Partida Rol por web

-Dios..- Murmuraría espantada por la muerte del chico.  Sacaría el arma y tiraría de la mano que David estaba agarrando para soltarme antes de disparar tras la orden de Samantha, dudaba acertar desde la distancia pero esperaba al menos hacerlo. Si se voltea hacia nosotros tenemos que correr, y rápido..

El primer disparo de Victor ha acertado, pero el alien sigue con vida. Veo como otra persona muere. Ese instante de duda, ha causado la muerte de otra persona más. Todos disparan, pero esas personas están huyendo. pero si vienen hacia nosotros tendran mas oportunidades. Ademas, mi escopeta no sera de mucha ayuda en esta distancia. Tengo que hacer que nos vean y se dirijan hacia nosotros. 

Finalmente os decidís a intervenir tras la muerte de otro miembro del otro grupo, vuestros disparos atraen al alien, distrayéndolo el tiempo justo para que los dos supervivientes que quedan consigan abatir al alien.

El combate finaliza, solo dos de ellos han sobrevivido. Parece mentira que dos personas que hasta hace un momento tenían sueños y esperanzas ahora sean dos bultos inertes en el suelo.

El lugar queda en calma quieta, aunque quizás sea por poco tiempo. Los disparos se habrán escuchado en kilómetros a la redonda. Ambos grupos os acercáis con cautela. Ellos, una chica joven y un hombre de mediana edad os miran con cierto recelo. Ella lleva un fusil AK 103, aunque no la habéis visto usarlo, quizás no sepa. El hombre parece que solo va armado con un cuchillo.

Estad atentos-  Les pido a mis compañeros- Si hacen cualquier tontería matadlos sin pestañear.  

Me acerco a los dos nuevos siendo de nuevo la simpática mujer cuarentona incapaz de hacer daño a una mosca.   

Me acerco caminando despacio a los dos que quedan con vida mientras guardo la pistola para no parecer hostil - ¡Hey! ¿Estáis bien? – Les pregunto sin dejar de mirar a nuestro alrededor.  Hemos armado mucho ruido. Cuanto menos tiempo permanezcamos aquí quietos mejor que mejor.  

Escuchamos los disparos y nos acercamos a ayudar – Les digo acercándome hasta una distancia prudencial, sin dejar de mirar a mis compañeros de reojo, para asegurarme de que me cubran por si acaso -Lamento lo de vuestros amigos, parece que no llegamos a tiempo para salvarlos. ¿Quiénes sois?

Luego del primer impacto, se desprendieron cientos de disparos más, solo me quedo acurrucarme y sobreponer mis brazos alrededor de mi cabeza, me estremecí hasta mas no poder; poco a poco fueron calmando la cadencia de fuego hasta quedar un silencio ensordecedor, de esos que parece que no existiera nada y se te embomba la cabeza.

Con mis ojos cerrados aun con fuerza, escucho una voz, que se acerca poco a poco; es una mujer, abro mis ojos y cambio un poco mi postura, observo un grupo grande de supervivientes que se acerca, nuestros salvadores.

De inmediato pongo el AK delante mío en el suelo, y aun de rodillas, levanto las manos con las palmas abiertas; puede que seamos del mismo bando, “humanos”, pero eso no quiere decir que vengan con buenas intenciones, no los conocemos, no quería parecer hostil, hasta yo no me fiaría de otra persona armada a la que no conozco.

-Ci sono amichevoli, sopravvissuti come voi, abbiamo dovuto lasciare il posto in cui ci siamo rifugiati a causa degli alieni-

 Ni siquiera oyó todos los disparos. Ni era consciente de esa frontera que separaba la vida de la muerte. Sólo caminaba sobre ella como un funambulista, tratando de mantener el equilibrio. Habiendo olvidado la moral, la experiencia, viviendo muy lejos de lo que existía en ese exacto momento. La Ataraxia envolvía a un profesor desgastado por la vida, pero más aún por la situación vivida. 

 Caí de rodillas, sujetando mis piernas con las manos. El cuchillo estaba a mi lado. Ya no lo empuñaba. Tampoco miré a la mujer. Una humana. ¿Por eso ya eran aliados? Habían aprendido a responder no, a base de fuertes golpes. El condicionamiento más vil, que reducía su dignidad a un recuerdo. Ahora estaban en guerra, una guerra de todos contra todos, con un enemigo que podía doblegarles y arrancarles la cabeza sin opción al arrepentimiento.

