretodo mirando a Kosj, que sabía que, igual por su sangre fría "literalmente hablando", podría ser el que pusiera más problemas.

Tras revisar los cadáveres de los gnolls el grupo carga los objetos que podrían ser útiles y parten en dirección oeste. 

Los siguientes dos días pasaron sin anormalidades. A medida que avanzaban las tormentas de arena se fueron haciendo cada vez más molestas. El agua comenzaba a escasear, pero la esperanza de poder llenar sus botas de cuero con agua del río Asp los alentaba. Pasado el almuerzo del tercer día comenzó una nueva tormenta de arena, esta vez la tormenta ya comenzó a ser realmente molesta, de no ser por las protecciones oculares con las que contaban los caballos de sus anteriores dueños, posiblemente no podrían avanzar. Unos cuántos minutos después de comenzada la tormenta de arena sienten como si estuvieran yendo hacía abajo con una leve inclinación. Si bien en el desierto arenoso los desniveles eran normales este parecía singular, lo que les llamó la atención.

Zenda gruñó en silencio. Podía haberlo hecho a gritos, nadie le hubiera oído en medio del aullido del viento, y de hecho había chillado más de una maldición cuando la arena le había irritado los ojos, pero estaba cansada. Era su turno a las riendas, y la tormenta arreciaba. No tenía la menor idea de cuántas jornadas quedaban para llegar a la ansiada ribera del Asp, y emobezada completamente, solo los ojos descubiertos, se había sumergido en un estado de ánimo instrospectivo, imprudentemente ajena a lo que ocurría a su alrededor.

El viaje estaba siendo muy aburrido y desde que matamos a esos gnolls, cada vez parecían que las palabras del Kosj amargaban más que animaban. "Va son todos unos aburridos, y encima no dejan conducir al pequeño Kosj"

De nuevo volví a ir a la parte delantera con Zenda que parecía tener los ojos irritados - ¿Me toca ya he? Si, verdad que si? Dime que me toca ya venga?¿ Dejame conducir por el amor de todos los dioses que existen, ¿que es...? - digo frunciendo el entrecejo y mirando hacia abajo por el desnivel en el que nos estamos metiendo.

Mientras molestás a Zenda para que te deje conducir el carro lográs ver a unos pocos cientos de metros lo que parecería ser el punto "central" del gran desnivel, que al localizar el centro notas que es muy posible que sea un círculo de un kilómetro y medio aproximadamente de radio. En el centro notas un "bulto" como si hubiese una gran piedra tapada por arena. Se están dirigiendo derecho en esa dirección. Obviamente resulta muy difícil de ver y de a ratos perdés la imagen ya que la arena no deja ver muy lejos.

Sin soltar las ropas de Zenda el pequeño kobold detiene las sacudidas que pedían turno para manejar. Entrecerrando los ojos Kosj señala a algún lugar más adelante, justo enfrente de uds, debido a la fuerte tormenta no logran ver nada claro. - Allí hay algo, más adelante.

Logran ver una especie de bulto o desnivel en la arena pero les cuesta diferenciar, debido a la arena que vuela si es algo de verdad o un efecto de la neblina de arena. 

A menos que se detengan o hagan "algo" consideraré que siguen adelante.

—¡Soooo! —gritó Zenda, y tiró de las riendas hasta que los caballos se detuvieron.

Kosj había dejado de tironearle de la ropa para que le dejara conducir, señalado en su lugar un bulto apenas perceptible entre la arena. Presta más atención, Zenda, o acabarás metiendo el carro en un lugar del que no habrá forma de sacarlo.

Zenda soltó las riendas y bajó de un salto de asiento. No tenía claro con qué se habían topado, y si Kosj no lo hubiera advertido, hubieran pasado por encima sin mayores consecuencias (o eso esperaba), pero ahora que lo tenía al alcance, no iba a quedarse el resto el día con la sensación de vacío que sabía que le dejaría no comprobarlo.

—Voy a ver qué es eso —dijo, lo bastante alto como para que le oyeran tanto el kóbold como el resto de sus compañeros.
Cautelosamente, sujetando firmemente la cimitarra en su mano, se acercó al lugar señalado por Kosj.

- Ten cuidado - alcanzó a decirle Shade mientras miraba desde su posición el bulto, tratando de averiguar qué era.

- Ten cuidado sisisi, nonono, no te acerques tanto, ten cuidado... puede ser una piedra muy grande!!- al menos el monticulo cubierto de arena no se había movido, lo que no se si me daba más miedo o menos... - Sisisisi- murmullo de nuevo para lo que pensaba que eran mis adentros. 

Zenda comienza a avanzar, penetrando en la arena que vuela de norte a sur, su figura comienza a ser borrosa tras 50 metros. La mujer mira atrás cada diez pasos para verificar la visibilidad, el viento no parece cesar y recién comienza a ver el "bulto" a unos doscientos metros de dónde ella se encontraba, aunque lo veo con algo de dificultad, si bien se tapo la cara formando una especie de turbante con algunas telas debía cubrirse con las manos para que la arena no le penetre en los ojos. El bulto parecería ser el punto "central" del gran desnivel, que al localizar el centro notas que es muy posible que sea un círculo de un kilómetro y medio aproximadamente de radio (basado en el camino que vienen haciendo cuesta abajo). En el centro notas un "bulto" como si hubiese una gran piedra tapada por arena. 

La arena golpeaba el carromato por la fuerza de la tormenta de arena. Daba gracia de encontrarse dentro del carro y no fuera conduciendolo, pero en algún momento lo tendria que hacer. Sabra Franky llevarlo? se pregunto llevándose una sonrisa a la boca pensando en esa idea. De pronto se pararon y se escuchó hablar a la mujer algo sobre lo que habia visto. Su compañero gnomo tambien se había dado cuenta y la advertia que fuera con cuidado. - Que sucede?- le pregunto a este.

- Hay un pequeño obstáculo en el camino, creo que está cerca del ojo de la tormenta de arena. Zenda ha ido a investigar, pero no se ve demasiado bien qué puede ser. Creo que alguien debería de ir a ayudarla. Marcus, tu eres un patilargo, deberías de ayudar a la chica.

Shade miró al clérigo mientras señalaba con un dedo la figura de Zenda quién se alejaba lentamente hacia el interior de la tormenta de arena. Los dos gnomos, acurrucados en el carromato uno al lado del otro, parecían dos niños escondidos y cuyo gesto en la cara bien podría ser el de dos chavales espiando a su vecina mientras ésta se cambiaba. Shade sonrió y le apremió. - Una mujer valiente. Marcus, si la perdemos de vista y le pasa algo...