Partida Rol por web

Jupiter XVII

Acción

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16/11/2007, 14:59
Director

Los comunicadores comienzan a sonar rápidamente. Es el capitán. –Doctores, preparen su equipo médico, llevamos al doctor O´Brian…herido. Será mejor que lo vean ustedes mismos cuando lleguemos- Bishop y Theresa escuchan con atención y se apresuran a responder. –Recibido, el doctor Kuhne también está herido. Nos encontraremos en el ascensor-

Las luces del elevador se vuelven verdes y la puerta se abre. A un lado, Herman, Diana y el capitán traen el cuerpo inerte de O´Brian. Al otro, Bishop y Theresa el cuerpo, en el mismo estado, del doctor Kuhne. La pregunta es prácticamente simultánea. -¿Qué demonios les ha ocurrido?-

Tras proceder a ponerse al día sobre los sucesos acaecidos, todos se miran sin saber que hacer. Murdock y Fallen han desaparecido del complejo, y unas aterradoras criaturas andan sueltas por el mismo. Los doctores proceden a inyectar varias sustancias a los heridos, pero ninguno de ellos reacciona. No hay nada más que hacer. Su estado está más allá de los conocimientos del ser humano.

En ese instante, el cuerpo de Kuhne comienza a convulsionar. Sus gritos de horror son escalofriantes. Jamás habíais escuchado a un hombre gritar de semejante forma. La sangre comienza a brotar de sus labios y su nariz, cuando un último y desgarrador aullido acaba con su vida. No sabéis que demonios ha pasado, pero está claro que Kuhne está muerto. Fijáis vuestra atención sobre O´Brian, en el instante en que este abre los ojos. Está nervioso y sus palabras de atropellan entre sí, pero consigue contaros lo que ha visto.

Acto seguido, os encontráis en el Anubis, sobrevolando el complejo a toda velocidad, en dirección hacia el planeta Rojo. Después de haber visto a esas criaturas, no tenéis ninguna duda sobre la certeza de las palabras de O´Brian.

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16/11/2007, 14:59
Director

El Anubis se acerca al perímetro de seguridad de Marte tras un par de horas de viaje. Las naves coloniales que conforman el bloqueo os exigen vuestra identificación y código de acceso. Nadie sabe de vuestro objetivo, y se trata de una nave militar de alta graduación, por lo que no os ponen ningún problema para aterrizar en la estación orbital Ares, encargada de derribar cualquier nave que salga del planeta.

Os acercáis en maniobra de aterrizaje. Parece que han picado el anzuelo. Nadie se espera vuestra próxima maniobra. Diana, a los mandos a falta de Murdock, activa los motores de impulsión a la máxima potencia cuando se acerca a la estación. Os llaman por radio, pero el capitán la desconecta. No sabéis si podréis llegar vivos al planeta bajo la potencia de fuego de Ares, pero si lo hacéis, es seguro que nunca volveréis a salir de él.

Rápidamente Ares se sitúa en posición de combate, pero por suerte vuestra maniobra los ha cogido por sorpresa, dejándoos tiempo para alejaros lo suficiente en dirección al planeta. Los cañones comienzan a disparar sobre vosotros, pero por suerte el Anubis es el modelo de nave espacial más avanzado de toda la flota colonial. Los cazas ligeros que van tras vosotros no pueden equipararse al Anubis. Una vez conseguís penetrar en la atmósfera del planeta, los cazas se retiran, y Ares deja de disparar. Os han dado en un par de ocasiones, pero la nave funciona a la perfección.

El gran cráter de la colonia de Haselx se vislumbra fácilmente. Según lo contado por O´Brian, lo que buscáis debería encontrarse en el centro mismo del cráter, aunque seguramente se encontrará en un nivel subterráneo. El Anubis se posa con suavidad sobre el cráter, allí donde los sensores indican la existencia de una estructura subterránea. No es extraño que las fuerzas coloniales no lo hayan descubierto, ya que ni siquiera se preocupan en escanear el planeta.

La pasarela se abre y el grupo, encabezado por Herman y Diana, comienza la exploración. Bishop va armado con un fusil de asalto, mientras que O´Brian y Theresa portan ametralladoras ligeras. Toda precaución es poca en un planeta de mutantes. A saber que podréis encontraros allí. Os adentráis por una obertura abierta en el cráter, lo cuál os conduce a una intrincada red de túneles subterráneos, al parecer cavados por los mutantes.