 Está bien...

 ...está...está bien.... - Está bien....

 Mi mirada estaba clavada en el color rojo de la hierba. Mi rostro pálido, descolocado. Mi corazón todavía late fuerte. Gracias...

 Negué en ese momento y miré al suelo. Como aquel que se repone de un fuerte ataque de vómitos, de la arcada de las miserias de la vida, aquel que toma de nuevo los mandos de un vehículo sin conductor que ha arrasado con todo. Esa aniquilación, le hacía terriblemente culpable. Con la diestra se frotó los ojos para evitar que cualquier evidencia de sentimentalismo fuese un obstáculo en la diplomacia. No servía de nada aparentar aquello que no se era, como tampoco sería justo negar que Vincent se consideraba responsable incluso de la prostituta drogadicta. Si la hubiese cargado... Se lamentó negando con los ojos cerrados, de rodillas, derrotado. Recordar el eterno retorno no siempre era la mejor manera de sentirse más animado por vivir. 

 Las arrugas de su frente se tornaron menos pronunciadas. 

 El esfuerzo de levantarse no sólo era físicamente exigente, era un cambio total en la perspectiva emocional con la que Vincent interpretaba el mundo. Ponerse de pie era asumir que podía seguir caminando y corriendo, eso incluía tener que hacerlo en contra o a favor de esas monstruosidades, también...que no todo había acabado. Ponerse en pie era su revelación. Era esperanza.

 Me sacudí las rodillas, mirando fijamente a los ojos de la mujer. Fue un proceso más largo de lo que sería habitual antes de iniciar cualquier tipo de conversación. También me incliné hacia un lado para ver a los otros. Sus acompañantes. Era fácil atar cabos en algunos casos.

 Cuando mi mirada recae de nuevo en la portavoz me decido a hablar. Tengo que aclarar la garganta, la voz apenas brota de entre mis labios. Mantengo mi respiración, aunque no consigo dejar de asfixiarme.

 - Ella es Lucianna. - Señalo con la mano izquierda abierta. No tengo las manos descubiertas por completo, vistiendo mitones agradezco no tener que lamentar haber cogido un resfriado. Mi abrigo también ayuda a mantenerme cómodo, aunque ahora mismo no logro reponerme de la tremenda carrera que el ánimo por sobrevivir ha impulsado en mí. - Yo soy Vincent. - me presiono el pecho con la diestra. El cuchillo está en el suelo, al lado de mi pie derecho.

 Ella debía de estar tan afectada como yo. 

 Respiré hondo y me sujeté colocando las manos por encima de las rodillas.

 Tosí, agotado.

 - No me considero gran estratega. - cof cof - pero creo que haríamos bien en salir de aquí. - No pasaría por alto que como él mismo la mujer pelirroja mira en otras direcciones.

 Me vuelvo a incorporar sólo para agacharme para recoger el cuchillo. - Son demasiado duros. - era impensable que pudiese bromear en una situación así, pero era su defensa frente al horror.

 Le arrancó la cabeza...

 - Bueno. No para vosotros. - Terminé. - Gracias.

 Un agradecimiento que hice extensivo hacia los demás levantando la diestra después de colocar el cuchillo en el bolsillo del pantalón. Mi rostro no transmitía agradecimiento. Sólo palidez extrema, arrepentimiento, terror, confusión y finalmente resignación.

 Tosí fuerte de nuevo, no por estar enfermo, tratando de recuperarme del mal trago.

 - Tenían... - señaló hacia los charcos llenos de sangre y trozos de cadáver, no podía acercarse sin más. No tenía estómago ni cuerpo para hacerlo en ese mismo momento. Incluso le costó decir aquellas palabras. Sólo eres pragmático se dijo, tratando de animarse. Inspiró fuerte por la nariz, intentando recomponer los pedazos de su mente.

 - algunas raciones de viaje y armas. - Era un ofrecimiento a recogerlo. Podían tomarlo como un trato cerrado, una contribución amable a su supervivencia, una muestra de que podían llegar a ser útiles si no acababan pegándoles un tiro allí mismo.

 Quieto y con las manos a la vista, esperó. Muy atento a la reacción de cada uno de ellos a las palabras de Lucianna, después de todo, había hablado en otro idioma.

Esperaba detrás de Samantha observando alternativamente a la pelirroja y a los dos supervivientes del otro grupo, hasta que finalmente decido bajar el arma.

