Partida Rol por web

Jefa, amigo, yo siento decirlo pero no voy a seguir. Mi vida ha cambiado bruscamente, y la verdad es que si ultimamente me costaba entrar en umbria ahora mismo preferiria no tener que hacerlo. Cuando algo que deberia ser una diversion se convierte en una obligacion es el momento de dejarlo.

Os ruego que no comenteis porque dejo la partida, si bien acepto cualquier negativo o lo que sea, pero prefiero anunciar que dejo Umbria yo cuando pueda solucionar las partidas que dirijo y las que juego de forma satisfactoria para unos y otros.

Si os pido que me disculpeis, porque la verdad es que no lo he planeado, y simplemente a veces la vida es como un tren de mercancias que te pasa por encima sin detenerse.

Un abrazo, y de nuevo disculpadme.

Por mi parte no tienes nada de qué preocuparte ni razones para pedir disculpas. Por desgracia ésto nos pasa a todos antes o después y, aunque son situaciones transitorias, hay que pasarlas lo más tranquilo posible.

Mucho ánimo y fuerza, amigo.

Bueno, es menester que salude a mi hermanita!! Soy el nuevo jugador que va a llevar a este interesante personaje.
Master, no voy a cambiar nada de la ficha, creo que esta perfectamente hecha y me gusta como ha quedado.

Saludado quedas, Clint. Un placer tenerte en la partida como hermano... no te preocupes, yo cuidaré de ti. XDXD

Me alegro que te guste el personaje, la verdad es que colquhoun y yo los creamos a la vez pensando que hacían un buen mix. Espero que podamos dar algo de guerra. :D

Las reglas de los Juegos del Hambre son sencillas: en castigo por la rebelión, cada uno de los doce distritos debe entregar a un chico y una chica, llamados tributos, para que participen. Los veinticuatro tributos se encierran en un enorme estadio al aire libre en la que puede haber cualquier cosa, desde un desierto abrasador hasta un páramo helado. Una vez dentro, los competidores tienen que luchar a muerte durante un periodo de varias semanas; el que quede vivo, gana.

Ha llegado el momento del sorteo. El alcalde dice lo de siempre, ¡las damas primero!, y se acerca a la urna de cristal con los nombres de las chicas. Mete la mano hasta el fondo y saca un trozo de papel. La multitud contiene el aliento, se podría oír un alfiler caer.

¡Leto Knitts!

-¡Qué día tan emocionante! - exclama, mientras manosea su pelo para ponerlo en su sitio, ya que se ha torcido notablemente hacia la derecha - ¡Pero todavía queda más emoción! ¡Ha llegado el momento de elegir a nuestro tributo masculino! - Con la clara intención de contener la precaria situación de su pelo, avanza hacia la bola de los chicos con una mano en la cabeza; después coge la primera papeleta que se encuentra.

¡Lucien Knitts!

- Si no hay ningun voluntario, pediría a los dos elegidos sean escoltados - Dijo con total tranquilidad. Esperando que los tributos subieran al escenario.

Lucien no lo podía creer. Pensaba que no había oído bien el nombre de la mujer que debía participar en esa nueva edición de los Juegos del Hambre. Pero, desgraciadamente, escuchó bien. Y no lo soportó. Su hermana, su querida hermana, había sido la elegida para participar en esa edición.

El mundo de Lucien se derrumbó. No podía creer que, de entre todas las "participantes", ella hubiera sido la elegida. Ella, que tanto aportaba a la comunidad, tendría que pasar lo indecible para lograr sobrevivir. El muchacho no podía soportar la idea de perderla. ¿Pero que hacer? solo la aparición de una voluntaria, podría detener aquella locura, mas nadie iba a sustituirla, bien lo sabía él. Leto debía enfrentarse a ese reto sola, y él solo podía rezar a que sobreviviera.

Tan ensimismado estaba en sus pensamientos que estuvo apunto de no oír el nombre varón del otro participante. 

Lucien Knitts.

Simplemente, su mundo se viene abajo. Él, él sería el otro participante. De pronto su garganta se seca y le cuesta moverse. Solo cuando uno de sus compañeros le da un ligero golpe en la espalda, comienza a moverse arrastrando los píes hacia el podio. Sin embargo, y a pesar de la situación, eso podría ser algo bueno. Él pocas posibilidades iba a tener en esa lucha, bien lo sabía. Pero podría ayudar a su hermana en todo lo que pudiera para sobrevivir. Incluso sacrificar su vida por ella, si fuera preciso. 

A decir verdad esa idea le reconfortaba. Sin casi amigos, su hermana era lo mas valioso de su vida. Así pues, ¿que menos que ayudarla en todo lo posible para que sobreviviera? no era todo malo después de todo. 

