Partida Rol por web

Ni con un máster en psicología para afrontar socks traumáticos conseguiría Danny Torrance calmar a la chica. Conduce entre las caches del barrio dejando que se exprese. Asiente a sus preguntas retóricas con su propia experiencia, que básicamente es la misma: "De repente todos se volvieron locos, luego llegaron esos monstruos y ahora parece que no ha pasado nada".

Un buen resumen.

Cuando aparcan delante de la casa y la desconocida habla del "viejo loco", Danny se ve obligado a replicar con calma.

- Hasta el momento, es la segunda persona viva con la que he podido contactar. Hablé con él por radio... No tenemos demasiadas opciones. Quedarnos solos implica tener más posibilidades de morir - hace una pausa. Luego continúa -. No sé si su sótano está lleno de cadáveres. Pero llevaremos protección e intentaremos estar alerta - coge la pistola y la muestra como una aliada -. ¿Te parece?

Danniel emplea un tono amable y conciliador. Al fin y al cabo, tenerla de su parte era tener una aliada. Y cuántos más fueran, mejor.

Sin parecer muy convencida la chica asiente ante tus palabras.

- De acuerdo, pero no me dejes a solas con él.

Comprobáis que no hay nadie por los alrededores antes de bajar del camión, algo difícil debido a la escasa luz. Camináis lo más rápido que podéis sin hacer excesivo ruido y a medida que os acercáis a la casa se enciende una pequeña luz en el interior.
La puerta está abierta así que entráis. La escasa luz os ayuda a ver una casa realmente vieja y poco cuidada. Los muebles están destartalados y el papel de las paredes se ha despegado en algunas partes. Hay humedades y seguramente los días de lluvia aparezcan varias goteras.

Escucháis una voz, susurra pero a la vez intenta elevar el volumen para que lo oigáis. Seguís el sonido hasta la cocina, allí la iluminación proviene de una trampilla en el suelo de un armario que sirve como despensa. Al asomarte observas una escalera y un hombre de mediana edad, calvo y con un mono de trabajo desgastado.

- Vamos, bajad, cualquier nos puede ver.

Hace un gesto con la mano para que descendáis por las escaleras, en su otra mano puedes ver una escopeta de caza en bastante buen estado en comparación con todo lo que te has encontrado hasta ahora.

Danny se arma de valor y recorre la distancia entre el camión y la casa acompañado de la chica.

- Tranquila - le dice antes de iniciar el traslado - No te perderé de vista.

Le llama la atención a Torrance que la puerta esté abierta. Siente como si fueran ratas entrando a una trampa, bajo la promesa de un suculento queso.

Instintivamente, se lleva la mano a la nariz. El ambiente dentro de la casa es cargado y el olor a humedad impregna el papel decorativo de las paredes.

Una luz sale a través de una trampilla acompañada de un susurro. La imagen de la escopeta no deja de ser inquietante. Danny se cuida mucho de mostrar su pistola. Se la pasa de mano y la coloca detrás, entre el pantalón y su piel.

- Hola... - dice Danny con voz queda.

Toma de la mano a la chica y se dispone a bajar al sótano.

Mientras ayudas a bajar a la chica observas al hombre, debe rondar los sesenta y no es precisamente grande. En parte te tranquiliza que no sea un portento físico por si las cosas se ponen feas para vosotros.
Una vez abajo lo que parece un sótano normal y corriente alberga una pequeña escotilla que desciende unos diez metros. Contrasta el solido material del refugio con el resto de la casa. Hormigón armado y metal contra madera vieja y hierro oxidado.

Os invita a pasar antes de cerrar la escotilla y encuentras uno de esos refugios familiares nucleares de los cincuenta. Te alegra saber que el sistema de renovación de aire parece funcionar y oyes un pequeño zumbido perteneciente a lo que supones es un generador.
Hay tres puertas en ésta sala, apenas mide cinco por tres metros pero está llena de cosas. Al fondo puedes ver el equipo de radio desde el que te comunicaste con él, parece tan complejo como el que usaste en la base militar.
El resto de la estancia está lleno de cajas cerradas y algunos muebles, sillas metálicas y una pequeña cocina junto a la escalera.

