Partida Rol por web

Las cartas estaban sobre la mesa, los compañeros habían descubierto a la dama que estabamos buscando pero estaba estaba secuestrada por varios hombres y teníamos que rescatarla, cuando el tiempo apremia no se pueden hacer grandes planes y había que improvisar.

-Bueno amigos,nos vemos en el poblado, que los dioses sean benignos con vosotros y que podamos beber hidromiel después de esta escaramuza.

Una vez se hubo despedido de sus compañeros, Barald preparó su fiel lanza y en se fue con su grupo en busca de sus enemigos.

Tras prepararse y coordinar el momento de atacar, los tres lanzan sus proyectiles aunque con una suerte bastante diversa. La flecha de Narieth pasa lejos del líder del grupo, el disparo de Eothred se desvía ligeramente y en vez de ser mortal termina impactando en el hombro de uno de los guardias, y la lanza de Aldor no solo alcanza a uno de los vigías sino que le atraviesa el pecho matándole en el acto.

-¡Nos han encontrado! ¡A las armas! -comienza a gritar el tal Caswelun- ¡Venga, moveos!

Mientras que los dunlendinos cogen sus armas y se ponen de pie, los gritos alertan al resto de los miembros de vuestro grupo, quienes no tardan en llegar al pequeño claro tras una breve carrera.

Luego de que los tres se fueron por delante a revisar la zona pasaron unos minutos en silencio hasta que oímos el grito de uno de ellos, el grito era un llamado para atacar a quienes parecían ser los captores de Lady Eslfled. Con la espada y escudo en mano avanzo junto a Barald, Galadan y Heruwyn, donde nos encontramos con nuestros compañeros y el grupo enemigo, uno herido y otro muerto. Con todo esfuerzo y más, logro darle a quien parece uno de los líderes.

El combate cuerpo a cuerpo va a ser encarnizado, pero confío en las habilidades de mis compañeros. Prefiero intentar librarlos de las flechas enemigas, antes de arriesgarme a disparar al grueso de la batalla. Apunto a uno de los arqueros dunledinos que se han quedado en las márgenes del campamento y suelto mi primera flecha. No permitiré que acribillen a mis amigos.

Eothred dispara la flecha que lleva en la mano. Una vez la flecha abandona el arco lanza la herramienta de madera y cuerda a un lado y desenfunda a Turmegil y se adecua el escudo.

Los dunledinos dan la alarma y poco antes de que emprendan el ataque llegan el resto para prepararse para el combate. En esop que veo que Galadan y Heruwyn se ponen a la defensiva para soportar la embestida de los dunledinos. En breves instantes llegaran y recuerdo la rodela que llevo y la equipo en el último momento antes de que lleguen los dunledinos. 

Al primero que llega, que casualmente es el que ha herido Eothred le golpeo con dureza con un golpe ascendente del hacha para desequilibrarlo y derribarlo al suelo. 

Nuestros compañeros utilizan sus proyectiles contra los dunlendinos que sobresaltado se prestan al combate, recogen sus armas y nos localizan por lo que Barald sujeta con fuerza su lanza y se prepara para soportar la embestida de sus enemigos.

El vigía herido carga contra Aldor pero antes de que pueda atacarle, este le asesta un hachazo ascendente que penetra en su tosca armadura y se clava profundamente en su pecho aunque sin ser suficiente para derribarle ni abatirle. Mientras tanto y gracias a la cobertura que les brindan sus compañeros, Eothred y Narieth disparan con sus arcos y aunque el rohirrim falla el tiro, la elfa consigue clavar profundamente su flecha en el torso del arquero, quien se mantiene de pie pero sumamente dolorido.

Una vez que están preparados, los dunlendinos se lanzan al ataque. El vigía herido y uno de sus compañeros cargan contra Aldor y a pesar de que este elude el primer golpe, no puede evitar que la segunda lanza le alcance en la pierna. Los otros dos dunlendinos atacan a Barald y Galadan y aunque el beórnida es herido por la lanza, el gondoriano logra desviar el ataque con un movimiento de su espada. Por último, los dos arqueros disparan contra Eothred y Narieth pero solo alcanzan a herir a la elfa.
Una vez que sus hombres han atacado, Caswelun y su hermana Rhonwen cargan con sus lanzas contra Dengal y Heruwyn, causándoles a ambos una dolorosa herida.

La fuerza de mi golpe deja bastante herido al dunledino pero este no ceja en su empeño por quitarme la vida además de que un segundo combatiente se une a él en su empeño. El primero lanza un ataque que logro esquivar con relativa facilidad. En el instante en que esquivo y, aprovechando la inercia que adquiero girando mi cuerpo, le asesto un hachazo en la espalda al dunledino. Debido a ese giro su compañero ataca con una lanza hacia mi pierna que, gracias a mis movimientos, logro minimizar el impacto pero aún así logra alcanzar mi pierna, por lo que emito un pequeño gemido de dolor al notar el acero de la lanza atravesar ropa y carne.