Si- piensa con firmeza- ese será mi cometido- su decisión estaba tomada. Haría todo lo posible para que su hermana viviera. Incluso sacrificarse. 

- Lo sabía...

Por algún extraño motivo era como si lo hubiera podido soñar... como si una vidente se lo hubiera asegurado tras consultar una más que fidedigna bola de cristal. Leto era la elegida para convertirse en la tributo aquel año. ¿Cómo podía tener aquella certeza? Era una intuición muy fuerte la que había arrastrado a Leto aquella mañana al momento de la "cosecha". O eso o se estaba volviendo paranóica. ¿Qué pasaría ahora con Lucien? Esa era la única incógnita que le quedaba por dilucidar... ¿qui´n se haría cargo de su pobre hermano ahora que se quedaba sólo en el distrit...?

- ¿Cómo...? - chilló la muchacha al oír al alcalde pronunciar el nombre de su hermano. Su cara se tiño de un color encarnado por la furia. Tenía que ser una jodida broma del destino. De hecho no era la primera vez en la historia de los malditos juegos del hambre que eran elegidos una pareja de hermanos. En realidad en los distritos dónde se entrenaban los tributos era una práctica casi habitual... de ese modo los sponsors empatizaban con ellos más fácilmente pero, ¿Lucien?

- ¿Es que nadie va a dignarse a presentase voluntario...? - espetó la muchacha al grupo de candidatos masculinos que respiraban aliviados al comprobar que "el rarito" era el elegido y no ellos. Su pregunta era ridícula... la respuesta estaba escrita en los rostros de todos aquellos jóvenes. Que fuera lo que tuviera que ser... Leto caminó hacia el estrado mientras lanzaba furibundas miradas a diestro y siniestro.

Esta bien, hermana- le susurró su hermano- todo esta bien- una ligera sonrisa aparece en su rostro, mas no logra ocultar la tristeza que embarga al tímido muchacho. Pero no por él, sino por ella. No era la que debía haber sido elegida para los juegos del hambre. Aún esperaba el milagro de que alguna de las muchachas diese un paso al frente para sustituirla, aunque lo dudaba.

El alcalde empieza a leer el largo y aburrido Tratado de la Traición, como hace todos los años en este momento es obligatorio.

En cuanto acaba el himno, os ponen bajo custodia. No quiere decir que os esposen ni nada de eso, pero un grupo de agentes de la paz os acompaña hasta la puerta principal del Edificio de Justicia. Quizás algún tributo intentase escapar en el pasado, aunque yo nunca lo he visto. Una vez dentro, s conducen a una sala a cada uno y os dejan solos. Es el sitio más lujoso en el que habéis estado, tiene gruesas alfombras de pelo, y sofá y sillones de terciopelo. Ése es el tiempo que se les concede a los tributos para despedirse de sus seres queridos si es que los tienen.

A pesar de la situación en la que se encontraba, y del nerviosismo que recorría su cuerpo, quedo sorprendido por la belleza de la habitación. Y no era extraño. Al fin y al cabo nunca había estado en un lugar tan lujoso como aquel. Lástima que fuese la primera y la última vez que pudiera estar entre cuatro paredes tan magníficas como aquella. 

Lucien camina despacio hacia el sofá y tras titubear un momento se sienta. Era cómodo. Mira hacia donde se encuentra su hermana y la sonríe tímidamente. 

Bueno... aquí estamos- dijo con voz temblorosa. Carraspeo, y siguió hablando- siento que te haya tocado- no sabía que mas podía decir.

Leto sonrió a su hermano. Ambos sabían que no tenían la más mínima oportunidad pero era mejor no pensar en ello. La muchacha se acercó a su hermano y le acarició el rostro. 

- Estamos juntos, hermano... eso es lo importante.

No, eso no es lo importante- espeta, cabreado. Pero no con ella, sino con el azar, con el alcalde, con los Juegos del Hambre...- lo importante era que tu no salieses- le dice, apartando su mano de su rostro- y no, no esto- su mente era un torbellino apunto de estallar. Mas, ¿de que iba a servir? ya no había marcha atrás. Ahora solo le quedaba sobrevivir o morir. No existían mas opciones.

Suspira con resignación mientras sonríe levemente a su hermana. No sabía que mas poder decir.

Así era Lucien... siempre luchando contra molinos de viento. 

- No Luc... de hecho, si lo piensas esto tiene todo el sentido. Si alguna vez tenía que aparecer el apellido Knitts en esa carnicería, por muy raro que te parezca, lo lógico, lo mejor, es que sean los dos hermanos quienes fueran. Hemos estado siempre juntos... juntos contra todos los demás. Contra todo este maldito distrito. Y ahora será igual... pase lo que pase estaremos juntos.

Entonces la muchacha cambió de tercio y golpeó con la mano abierta en el hombro de su hermano y sonrió ampliamente.