- He hablado con tus compañeros, dijeron que habían ido a buscarte. Espero que vengan aquí, hay sitio y cuantos más seamos mejor. No se cuanto tardará en llegar el ejercito o la guardia nacional. ¿Necesitáis algo?

¿Hay sitio? ¿En serio que crees que hay sitio? piensa Danniel mientras intenta adaptarse al pequeño habitáculo en el que se encuentra. Las cosas pueden cambiar rápidamente. Hace apenas unas horas estaba solo y desesperado en la base militar y ahora se encontraba en lo que parecía un refugio de la guerra fría regentado por un sexagenario que a buen seguro era más de lo que aparentaba.

En lo que sí estaba de acuerdo era en eso de que cuántos más fueran mejor. Danniel escuchaba al hombre sintiendo el arma en su espalda. Una cosa le llamó la atención:

- ¿A qué te refieres con eso de "mis compañeros han ido a buscarme"? - Piensa en Aaron. Tal vez había más esperanzas aún...

El hombre hace un gesto para que le sigas y enciende el equipo de radio. Tras varios intentos parece que algo falla ya que solo consigue estática y extraños ruidos.

- Estaban en esta frecuencia. Bueno, uno dijo que habían ido a buscarte así que entendí que eran varios.

De repente el hombre frunce el ceño y te mira de abajo a arriba.

- ¿Tú eres el tipo de la radio, verdad? Danny... estabas en esta frecuencia. Eres la última persona con la que he hablado en horas, he supuesto que eras tú. Un hombre hablaba en el mismo canal, apuesto a que incluso desde el mismo equipo.

Ves confusión en la mirada del hombre, no debido a la edad o a algún trastorno mental, más bien parece algo generado por la situación.
La chica le saca del trance al acercarse a vosotros estirando su ropa para evidenciar la sangre.

- Necesito ropa limpia, no quiero seguir vistiendo esto...

- Hay... hay ropa en esos armarios. No es muy variado, no pensé compartir esto con mucha gente. Supongo que algo te servirá, eres libre de buscar.

En cuanto la chica se marcha el hombre se acerca a ti y señala hacia el techo, aunque realmente su dedo apunta a la superficie.

- ¿Qué has visto ahí fuera? Decían que había algo en el cielo, pero no he querido arriesgarme a intentar ver algo cuando llegabais. Lo último que quiero es que sepan que estamos aquí. Cuéntame, ¿qué hay ahí fuera?

Sin duda, el anciano debe estar refiriéndose a Aaron. Si su marcha había tenido poco sentido, dejándole solo y abandonado a su suerte, más extraño era que encontrara este refugio y lo abandonara para volver a buscarle, pudiendo emplear la radio para comunicarse con él.

- Aaron - dice con voz queda. Y continúa:
- ¿Conociste a Aaron?

- Arriba no hay nada. Y cuando digo nada, es nada. Ni un rastro de vida. Solo esas cosas voladoras con capacidad para matarte con solo tocarte. Antes de ayer coincidimos con un grupo de presidiarios que habían logrado escapar de la cárcel de Anchorage. Estaban más preocupado por el pillaje que por otra cosa...

Danny hace una pausa. Y sigue. Por un momento piensa en hablarse acerca de esa frontera invisible que mantiene Anchorage aislada. Pero teme que le tomen por idiota. Al fin y al cabo no tiene pruebas.

- Ni aviones en el cielo. Ni la Guardia Nacional. Ni la policía. Nada. Nada ni nadie.

La pesadumbre anida en el espíritu de Danny a medida que hace la recopilación de los hechos.

Luego mira a la chica... Salvo ella. Ella y Aaron.

El hombre se encoge de hombros ante tu pregunta.

- No se si se llama Aaron, solo me dijo que me mantuviese alejado de la calle y que no me fiase de quien no fuera capaz de articular dos palabras seguidas. No se a que se refería.