Démosles algo de vidilla. Acaban de perder a dos de los suyos. Sugiero a mis compañeros colgándome el arma a la espalda. Ambos parecen más asustados de nosotros que nosotros de ellos por lo que no creo necesario nada de esto.  

¿Eh? -Digo sin entender nada de lo que dice la chica que se pone de rodillas cómo si fuéramos a pegarle un tiro en la nuca. No, no -Me apresuro a decirle. No entiendo lo que ha dicho pero  tras haber visto varias veces la trilogía de El Padrino tengo clarísimo que eso es italiano.  

¡Mamma mía!, Don Corleone, ¿va bene? Le haremos una oferta que no va a poder rechazar ¿capisci?

Si, sin dudas lo que habla la chica se parece al italiano. -Eeeemmm. Nosotros no caspito- ¿O se decía capicci? ¿Casprici?  No capischi. No caspiqui. – Finalmente me doy por vencido y decido hablar en inglés. Que no te entiendo. ¿No habla nuestro idioma?- Le pregunto esta vez al hombre, aunque al momento caigo en la cuenta y extiendo mi mano. ¿Dónde están mis modales? Soy David y la que os ha hablado es Sam-Digo señalando a la pelirroja con la cabeza. Ella es Cass -Digo señalando a la preciosidad de los tatuajes-  Víctor y Bryan-  Finalizo las presentaciones señalando al friki y al chico latino.

No es necesario que depongáis las armas- Les digo afablemente - No vamos a mataros o a robaros, solo queríamos asegurarnos de que no erais peligrosos. Ya hemos tenido algunas malas experiencias al toparnos otros supervivientes.

Guardaría el arma lentamente aunque mantendría la mano cerca de esta, no es que no confiara en los dos que teníamos enfrente, pero ya nos habían atacado supervivientes, aunque no todos eran hostiles, algunos eran como Julia.-Lamento lo de sus amigos..- Diría suavemente- Deberíamos cruzar el puente ahora- Mi mirada buscaría la de Sam- Voy enserio con no nadar, y en cualquier momento nos pueden caer arriba mas aliens con sus bolas de pulgas sin pelo y bastante mortales.- No quería ser dura, me gustaría darle a los otros un poco mas de tiempo incluso a nosotros de saber quien eran o si viajarían con nosotros, pero no contábamos con ese tiempo, si esa era la posible emboscara seria mejor cruzarlo en este instante y irnos tan rápido como pudiéramos. -Si también van a cruzar.. No deberían dejar armas o comida atrás- "Oh mi Dios.. Acabo de decirles que profanen cuerpos... ¿Que clase de monstruo soy?" -Lo siento no quise decir eso- Me apresuraría a corregirme avergonzada de lo que les había dicho.

La mujer desarmada permanecía por detrás del grupo. Pero viendo que no parece haber peligro se acerca hacia los dos desconocidos.

-Julia- Dice escuétamente a modo de presentación para Vincent y Lucciana, sin prestar demasiada atención a los recién llegados, pero fulminando a David con la mirada por haberla ignorado completamente en las presentaciones.   

Pongo los ojos en blanco al ver a David hablando ya con ellos cómo si los conociera de toda la vida. -Este no aprende. – Mascullo sacudiendo la cabeza. -En fin.

-Samantha Teller. -Me presento mientras me encamino a examinar los cuerpos de los alienígenas por si tuvieran algo de valor.- Escritora en paro. Ahora mísmo nadie quiere publicar mis novelas.- Bromeo mientras miro los cuerpos de cerca arrugando la nariz al hacerlo. -Por Dios, como apestan. - Finalizada la inspección acepto al oferta de Vincent y cojo las raciones de comida y agua que lleven los dos muertos, no es que vayamos sobrados de raciones, sin embargo dejo sus armas.

Bueno, ha sido un placer, pero tenemos prisa.- Les digo tanto a los recién llegados como a mi grupo.  cuando llego de nuevo junto a ellos -Supongo que ibais hacia algún lado, nosotros también tenemos aún un largo camino por delante y ya hemos perdido demasiado tiempo. Debemos irnos. Que os vaya bien y procurad evitar los aliens.

Cuando ya me iba me giro.

Quedaos las armas de vuestros amigos. -Les digo mientras me oriento buscando un punto de referencia en el horizonte antes de dirigirme hacia allí- No podéis ir por ahí solamente con un cuchillo. Suerte.

