Partida Rol por web

La única que podía sujetar a Indy es justamente la periodista, lo intenta, pero el Dr Jones se le escapa de los dedos y, que ella está dándole vueltas al tema del respawn, aunque este intenta agarrarse como sea y no caerse, el dolor es total, sus nervios se paralizan, la selva esmeralda pasa a color Mordor y es el segundo en zambullirse en lo profundo del río.

Para aparecer, después de esos segundos, vivito y coleando delante de Adèle, sentado en la canoa y con el remo en las manos.

A todo esto, Mr. Bean se quedó con un piiiii, congelado en la boca, todo el rostro moradito, la lengua fuera, hinchada, seca, muy fea. Se balanceó más que la canoa y…¡Al agua, patos! 

Unos momentos...y su imagen comenzó a parpadear en la popa, tomando forma...

Al principio había pensado que Jonathan estaba haciendo el tonto. Pero se había caído al agua. Había desaparecido. “Ha perdido una vida, como en Mario Bros”. Una vida. La experiencia inversiva estaba bien hasta que tenías que afrontar tu propia muerte. Nina no solía pensar mucho en la muerte. No desde… Luego fue Indy. Se ahogó. Intentó agarrar a Beanny pero fue demasiado lenta.

—No…—dijo jadeando, algo le impedía respirar. El miedo.

Beanny apareció, como los demás. Solo era un juego. Miró al cielo, tan real, tan extraño.

—Creo que no quiero seguir jugando. ¿Cómo lo paramos?

Se daba cuenta que la siguiente era ella. Algo le había costado una vida a sus compañeros. ¿Y a ella? Se sentía bien. Sacó la lengua intentando ver si la tenía verde, morada. Se tomó la temperatura en la frente con el dorso de la mano. Ella no se desmayó, a ella no le afectaba. ¿Por qué? Tampoco a Adèle ni a Yo. Yo. Su madre siempre le decía que no jugase con extraños. Ahora estaba en su barca, que era el equivalente selvático a meterse en una furgoneta con un encapuchado. “Ojalá Jhon Cena estuviera aquí”, pensó, y no ese estúpido indio. Que por cierto, había preferido a Eve. Bueno, en verdad todos la preferían porque tenía PER-SO-NA-LI-DAD. Porque sabía de videojuegos y, a su manera, era hermosa. ¿Cuándo había pensado que podía ser amiga de alguien tan especial?

Sintió frío. Estaba dentro de su cabeza. Miró sus manos. ¡Sus manos! Sus guantes.

—Los remos, no toquéis los remos.

El organizarnos en como llevar la canoa no parece demasiado fácil, indy y yo no nos ponemos muy de acuerdo en como hacerlo. Comenzando a sentirme mal caigo al agua muriendo, la sensación de morir es real y aunque no lo muestro exteriormente me asusta mucho la sensación, mas cuando compruebo que me falta una de las tres vidas...

Cuidado con morir aquí, he sentido la muerte muy real y aunque vuelva de nuevo me da mala sensación...

Mr Bean regresó, tan atolondrado como antes. Con su remo y las anchas espaldas del indio delante. ¿Qué sucedía? Lara pensaba que estaba a salvo. Los guantes, los remos. Quizá, era una buena suposición.

Sin embargo, ella también había estado expuesta. Bastante. Y su cuerpo tampoco lo resistió. Los mismo síntomas que sus compañeros, se mareó, se puso enfermísima, más que de pequeña con la gripe y terminó por darse un chapuzón como todos los demás. Por envidiosa. Y a los segundos, volvía a estar en la proa, encabezando la fila en la canoa.

No se salvó Adèle. Incrédula, veía como uno tras otro de sus amigos se desplomaban y zambullían en las aguas cada vez más revoltosas del alegre río. Y a ella el tocó su turno. Cerca estuvo de vomitar. Le llegó un fundido en negro, y no se sumergió en las aguas gracias a que Yo la sostenía entre sus manazas. Perdió la consciencia...su cuerpo virtual desapareció entre temblores y reapareció de nuevo, siempre entre los hérculeos brazos de su pegajoso recién adquirido novio.

-Yo sostener, tú no caer, Mujer guerrera de Cabezas. ¿Ves? Yo tener razón, fuerte Yo. Fuerte agarre. Quitarte corset, lo que sea eso. Mejor sin él.

Al jumanjiux no le sucedió nada. Estaba ahí, sentadito, con cara de lelo, aparentemente impresionado por...vuestras muertes. 

Sí, Jonathan tenía razón. Miró las franjas de vida en su antebrazo. Una de las tres ahora era de color negro. Al comprobar las vuestras, veis que sucede lo mismo, del trío, solo quedan dos en verde.