- Yo sí... - interviene la chica, ahora viste un mono de trabajo remangado debido a la diferencia de tallas - He visto personas de barro... caminaban como nosotros pero no parecían saber lo que estaban haciendo. Intenté hablar con uno pero en cuanto oyeron mi voz comenzaron a perseguirme.

La expresión del viejo se torna aún más preocupada. Mientras la chica toma asiento y se encoge hundiendo su cabeza en sus rodillas él toma tu brazo para alejarte de ella un par de pasos.

- Las cosas ahí arriba están jodidas. - habla bajo para que ella no os oiga - Aquí estamos seguros, esto está hecho para aguantar ataques nucleares. Pero no me fío de las personas, me refiero a esos presos, o a esos seres de barro que ella dice. Tú has dicho que hay cosas que te matan con solo tocarte. Lo que quiero decir es que si alguien quiere entrar puede que finalmente lo consiga. He recibido una comunicación, en unas horas llegará un barco a la costa y nos evacuarán en el puerto. Tú has estado ahí fuera. ¿Crees que seremos capaces de llegar hasta allí? Me temo que es el único plan que tenemos, a no ser que tu tengas algo mejor en mente...

Aaron y Danny se habián pasado los dos últimos días buscando gente y de repente, el viejales no solo era capaz de congregar supervivientes sino que también había contactado con un barco para una evacuación. La alegría inicial dio paso a la reflexión y al temor.

- No he visto a esos hombres de barro de los que habla la chica. Desde luego, lo menos que hay ahí arriba son supervivientes. Todo el mundo ha desaparecido. De primeras te podría decir que llegar al puerto no debe ser nada difícil, pero algo me dice que no lo va a ser tanto. Me temo que no sea tan fácil. Tengo la impresión de que no nos dejarán salir.

Danny pierde el hilo momentáneamente rememorando la muerte de los presos en la autopista.

- Aún así estoy contigo. No tenemos demasiadas posibilidades, y aquí no podemos estar para siempre.

El viejo asiente ante tu aprobación y se ausenta un momento para entrar en una de las habitaciones que parece un pequeño almacén.

- ¿Crees que es buena idea? Salir fuera es mucho más peligroso que estar aquí, no me quiero quedar sola así que iré con vosotros. Pero no es una buena idea, tarde o temprano llegará la ayuda.

El hombre regresa con un par de armas, una escopeta y un rifle de caza. Deja un par de cajas de munición sobre una mesa y se pone una pesada mochila al hombro.

- Llevo todo lo necesario, coged un arma y si algo se nos acerca y no responde podemos llenarlo de plomo. Da igual que sea de barro, un bicho volador o un preso. Si nos intenta hacer daño, plomo.

La chica no se mueve, espera a que decidas si abandonar el refugio que acabáis de encontrar en busca de unos rescatadores o quedarse allí hasta que alguien os salve o pase el peligro.

La situación se torna complicada. Danny se sabe un invitado en casa ajena. Su deber como tal es ser un buen huésped. Y desde luego, nada más lejos de esa idea que contrariar al viejo y decirle que prefiere mil veces quedarse en el sótano antes de aventurarse al exterior y encontrarse con alguna de esas cosas voladoras y mortales. Así que intenta convencerle, aunque en el fondo sabe que tendrá que tomar un arma y salir al exterior para ayudar...

- Igual no me he expresado bien. El plomo no les hace nada a esos bichos. He visto morir a experimentados agentes de policía. Si nos encontramos con una de esas cosas, lo mejor que podemos hacer es... ... Correr.

Acaba su argumentación en un susurro quedo. La idea de reencontrarse con otras personas le parece buena. Cuantos más, más posibilidades de averiguar lo que pasa y superar esta crisis surrealista.

- ¿Crees que salir ahí fuera es la mejor idea?

Puedes ver como el viejo aprieta la mandíbula de rabia cuando echas a perder su plan de usar plomo contra todo lo que se interponga en vuestro camino. Asusta a la chica cuando lanza un grito que parece ser una maldición en algún idioma que no conoces.

- Puede que ese barco sea nuestra única salida. Pero si aguantamos aquí mandarán más tarde o temprano, claro, hay alguien de los nuestros ahí fuera. Tarde o temprano esto pasará.

