Partida Rol por web

Ahí vienen...-murmuró el enano mientras avanzaba hasta ponerse en linea con Drommbar que se encontraba junto a la araña. Separó las piernas y se colocó en posición de combate esperando recibir la carga de aquellas criaturas-. ¡Debbe, ponte detrás nuestra!

Aún están lejos Grongar —respondió la pícaro manteniendo la posición en la que estaba— disparalos hasta que Kevan y Drombar salgan y saldremos de aquí.

Kevan se mueve procurando defender la posición del clérigo, mientras maldice entre dientes. Levanta el estoque en señal de amenaza a los córvidos y durante un instante el arma parece emitir un brillo azulado.

- ¡Debbe! ¡Ven! ¡Es mejor que estemos cerca ante estas bestias!

Drommbar vio cómo aquél pedrusco tremendo que los córvidos habían intentado dispararles caía hacia él cuando la balista se hizo añicos. Trató de apartarse de un salto lo más rápido que pudo, pero no fue suficiente. El cascote le golpeó en el hombro y notó un dolor terrible al caer al suelo.

- ¡Aaagh! -exclamó, más por la rabia del impacto que por el dolor.

Se incorporó lo más rápido que pudo, tratando de mover su brazo para comprobar que no se lo hubiera roto. Afortunadamente, podría seguir combatiendo, pero sería mejor que tuviera cuidado con otros "regalos" como ese.

- ¡Malditos sacos de inmundicia con plumas! -grito furioso, con el puño alzado hacia el cielo-. ¡Bajad aquí y veréis lo que tengo yo para vosotros!

El dolor del brazo le había sumido en una ira intensa y estaba deseando despedazar a aquellas bestias azuladas con su hacha. Había instado a Debbe y a los demás a que se retirasen de ese patio, pero ahora estaba tan furioso que sólo pensaba en acabar con las horribles criaturas que bajaban por la pared.

Debbe estaba nerviosa, en aquel momento se daba cuenta de que la situación era muy difícil y que quizás la ayuda de los dioses no sería suficiente para salir de allí con vida. Además...cualquier cosa que dijesen... Debbe no tenía muy claro si aquellos seres entenderían el lenguaje común. Se suponía que todos los seres inteligentes lo comprendían en mayor o menor medida y aquellos cuervos no parecían precisamente estúpidos. El grito de rabia y dolor de Drommbar le hizo darse cuenta de que había que actuar.

Chicos—exclamó en lengua enana la orden que previamente había dado Grongar—retroceded. Retroceded hasta la puerta. Allí les podremos retener.

Ni siquiera daría a los cuervos la oportunidad de entender su estrategia. Mientras decía eso Debbe se movió acercandose a la salida, disparando con su arco al mismo cuervo al que previamente había atacado.

Tras llegar abajo, los córvidos se abalanzaron sobre ellos a toda velocidad, agitando sus armas y con un salto espectacular, se plantaron al lado de Kevan y de Debbe, a los cuales atacaron sin ningun tipo de clemencia. A pesar de que no consiguieron sumar la fuerza de la caida a su ataque, consiguieron traspasar ambas armaduras y causar una fea herida en cada uno de los combatientes.

Huir se volvía ahora un poco más dificil.

Para Debbe estaba todo claro; ella debía ser la lider. Además de haber acertado todos sus disparos si hubiesen seguido su estrategia estarían a salvo, no como en aquel momento. Sin embargo cuando el cuervo se puso ante ella se dio cuenta de su gran error: de nuevo estaba sola frente a uno de ellos, y bastante herida para más señas. Pero como podía tener tan mala suerte? Dos trozos de flecha sobresalían del cuerpo de la enfadada ave que la atacó hiriéndola gravemente. Tras unos instantes de duda, Debbe saltó agilmente a un lado y volvió a disparar con el arco. El disparo salió alto haciendo estallar a la flecha contra el techo.

Kevan maldijo mentalmente su falta de sigilo y la falta de reacción del grupo para hacer caso a Debbe. Sólo esperaba dejar a uno fuera de combate y que pudiesen reducirles rápido. Había escuchado un quejido entre dientes y supo que tanto la pícara como él estaban en serios apuros ...

Concentro la energía mágica de un hechizo y noto como esta recorría su brazo para alcanzar su arma ... y puso todo el alma en la estocada, pensando que su vida y la de sus compañeros, dependía por completo de como transcurriesen los primeros instantes del combate.

