Partida Rol por web

-¡Tú cállate, Mildryd! -responde el tal Blódred con más furia- ¡Tu difunto marido era un buen hombre pero tu deshonras su memoria! ¡Hace solo unos años que lo perdiste a manos de los dunlendinos y ahora corres a lanzarte en los brazos del primo de Cenric! ¡Se nota que ya lo has olvidado! ¿¡O acaso es lo que quisiste hacer desde que te enteraste que el bastardo de Esmund enviudó!?

De inmediato, Esmund lleva su mano a la empuñadura de su espada con la clara intención de hacer pagar con sangre la afrenta de Blódred, sin embargo rápidamente Mildryd le detiene sujetándole el brazo. Al ver a la escudera notáis que mira con odio al iracundo jinete y que está haciendo uso de todo su autocontrol para no cargárselo ella misma o responderle de peor manera. Por otra parte, el otrora relajado ambiente que había en el campamento se tensa y solo es cuestión de tiempo para que la gente de Cenric deje de increpar a Blódred y extienda su rechazo hacia el resto de los hombres de Éogar, lo cual tarde o temprano llevaría a un enfrentamiento armado…

Aunque el Rey no os ha nombrado oficialmente sus enviados ni tenéis ninguna autoridad real sobre los jinetes del vado, está más que claro que los únicos que pueden detener toda esta locura sois vosotros.

- ¡Jinete! -grito hacia el hombre que ha interrumpido la unión, llamando su atención por un momento. En su furia, no creo que tenga posibilidad de decirle más de una o dos frases antes que su rabia cierre sus oídos. Pero no acierto a adivinar qué argumentos pueden calmar su dolor. Sólo la suerte me puede ayudar a atravesar la barrera ciega de su obcecación.

- Soy extranjera, sí, como mi compañero al que también repudias. Pero hemos arriesgado nuestras vidas, y hemos sangrado, para rescatar a tu señora, la Dama Esfled, de las manos de bandidos dunledinos. Myldrid, aquí presente y cuyo valor no creo que desprecies, así lo puede atestiguar. ¿Despreciarás la labor que hemos hecho para asegurar este encuentro? ¿Serás tú quien dude de la palabra y decisión de tu Mariscal Eógar, que nos ha dado permiso para traer a la capitana de su propio éored al reencuentro con Esmund? 

Barald frunce el entrecejo al escuchar al maduro caballero, teme que tanto trabajo se pueda ir al traste por individuos irreflexivos como este.

Da unos pasos en dirección al hombre y se para a un metro de distancia, le mira a los ojos con expresión severa.

-Si, soy un extranjero pero las heridas que recorren mi cuerpo demuestran lo que he sangrando por esta tierra a la que considero mi hogar por adopción y no dejaré que insensatos la destruyan por viejas rencillas. Ante vosotros tenéis la oportunidad de volver a ser un solo pueblo con un futuro brillante si no tarde o temprano desapareceréis porque cuando un enemigo os ataque no tendréis fuerzas para defenderos. Este es el momento de dejar a vuestros hijos una Marca unida donde no se tengan que pelear con los vecinos a causa de las disputas de sus abuelos.

La intervención del jinete Bóldred puede echar al traste todo del trabajo realizado por todos hasta la fecha. Des de la silla de Orlin puede contemplar que un buen numero de jinetes de ambos Foldes se acercaba para ver el alboroto e increparse unos a otros por viejas rencillas. Tanto Mildryd como Esmund intentaban calmar a sus respectivos congéneres pero la situación pendía de un hilo, e incluso Narieth y Barald intentaban apaciguar los caldeados ánimos que había en el ambiente:-Creo que es momento de intervenir.-pensé para mí y desenvainé el hacha.