La embarcación sigue adelante, a vosotros se os ha puesto mal cuerpo. La corriente de agua continua, estrechándose los márgenes, más enmarcado el río por una selva frondosa, abundante, exuberante. 

La boca de Ramsey ladró- Vale. Veo hojas y más hojas, árboles, arbustos, agua. Es un río pequeño, un hijito del Nilo. Un afluente supongo. Sus orillas se parecen al alto Nilo que baña el rico bendecido Egipto por los dioses. Por Isis, ¿que dices que no es el Nilo? ¿Dónde estamos? 

–¡Ahí! –grita el indio Yo, señalando a una inmensa roca a la derecha dentro del río, que deja paso justo por la izquierda a la anchura de un par de canoas. Se trata de un gran promontorio con varias oquedades a media altura, de las que caen torrenciales cascadas alimentando en ese punto al río. Quizá os parece vislumbrar la entrada angosta de una cueva o semejante tras esas cortinas cristalinas.

-El Oráculo de los Antiguos, la Roca Llorona. –el indio, Mr Bean que va tras él, diría que ha crecido un poco más, agacha la cabeza a modo de respeto.

Una cosa así, más o menos, con más cascadas y agua. Debe medir de altura siete/ocho metros, y la posible cueva está a unos cinco sobre el nivel del río.

La barca iba avanzando a toda velocidad empujada por la corriente cuando de repente Jonathan se cayó al agua. Miré a un lado para no perderle de vista y poder ayudarle, ya que se sumergía y salía a la superficie intermitentemente, hasta que dejó de vérsele. Por el rabillo del ojo vi que volvió a aparecer en su mismo sitio, sentado y seco. ¿Pero qué magia era aquella? Me empecé a poner nervioso y a temblar ligeramente. Los labios se contraían constantemente, como cuando un bebé llora para pedir comida. Indiana fue el siguiente, cayendo también al río y volviendo a aparecer al rato. Los temblores se volvieron más fuertes y me fui a poner de pie para salir de allí. Un ahogamiento en la garganta hizo que me sentara de nuevo. Dejé el remo a un lado y me llevé las dos manos a la garganta.

-"¡JJJJJJ. Aggggh. Atchus, atchus. JJJJJ!" Carraspeaba.

Empecé a notar que me ahogaba y cogí del hombro a Lara, que era la que estaba delante mía. La balanceé para avisarla de que me estaba ahogando y cuando me miró, la señalé con la mano derecha mi cara morada y le indiqué con la mano izquierda que me diera unos golpecitos en la espalda.

-"Aggghhhh. Aggghhhh." Intentaba gritar.

Saqué la lengua para indicar que no podía respirar. Tosí varias veces y seguía señalando mi garganta y mi espalda. Pero nada de eso hizo que me ayudara Lara, ya que me estaba mareando y me fui para atrás, cayendo al agua antes de que la joven amazona me agarrara. Al caer al agua, noté el frío y la velocidad de la corriente, la angustia de ahogarme y sumergirme. Pataleé y braceé lo que pude, pero en un par de segundos, que parecieron eternos, cerré los ojos y vino la oscuridad. Al abrirlos, estaba de nuevo en mi sitio de la barca, sentado y seco, como los demás. Me toqué la garganta y suspiré aliviado, ya no me ahogaba. Notaba el bulto en la entrepierna, así que Teddy estaba bien también. Al oír a Lara decir lo de los remos, me eché a un lado de la barca, para alejarme lo máximo posible del remo que había dejado a un lado. Lo miraba como quién mira a un cocodrilo que está a punto de morderte. Jonathan dijo algo que yo también había sentido: la muerte. Le miré y asentí con la cabeza fuertemente, arriba y abajo, arriba y abajo, hasta que me mereé un poco y paré de hacerlo. Recordé el tatuaje del brazo y me levanté la manga de la chaqueta y la de la camisa. Donde antes había tres rayas verdes, ahora solo había dos. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, desde la cabeza hasta el pompis.

A Lara le pasó lo mismo. Se puso morada y cayó al agua, para volver a estar en la balsa como si nada. Esta vez apareció en la otra punta de la canoa. Adéle igual, se fini, pero no cayó al agua, murió en los brazos de su amante. Se desdibujó y volvió a aparecer. ¿Todo era tan extraño y mágico? Aunque mi muerte no había tenido nada de mágico, desde luego. La había sentido muy real. ¿Qué pasaría cuando perdiéramos las tres vidas? No quería pensar en eso...

Llegamos al final del viaje en barca. Una gran roca, idolatrada por el gigantesco indio YO, era el siguiente paso en nuestro peregrinar por Jumanji. ¿Había crecido más aún el corpachón de YO? Eso era imposible. Cuando la barca fue hasta casi la orilla, me puse en pié y salté hasta tierra firme, deseoso de abandonar la canoa. Lógicamente no llegué con el saltó, así que caí en el agua y me mojé los zapatos y las piernas. Gruñí y andé hasta la orilla.

