Partida Rol por web

Las sospechas de Grandmaster estaban en un nivel bastante elevado. Por suerte, sus gafas y sonrisa la disimulaban. Debía agradecer a sus años en la industria de la música por haberle permitido aprender cómo ocultar lo que en verdad pensaba. Daba por hecho que su anfitrión era astuto, así que debía serlo más.

Las cejas de B. se alzaron, y su sonrisa se volvió un poco incómoda, cuando Carlo mencionó que ya habían tenido contacto. Ciertamente, jamás había reparado en su presencia. El nivel de amenaza que percibía en Carlo ahora se salía de la escala. Para salir de su asombro, carraspeó un poco, antes de decidirse a responder la extraña pregunta, cuya intención no lograba identificar. También le pareció molesto el hecho de que no fuera al grano. ¿Qué pretende este hombre? se preguntó Grandmaster.

- Bueno, Carlo... Durante mi juventud, sin duda creí en que había personas destinadas a ser grandes. Mis padres me inculcaron el valor de dar forma al talento que uno poseía, me alentaron a perseguir mis sueños, que en aquel entonces era convertirme en un músico importante. Cómo debes saber, lo conseguí. Y fue cuando tuve lo que quise que me di cuenta de una importante lección... - El tono de B. cambió un poco. Algo le decía que Carlo tenía una auto-estima demasiado alta, quizá a un punto peligroso. Fue por ello que vio preciso marcar un punto.- A pesar de todo el talento y la luz que uno pueda portar, a pesar de toda la suerte, no se puede confiar siempre en ello. No basta tener la seguridad de que las cosas saldrán como queremos porque creamos que tenemos la capacidad, los recursos, o el talento para dar forma a la realidad a nuestro antojo... Al universo le gusta el equilibrio, y tiene la tendencia de encontrarlo... Es por ello que ahora observo mi propio talento de una manera mucho más humilde... - Tras una pequeña pausa, sonrió mientras añadía para tratar de encaminar la conversación hacía el tópico que le atraía: la solución de Carlo. - Creo que el mundo sería un mejor lugar, si todos lo hicieramos.

El benevolente y estrafalario caballero sonreía de exaltación al oir las palabras de su acompañante. Asentía con felicidad, concordando su mente con aquellos ideales…A no ser de una diferencia. Dio de la copa un trago del profundo vino, saboreando cada gota mientras viajaba por su garganta, mientras el líquido refrescaba su espíritu.

- ¡Pero ese pensamiento es limitarse! Es entendible que, como seres de carne y hueso seamos capaces de tan poco y tengamos que unirnos en montón para hacer la diferencia. Yo me carcomía viendo lo triste que eran nuestros límites y efectivamente, nuestros ideales no pueden tomar forma…¿Pero eso deberá ser así siempre? ¡Me niego a eso!- Giro su cabeza, rotando consigo sus cabellos dorados hacia la derecha, observando la panorámica vista que tanto le conmovía- ¿Acaso esos hermosos jardines deberán decaer por la crueldad humana? El consumismo actual, la contaminación, la sobrexplotación…¡Todos esos maleficios modernos acaban con la vida!- Vociferaba con melancolía en su voz, un sincero y doloroso grito de dolor- ¿La voluntad no puede tomar forma?...La mía, mi alma, mi objetivo en la vida tomo forma vengativa. Adquirió el poder de cambiar el mundo, pero necesito ayuda para lograr mis objetivos.

Al acabar con su discurso de pena por la vida, acerco su mano hacia la mesa empuñando algo oculto dentro de sus dedos. La abrió en toda la extensión de su palma mostrando su contenido, una piedra palida en forma cilíndrica dando el recuerdo de haber sido parte de un arma de alguna cultura milenaria. Un curioso pedrusco adornado por lo que parecía una serpiente petrificada enroscada entre el fragmento, además de tener grabados runicos en su superficie. Carlo, con su gesto enarcado aun por su exaltación, acercó la piedra a Grandmaster y en medio camino, esta empezó a soltar leves chispazos dorados. Emitía una especie de aura brillante que reaccionaba con la presencia misma del peregrino, temblando y moviensose como si esta fuese atraída por el. 