Avanzáis por los túneles, pero son un autentico laberinto. Parece imposible poder abandonarlos cuando por fin alcanzáis una enrome puerta metálica. Los científicos se apresuran a confirmar que habéis llegado a vuestro objetivo. La compuerta se abre, y entráis en una pequeña habitación, con otra compuerta al otro lado. Parece una especie de esclusa.

Una vez estáis dentro, la compuerta exterior se cierra, pero la siguiente no se abre. Un humo negro comienza a hacer aparición en la sala. Todos comenzáis a toser y vuestra visión se nubla a los pocos minutos. Os han tendido una trampa, y habéis caído en ella como imbéciles. Todos caéis inconscientes al momento.

Os despertáis en una enorme sala, repleta de artilugios que nunca antes habíais visto. Un individuo, con un rostro deformado en gran medida está junto a vosotros. Varios individuos similares se mueven nerviosos por la habitación, acudiendo a pitidos y luces de los artefactos. –Bienvenidos, señores, y gracias- El sujeto os dedica una monstruosa sonrisa. Sus dientes son afilados como los de un reptil y no parece tener lengua, a pesar de lo cuál habla a la perfección. No estáis atados, pero aún permanecéis aturdidos por aquel gas.

El capitán increpa al individuo, O´Brian les advierte sobre lo que van a desatar. -¿Nosotros? No pudiéramos haberlo hecho sin ustedes. Nuestro proyecto estaba listo desde hacía tiempo, pero necesitábamos de una fuente de energía. Por suerte, los impulsores nucleares de su nave espacial nos proporcionarán lo que requeríamos. Nos avisaron de que vendríais, de que traeríais la fuente de energía, y no se equivocaron.

Sólo ahora caéis en la cuenta de que habéis sido engañados. Quizás O´Brian no os dijera la verdad y sea un traidor, o quizás el mismo también haya sido engañado. Sea como sea, sois vosotros los que habéis proporcionado los medios para esto.

-Estúpidos, ellos no les salvarán, sino que destruirán toda la humanidad, incluyéndoles a ustedes. No son más que un medio para llegar hasta nosotros- las palabras de Bishop son claras, pero el mutante se limita a sonreírse.

-Si, no crea que somos estúpidos. Sabemos perfectamente que moriremos en cuanto el artefacto este activado. Pero se equivoca en una cosa: la humanidad hace años que no nos incluye a nosotros. Cuando tuvo lugar el incidente fuimos despojados de todo y arrojados a un planeta asolado por la radioactividad y la miseria. Fuimos abandonados aquí, y los que habían logrado salir fueron purgados hasta el exterminio. Quizás seamos destruidos, pero nuestra existencia hace tiempo que dejó de ser agradable. Sin embargo, moriremos con la satisfacción de la venganza en los labios-

Lo que dice es absolutamente cierto. Fueron desterrados a la muerte sin miramientos ¿Por qué deberían tenerlos ellos ahora? Ante vuestros ojos, el complejo comienza a ponerse en marcha. Intentáis levantaros, pero ninguno de vuestros músculos reacciona a los propósitos de vuestro cerebro. Ninguno, excepto los del doctor O´Brian. El científico, inexplicablemente, consigue levantarse, como si no hubiera sufrido los efectos del gas, agarrando un cuchillo y abalanzándose sobre el mutante y cogiéndolo como rehén.

-¡Escuchadme! Aquellos a quienes pretendéis traer tienen forma de curar nuestra enfermedad- El doctor habla en plural sobre la enfermedad, el también está infectado, aunque en menor grado. Eso explica como no ha sido aturdido por el gas. –Si no lo hacéis quizás podamos curarnos de las mutaciones. Si eso ocurre podríamos volver al mundo exterior, abandonar este planeta ¿no os parece una alternativa mejor que la muerte?-

Ahora, es otro mutante el que habla –Puede usted matarnos si quiere, doctor O´Brian, pero la situación no cambiará. El proceso ha comenzado, y nada lo detendrá. Es indiferente morir ahora o dentro de cinco minutos- El resto de los mutantes continúan con lo que estuvieran haciendo, indiferentes a las acciones de O´Brian. El doctor, en vistas de que su amenaza no ha hecho efecto, desiste de su acción, y espera como el resto a que ocurra lo que tenga que ocurrir.