.-JINETES DE ROHAN! OS ATA UN JURAMENTO! DADLE AHORA CUMPLIMIENTO!.-grité por encima de las voces del resto y elevando la gran hacha de los bosques:-Ante vuestros tenéis el primer paso hacia el fin de varias décadas de conflictos entre hermanos. VUESTROS MARISCALES NO OLVIDARÁN LO QUE SE HAN HECHO ENTRE SÍ, CÓMO HAN ORDENADO A SUS PROPIOS SÚBDITOS MATARSE ENTRE SÍ! Pero sí entienden que para avanzar hacia una paz se deben hacer concesiones entre ambas partes.-expresaba con total sinceridad y aumentando la voz para que todo el mundo me escuchara:-AMBOS NO OLVIDAN LO QUE HAN PERDIDO! AMBOS JAMÁS OLVIDARÁN LO QUE HAN PERDIDO! PERO AMBOS HAN ACEPTADO LA PROPUESTA DE VUESTRO REY PARA ACABAR CON ESTA GUERRA CIVIL QUE ASOLA LA MARCA!-dije señalando a ambos pretendientes y cuando menciono al Rey Thengel levanto el hacha para hacerme notar aún más.

.-BÓLDRED! Entiendo y comparto tu pérdida por la muerte de tu hijo y hermano pero entiende que no sólo vivís vosotros en esta tierra, también hay Dunledinos y wulfingas, que no desean más derramamientos de sangre estúpidos cuando HAY ORCOS MERODEANDO, MATANDO Y CAPTURANDO GENTE POR TODA LA MARCA! Si no se detiene esto Rohan no podrá concentrarse en su verdadero enemigo! Sé lo que es que la ira por la pérdida te consuma, toda mi gente, toda mi família fue aniquilada por los orcos que merodeaban por al Marca Occidental y nadie hizo nada para vengar su muerte.-expliqué e intentaba razonar con ese hombre a pesar de que estaba cada vez más cerca de generar un posible conflicto. 

La fatiga hacia mella en el rohirrim. Las heridas dolian mas y la actitud de los aldeanos no sabia hacia donde iria. Al ver que Aldor sacaba su hacha y la actitud poco amistosa del recien llegado. Eothred adoptó una actitud en la que sacar su espada no fuera dificil si el hombre no relajaba su postura.

-¡Rohirrim! -exclama Galadan mientras se pone de pie sobre los estribos de su montura- Yo también soy un extranjero pero en Gondor siempre hemos considerado a la gente de Rohan nuestros aliados y amigos, incluso hemos derramado la sangre juntos en incontables guerras, por eso os pido que escuchéis -dice vuestro compañero, dirigiéndose más a todos los presentes que al iracundo jinete- Nadie conoce mejor las consecuencias del enfrentamiento entre hermanos que mi propio pueblo, hace muchos años nos vimos envueltos en una guerra fratricida ahora llamada la “Lucha entre parientes” por culpa del orgullo, el resentimiento y la mezquindad. Y a causa de ese enfrentamiento, no solo hemos perdido Umbar y la ciudad de Osgiliath nunca volvió a ser lo que era sino que también murieron muchos buenos hombres que debían proteger a su pueblo y no matarse entre ellos en una guerra sinsentido. Por eso, os pido que no cometáis los mismos errores que nosotros, no dejéis que vuestra enemistad traiga el sufrimiento y la ruina a la Marca.

Gracias a vuestras palabras pero sobre todo a la intervención del gondoriano, los ánimos entre los guerreros de ambos lados del río parecen calmarse pero no sucede lo mismo con el iracundo jinete que hay frente a vosotros.

-No dudo de vuestra habilidad pero no me vengáis a decir que lo habéis hecho por el bien de la Marca, de seguro os pagaron bien y ninguno de vosotros rechazó la recompensa. No sois más que unos simples mercenarios -grita Blódred con su ira casi intacta- Y Éogar y el bastardo de Cenric pueden decir lo que quieran pero nunca habrá paz, no mientras esos perros del este del Entaguas sigan respirando.