-Esto es solo un leve fragmento de la evolución humana, es el destino lo que la hace temblar tan desenfrenadamente, ella se siente atraída por su alma señor Grandmaster. La parte completa de este pedrusco es la culmine de la voluntad, la llave para materializar el alma ¿Se ofrecería usted a cambiar el mundo con el poder de su alma? Le daré los detalles si acepta, considerelo una prueba de fe. 

El misterioso hombre observaba socarrón, con el entusiasmo recto y si perder su elegancia. 

-Todo el poder que poseemos solo yace en títulos, en armas ajenas a nuestra alma ¡Somos seres débiles si no tenemos una piedra afilada para defendernos! Pero hay gente en este desafinado mundo, gente elegida por el hilo del destino para merecer poder mucho más halla de las armas, el verdadero potencial yace en el alma, escondido para quien no ha despertado su fuerza, su alma tiene fuerza física pero pocos humanos lo han notado.-Hablaba con el tono de un predicador orgulloso de su palabrería compuesta- Pero basta de charla, has tenido la suerte de encajar en los planes del destino como ficha angular. Tu derecho de nacimiento, según dictamina el destino del fragmento de la lanza, es que tu alma despierte...¿Pero esto es solo un contrato de asesinato, no es así? Te daré el poder suficiente para enfrentarte a los blancos de exterminio, de ti dependerá como desperdicies el potencial que te entregare... ¡Pero no aun! Henos de viajar, te daré los detalles después. 

Y en un leve abanico de brazo, el elegante hombre se vio rodeado de una poderosa esencia invisible, pero aún así el poderío de aquel poder abrumada al espíritu de Fuuron.

-Enjoy the Silence... 

Al pronunciar aquel nombre, una fuerte sensación de presión invadió al asesino. Sentía como su cuerpo era apresado por una extraña presión, sus ojos de oscurecían privandole de la vista y sus oídos dejaban de recibir sonido, un estado de completo vacío auditivo, nisiquiera podía oír sus propios pensamientos. Había quedado mudo tanto en cuerpo como en mente. La sensación de agobio le invadió por unos cuantos segundos hasta que sus sentidos volvieron. 

Al recobrar la consciencia despues de tan aterradora experiencia, noto como había sido arrastrado a otro espacio completamente diferente a la oficina del Sr.Chang. Su cliente, el hombre de traje blanco y acento francés le miraba pícaro en una habitación hermosamente decorada. Columnas de mármol brillantes, suelo de baldosa resplandeciente y candelabros dorados a cinco metros del suelo. Hermosos muebles de cuero rojo y marcó dorado, mesas de cristal y madera de pino y diferentes adornos llenaban la estancia. Parecía un antiguo palacio victoriano de algún sacerdote rico, pero la presencia del francés cambiaba el contexto. 

-Y dime... ¿Fuuron? ¿La ciencia actual puede hacer tal acto fantástico? 

En el recto rostro del militar se formuló una sonrisa corta, un gesto de labios minúsculos simbolizando su alegría al oír las palabras del decidido Aki. 

-Entonces el destino eligió bien a su blanco-Hablaba con voz serena sin perder sus aires toscos- ¿Esta decidido a conocer las respuestas? Tomare su voluntad como firma y deberá disculparme por la brutalidad de lo siguiente... 

Y mientras pronunciaba las últimas palabras, su enorme mano agarraba con dureza la misteriosa piedra que aún seguía revoloteando en brillos. Le observó con obstinación y en un reflejo brusco la aplastó con toda la fuerza que le permitían sus manos, estripando la roca entre sus palmas y crujiendo por el acto. Al aparecer la primera grieta en la superficie de esta, un chasquido se esparció sonoro y empezó a salir de la apertura intenso brillo dorado. 