Intento acabar el trabajo que he empezado, así que vuelvo a apuntar hacia el arquero al que he herido antes. Espero acertarle antes que pueda soltar su saeta sobre mis compañeros.

En momentos como este es cuando Barald echa de menos no embrazar un escudo, el arma de su enemigo muerde su carne y a la vez que ve manar su sangre el beornida nota como aumenta su ira y se prepara para ensartar a su enemigo.

Eothred intenta atacar a uno de los enemigos flanqueandolo.
 

Tras recibir los primeros golpes de los dunlendinos, no tardáis en emprender el contraataque.

De un rápido hachazo horizontal, Aldor le corta la garganta al vigía herido mientras que Galadan acaba con otro dunlendino atravesándole el pecho con su espada y Heruwyn, a pesar de que sus heridas le pasan factura, consigue herir levemente en las costillas a la tal Rhonwen. Al mismo tiempo, Dengal parece alcanzar con su espada a Caswelun pero en el último instante, el líder de los secuestradores se mueve con gran agilidad esquivando sin problemas la espada del bardo.

Por otra parte, Barald clava profundamente su lanza en el muslo del dunlendino al que se enfrenta al mismo tiempo que Eothred intenta sorprenderlo y atacarle por la espalda pero lamentablemente sin éxito. Finalmente, Narieth le vuelve a disparar al arquero pero otra vez su flecha no alcanza a su objetivo.

Al ver como tres de sus hombres yacen muertos en el suelo, Caswelun le da al resto unas ordenes que no comprendéis ya que son en su idioma y acto seguido huye del combate. Sin embargo, no se marcha solo ya que tras salir del alcance de la espada de Dengal, se detiene junto a Esfled, la carga en un hombro a pesar de los intentos de esta de liberarse y luego se pierde en la espesura del bosque.

Obedeciendo a su jefe, los dunlendinos reanudan el ataque aunque con más ímpetu.
Sin la presencia del vigía, Aldor puede centrarse en el enemigo que tiene delante y ahora si esquivar su lanza aunque esta vez lo logra por muy poco. A diferencia de su compañero, Barald no tiene tanta suerte ya que la lanza de su enemigo se clava en sus costillas arrancándole un gruñido de dolor. Heruwyn tampoco consigue eludir el ataque y la lanza de Rhonwen se clava en su abdomen causándole una herida que sangra abundantemente pero aún así la escudera logra seguir de pie.
Por último, los dos arqueros sueltan sus armas y tras tomar sus hachas cargan contra Galadan y Dengal, causándole un pequeño corte al gondoriano pero infringiéndole una profunda herida al bardo que hace que sus fuerzas mengüen.

Al conocer el idioma, eres el único que entiende las ordenes de Caswelun.

-Entretenedlos todo lo que podáis, luego dispersaos -ordena el líder de los secuestradores- Si lográis salir del bosque y eludir a los forgoil, nos reuniremos del otro lado del Isen.

El combate seguía adelante y parece que estábamos ganando, habían caído ya tres enemigos y el resto empezaba a tener bastantes heridas, pero nosotros también estábamos bastante tocados, algunos más que otros. Pero de momento debía concentrarme en acabar con el contrincante que tengo enfrente y derribarlo para seguir adelante. 

El pobre desgraciado había fallado el golpe que iba a lanzarme hacia la cabeza, logro esquivar por muy poco el ataque y devolvérselo, también por fortuna, con el hacha. Logro escuchar lo que dice Caswelun antes de que coja a Esfled y se largue del combate. En ese momento decido actuar, sabiendo que puede sentenciarme a muerte por ser quien soy:-Narieth!!! El Isen, va hacia el Isen!!!-digo señalando con el hacha hacia Caswelun. 

La rápida reacción del líder de la banda deja pocas dudas a lo que tengo que hacer. Mis compañeros están enfrascados en la batalla, y el resto de dunledinos les están cerrando el paso. Soy la única que podrá perseguirlo con seguridad, aunque espero que también alguno de ellos pueda asistirme en la persecución. 

- ¡El Isen, va hacia el Isen! -me grita Aldor, y es suficiente para ponerme en marcha.

Destenso la flecha que tenía preparada y, agarrando con fuerza el arco, salto de raíz en raíz, esquivando las ramas bajas, mientras me lanzo a por Caeselwun y la dama capturada. Ahora no se pueden escapar.

El enemigo contraataca y le devuelve el lanzazo, Barald aulla de dolor, la ira invade su cuerpo y con un grito salvaje vuelve a cargar contra su oponente.

El ataque a quien parecía el líder fue demasiado arriesgado y gano un lanzazo que gracias a mi armadura por poco no me deja malherido. Cuando puedo recuperarme ya se había escapado mi contrincante y con él la rehén, nuestro ataque sorpresa lo obligó a cambiar su estrategia pero no debemos confiarnos sigue siendo un enemigo mortal. El sudor chorrea por mi frente, no podré alcanzarlo y su ataque me dejó exhausto de tal fuerza, sólo me queda seguir luchando y derrotar a quien se me ponga enfrente.