- Y ahora alegra esa cara o los patrocinadores no nos van a dar ni los buenos días.

Vuelve a suspirar mientras observa a su hermana, contrariado un tanto por su aparente calma y alegría. A decir verdad, no se esperaba otra reacción de ella. Así se comportaba desde siempre, viendo las cosas desde otra perspectiva mas "positiva" y nunca darse por vencida. 

Lucien sonrío, mas para hacerle un favor a su hermana que por otra cosa- supongo que tienes razón- dice- ahora bien, creo que tienes tu mas posibilidades de caer simpático a los patrocinadores que yo. A decir verdad, mientras solo se fijen en ti va a ir todo como la seda. Procuraré no destacar mucho- medio bromea.

Pasais unos breves minutos con familiares y amigos hasta que los hacen marcharse y os recogen.

Por suerte el Tren esta cerca del palacio de Justicia.

Teneis que quedaros unos minutos en la puerta del tren, mientras las cámaras engullen nuestras imágenes; después os dejan entrar al vagón y las puertas se cierran piadosamente detrás de vosotros. El tren empieza a moverse de inmediato.

El tren de los tributos es aún más elegante que la habitación del Edificio de Justicia. Cada uno teneis vuestro propio alojamiento, compuesto por un dormitorio, un vestidor y un baño privado con agua corriente caliente y fría. Teneis incluso armarios llenos de ropa.
Os dan libertad total hasta la hora de la cena donde os presentaran a vuestro mentor.

No había que negar que las estancias en las que iban pasando los hermanos eran de lo más cómodas. Claro que teniendo en cuenta lo que les esperaba, era lo mínimo que podían hacer.

Lucien se dirige directamente a uno de los sillones y se sienta. No tenían mucho que hacer a excepción de esperar a llegar a su destino. 

Bueno, ¿tienes alguna idea de lo que va a pasar ahora?- le pregunta a Leto

Leto estaba aturdida... no lo podía negar. En presencia de su hermano intentaba mantener el tipo y seguir sonriendo ante las adversidades. Pero la verdad es que aquello distaba mucho de un grupo de muchachos apedreando la casa dónde vivían por pura diversión... su vida estaba en terrible peligro.

Además toda aquella opulencia no ayudaban lo más mínimo. Ya no porque no estuviera acostumbrada a ello sino porque, mucho más, le parecía absolutamente ridícula e innecesaria. A Leto le gustaba la vida en el distrito. No significaba que allí fuera feliz con todas las carencias y problemas que causaba la misería más absoluta pero el mar siempre les daba alimento y una manera extraña de cobijo. En cambio la gente del Capitolio gastaban montañas de dinero en construir palacios sobre raíles como aquellos y vestidos tan absolutamente ridículos. No se pondría eso ni loca... pensó.

Finalmente en la sala común volvió a reencontrarse con su hermano.

- Ni idea... - contestó la muchacha encogiéndose de hombros. - Ya sabes que no solía verlo por televisión o escucharlo por la radio. Esto es muy nuevo para mí. Pero supongo que pretenden que lleguemos a la capital de Panem hechos unos pincelitos y absolutamente convencidos de que si lo que queremos es "esta vida" - dijo señalando todo cuando la rodeaba, muebles, comida... lujos, - debemos estar dispuestos a sacarnos los ojos los unos a los otros. Es de locos.

Leto recorrió la estancia una vez más con la mirada. Tanto confort le hacían sentirse extrañamente incómoda. Por fín... con los ojos puestos en aquel enorme bufet comentó con tono casual.

- ¿Te apetece un pedazo de tarta?

Mira hacia donde miraba su hermana. No se había percatado del pequeño bufet que tenían en la habitación. 

Bueno... un trozo no nos viene mal, ¿no?- dice mientras se levanta hacia la mesa repleta de comida. Lucien no había visto tanta comida junta -y con tan buena pinta- en su corta vida. Otro mas de las comodidades antes de empezar los juegos del hambre- a decir verdad, creo que comer nos puede venir bien. Hay que tener energia para lo que nos espera- mira hacia su hermana- a mal tiempo, buena cara, ¿no?

- Así me gusta.. enano!

Manos a la obra, los gemelos comenzaron a llenarse sendos platos de todo tipo de delicias; tartas, empanadas, fruta fresca... lujos absolutamente inimaginables.

Estabais en el tren cuando de golpe algo os saco de vuestras acciones, había televisores que iban retransmitiendo imágenes del capitolio y de vuestra llegada y de golpe se cortaron para dar un avance informativo.

Una grabe noticia a dejado a la población desolada, los trenes del los tributos de los distritos tres, nueve y diez han sido atacados, los trenes han quedados destrozados y undidos en cenizas, los agentes estan llevando una importante investigación sobre lo sucedido. Seguiremos informando.