La roca se agrietaba a más fuerza aplicada y en cuanto estaba a punto de quebrar un bizarro evento sucedió. La piedra estalló en un manojo de rayos intensos dejando una esfera brillante en la mano de Alexander. El objeto brillante, que parecía no tener forma tangible se consumió a si mismo y liberó otra fugaz chispa, expandiéndose de nuevo como una super nova y tragando a los presentes dentro de su espacio. 

Ahora estaban dentro de un espacio dorado, una nebulosa brillante que recordaba a la vista espacial de una galaxia. El recto hombre observaba sereno, casi como si ya hubiera repetido la experiencia en contadas ocasiones, dando con su mirada el simbolismo de que el efecto fantástico era un preludio de una épica experiencia. Y al desvanecerse el campo de estrellas y partículas, estaban en un sitio distinto, casi como si la experiencia hubiera sido un viaje dimensional. 

El nuevo escenario era de lo más variopinto. Una amplia sala de adornos victorianos, paredes y columnas de mármol de color piel y una fina baldosa cubierta por alfombras rojizas y bordados de oro. Sillas de marco dorado y cuero carmesí, mesas de cristal y candelabros gigantes a cinco metros del suelo. Aki y el militar habían aparecido en la esquina izquierda, situados justo al lado de un hermoso óleo que representaba gigantes puertas doradas posteadas en las nubes. Girando la vista hacia la derecha, otras dos personas postradas apacibles y a suficiente distancia como para no reconocer su rostro. 

-Esto querido hermano, es un fragmento del poder para cambiar el mundo. Añadió el hombre mientras su rostro se iluminaba con la esperanza. 

Cuando fue arrebatado dentro de la esfera dorada, la primera cosa que pensó Aki era cuán necia le había siempre parecido la frase saliendo en los libros y películas: „Pensaba que estaba soñando“ - como si cualquier estando despierto pudiera verdaderamente dudar que lo estaba.

Pero ahora, con lo que estaba viviendo, la frase no le parecía impropia de todo, aunque comprendía que no significaba tanto que el quien la pronunciaba tenía dudas precisamente sobre si estaba en el mundo onírico o real, sino que no podía darse cuenta de lo que estaba presenciando sino presumiendo que su percepción de la realidad estaba profundamente alterada, como lo ocurría en los sueños… Quizá por una especie de auto-protección uno no se formulaba la pregunta que expresaba la misma idea con más acierto: Estoy loco o aún me queda un resto de cordura?

Estoy loco, confirmó la lógica de Aki. Pero ahora sabía cuán poco contaba la lógica si todos los sentidos daban un testimonio diferente. Quizá debería felicitarse de aún poder percatarse, en una especie de meta-comentario de su espíritu, que estaba alucinando alocadamente, aunque esto no le servía en nada para poder negarse a la brutal evidencia sensorial de su experiencia, y negarse a implicarse con ella.

Las estrellas y partículas volaron a su alrededor hasta que terminó con el señor Barclay en la habitación extraña de estilos de mueblaje y adornos poco coherentes. „¿Dónde estamos?“ preguntó, y percatándose de los dos cuerpos postrados, agregó: „¿Quiénes son?“

Era imposible no prestar atención a Carlo. El hombre parecía irradiar carisma a borbotones. Aunque no terminaba de creerse el cuento que le contaba (muchos hombres ya habían demostrado que la voluntad de uno solo no siempre significa el porvenir del resto) era indudable que la forma en que relataba era, por lo menos, cautivante. No era sólo su labia, sino su aura en general. Quizá, si los años y los golpes de la vida no le hubiesen enseñado tanto, Grandmaster habría caído inmediatamente en su juego.

- Entiendo lo que dices.- Dijo, cruzándose de brazos.- Y concuerdo contigo. El mal debe ser erradicado, en orden de preservar lo bueno del mundo. Sin embargo, la venganza... - Fue entonces que su mirada se fijo en aquella piedra de hermoso, y misterioso al mismo tiempo, grabado. La sensación de aprender algo que escapaba a su comprensión cortó el hilo de sus ideas. B empezaba a caer bajo el encanto de Carlo.- ¿Q-qué es esa... piedra? - Preguntó, algo inquieto y curioso, lleno de un sentimiento similar al que tenía cuando presenció al hamon por primera vez.