Mira las armas y la puerta y deja su escopeta en la mesa junto a las demás.

- Estaré atento a la radio, puede que haya alguien más en alguna frecuencia poco habitual.

Mientras se marcha al fondo de la habitación para sentarse frente al equipo de radio la chica se acerca a ti, puedes ver que ahora está aún más preocupada.

- No termino de sentirme segura aquí dentro, pero creo que es lo mejor que podemos hacer. Cuando arriba todo esté seguro podremos salir. Sea como sea, no me dejes a solas con él.

Ahora con más calma revisas el refugio. Ves que la puerta principal está acorazada y tiene un cierre similar al de los submarinos, sin embargo posee un cerrojo electrónico con un teclado numérico y una pequeña pantalla.
Todos los enseres, como cubiertos, platos y muebles, lucen un aspecto muy similar. Es como si todo lo hubiera fabricado la misma empresa sin ninguna visión estética aunque bastante práctica. No llegan a ser objetos militares, aunque los diseños no distan mucho.

Todas las tuberías y conductos de ventilación están a la vista, así como gran parte del cableado eléctrico. Aunque todo está protegido parece que lo han puesto a mano para solucionar posibles averías sin dañar las paredes y los techos.
El suelo es metálico aunque una alfombra evita el ruido de pasos y ayuda a mantener el calor.
No hay grandes comodidades, el ahorro de espacio es clave y no eres capaz de calcular la capacidad real de un lugar así.
Aunque no lo ves deduces que hay un sistema de filtrado para el aíre, un generador eléctrico y algún tipo de sistema para depurar el agua.

El viejo sigue en la radio, ajeno a vosotros debido a los auriculares que lo aíslan. La chica se ha sentado en un sillón y parece que mas pronto que tarde el cansancio se ocupará de que duerma.

- Tranquila. No hay mucho sitio a donde ir... No te dejaré sola - responde a la chica. Era curioso el grado de empatía que podía surgir entre seres humanos cuando se encontraban ante una situación límite. La chica no le conocía de nada, pero había depositado toda su confianza y seguridad en él.

Miró a su alrededor y sacó sus propias conclusiones. Definitivamente, aquel lugar estaba construido a propósito. Y de una forma muy profesional. Al ver la cerradura electrónica sintió una extraña sensación de claustrofobia. Por un instante se sintió presionero en aquel refugio. Sin salida. Y a merced de un desconocido sobre el que no había depositado su confianza.

Observó al viejo conectado a la radio. Frustrado y concentrado. Buscando en las ondas algún signo de vida. Al menos hay un plan... El barco parecía una salida posible. Al verle allí, sintió el deseo irrefenable de que Aaron estuviera ahí fuera, conectado al walkie talkie. Vamos Aaron... ¿dónde coño te has metido?

El viejo toquetea la radio y ajusta constantemente el dial de la frecuencia en busca de canales en uso. Parece que sabe lo que hace, al menos ante unos ojos inexpertos.
Se encuentra de espaldas a vosotros, atento a cualquier cosa que no sea ruido de estática. La chica lo mira preocupada, aunque no ha dado razones para que desconfiéis parece que ninguno se termina de fiar de él. Al fin y al cabo no todo el mundo tiene un refugio bajo su casa en un lugar tan recóndito como Alaska.

Aprovechando que el propietario no está atento la chica inicia una exploración del refugio. Abandona la sala y se topa con tres nuevas puertas tras un breve pasillo con una estantería llena de latas. Puedes ver como se gira para mirarte antes de abrir lentamente una de las puertas, como si estuviese haciendo algo ilegal. Sin llegar a entrar observa la estancia y enseguida cierra igual de despacio que abrió.
Vuelve a mirarte y hace un gesto indicando que no hay nada de interés. Repite la operación con otra de las puertas, esta vez puedes ver el interior y observas una litera con dos colchones y ropa de cama tan poco estética como el resto de la decoración.
Al intentar abrir la tercera puerta se encuentra con que está cerrada con llave, gira el pomo pero no se abre. Justo en ese momento el viejo se gira y se levanta, al oír el ruido de la silla la chica se acerca rápidamente.

