Partida Rol por web

-Eso no me suena mal, aunque para querer ayudarnos no es que nos avisases de las criaturas del lago... pero nunca se rechaza a un compañero. ¿Que necesitas? Quizás podamos ayudarnos mutuamente-insitió en las palabras de Kevan.

- ¿Ava... avatar de Desna? - dijo aquellas palabras a punto de llorar de la emoción o a punto de llorar de la risa. Una de las dos. - No, no, claro que no. Solo soy una fiel servidora de la diosa. Encontré aqui este santuario, y pensé que era una señal divina. Asi que me quedé a cuidar del cementerio. Realmente nunca he conocido a nadie de los que aqui yacen, pero pensé que la diosa me estaba pidiendo mis servicios. 

Bajo la cabeza.

- Sois las primeras personas que veo en más de once años. Los únicos que habia visto son a los incursores que bajaban del castillo. Por suerte los he ahuyentado varias veces. Creo que piensan que este cementerio esta encantado y por eso me dejan tranquilo. En cuanto a las criaturas marinas, os vi porque escuché los ruidos. No sabía que habia nada alli abajo, de hecho me sorprendió ver aquella criatura muerta. Lo mismo que el barco. No he visto a nadie amarrar aqui, pero no ha debido de ser hace mucho. Por eso no os pude avisar,... - hizo una pausa - tampoco sabia quienes erais. No podía fiarme de vosotros porque si, ¿no?

Se le iluminó la cara al ver que todos le preguntabais sobre el posible trato.

- Os puedo enseñar a usar este santuario. Y os daré curacion siempre que lo necesiteis, pero a cambio, necesito que limpieis el castillo. Se que hay mal ahi dentro, y no puedo marcharme ni me quedaré tranquila hasta que ese mal sea erradicado. Estais diciendo que buscais información sobre un antepasado que vivía aqui. Yo se que en el pueblo no encontrareis más información, lo conozco bien. Pero en el castillo, quizás pueda haber algo. Eso no puedo asegurarlo.
 

Kevan asintió pensativo.

No iba a ser fácil, eso ya lo intuía yo ...

- Tu oferta es generosa y parece que tus problemas y los nuestros se encuentran en el mismo lugar. Agradecería que nos ayudases a que el santuario de la Diosa de la Fortuna y la Libertad nos bendijese con su favor.

Después iremos al castillo, pero me gustaría saber que sabes de esos incursores. Y revisar después el cementerio para buscar alguna señal de los antepasados de nuestra amiga.

¿Sabes hacer magia curativa?¿Podrías curarme estas heridas?—Debbe no dejaba de sorprenderse en ese viaje y mostró a Spivey las heridas de los muslos, a través de la ropa. La mujer sabía que eso podía molestar al enano, al fín y al cabo era sanador, pero aquello podía ser una muestra de buena voluntad del "hada". Si se enfadaba ya lo hablarían luego, además que debía reservar fuerzas para el castillo, si es que aceptaban la misión.

Debbe no paraba de mirar a Spivey. Estaba hipnotizada por aquella extraña criatura ¡Nunca había visto a nadie igual! Y ni siquiera había oído hablar de un ser como él. Sentía deseos de contarle que Ameiko enfermaba por acercarse al castillo, pese a su naturaleza desconfiada, pero consiguió contralarse. 

Spivey sonrió cuando Kevan respondió de manera afirmativa. - ¡Claro! - dijo contenta cuando Debbe le preguntó si podía curarle. Inmediatamente una luz blanca surgió de sus manos y una ola de calor divino rodeó a la pícaro, sanandola completamente y cerrando todas sus heridas. Su magia era mucho más poderosa de lo que aparentaba su diminuto cuerpo.

Desde luego, enfrentarse a ella no hubiera sido para nada una buena idea.

- Si quereis que os enseñe a usar el santuario es muy muy fácil. - dijo acercándose - Este tarro está ahora lleno de agua de la lluvia, pero el santuario hace que sea agua bendita. Solo sucede una vez al día, pero es una cantidad considerable de agua bendita. No se si os servirá dentro del castillo, pero nunca está de más tener la bendición de la diosa.

Kevan empezo a recoger el agua del santuario.

Muchisimas gracias—dijo realmente asombrada de la habilidad de Spivey. Lo que había sentido en la curación había sido asombroso. Muy diferente del olor a cerveza que la embargaba cuando la había curado el enano...y por supuesto muy diferente del dolor de los ungüentos que la aplicaban en los templos locales cuando era mordida por alguna rata con mal genio. Aún estaba tocándose la inexistente herida cuando vio a Kevan rellenar los tarros de agua. Sin dudarlo un momento saco los tarros que llevaba en la mochila y los relleno a su lado. Los ojos la brillaban como estrellas debido a la emoción y se notaba que estaba muy emocionada pese a todo.

-Bien podría ser cerveza, seguro que eso me ayudaba más que el agua bendita-bromeó el enano- al fin y al cabo nos estás proponiendo entrar en un castillo lleno de... no sabemos quien o que con intención de que los echemos de allí y a cambio la ayuda que nos ofreces es curarnos las heridas que nos hagamos intentando vaciar un castillo. No se si te has dado cuenta de que no somos un ejercito, no pasaremos de las puertas y quizás encontremos algo de información en el castillo o quizás quien lo habita ahora haya usado cualquier cosa que nos sirviese de ayuda como leña para el fuego... ¿Soy el único que ve un inconveniente en este plan? 