Mientras los hombres de Cenric vuelven a abuchear y a gritarle una gran cantidad de improperios a Blódred, este centra su mirada en Aldor.

-Los dunlendinos y los wulfingas pueden morirse, hace años que tendríamos que haber arrasado toda la Marca Occidental y reclamarla enteramente para nosotros -le dice con furia a vuestro compañero- Y no me mientas en la cara, mestizo, desde los tiempos de Folca que los orcos no son un problema en Rohan. Y si están merodeando y matando en la Marca Occidental, por mi pueden seguir haciéndolo hasta que acaben con todas esas ratas traicioneras.

- Corta es la vista que posees del futuro, Blódred del Folde Oeste, si crees que los orcos se detendrán en la Marca Occidental. Dejadlos campar a sus anchas, y sólo lograréis que sus huestes aumenten de número, hasta que se sientan tan fuertes como atacar Rohan. 

La elfa recordaba su labor de vigilancia en la frontera del Anduin, y la labor de reducir la amenaza orca en sus cubiles antes de que pudieran atacar con verdadera fuerza. Ella veía el peligro en pensar que los esbirros del Enemigo se encontraban demasiado lejos, o que detendrían su avance en algún momento.

Pero esos eran pensamientos élficos, que poco tenían que ver con lo que Blódred estaba dispuesto a pensar o admitir en estos momentos. No eran los trasgos y su calaña lo que enfurecía al Jinete, si no los agravios a manos de otros hombres como él. Narieth quizás podía ver la situación con una mayor perspectiva, pero en estos momentos no serviría de nada para calmar al guerrero que les amenazaba.

A Barald se le acaba la paciencia cuando el individuo empieza a trivializar con los que han muerto, se dirige a él con voz alta y denotando su enfado

-¡ Defintivamente eres un iluso o un tonto! Se nota que has visto poco las fechorías que pueden hacer los orcos y los troles, se hubieses presenciado la destrucción y el salvajismo que llevan con ellos a donde quiera que van no dirás esas cosas, si hubieras presenciado el derramamiento de sangre, los cuerpos mutilados, las vidas segadas, mantendrías tu bocaza cerrada.

Eothred escupió al suelo. Aquel viejo le habia insultado pero él no se iba a rebajar a su nivel.

Se acercó cojeando, mirandole directamente a los ojos y dijo:

-No tiene un hombre derecho a ser compensado por su tiempo, por su sudor, por su habilidad, por el riesgo que tenga su misión, por las heridas recibidas, por las penurias que sufre... Acaso tú eres quien para juzgar la soldada de las personas que protegen este reino, de los rohirrim que patrullamos la frontera para proteger a nuestro pueblo, o los impuestos del proximo año. ¿Quien eres tú que no tienes ni nobleza en la sangre, ni nobleza en el corazón para decidir que hacer en las Marcas? No sé quien eres ni que haces aquí, pero por lo que oigo tu lengua lo  busca es sembrar discordia en vez de felicidad. Así que te pido que continues con tu camino, alla donde tu caballo te lleve.

Blódred y Aldor intercambian unas penetrantes miradas de odio y por un instante pareciera que están a punto de recurrir a la violencia pero por fortuna vuestras palabras, sobre todo las de Eothred, captan la atención del jinete y evitan el inminente enfrentamiento.

-Los tontos e ilusos sois vosotros que creéis que un simple compromiso traerá la paz y la unidad. La paz solo se logrará con justicia y esta no llegará hasta que esos perros paguen por lo que han hecho -os dice el guerrero señalando a los partidarios de Cenric de la otra ribera del río- Ahora daros palmaditas y felicitaros por haber logrado un acuerdo pero vuestras acciones no perdurarán, el tiempo me dará la razón y entonces os acordaréis de mi y de mis palabras. Ya lo veréis.