La sensación que me invadió en el momento en que aquel sujeto pronunció el título de aquella melancólica canción fue algo que solo se podía describir como Imposible.

Había experimentado la falta de visión, sabía pelear perfectamente a ciegas, había caído al suelo por perder el sistema del oído varias veces durante mis entrenamientos pero ahora era distinto, era como si se me apagaran todos los sentidos de repente, como si directamente no los hubiera tenido nunca.

No podía hacer nada, no podía luchar, no podía resistirme, no podía hacer nada de nada, tan solo esperar que esa horrible sensación o mi vida terminara.

Por mi cabeza pasó la idea de una traición, pero porque lo haría el Sr. Chang? No tenía sentido, además supuestamente esto era un trabajo...

La oscuridad de golpe desapareció y me encontraba en una sala que solo podía ser descripto como un palacio, allí el sujeto de acento francés sonreía cómodo mientras me observaba y me hacía una pregunta fundamental.

-Y dime... ¿Fuuron? ¿La ciencia actual puede hacer tal acto fantástico? 

-Qué clase de brujería fue esa?- dije retrocediendo un paso, con las manos abiertas apunto de sacar armas ocultas y mirando a mi empleador con cara de pocos amigos- qué fue exactamente lo que me hiciste? Y dónde estamos?-

Y en el amplio espacio, dos caras se reconocían confusas.

En una esquina, Aki permanecía con un vasto hombre de al menos unos 45 años, de aspecto militar remarcado, botas pesadas y un traje de oficina con corbata. Por el otro lado, un llamativo hombre de rasgos complicados de descifrar y traje fino de resplandeciente blanco acompañaba al siniestro Fuuron. Los dos se miraban en carisma, se conocían y no querían esconder eso.

-¿Y ese flacucho fue tu misión?-Añadía el fino hombre con su acento, mezcla de francés y americano- ¡Entonces yo me saque la lotería! Aunque claro…no es justo para ti que me haya traído un asesino experto...

-La lanza celestial sabe a quien elige, Chester. Mi projimo de  aqui, cuando despierte su Stand no sabrás si superara al de tu baja ficha de juego.

-¿Has visto su personalidad letal? Vamos, el de este chico será una máquina de matar hecha y derecha.

-La violencia no es siempre la mejor alternativa, si usas la cabeza ganaras sin derramar sangre.

-¡Y mira quien lo dice! Posees una bestia de batalla y sueltas eso… ¡Vamos, mi Stand es mas metódico que tu Seek and Destroy!

-Es directo, es un pacificador que busca dar paz rápida. Enjoy the Silence es…cruel.

-¿Y vamos a discutir por tales sandeces? Ya debería de haber llegado aquí Dorian…

Entre el confuso parloteo entre los dos hombres, los confundidos espectadores tenían algo de campo libre para poder conocerse. El sitio era amplio, el dialogo de los misteriosos Alexander y Chester seguía sin un rumbo fijo, pero no parecería durar por mucho antes de que llegase el susodicho Dorian.

La persona que me trajo a este lugar de repente se puso a hablar con otro, un sujeto claramente militar evaluando sus rasgos y su vestimenta, con solo verlo comprendí que era un guerrero, no un fino caballero como aquel que iba a ser mi empleador.

Me di cuenta que entre ambos había cierta rivalidad además de la camaradería, y que cada uno había hecho apuestas por la persona que había traído.

Al escuchar que nombraban nombres de canciones como si fuesen algo más me llamó la atención pero nada dije, si no que comencé a evaluar al otro muchacho, era más alto que yo, tal vez igual de joven sin embargo no veía nada en su mirada que llamase mi atención, con tan solo verlo me di cuenta que entendía tan poco como yo y que intentar obtener información era una perdida de tiempo. Teniendo en cuenta que ninguno de los presentes en la sala parecía poder o querer explicarnos algo más, me apoyé contra la pared y me crucé de brazos esperando  a ver quién sería el tal Dorian y si una vez que llegara nos contarían de que iba todo esto.