Las palabras de su compañero enano sacaron un gruñido de acuerdo de la garganta de Drommbar. No acababa de gustarle ese ser. Por muy amistoso que se mostrara, lo primero que había hecho era proponerles que caminaran alegremente hacia su muerte, porque estaba claro que eso era lo que les esperaba en el castillo, visto lo visto.

Claro, que también era cierto que Spivey había curado a Debbe y que tendrían que limpiar de inmundicia el lugar si querían tener posibilidades de encontrar el tesoro, pero el enano pelirrojo no terminaba de fiarse de la situación.

- ¿Qué ganamos nosotros con que nos cures? -preguntó Drommbar al ser alado-. Con no entrar al castillo obtendríamos el mismo beneficio, porque no necesitaríamos que nos curasen. Y enseñarnos a usar el santuario no me parece un precio justo por arriesgar nuestras vidas...

Al enano no se le pasaba por alto el detalle de que, según Spivey, podía haber información en el castillo sobre los antepasados de Ameiko... pero a él también le interesaba era el oro, y de eso todavía no se había dicho nada.

- Bueno, simplemente os creia capaces de hacerlo, pero si no lo sois no pasa nada. Pensaba que los enanos eran una raza valiente, y aqui parece que solo se preocupan ellos. Los humanos saben y han dicho, además, que vuestro objetivo era el castillo de todas maneras.

Hizo una pausa. No entendía que pretendían sacar los enanos de aquello.

- Yo os ayudaría ofreciendos mis servicios mágicos, como fiel servidora de Desna. Es algo que ganais, no es un trato. Lo tomais o lo dejais. Lo que no voy a hacer es curar a unos si y a otros no.

Drommbar gruñó al escuchar al ser alado. Seguía sin estar convencido, y mucho menos cuando no les explicaba claramente qué era lo que se escondía en el castillo. En mitad de un bar, aquél intento de usar la psicología invertida contra él insinuando que era un cobarde habría funcionado. Le habría partido la cara a quien se lo hubiera dicho, y en paz. Pero cuando no sabía a qué se enfrentaba, la situación cambiaba... aunque no dejaba de enfadarle. Y además, su compañero enano seguía teniendo razón.

- Muy bien, pues si tanto te interesa que limpiemos el castillo y no puedes hacerlo sola, dinos... ¿qué es lo que hay dentro que sea tan poderoso como para plantarte cara?

Aquello último lo había dicho claramente con sorna, pero la pregunta no era ninguna broma. Meterse ciegamente en las fauces del peligro era insensato hasta para él, y eso que él solía ser muy insensato ante la promesa del oro y de un buen combate.

- Ya os lo he dicho. No lo se. Es peligroso seguro, y creo que en su interior está el mal que acabó de algún modo con la ciudad. Solo he visto salir criaturas, al principio hace ya años. Pero las espanté haciendoles pensar que era un fantasma o un espiritu. Hubo suerte y me dejaron en paz, pero no se nada más. Y mientras exista la posibilidad de que salgan del castillo, no puedo dejar que el cementerio y los habitantes que en él descansan esté desprotegido, entended eso. Si conoceis a alguien, como habeis dicho, que moraba aqui, lo minimo es ayudar a sus antepasados a descansar en paz, ¿no creeis?

-Supongamos, Drommbar, que aún queda algo en ese castillo maldito que le pueda servir a... nuestra amiga, para algo. Y si no... un castillo es un buen regalo para hacerle-dijo sonriendo el enano, aunque no le gustaba el tono que estaba usando aquella mujercita para manipularlos.

Oh Drommbar, vamos...es un servidor de Desna ¡¡De Desna!!—Para Debbe aquello era muy importante, pues se había pasado años rogando a la diosa para que la concedise una aventura, un cambio en su vida...romper con la rutina.—No te preocupes Spivey. Yo iré. Además-y me da igual que os moleste que se l diga- estoy segura que Ameiko mejorará si limpiamos su castillo de monstruos. ¡Quizás ella misma pueda ayudarla!

Drommbar rezongó un par de veces más, pero terminó encogiéndose de hombros para ceder. Al fin y al cabo, no habría más remedio que entrar en el dichoso castillo si querían tener la oportunidad de hacerse con el Legado. Pero se olía que lo que podrían encontrar dentro haría que Tsutamu pareciera un simple goblin en comparación.

- Muy bien -dijo-. Yo también iré. Pero esto me huele mal...

...Esto me huele mal...

Lo que no sabía Drommbar era que iba a tener más razón de la que aparentemente parecía tener. El grupo tenía que meterse en el castillo, no les quedaba otra opción si querían seguir buscando sobre el pasado de Ameiko. Quizás tuviera alguna biblioteca importante donde poder mirar, o quizás el castillo era de los antepasados de su amiga. ¿Tendrían tanto poder como para poseer incluso un castillo?

Se despidieron del hada, conscientes de que su ayuda sería un buen extra, muy bienvenido. Si encontraban dificultades en el interior del castillo era bueno saber que tenían el apoyo de alguien, aunque solo fuera para dejarles dormir en un sitio seguro o para echarles algun hechizo de curación.

Sin más pérdida de tiempo, se encaminaron hacia la colina, no tardarían más de media hora en llegar a lo alto de la misma, donde se alzaba el impresionante castillo.