Sin más que decir, Blódred hace girar a su montura y se marcha al galope, perdiéndose entre las tiendas del campamento. Mientras tanto, gracias a la partida del conflictivo jinete, los ánimos de los guerreros a ambos lados del río comienzan a calmarse hasta que la tranquilidad vuelve a reinar.

De improviso, Mildryd se aparta un poco de vosotros y se gira hacia los hombres de la ribera oeste

-¡Jinetes! -exclama a viva voz la escudera- Si nuestro señor Éogar busca la paz, eso mismo busco yo. Y si Esmund está de acuerdo con nuestro matrimonio, pues yo también lo estaré.

Inmediatamente Esmund se acerca a Mildryd aunque él se gira hacia los jinetes del este.

-¡Hermanos! -grita con voz clara- Si Cenric busca la paz ¿alguno de nosotros le contradirá? Yo no lo haré. Y si Mildryd me acepta como esposo, yo la aceptaré como esposa.

Aunque algunos todavía son reticentes, la gran mayoría comienza a vitorear a los futuros novios.

-Esta noche tenemos motivo para celebrar -exclama Esmund- ¡Abrid los barriles!

-¿A qué esperáis? -le dice Mildryd a su gente- Vosotros también ¡abridlos!

La sola mención de la bebida hace que incluso los que tenían dudas se unan a los virotes y en cuestión de segundos casi todos los guerreros de ambas riberas festejan el compromiso entre los dos capitanes. Mientras tanto, Esmund y Mildryd se acercan a vosotros.

-Os agradecemos todo lo que habéis hecho, incluido hacer callar a ese maldito de Blódred -os dice la escudera- Mañana podréis partir de regreso a Edoras para informar al Rey Thengel de vuestro éxito pero ahora dadles un descanso a vuestros caballos y festejad el momento con el resto, os lo habéis ganado. Por nuestra parte, creo que tenemos cosas que hablar en privado aunque os buscaremos durante la cena -agrega Mildryd mientras Esmund asiente en silencio- Y nuevamente, os damos las gracias.

La ira estuvo a punto de apoderarse de mi, hasta tal punto que tensé el brazo del hacha para clavarla en la cabeza de Bóldred, pero por fortuna para él Eothred intervino y disuadió a ese hombre de seguir adelante con sus brabuconerías y llevarse un hachazo. 

Mantuve la compostura pero la ira estaba presente en mi interior. Mildryd nos agradeció nuestra intervenció y nos animó a festejar antes de partir hacia Edoras:-Agradezco el ofrecimiento pero ahora mismo sería una mala compañía en los festejos. Ese hombre ha abierto viejas heridas con sus palabras y necesito ir a despejarme antes siquiera de poder dormir.-dije con tono solemne pero con el hacha en las manos aún. Desmonté de Orlin y le ofrecí las riendas a Narieth:-Podéis encargaros de él? Me alejaré un poco del campamento para descargar mi ira.-le dije a la consejera elfa:-Habéis hablado como un líder amigo, gracias por detener mi mano y no partirle la cabeza a ese estúpido.-le dije a Eothred antes de alejarme.

.-Nos vemos en un rato, pase lo que pase. Oigáis lo que oigáis no vengáis a buscarme.-le dije antes de alejarme y cargar el hacha al hombro y poner rumbo a un bosque cercano. 

Barald sintió un gran alivio cuando Blodred se marchó del lugar, cuando por fín se perdió de vista se relajó y se acercó  a Esmund y le estrechó la mano con fuerza, -Enhorabuena por el próximo enlace, me alegro de que todo haya tenido un buen final, te llevas una gran mujer. le comentó mientras guiñaba un ojo Mildryd,  -Con vuestro permiso me tomaré  unas cervezas a vuestra salud.

Dicho esto se arrimó a sus compañeros, -Estoy cansado de batallas, sangre y heridas por lo que hoy pienso festejar este enlace hasta quedar desfallecido ¿alguien viene a catar los licores de esta tierra? les dijo esperando que alguno se uniera con él a las celebraciones.