- No encuentro nada, el ruido es ahora mayor y apenas percibo la señal del barco. Puede que haya algo alterando la antena, aunque dudo que ninguna de las cosas que habéis descrito sea capaz. Si no fuese una noche despejada diría que ha comenzado una tormenta. Lo intentaré más tarde.

Se acerca a vosotros y os mira en silencio durante unos instantes.

- Si vamos a pasar aquí horas, días o incluso semanas sería bueno que nos conozcamos, al menos para saber que sabemos hacer cada uno. Decidme ¿a que os dedicabais antes de que ocurriese todo esto?

Aunque él os mira a los dos la chica clava sus ojos en ti para que respondas primero.

Danny valora la iniciativa de la chica. Los hallazgos son de interés. Es bueno saber que la despensa está llena y que no dormirán en el suelo noche tras noche. Echa de menos un aseo, con una ducha al menos. Tal vez se trate de la tercera puerta. Cuando la chica se dispone a explorar esa puerta, se encuentra con que está cerrada. Siempre puede tratarse de una puerta estropeada, de esas que se abren con truco. Aunque tamnbién es posible que detrás de esa puerta esté la habitación de los horrores de Bufalo Bill. Quién sabe... De momento le parece descortés preguntar, pero desde luego, la curiosidad hará que tarde o temprano haya que preguntar acerca del contenido detrás de esa puerta.

- Me llamo Danny - responde. - La verdad es que me he dedicado siempre a las actividades intelectuales. Soy escritor... Bueno, intento serlo. No como Stephen Kimg o Dan Brown... Digamos que escribo sin mucho éxito. Así que tampoco es que sea muy útil...

Por un momento, el joven se siente frustrado. De haber estado solo y no haber coincidido con Aaron, es más que probable que ya estuviera muerto.

- Estaba en clases de tiro con arco en la universidad. No se me daba mal. No tengo experiencia con armas de fuego. Pero sí experiencia en otro tipo de tiros. Al fin y al cabo, apuntar es apuntar...

El hombre comenta tu situación laboral restando importancia con un ademán de su mano.

- Viendo los pocos supervivientes que hay seguramente seas el único escritor con vida. Así que ahora eres el mejor.

Cuando hablas de tu habilidad con las armas el viejo señala una de las escopetas.

- No tengo ningún arco, pero tienes razón, apuntar es apuntar. Sea con lo que sea.

Ambos os giráis hacia la chica, en cuanto nota la atención sobre ella se yergue y pone sus manos a la espalda.

- Mi nombre es Sarah, estoy en el último año de universidad, o eso espero... estudio - de repente oís unos golpes en la puerta principal del refugio. La presentación de Sarah se interrumpe y os acercáis a la entrada. Lo golpes se repiten, deben ser fuertes ya que el grosor de la puerta ahogaría cualquier impacto débil. Una voz suena al otro lado, nuevamente el aislamiento impide escuchar con claridad lo que dicen.

- ¡Voy a abrir! ¡Cubridme! - os ordena el viejo mientras comienza a teclear un código sin atender a vuestras posibles respuestas.

Las prisas facilitan que memorices el código, aunque tu atención pronto se centra en la figura que se presenta en la entrada. Se trata de un hombre rondando la cuarentena vestido con ropa de ejecutivo, aunque cara ahora toda está sucia y rota en algunas partes. Su pelo engominado se ha despeinado y tiene un fuerte golpe en el pómulo.

- Cierra, rápido, puede que me persiga alguna de esas cosas.

En su mano ves un enorme revolver que guarda en cuanto la puerta se ha cerrado completamente. Os señala a Sarah y a ti mientras observa el bunker con curiosidad.

- Os vi pasar con el camión, supuse que esos monstruos no eran capaces de conducir y que los basureros no son tan profesionales como para seguir trabajando mientras el mundo se acaba. Casi me cogen buscando donde os habíais metido, no tenia ni idea de que bajo la casa se encontraba esto.