Drommbar no iba a quedarse de brazos cruzados mientras los demás peleaban. Aunque el brazo aún le dolía terriblemente tras el golpe del proyectil de balista, cargó con su hacha contra los enemigos, esperando poder matarlos lo antes posible.

- ¿Es que nunca se acaban estos sacos de plumas? -gruñó furioso-. ¡Voy a devolveros el dolor multiplicado, malditos!

La emboscada que proponía Debbe era lo más sensato pero ya era demasiado tarde. El combate había empezado y el guerrero enano no iba a detenerse ni retirarse. No obstante Grongar giró sobre sus talones y se lanzó a la carrera contra la criatura que amenazaba a Debbe.

-Muchacha, apártate de él-la gritó mientras corría en su ayuda. Parecía tener buenas ideas pero era una insensata, no sobreviviría a otra lucha ella sola. 

De un solo ataque, Kevan acabó con uno de los córvidos. El otro era herido por uno de los enanos, mientras que el otro iba en ayuda de Debbe, que se enfrentaba con el arco, como podía, al tercero de aquellos monstruos.

Los corvidos contraatacaron. Y Kevan recibió un nuevo garrazo que a punto estuvo de hacerle caer. Sin embargo, consiguio reponerse para mantenerse en la lucha. Ambos bandos estaban bastante heridos. Al menos algunos de sus miembros.

Desde el suelo, la pícaro evaluó con frialdad la situación y, cuando vio el golpe que el cuervo (o grajo del carajo) propinaba a Kevan dirigió hacia allí su arco. No estaba dispuesta a dejar que lo matasen pero...

Tiene la garra rota, renquea, sangra...

Debbe lanzó finalmente la flecha al herido cuervo que tenía casi encima. El enemigo que atacaba a Kevan y Drombar caería solo, victima del desangramiento. Sus compañeros tan solo tenían que darle un golpe suave; el cuervo que estaba junto a Grongar y ella en cambio tenía un aspecto más saludable.

Acaba con él, Grongar—dijo rodando para escapar de sus garras y parapetandose bajo la mesa.

Kevan, maltrecho, maniobró para sacar ventaja de su superioridad numerica.

- ¡Drommbar busca su espalda!

La espada del magus consiguió hacer un nuevo rasguño en un musculoso brazo de la criatura.

Con un fiero estruendo el enano se chocó contra la criatura lanzando un fuerte tajo hacia su estomago. Con suerte Debbe lo habría entretenido lo suficiente como para destrozarlo con su hacha.

Drommbar se dio cuenta de que el mago tenía razón, era el momento perfecto para rodear a aquella criatura y atacarla los dos a la vez. Si no terminaban rápido con ellos y les llegaban refuerzos, podían meterse en un buen lío. Además, el humano parecía ya bastante magullado y no aguantaría mucho más...

- ¡Hazme sitio! -gruñó, moviéndose y descargando un golpe tremendo contra el córvido.

El grupo comenzó a trabajar en equipo y pronto tenian a uno de los córvidos rodeados. Éste consiguió esquivar el hacha de Drommbar, pero al mismo tiempo le atacó por la espalda Kevan, pinchandole los riñones con su largo estoque.

Entonces Grongar saltó sobre el que atacaba a Debbe y de un hachazo consiguió deshacerse de él, que soltó un enorme graznido de queja antes de morir. Tan sólo quedaba uno, a quién la picaro lanzó su disparo. No obstante, el córvido se movía constantemente para librarse de los ataques del enano y del mage, por lo que su flecha rozó por poco la cabeza de la criatura, sin lograr acertarle.

En una lucha frenética, el córvido trató de alcanzar a Kevan con sus garras. Pero el hombre estaba luchando de una manera muy defensiva y fue justo eso lo que le salvó del garrazo.

Debbe apuntó desde su escondite al cuervo clavándose en su cuerpo. ¿Porque no moría? Tenía que estar a punto de morir, igual que Kevan. La idea de que uno de sus compañeros cayese la revolvió el estómago y, confiando en el resto de sus camaradas la hizo correr hacia el estoque para recogerlo. No permitiría que ninguno de los miembros que iba a liderar (pues estaba claro quien tenía allí mejor capacidad estratégica¹) sucumbiese en combate y sabía perfectamente como hacerlo.

Algo mareado por la abundante sangre perdida, la espada de Kevan dibujo un torpe amago de ataque, mientras el magus se preocupaba más de mantenerse en pie y evitar las garras de la criatura.