-"¡Alehop! Grrrrrr." Gruñí.

-¿Qué demonios?- dijo Eve al volver en sí, asustada, como para no, miraba con cierta confusión alrededor. Por más que repasaba no caía en qué les podía haber envenenado para morir todos así uno tras otro...¿la pipa de los indios? ¿acaso todos habían fumado? No lo recordaba con seguridad, tampoco estaba segura de haber comido o bebido algo...ni siquiera agua.

Mira a sus compañeros aún con pálida perplejidad en la mirada, estira la mano hacia Lara- Nina y recompone una sonrisa para ella.

-No creo que vaya a ser tan fácil, Nina...pero lo conseguiremos. Debemos tener cuidado, permanecer juntos y...ganar la partida. Eso es todo. Tranquila, somos unos profesionales ya verás como todo va bien.- esto era serio...no era una realidad virtual, había visto morir a todos sus amigos y respawnearse pero aún así cuando le llegó el turno...había sido demasiado real.

-Deje el corset donde está y las manos donde pueda verlas ¿vale guapito? Nada de toqueteos hasta el matrimonio, que soy una chica decente. Vale...repasemos...tu, Ramsey, de vuelta a la bolsa, procuraré no mojarte más...y tú digo Yo.- se corrige- ¿sabes alguna manera de llegar a esas cuevas compatible con mis zapatos? ¿Una escalera? ¿Una rampa? ¿Tal vez un ascensor? ¿No?

Todos pasamos por una muerte dolorosa en el rio, pero nuestro destino no es mucho mejor al llegar a una roca o estatua en la montaña bajo la cascada, la observo con atención. Yo, ¿conoces un sendero para llegar a la cueva de la Roca llorona?, pregunto al indio con una alternativa en mente ante la su respuesta negativa.

No le gustaba ese juego, ahora lo tenía bien claro. Se había mareado, como todos, y luego; la muerte. Ya está. Adiós a todo. Adiós al amor, adiós a la vida. Había vuelto, como los demás. Pero la experiencia no le había gustado nada. Los demás se comportaban como si nada hubiera sucedido. Estaban asustados, esperaba no ser la única, pero seguían adelante.

—No quiero seguir jugando a esto ¿Cómo se para? Estoy…aburrida. No me gusta. Ya no es divertido.

Se cruzó de brazos. De repente tenía frío. No quería estar allí. Esos rostros no eran los de sus amigos. Todo era ridículo, artificial. Una mentira. Como un equipo de animadoras. Solo que allí te morías. Y no era una experiencia grata. Eve le dijo algo, trató de reconfortarla. Pero ella no quería seguir. ¿Y si morían otras dos veces? ¿Volverían a la casa de Bastian o se acabó? Estaba aterrada, ella no era tan valiente.

No entendía el juego. ¿Qué los había eliminado? No eran los remos. Ella no había fumado la pipa del indio. Quizás, el humo. Quizás la hierba. A pesar de su precioso aspecto, el entorno era letal, un monstruo que podía arrebatarte la vida sin que te dieras cuenta. ¿Cómo iban a logar vencer a eso? No había opción. No eran sus avatares. Quería volver a casa.

Beanny había saltado de la barca, la historia continuaba. Quería volver con su madre. No había muchas opciones.

—No puedo dejarle solo, se hará daño —dijo, midiendo la distancia para saltar.

El trayecto en canoa se termina por ahora al llegar a ese promontorio con la cascada -Guerrera de Cabezas, sí hacer falta apretar, no haber sitio suficiente. –Te rodea con sus brazos por la cintura, no suelta a Adèle.- Tú no caer, otra vez, Yo, proteger. Mi tienda amplia, sitio para Mujer Trueno, y para ti, hembra guerrera de cabezas, Yo y mi caballo, de nombre Caballo. Pieles calientes.

La cabeza de momia de treinta siglos fue oculta de nuevo, no sin quejas lastimosas de Ramsey. Que tenía derecho a ver, el hombre. En fin. En la gran Roca, sin ton ni son, y a saber para qué, el audaz Mr Bean seguido de la envidiosa Lara saltaron como como locos chimpancés, con la misma habilidad y destreza. El simpático inglés lo hizo bien, sujetándose con la justa habilidad a las piedras y salientes, sin caerse, a la vez que la sin par Larita, a pesar de sus quejas, lamentos y gruñidos, demuestra su destreza increíble. No solo se aferra ella a las rocas, sino que ayuda a su amigo, pasando ambos debajo de los saltos de agua, empapándose hasta la ropa interior y desapareciendo de la visión de sus compis.