Parece que está mas acostumbrado a hablar que a escuchar, por su forma de hacerlo debe dedicarse a las ventas o algo parecido.

- ¿Sabéis que está ocurriendo? ¿Alguna pista? No es que haya muchas opciones, si no es un virus fuera de control puede que sean alienigenas o, si creyera en esas mierdas, el apocalipsis bíblico. No os ofendáis, respeto las religiones pero lo que está pasando no tiene pinta de segunda venida ni nada parecido.

Se quita su caro abrigo negro y lo deja sobre una silla, mientras se quita los guantes de piel alterna la mirada entre vosotros tres.

- ¿Cuál es el plan? ¿Esperar al ejercito? ¿Esperar en general? No me gusta esperar, aunque tampoco me gusta que me coman vivo.

Dicen que la primera impresión no tiene una segunda oportunidad. Y desde luego, la carta de presentación del desconocido no era la mejor del mundo. De manera egoista, "el nuevo" era una especie de invasor. Menos espacio. Menos aire... Más incómodos. Y entre extraños. Eso sí, el nexo de unión con el viejo y sobre todo con la chica, se estrecharía de manera natural. Danny decidió que no le correspondía a él hacer las presentaciones. Entendía que "el nuevo" era un extraño también para el anfitrión, así que dejó que fuera él quien de alguna forma se encargara de manejar el asunto.

¿El plan? Ojalá tuvieran un maldito plan. Porque de momento, ni siquiera sabían a qué demonios se enfrentaban...

Todos parecéis igual de sorprendidos por la llegada del tipo trajeado. No tanto por la aparición de otro superviviente sino por su conducta.

- Adelante, puedes pasar. - dice el viejo sarcásticamente.

Cierra la puerta no sin antes echar un fugaz vistazo al sótano y cerciorarse de que no hay nada ni nadie fuera. Vuestro anfitrión levanta su arma en claro gesto de autoridad, no apunta a nadie pero se asegura que todos comprobéis que la lleva encima.

- El plan es mantener la calma y que no nos descubran, ese es el plan.

- ¿Habéis construido y abastecido este sitio y no tenéis un plan?

- Es un bunker, no un tanque, solo sirve para quedarse aquí y esperar con seguridad. Pero ahora mismo puedo abrir la puerta y que lo intentes por tu cuenta.

En cuanto el viejo hace amago de ir hacia la entrada el trajeado lo detiene mostrando la palma de la mano.

- No, no, me quedo. Ya veo quien manda y a quien tengo que agradecer mi supervivencia, lamento el malentendido.

El viejo sonríe orgulloso tras haber apaciguado al recién llegado, os señala mientras hace las presentaciones.

- Estos son Sarah y Danny, mis invitados. Yo soy Howard. Hay espacio para todos, aunque no tendremos demasiada intimidad.

- Un placer, me llamo Henry. Vendo... vendía seguros, aunque si el mundo se acaba dudo que eso tenga alguna utilidad ya. ¿Sabéis que si unos alienigenas destruyen tu casa no puedes alegar vandalismo ni causas naturales? Es un jodido vacío legal, algo que no existe no puede provocar daños en tu propiedad. Si destruyen la ciudad nadie cobrará un centavo, aunque creo que no va a quedar nadie para reclamar.

- ¿Siempre hablas tanto? - pregunta Sarah clavando su mirada en él.

- Bueno, bueno. ¿A qué viene tanta hostilidad? ¿No os gusta la conversación? ¿Preferís el silencio? En serio, mirad este lugar, no te ofendas Howard, pero desde luego no es un jodido parque de atracciones. Nos volveremos locos si estamos todo el día en silencio, puede que seamos los últimos habitantes del planeta. No es momento de terminar con la sociedad. Tú pareces inteligente, - te señala y asiente con la cabeza - seguro que prefieres un poco de charla para intentar olvidar el puto infierno que se ha creado ahí arriba. Infierno del que estamos a salvo, en teoría, y que parece que va a ir a más. ¿Habéis visto las lineas del cielo? No son como esas que dejan los aviones, éstas tienen su propia luz. Se están formando sobre nosotros y no tiene buena pinta, pero bueno, nosotros estamos aquí seguros ¿verdad Howard? ¿Qué podría ocurrir que sea más extraño de lo que hemos visto?