Estuve a la espera de que mi compañero pudiera traducir lo que me decían las personas que acababan de llegar a salvarnos la vida, uno de ellos intenta usar una especie de italiano extraño, era obvio que no tenía idea del idioma, si fuera otra la situación, estaría riéndome a carcajadas, de manera amigable claro.

Era de notar que no eran malas personas o al menos eso aparentan, no quería fiarme del todo pero de alguna manera habían salvado nuestras vidas, observo como toman algunas de las cosas que llevaban nuestros compañeros. Inician la caminata nuevamente, es cierto que con el alboroto que se armó aquí, lo más probable es que se haya llamado la atención de cualquier alien cercano.

Creo que era mejor seguir al grupo, no quería quedarme sola con Vincent, no porque él quisiera hacerme algo, sino que dos personas somos presa fácil para cualquier tipo de peligro ya sea alien o humano. Muevo mi mano intentando llamar la atención de Vincent y le digo: -Dite loro che se siamo in grado di andare con loro, non è una buona idea di rimanere da solo, almeno nel gruppo hanno più possibilità di vivere qualche giorno in più-

Me quedo a la espera de la respuesta mientras me levanto, sacudo mi ropa un poco y me pongo la AK con la correa atravesada.

 Observé de soslayo, justo por encima de mi hombro como Samantha despojaba los cadáveres de todo lo útil que se pudiese encontrar. Era poco. Y aquella sensación terrorífica volvió. ¿Es esto en lo que nos hemos convertido? Algo más que reforzado por sus palabras. Demasiado duras para alguien que ha mirado al abismo a los ojos y acaba de regresar de su propio periplo a los siete infiernos.

 Con esa mirada siguiendo a la mujer pelirroja no pude evitar dejar la mano de David en el aire unos segundos. En cuanto comprendí que eran humanos, a pesar de todo, cuando mi mente reaccionó por fin mi diestra fue firme y determinada a estrecharla en aquel gesto tan trivial de saludo.

 - Dice...Dice que somos amigos.  - se encogió de hombros ante lo evidente. De su boca surgió un discurso parecido- los humanos deberían dejar de matarse los unos a los otros. - se subió la mochila sobre el hombro para asegurarla después de saludar a David. Después asintió al resto y extendió la diestra negando hacia la chica de los tatuajes. 

 Su voz era armoniosa, delicada y trataba de transmitir su sensibilidad por la situación. Era evidente que no quería alterar sus planes o causar problemas.

 - No. No. Está bien. ¿Cass? - no tenía buena memoria. Quiso tranquilizarla. - Gracias por preocuparte. - era sincero.

 Luego miró a Julia, de quien David se había olvidado. También cayó en la cuenta de que iba desarmada.

- Hola a ti también Julia. - tuvo esa deferencia y aunque quería sonreir no pudo hacerlo. Miró a David a los ojos, si no era su líder, era un buen portavoz.

 - Nos habéis salvado la vida. - estrechó sus manos cerca de su propio pecho con profundo agradecimiento asintiendo a Lucianna con su sugerencia - es evidente que los grupos pequeños no tienen posibilidades. - explicó, docente - También lo es que sabéis defenderos. 

 Moriremos si estamos solos. - prosiguió, siempre tranquilo ahora que su corazón estabilizaba el ritmo de sus latidos, la boca le sabía a sangre y hierro - Sé que no tenéis motivos para fiaros de nosotros. - se sujetó el abrigo con la palma abierta a la altura de la boca de su estómago - Pero si vais a algún sitio en el que haya esperanza, hemos de pediros por favor que nos dejéis seguiros o acompañaros.

 Nos dirigíamos hacia allí.

 Señaló en una dirección concreta, si sabían algo del avión estrellado no tendría pérdida.

 - Pero más allá...

 ...Quería comprobar si algún organismo del Estado sigue luchando. Si hemos podido responder, si... - apretaba los puños con una esperanza casi infantil, realmente pensaba que los seres humanos podían haberse organizado lo suficiente como para seguir, seguir a nivel organizativo y legal.

 - Quizás podamos cruzar juntos. - Señaló a Cass alzando ligeramente las cejas para expresar una opción no tan arriesgada - Y si algo no va bien y no podemos arreglarlo entre nosotros separarnos.

 De otro modo los estaban condenando a muerte. Salvo que alguno fuese tan perspicaz como para suponer que tenían información que les garantizaría no tener más problemas en el futuro.