El coloso indio se encoge de hombres, muestra una mueca de no saber.- Trepar, escalar, subir -responde a Jonathan y a la periodista, mientras hace los gestos con los dedos de las manos- No escaleras...¿Qué ser ascensor? Yo, nunca estar ahí. Misterio. Oráculo. Observa a los dos trepadores que ya casi no se ven.-¿Qué hacer esos dos? Ah, preguntar a Oráculo. No saben reglas. Malo, malo. –Se echa a reír con ganas, así, porque sí. *

Yo por favor, ¿Qué reglas para preguntar a oráculo?. Mientras escucho me preparo para saltar de la canoa en caso de ser necesario.

-Desconocerlas. Nunca puedo pasar de aquí, magia no me deja. -¿ha crecido un poco más o es imaginación vuestra?- Escuchar que haber normas. Yo no sabe. Yo que se. -de nuevo se ríe a carcajadas de su propio chiste.

Bastian estaba sorprendido, conmocionado. Rebusco en los conocimientos de Indy, pero este no sabia que habia ocurrido. Le sonaba a traición y su paciencia con los indios estaba disminuyendo a pasos gigantes. No explicaba, era arrogante. ¿Estarian en contra de su búsqueda?

El caerse por el agua, y respawnear y perder una vida tan gratuitamente no le gustaba, mucho menos que el indio no pareció ni sorprendido ni nada. Algo estaba mal. Muy mal.

Luego vio como Lara y Mr Bean se quedaban para preguntar al Oraculo. Jonaathan tambien.
El observo a Adele y se giro a Jonathan.
Le hablo como Bastian. - Cuidalos hasta que nos reencontremos -
El se quedo en la barcaza, siguiendo los pasos de Yo.

Ahora que nos jugamos la vida todos soy mas consciente que nunca que amigos tengo los justos y que en los dedos de una mano me sobran si es que llego a tener alguno. Una vez mas Indy o Bastian me confirma que no podemos contar con el, que ya solo piensa en meterse en las bragas de Eve....

Nos jugamos la vida y tu aún pensando en las bragas de la señorita Blanc-Sec, por mi como si te pudres porque no me puede importar menos lo que hagas... que te jodan cabrón... dicho lo cual salto para acompañar a mis compañeros.

El salto fue a lo Spiderman, quedándome encaramado a la escurridiza pared con manos y pies. El agua empezó a calarme desde la cabeza a los zapatos. No podía mirar hacia arriba, dado que el agua me caía en la cara y no me dejaba ver ni respirar bien. Cerré la boca para no tragar agua. Pasito a pasito, intenté escalar hacia la oquedad que había dicho el indio YO. Una fuerte mano me ayudó a no caerme una vez que me había escurrido, era Lara, que cuidaba de mi. Al cabo de unos minutos de angustia, llegamos por fin a la entrada a la cueva, a la que me dejé caer en el suelo, agotado. Tras la cortina de agua, a unos metros más abajo, estaban los demás, aún en la canoa.

Miré a mi compañera y la sonreí con esa sonrisa bobalicona para darle las gracias. Me levanté y me sacudí como un perro para quitarme algo de agua encima. Me quité los zapatos y vacié el agua que contenían. Me senté y me quité los calcetines blancos, estrujándolos para que el agua saliera también de ellos. Me volví a poner todo otra vez. La chaqueta me la quité y me la apoyé en el brazo, no sin antes verificar que mi coche estaba a buen recaudo en el bolsillo interior. Me saqué a Teddy de la entrepierna y le abracé con ternura. Después le estrujé un poco y le guardé en uno de los bolsillos laterales de la chaqueta. Miré a Lara y me agaché noventa grados, con el brazo derecho doblado sobre la cintura y el izquierdo en la espalda; era mi habitual gesto para dar las gracias. Miré a la cascada y señalé afuera con el dedo índice, hacia la canoa, que se veía borrosa por el agua. Miré a Lara.

-"Aggghhh" Le dije.

El olor a humedad y el frío hacían que me doliera la cabeza. Si le sumaba el ruido del agua, que era bastante ensordecedor, no sabía si mi compañera me había oído y entendido lo que le había dicho.

El indio realmente se parte el culo al escuchar a Jonathan - Jajajaja. Qué amigos ser todos. La bruja de Lasciénagas divertirse con vosotros.  Escuchar de ella, historias helar sangre. Malvada y cruel. Poderosa. Espíritus de sombras con ella. Se lo vais a poner fácil.

Adèle intenta escapar del abrazo de Yo, se debate con denuedo, pero no hay forma, es muy fuerte el tipo. -Deja mujer, ahora te suelto. Solo abrazo de cariño para que no caigas al río.