Sonríe ampliamente mientras sus ojos se entristecen hasta que al final su fachada se cae y su expresión se torna del todo preocupada. Pone una mano sobre tu hombro y agacha la cabeza sin dejar de mirarte fijamente.

- Por favor, tú pareces mas listo que todos nosotros, dime que sabes qué esta ocurriendo y que tienes un maldito plan que nos ponga a salvo del todo.

Desde luego, el viejo tiene las pelotas bien puestas, piensa Danny mientras escucha la cponversación. En una situación como esta, mantener el mando y tener el control de la situación era algo más que necesario.

Un vendedor de seguros... no podía ser de otra forma. Trajeado y charlatán.

Sin embargo, algo en la verborrea del recién llegado le llama la atención a Daniel. En concreto, lo referido al ataque alienígena. Una idea que parece tomar forma cuandop el vendedor habla sobre las líneas en el cielo.

Alienígenas - dice en voz queda. Mientras, el tal Harry habla y habla.

Claro...

Finalmente, elevando la voz y hablando directamente al viejo dice:

Eso es... Alienígenas. Por muy raro que parezca, no puede ser otra cosa. Esas extrañas criaturas. La desaparición de miles de persona sin dejar rastro. Esa frontera invisible que nos mantiene aislados. Las luces en el cielo. ¡Estamos sufriendo un ataque extraterrestre!

Daniel parece haber entrado en una especie de trance histérico. Ni él mismo se cree las palabras que salen de su boca. Pero, por increíble que pueda parecer, es la explicación más plausible.

De repente, el desánimo cae sobre él. Matar humanos es una cosa. Matar alienígenas, algo muy diferente. Una idea surge en su interior.

Aquí sobreviviremos un tiempo limitado. Si lo que piensa es cierto, solo hay una posibilidad de sobrevivir: buscar ayuda.

Henry parece satisfecho de que compartas su punto de vista.

- ¿Veis? Él sabe de lo que hablo, nos están invadiendo y exterminando como si fuésemos ratas en un sótano. Después aterrizarán sus naves nodrizas y tomarán el planeta como si nunca hubiésemos estado aquí. Y entonces, amigos míos, será el fin de la raza humana.

Howard niega con la cabeza ante las palabras del vendedor.

-  ¿Habéis visto algún marciano por aquí? Lo único que hay ahí arriba son presos y monstruos, y los segundos seguramente sean personas con algún tipo de enfermedad. Esto es un ataque biológico, si algo aterriza en nuestro país serán aviones norcoreanos o rusos.

Sarah alterna una mirada ojiplatica entre todos vosotros antes de comenzar a reírse, sin embargo la carcajada parece más provocada por los nervios que por cualquier situación humorística.

- Rusos, alienigenas... solo falta el apocalipsis y un fallido proyecto del gobierno para completar las opciones. Parad por favor, sea lo que sea nos supera y ninguna de vuestras hipótesis será cierta.

Durante unos instantes permanecéis en silencio, todos pensáis en vuestras propias teorías y en como encontrar una solución al respecto. Henry, para variar, rompe el silencio.

- Que nos supera es un hecho. Pero debemos actuar. Yo voto por salir en busca de ayuda o, al menos, de respuestas. Si la cosa se pone fea podremos volver al bunker.

- Esto no es un hotel - dice Howard.

- No, esto es una tumba. - responde Henry - Si alguno de vosotros de acompaña podemos buscar ayuda, tiene que haber más gente ahí fuera y puede que aquí escondidos no nos vean si alguien lleva a cabo una evacuación. ¿Qué decís? ¿Alguien me acompaña?

Howard se apresura a negar mientras agacha la cabeza, Sarah parece más motivada pero se limita a mirarte a ti y esperar tu respuesta. Está claro que no se quedará a solas con el viejo, pero tampoco se marchará con Henry si ambos os quedáis en el refugio.