 Separó las manos del abrigo, esperando una respuesta. Buscaba los ojos de David, pero no obviaba al resto de supervivientes. Hasta que no se demostrase si alguno estaba al mando era lo mejor que podía hacer. Tratarlos a todos por igual.

 - Si no...sería como si nos pegaseis un tiro. - concluyó algo más consternado por lo difuso y terrible de aquel posible desacuerdo.

 Luego miró a Lucianna.

- Si può prendere quello che ci serve? *- le indicó, aunque entendería que no quisiera tocar a Roy o lo que quedaba de él. Siempre puede pedírselo a la pelirroja implacable...

 Los volvió a observar.

Estamos en vuestras manos. Cedió el control con tan solo una expresión y una mirada.  

Italiano... Puedo entender algunas cosas. Parecen muy afectados. Quieren unirse a nosotros, piensan que a nosotros se nos ha dado mejor al encontrarnos con los aliens... Y aun tenemos que llegar a NY. La cosa no pinta nada bien.
-Creo que teneis razón, no es buena idea que nos quedemos mucho mas tiempo . Cojamos todo lo que nos sirva y en marcha. Podemos hablar mientras nos alejamos de aquí.

Asiento ante las palabras de Vincent, tomo lo necesario, que nos sirva de ayuda y que haya dejado la mujer de cabello rojo en el cuerpo de Vanessa y Roy, si tuviera un poco más de tiempo me gustaría quitar un poco del exoesqueleto del alien; pero este no es el momento, creo que debemos darnos prisa y salir de este lugar.

Me uno al grupo nuevamente luego de tomar las cosas y entregarle el arma de Vanessa a Vincent, -Ready, io penso che è tutto, spero che lo facciamo meglio ora-

- Gracias Lucianna, eres muy amable. - dijo recogiendo el arma de Vanessa, ni siquiera sabía bien como se comprobaba la munición, pero decidió no jugar con algo que podía volarle los sesos a David por accidente, aquel hombre le había caído en gracia y a penas le conocía.

 - No tenemos donde ir . - Señaló a la propia Lucianna como si fuera una de las muchas cosas que había dicho en otro idioma, un refuerzo a su discurso a favor de acompañarle.

 - El ejercito.... - fue una reflexión que demostró un claro suspiro de esperanza, los ojos del profesor se iluminaron mientras su diestra acariciaba su mentón en un momento claro de introspección y puesta a punto de sus propios planes para el apocalipsis.

 Negaría cualquier responsabilidad a David por los comentarios o actos de otras personas. Lo comprendían. Todo lo que hicieran. Además, él mismo les había ofrecido que tomaran lo que necesitaran. Era un pago justo, aunque colocaba a Lucianna y a Vincent en notable desventaja para sobrevivir solos.

 - Creo que coincido con ella - se refirió a la joven italiana con la mano derecha - en que si podemos ir con vosotros tomaremos esa opción.

 Sería como dejar que nos salvarais la vida otra vez. - Se permitió bromear sin demasiado ánimo en un cuerpo que aún se recuperaba de la fatiga física y mental.

 - Ayudaremos en lo que podamos.

 Luego, si sobrevivimos, tal vez tengamos la oportunidad de hablar con quien esté al mando. - su voz sonaba esperanzada, activa, determinada a la supervivencia.

 - Gracias David. - dijo, en concreto, pues aunque podía esperar la respuesta de otros miembros del grupo, estaba sinceramente agradecido por su humanidad.

-Los humanos realmente deberíamos aprender a ayudarnos ¿verdad? -Sonreiría levemente y volvería mi mirada al puente -No puedo responder por el resto pero estoy de acuerdo con que vengan con nosotros, mientras mas seamos mas posibilidades tenemos- Le devolvería los medicamentos a Bryan -Tu los necesitas mas que yo amigo. Tomaremos una decisión lejos de aquí a menos que tengamos deseos suicidas que desconozca, ¿en marcha?- Miraría en dirección de David y le sonreiría levemente 

En aquellas circunstancias, no podíamos permitirnos el lujo de dejar abandonados a más humanos. La verdad es que el primer encuentro no fue del todo bien, pero estos tenían otra pinta y parecían de fiar. Además, llevaban armas y nos servirían de ayuda. El problema seguían siendo las provisiones. Se acababan y debíamos encontrar algo rápido antes de empezar a padecer sed o hambre.

Por mí que nos acompañen. No podemos dejarlos tirados aquí. No parece que vayan a atacarnos ni nada de eso.